«Camilo Ortega, mi hermano, mi amigo» Managua. Consejo de Comunicación y Ciudadanía.

«Camilo Ortega, mi hermano, mi amigo» Managua. Consejo de Comunicación y Ciudadanía.

En saludo al 45 aniversario de la Insurrección de Monimbó, el Gobierno lanzó este sábado cuatro nuevos programas de educación técnica y superior, dos de ellos dirigidos a los policías.

En el Centro Tecnológico Camilo Ortega ubicado en Monimbó, el Ministerio de Educación (MINED), el Instituto Tecnológico Nacional (INATEC), el Consejo Nacional de Universidades (CNU) y la Policía Nacional, presentaron el Instituto de Secundaria en Línea “Georgino Andrade”, el Programa de Formación Técnica y Tecnológica “Angelita Morales Avilés”, la Universidad de Ciencias Policiales “Leonel Rugama” y la Universidad de Ciencias Médicas y Enfermería “Doctor Julio Briceño Dávila”, adscrita al Hospital Escuela Carlos Roberto Huembes de la Policía Nacional. La actividad se desarrolló

La Universidad de Ciencias Policiales “Leonel Rugama”, garantizará el profesionalismo de la Policía, formando aspirantes y policías integrales, con competencias científicas y tecnológicas, comprometidos con el modelo revolucionario. Iniciará su funcionamiento con las carreras de Licenciatura en Ciencias Policiales, con distintas menciones: criminalística, seguridad vial, seguridad ciudadana, entre otros; de igual manera impartirá postgrados y cursos de formación continua.

La Universidad de Ciencias Médicas y Enfermería “Doctor Julio Briceño Dávila” ofrecerá las carreras de doctorado en medicina general, licenciatura en Enfermería y las especialidades médicas Medicina interna, Cirugía general, Pediatría, Anestesiología, Radiología, entre otras.

El doctor Briceño Dávila es el segundo nicaragüense que viajó a Moscú, después de Carlos Fonseca, quien lo hizo en 1957, y el primer nicaragüense graduado en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en Primera Promoción de la Facultad de Medicina de la Universidad Amistad de Los Pueblos “Patricio Lumumba”, con Mención de Honor Estrella Roja. A lo largo de toda su vida, el doctor Briceño ha sido luchador y defensor del socialismo y de la causa sandinista y antiimperialista.

Es hijo del jinotepino Guillermo Briceño Peralta (1912), un marxista leninista autodidacta y muy pobre. Julio relata que siendo niño “vendía cuajadas y pan de maíz en las calles de Jinotepe”.

El doctor Briceño también recuerda la represión somocista en los años 40: “Tenía ocho años cuando la gran represión de la dictadura somocista de 1948. En una madrugada de agosto de ese año hubo una gran redada de dirigentes socialistas de todo el país, y repletaron las cárceles de La Aviación. En una visita que hicimos a mi padre, mi madre y yo fuimos encarcelados por orden del Alcaide, Coronel GN, Carlos Eddy Monterrey, (el que se jactó de haber asesinado a Sandino), porque encontraron una carta que mi madre le enviaba a mi padre, escrita con zumo de limón, e iba acompañada de un billete de veinte córdobas inserta en el ruedo del pantalón. Allí, en una mazmorra, mi madre y yo pasamos un día y una noche al lado de una terrible pestilencia”.

En 1954, mientras estudiaba secundaria en el Instituto Juan José Rodríguez, Julio Briceño fundó, con Lalo Cuadra, el periódico “El Estudiante” y junto a Modesto Duarte (fundador del FSLN caído en 1964), organizaban los liceos literarios de los viernes.

Recuerda que en 1956, con motivo del centenario de la Batalla de San Jacinto, publicó en “El Estudiante” el artículo “Acusación ante la Historia Nacional”, donde identificaba a la dictadura somocista con los filibusteros de 1856, lo que le valió la expulsión del Instituto.

Desde que regresó a Nicaragua ya graduado como médico en 1967, se reincorporó al Partido Socialista del cual fue militante desde adolescente, y a colaborar plenamente con la lucha de los sandinistas, ente los cuales estaban muchos de sus amigos.

Por todas esas razones, el Presidente Daniel Ortega decidió que la Universidad de Ciencias Médicas y Enfermería de la Policía Nacional, lleve el nombre del doctor Julio Briceño Dávila. Este fue su discurso en la ceremonia del sábado:

El calor de una amistad de décadas

Por Julio Briceño Dávila

Para mí –bueno, yo nací en 1940, pueden ustedes calcular por dónde ando en esta Vida tan corta– es un homenaje que nunca esperé, pero sé, y siento, que contiene el calor de una antigua amistad de tantos años, de tantas décadas, con el compañero, amigo, camarada, Presidente-Comandante Daniel Ortega Saavedra, y también mi camarada, amiga, compañera de todos los tiempos, Rosario Murillo Zambrana. Y también tiene el calor de identificaciones fundamentales con nuestros dirigentes, y recibo este homenaje con mayor humildad que me es posible.

