«El Che Reyes» nunca se jubiló y murió de pie Managua. Pablo Cáceres y David Gutiérrez / Visión Sandinista

«El Che Reyes» nunca se jubiló y murió de pie Managua. Pablo Cáceres y David Gutiérrez / Visión Sandinista

El pasado 26 de octubre falleció en Managua a los 92 años, José Reyes Monterrey, un militante que fue amigo entrañable de Carlos Fonseca, Silvio Mayorga, Tomás Borge y otros fundadores del FSLN. Publicamos dos escritos sobre su vida y obra

Mi homenaje al Che Reyes

Por Pablo Cáceres

Corría el año 1952, un jovenzuelo llegaba al ardiente León, Santiago de los Caballeros. José Reyes Monterrey tenía la intención de estudiar derecho, pero como ocurrió a todos los jóvenes inquietos, no sabía que su destino iba a dar un giro enorme.

Venía de cursar su bachillerato en el colegio de los pobres en Nicaragua, el Instituto “Miguel Ramírez Goyena” donde había ingresado en 1947. También era el instituto de los revolucionarios, de los antisomocistas y ahí abrazó las ideas de una juventud que demandaba cambios en el país. Conoció a quienes junto con él formarían parte de la estela de jóvenes que construirían con fuerza y decisión los movimientos revolucionarios que en su evolución llegarían a fusionarse y llamarse Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

Carlos Fonseca, Tomás Borge, Silvio Mayorga y el Che Reyes, se dedicaron a finales de los años 50 a labrar con fineza de artesanos las ideas antisomocistas, las ideas revolucionarias de la época. Por diversas razones no se mantuvieron juntos, pero nunca dejaron de ser hermanos y compañeros. Se dio cuenta que no quería ser abogado y por compromiso revolucionario se dedicó a la lucha por las ideas, comenzando a trabajar como periodista hasta alcanzar el puesto de jefe de redacción en los diarios leoneses “El Cronista y “El Centroamericano”, donde dejó un legado que abrazarían los jóvenes que posteriormente se dedicaron al periodismo.

Con el objeto de preservar su vida, viajó a Costa Rica donde junto a otros nicaragüenses fundaron un grupo revolucionario que se llamó “Juventud Revolucionaria Nicaragüense”, a la que se integraron los comandantes Carlos Fonseca y Tomás Borge, quienes le imprimieron un carácter verdaderamente revolucionario al trabajo que se realizaba.

Posteriormente, Mariano Fiallos Gil, nombrado rector de la Universidad Nacional (UNAN) e padre de la Autonomía Universitaria, lo convocó como uno de sus principales colaboradores.

En 1962, el naciente FSLN le asigna la tarea de formar parte de un grupo que de manea disciplinada viaja a la Cuba revolucionaria, ejemplo y estímulo moral para los jóvenes revolucionarios de Nicaragua, a prepararse militarmente. En México, en su ruta hacia La Habana, fue recibido por el profesor Edelberto Torres y la doctora Concepción “Conchita” Palacios, revolucionarios nicaragüenses que se encontraban en ese país exiliados por Somoza, por sus actividades antidictatoriales.

En ese país ya estaban militantes como Modesto Duarte y Faustino Ruiz. Meses más tarde, ambos y otros militantes, caen de manera heroica en Raití-Bocay, primera jornada militar del FSLN, ejecutada entre junio y octubre de 1963. En esas acciones, por primera vez se izó la bandera roja y negra confeccionada por Jorge Navarro, excepcional militante caído también en ese esfuerzo militar.

En esos meses, el Che Reyes permaneció en una casa de seguridad esperando orientaciones para integrarse sin que jamás llegara el llamado para integrarse al campamento guerrillero. Después de las acciones de Raití-Bocay, viajó de nuevo a Costa Rica, regresando al país tras la amnistía decretada por el presidente títere de Somoza, René Schick Gutiérrez.

