Nadie encima de la Ley Managua. Por Moisés Absalón Pastora, Detalles del Momento

Nadie encima de la Ley Managua. Por Moisés Absalón Pastora, Detalles del Momento

Conversaba este fin de semana con un familiar muy cercano, muy querido, por cierto, que se fue muy joven a Canadá, pero que siempre recuerda con profunda nostalgia a Nicaragua, la que ama intensamente y de la que se fue maravillado hace unos pocos años atrás cuando la visitó por la visible y notoria transformación que tiene.

Ese primo hermano, Orión Elpidio Pastora Gómez, tiene un vínculo indisoluble con la tierra que lo vio nacer. Desde Detalles del Momento y de otros programas internacionalizados a través de internet, sigue paso a paso y minuto a minuto lo se vive aquí y siempre me comenta hasta el más mínimo acontecimiento que se genera desde cualquier tipo de información y siempre lo escucho con atención, porque concluye, desde las diferentes fuentes de las que se nutre, un atinado enfoque de lo que nos sucede desde como escritor que es.

Pues bien, el primo me decía, a propósito de las capturas, procesos judiciales, condenas, desnacionalizaciones y deportación de algunos de aquellos terroristas del 2018, que se escudaron tras un falso ropaje de opositores para hacer lo que hicieron terroristamente, que él hubiese preferido verlos desaparecer bajo una montaña de votos a través de elecciones hasta el extremo de la humillación, de la penqueada hasta por debajo de la lengua, en vez de dar al imperio “razones” para agredirnos.

Hablamos a fondo del tema y lo fuimos diluyendo hasta caer en vivencias familiares que siempre son recuerdos imperecederos y amorosos, pero tras irnos cada quien a lo suyo, tras una larga conversación con el primo, me pareció que el tema obliga para poner en perspectiva lo que desde mi punto de vista es, porque como siempre expreso lo que escribo y hablo es mi opinión la que nunca debe ser considerada una verdad absoluta dado que ésta siempre tiene hasta más tres caras, la suya, la mía y la de los demás, sobre todo cuando del abordaje político se trata y del que difícilmente nos sustraemos.

Puede ser que me haya equivocado en muchas cosas a la hora de hacer algunos planteamientos desde el lente de quienes me adversan y es normal, pero eso sí de lo que tengo certeza es que lo que digo es sincero, no miento y no responde a una línea que haya trazado alguien, más bien agradezco siempre que desde que empecé Detalles del Momento en televisión el 9 de julio de 2018, cuando la cosa estaba caliente, jamás me sugirieron decir algo en “x o y” línea a pesar que origino mis comentarios desde Canal 6, el medio oficial del Estado de Nicaragua y eso tengo que agradecerlo porque es una altísima deferencia para un aliado que saben que es fiel al proyecto de un país que por inagotables razones es lo mejor que le ha sucedido a lo largo de toda la historia.

¿Qué nos dice cada una de esas escenas de quienes vestidos de azul comparecen en los juzgados, que están tras las rejas y que no fueron capaces de entender que guardan prisión, no por angelitos, no por políticos, no por luchadores, sino por la presunción de gravísimos delitos, que además han sido sobradamente probados?

La respuesta es simple, que la ley es la ley; que la ley es dura, pero es la ley; que nadie puede aducir desconocimiento de la ley; que la ley se hizo para cumplirla, para respetarla, jamás para violarla porque entonces te pone en manos de la justicia la que determina que tanto la ignoraste y hasta dónde la contrariaste. Es decir, si te fuiste contra la ley te va a traer consecuencias y si por hacerlo quedaste en manos de la justicia esta te va a juzgar independientemente de que seas político, periodista, empresario, obispo, obrero o campesino, conservador, liberal o sandinista.

Mi primo hermano me decía que los puchos o pichurrias, tras las rejas eran, ahora no están aquí, el argumento perfecto del imperio para agredirnos, pero la verdad es que haga lo que haga el presidente Daniel Ortega el imperio jamás dejará de persistir en atacarnos, en tratar de hundirnos, porque para ellos, los fascistas de Washington, estos terroristas que estuvieron presos, -que es muy diferente a decir prisioneros políticos-, fueron solo la mampara de aquel tiempo, seis años atrás, porque hoy o mañana habrá otra y después otra en tanto exista en el poder un sandinismo profundamente nacionalista, profundamente social, íntimamente identificado con las clases desposeídas y siempre digno, soberano, e independiente.

Washington es la capital de la hipocresía y desde la oficina oval mueve sus tentáculos para que individuos y organismos afines traten de meter su cuchara en nuestros asuntos con un total desconocimiento de lo que verdaderamente pasa aquí, pero por supuesto sin la más mínima autoridad moral para hacerlo.

Aquí tras las rejas estuvieron individuos con graves delitos probados y hasta por ellos mismos como lavado de dinero, traición a la patria, terrorismo, asesinatos, destrucción y a todos esos el Tío Sam les llamaba “prisioneros políticos” sobre los que exigía, fueran liberados y de inmediato, por sus pistolas, tal es la soberbia del tono vociferado y entonces como tanto los reclamaban un día se les tomó la palabra y se les dijo llévenselos, son suyos, no nuestros y simplemente se fueron para no volver.