Yo entiendo que este homenaje –y así lo recibo– como un compromiso con los principios revolucionarios, con la lucha sin fin, porque es una lucha que no tiene fin, por un mundo más justo, hasta alcanzar mayores y profundas transformaciones sociales que se merecen los oprimidos de siglos.

Permítanme decirles que, en mi vida he tenido el gusto, el honor y el orgullo de compartir con la mayoría de los fundadores del Frente Sandinista de Liberación Nacional, a quienes conocí desde antes de la fundación del Frente Sandinista, en 1963; desde mucho antes.

Conocí a Camilo, trabajé con Camilo, mi hermano, mi amigo; Camilo, apóstol de la unidad revolucionaria; mis contactos con Camilo eran los compañeros y camaradas míos también, Walter Ferreti y Oscar Pérez-Cassar. Camilo conoció a mis primos David y René Tejada y compartió con ellos, que ustedes en la historia conocen o han escuchado de ellos.

El compañero Camilo estaba en la manifestación del 22 de enero de 1967, que terminó en una masacre, por la traición permanente de la burguesía opositora a la dinastía de Somoza. Terminó en una masacre terrible que no se pueden todavía contabilizar las víctimas que cayeron en la Avenida Roosevelt. (Como se trata de recuerdos, disculpen ustedes la afectación de mi voz, por la emoción que esto me causa).

Ese día, 22 de enero de 1967, yo me encontraba en la cárcel, en ese tiempo era la Quinta Sección de Policía del régimen dinástico de Somoza, en el barrio Santo Domingo.

A Camilo y a toda su familia los conocí durante décadas, desde que vinieron de La Libertad, Chontales, y por razones de las circunstancias históricas me correspondió el honor de ser el médico de cabecera de doña Lidia Saavedra de Ortega, la madre de Daniel y de Camilo, de Germania. Anduve con ella durante 25 años, incluyendo los años de la clandestinidad, hasta que falleció doña Lidia en los primeros meses del año 2005 (4 de mayo). Bueno, eso recuerdo.

Para 1968, el 5 de abril, fue asesinado un gran amigo de Camilo, de Daniel, de Rosario, el primo mío, David Tejada.

Estuve con Camilo en la política de alianzas del Frente Sandinista con el Partido Socialista Nicaragüense, y nos reuníamos con Camilo en unas viviendas muy pobres, situadas en el costado norte de la Iglesia de Guadalupe, o detrás de los taludes en las costas del Gran Lago de Nicaragua.

Allí estábamos con mis camaradas, Abdul Sirker Urroz (1994) y Álvaro Montoya Lara (1979); Álvaro cayó en el Frente Sur, era el Jefe de la Comisión Militar del Partido Socialista Nicaragüense. Estuvimos hasta unos días antes de la toma de la Fortaleza de La Pólvora.

Bueno, no quiero alagar mucho, es parte de lo que recuerdo de mi Camarada Camilo Ortega Saavedra.

Mujeres maravillosas

Pero también en este día se ha mencionado en este acto pedagógico a la compañera heroica, tantas compañeras guerrilleras heroicas, Angelita Morales Avilés, caída el 14 de Mayo de 1977, combatiendo contra la Guardia genocida, y con ella cayeron, Félix Pedro Picado, Luz Marina Silva y María Mercedes Avendaño. También recuerdo a la Compañera Candelaria Ocampo, que cayó allí con ellos en el barrio Monseñor Lezcano.

Angelita Morales Avilés era hermana de mi también Camarada, compañero, un teórico del Frente Sandinista, un ideólogo del Frente Sandinista, a la par de mi camarada Carlos Fonseca, el compañero Ricardo Morales Avilés, héroe, guerrillero heroico, que cayó el 18 de Septiembre de 1973; hermano de Angelita. El cayó en Nandaime con Oscar Turcios Chavarría, camarada mío también, que estuvo conmigo en la Unión Soviética. Jonathan González estaba ahí también, y Juan José Quezada, el 18 de Septiembre de 1973. Ahí cayó Ricardo, hermano de Angelita.

Me disculpo si me alargo un poquito, si me lo permiten, porque es un poco de historia, ya cuando uno está viejo se llena de historia y comienza a contar historias. Yo digo que Angelita Morales Avilés representa para nosotros, en este acto histórico pedagógico, a la mujer nicaragüense, nos recuerda a las mujeres, maravillosas mujeres que combatieron con nuestro heroico General Augusto César Sandino en las montañas de Las Segovias. Ahí estaban esas mujeres heroicas, entre las cuales debemos mencionar a María Altamirano, que era la esposa de Pedro, de “Pedrón” Altamirano. Ahí estaba Tiburcia García, de las Mujeres de El Cuá, que ustedes habrán escuchado.

Ahí estaba con Sandino, en la montaña, Úrsula Gadea, Amanda Aguilar, que la conocemos en las canciones como la “Venancia”, la inquebrantable “Venancia”. Estaba también una guerrillera salvadoreña maravillosa, Teresa Villatoro, que fue Teresa una luz en el camino que trazó Sandino en las profundas montañas de Las Segovias.

Todas estas mujeres también están representadas por otras heroicas luchadoras como Gladys Báez, y sería incontable el número de ellas, pero no quiero olvidarme de mi camarada Benigna Mendiola, la esposa de Bernardino Díaz Ochoa. Bernardino reunió en los sindicatos campesinos a las “Mujeres de El Cuá”, y Bernardino era miembro del Comité Central del Partido Socialista Nicaragüense, compañero mío que fue asesinado atrozmente. Y sobre él habría que hablar mucho, como un capítulo en la historia de las luchas campesinas por liberarse, a la par de la clase obrera, de la opresión del sistema capitalista.

Pero decíamos, que estas mujeres maravillosas, como las ya mencionadas, como Angelita Morales Avilés que ustedes van a recordar durante toda su trayectoria de estudios. A Angelita debemos hacerle un reconocimiento también, a ella y a todas ellas, el 8 de marzo que viene, Día Internacional de la Mujer en honor a Clara Zetkin, la izquierdista alemana, luchadora por los derechos de la mujer trabajadora.

La esperanza del socialismo

Hemos venido a poner en alto el sentido de la fuerza de la lucha, de la esperanza, porque sin esperanzas no se puede cumplir ninguna utopía, porque no hay existencia humana sin esperanzas: la esperanza de continuar la lucha por la paz y el socialismo, por un mundo más justo, donde la fuerza dominante de los oprimidos de siglos no sea la que predomine. Porque el capitalismo que conocemos en estos últimos 500 años es el modo de producción más brutal de la historia, donde los únicos que viven bien son los que se aprovechan de la plusvalía que enriquece a los dueños de los medios de producción.

Digo esto porque el destino histórico de los trabajadores es ese: abolir la explotación, forjar su propio destino como los únicos amos de la naturaleza y de la sociedad. Cuando decimos “amos de la naturaleza”, estamos hablando de la naturaleza destruida. Yo no puedo decir en mi forma personal de sentir y de ver el mundo, que hay un trastorno climático, sino una destrucción de la naturaleza por las grandes empresas transnacionales y por la crueldad del sistema capitalista.

Entonces, hemos venido a agradecer este homenaje, que lo tomamos como un desafío a nuestras utopías, como un desafío para seguir fieles a nuestro pueblo, fieles a una lucha que ha costado tanta sangre, tanta sangre, ríos de sangre, que es la lucha que lleva a cabo la Revolución Popular Sandinista.

Es un desafío a ser fieles a la estrategia antiimperialista de nuestro Gobierno, que encabezan el Comandante Daniel Ortega Saavedra y mi Camarada Rosario Murillo Zambrana. Ellos y nosotros, los que estamos aquí y los que no están aquí, los que han caído, y los que tengamos que caer por preservar esta gloriosa revolución, a la par de nuestros compañeros dirigentes, todos somos herederos del legado de la dignidad de Sandino, de la dignidad de Diriangén, de la dignidad de Cuauhtémoc, de la dignidad de Caupolicán y de Túpac Amaru, nuestros antepasados, que nunca claudicaron.

Yo diría y se lo he dicho a la compañera Rosario, que Daniel, mi camarada y amigo, y ella, representan, siguiendo el Discurso de Daniel recientemente pronunciado, representan la historia de los primeros cristianos o del cristianismo primitivo, y los cristianos de hoy son la clase obrera y los campesinos, es la clase obrera y campesina que en todos los pueblos del mundo, y particularmente en América Latina, como lo vemos en Cuba, como lo vemos en Venezuela, como lo vemos en Bolivia, han luchado contra la persecución, y luchan contra la persecución en esos países donde hay gobiernos títeres, opresivos, al servicio del Imperialismo norteamericano.

Porque los oprimidos de hoy en todos esos países, son equivalentes a los seguidores de los cristianos primitivos, que eran vistos como enemigos de la especie humana, que eran vistos los cristianos primitivos como enemigos de la religión y del estado opresor, de las familias y de aquel orden social, que a pesar de ser hostigados y perseguidos salen adelante, siempre victoriosos.

La compañera Rosario y el comandante Daniel reviven para nosotros, en actos como estos, a Sandino, cuando solitario hace 90 años se descubría a Sandino como un grito en el salón de fiesta y del pánico de los mercaderes.

Eludiendo el tiempo que me araña y tratando de luchar por una mejor salud, permaneceremos continuamente en estado de alerta en defensa de nuestra Patria, del Gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional, de las conquistas alcanzadas por nuestro pueblo. Allí estaremos hasta donde den nuestras fuerzas.

¡Viva Camilo! ¡Vivan nuestros Héroes y Mártires! ¡No Pudieron, Ni Podrán!

(*) Palabras del doctor Julio Briceño Dávila en el acto de lanzamiento de los programas de formación profesional y técnica de la Policía Nacional, realizado el 25 de febrero de 2023.