Pero bueno traslademos entonces la misma exigencia al imperio para preguntarle:

¿Por qué no liberan aun a los más de doscientos prisioneros políticos que empujados por Donald Trump se tomaron el Capitolio donde hubo un derroche impresionante de violencia?

¿Por qué no liberan a los prisioneros políticos que vestidos de anaranjado están en Guantánamo, en territorio cubano, donde hay 40 prisioneros, todos musulmanes, sobre los cuales no hay habeas corpus que valga, la mayoría de ellos con más de 15 años allí, en el infernal calor sofocante del trópico?

¿Por qué no perdonan al periodista Edward Snowden ex empleado cibernético de la CIA que hizo impactantes revelaciones sobre el espionaje masivo de la Agencia Nacional de Seguridad de EE UU, en todo el mundo por lo que fue tachado como “traidor” a su país, cuando por el mismo hecho gran parte de la comunidad internacional lo considera un héroe?

¿Por qué el Tío Sam no perdona a Julian Assange quien ha suscitado admiración desde que ganó fama mundial por haber expuesto cientos de miles de informaciones confidenciales, a través del sitio web que él mismo fundó en 2006 WikiLeaks y que actualmente enfrenta el juicio en Londres donde se juega su extradición a Estados Unidos?

¿Por qué no libera al indígena Leonard Peltier uno de los más emblemáticos presos de conciencia, quien lleva 46 años en la cárcel por delitos que nunca cometió?

Este hombre quien en su declaración de defensa dijo; “Sé quién soy. Soy indígena y me atreví a defender a mi pueblo. Soy inocente. Jamás maté a nadie ni quise hacerlo. Soy danzante al sol. Esa es mi identidad. Si me toca sufrir como símbolo de mi pueblo, lo haré con orgullo. Nunca me rendiré”.

¿Por qué no libera a los independentistas puertorriqueños que sueñan con la libertad de su isla?

Oscar López fue uno de esos independentistas de Puerto Rico presos en EEUU. Después de 55 años de cárcel fue excarcelado pero solo para ser trasladado a la Isla del Encanto para que terminará de purgar la pena y ejemplos como este hay muchísimos para escupirle la cara al imperio que nos quiere venir a decir qué hacer o que no hacer y en esa misma línea otro como Pedro Sánchez Presidente de España a quien también deberíamos preguntar porque no libera a los separatistas que hace tiempo atrás pretendieron independizar Barcelona o también porque no encarceló al abdicado Juan Carlos de Borbón a quien le dieron todo el tiempo del mundo para huir del país, pero con más de cien millones de dólares que le garantizan el resto de sus días.

Todos estos hipócritas nos hablan de Estado de Derecho cuando aplican las leyes con las cuales se rigen, pero cuando nosotros los nicaragüenses lo hacemos no aplicamos el estado de derecho, sino que estamos reprimiendo y ¿saben a quienes? A los que en el 2018 quisieron asesinar a Nicaragua entera y que ya no están aquí sino allá en la cucarachera de Miami.

Una cosa que nos debe quedar claro como moraleja de todo este asunto es que ser político, funcionario público, ocupar cargos de elección popular, ser General del Ejército o Comisionado General de la Policía, ser periodista, ser empresario, ser suspirante del poder o ser obispo o cura no te avala o te confiere patente de corso para estar por encima de la ley. El estado de derecho es la aplicación de la ley en persecución del delito y la aplicación de la ley en defensa de las víctimas de la delincuencia.

Por lo demás aquí el que quiera, lo piense y lo haga por adversar u odiar a Daniel Ortega o Rosario Murillo lo puede hacer y si quiere competir por el poder contra él o ellos magnífico, que lo haga, pero eso sí como la constitución manda, a través de elecciones donde lo único a desechar sea la violencia y el odio como propuesta de gobierno que es lo que precisamente mantiene al oposicionismo dónde está, en el suelo y vencido, por un discurso que no vende porque si de destruir se trata ya tuvimos suficiente en el pasado y es hora que nos propongamos una forma distinta de relacionarnos.

Al final de todo esto el mal de todos los males es el enemigo de la humanidad porque si el imperio no hubiese metido las garras del águila imperial para entrenar y financiar a los traidores de Nicaragua, sus lacayos nacionales que quisieron asaltar el poder con un golpe de estado, aquí iríamos sobre rieles rumbo a la prosperidad de una manera más acelerada que ahora, de manera que estemos claros que hagamos lo que hagamos siempre los inquilinos de la Casa Blanca, sean burros o elefantes, encontraran un pretexto para destruirnos porque no olvidan a Zelaya, a Zeledón, a Sandino y menos a un Ortega que es el mejor presidente que ha tenido una nación que como la nuestra luchó, venció y expulsó a lo más selecto de los marines norteamericanos.