Regresó a trabajar a la UNAN fundando la imprenta de la Universidad de la que fue nombrado subdirector. En aquellos años, todos los militantes del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) conocíamos al “Che Reyes”, pero muy poco conocíamos a José Reyes Monterey, quien facilitaba como un colaborador incondicional de la Revolución, la papelería que se necesitaba para imprimir los comunicados del FSLN y facilitaba la imprenta con toda su maquinaria para reproducir materiales que el trabajo político requería. Aún a riesgo de su trabajo, nunca lo vimos dudar, siempre dispuesto, siempre adelante.

También trabajaba como maestro de historia en el colegio nocturno “Mariano Fiallos G” del del que posteriormente fue nombrado su director. Su labor en ese lugar la atestiguan sus ex alumnos, Ese centro se convirtió en una especie de escuela de cuadros para el FSLN, del que salieron excepcionales cuadros político-militares que se destacaron en las diferentes operaciones en la lucha contra Somoza.

El 19 de julio de 1979, después de permanecer en el cuartel donde funcionaba el Estado Mayor de la Insurrección en León, todos los compañeros que se encontraban en ese lugar se dirigieron a la capital a celebrar la victoria del pueblo. José Reyes Monterrey, “el Che Reyes”, se quedó al frente del cuartel sandinista. Inició así su responsabilidad de ayudar a cuidar y consolidar la victoria.

En 1987, fue nombrado por el Comandante de la Revolución Tomás Borge, como asesor del Ministro del Interior. Después regresó a la UNAN donde fue nombrado catedrático de historia, cargo que desarrolló hasta la fecha de su partida, el 26 de octubre de 2023.

Nunca contempló la posibilidad de jubilarse y a sus 92 años manifestaba como una lección a los que lo conocimos, que “Los sandinistas mueren de pie”… y así fue.

¡Honor y Gloria a José Reyes Monterrey!

El Che Reyes Monterrey: Sandinista convicto y confeso

Por David Gutiérrez López, revista Visión Sandinista

Nació el 26 de marzo de 1931 en Managua, pero se considera adoptivo leonés. Es hijo de José Reyes Cajina, campesino chinandegano, que optó por ser obrero, de oficio sastre y de Bertha Monterrey, granadina, quienes se conocieron en Bluefields. Ambos, dice Reyes eran analfabetas funcionales porque solo cursaron el tercer grado de primaria. Su mamá poseía una memoria extraordinaria, escribía poesía y declamaba poemas de Rubén Darío.

Fue presidente de la Asociación de Periodistas de León. Es militante de la segunda promoción del FSLN. Es autor de los libros: “Apuntamientos Básicos para el estudio de la Historia General de Nicaragua” y “Cuatro Aproximaciones a la Historia Social y Política de Nicaragua”. Ha escrito diversos artículos y ensayos.

Está casado, es padre de dos hijos: uno es abogado que vive en León y otro que vive con él en Managua. Es abuelo de dos nietos.

Sus orígenes

A los 91 años de vida lo expresa sin ambages. Está dispuesto a empuñar el fusil para defender la causa de la revolución sandinista, la que contribuyó a forjar cuando formó parte de un cuarteto de amigos junto a Carlos Fonseca Amador, Silvio Mayorga y Tomás Borge, en la época que estudiaban en la Universidad de León.

José Reyes Monterrey, mejor conocido como “El Che Reyes”, todavía asiste a trabajar como lo ha hecho durante varias décadas, negándose a jubilarse, “porque los revolucionarios no se jubilan, mueren de pie como los árboles”, expresa inspirándose en la obra teatral del dramaturgo español Alejandro Casona, Los árboles mueren de pie.

Confiesa no saber quién, ni porqué le comenzaron a llamar “Che”, lo que para él significaba algo contrapuesto, porque “yo no era Guevarista, siempre fui Fidelista”, dice con aplomo este hombre que fue estudiante de Derecho, ejerció el periodismo escrito en León, pasando por otros oficios hasta convertirse en un catedrático de Historia, donde encontró su pasión y razón de existir.

Ingresó al primer año de secundaria en el afamado Instituto Nacional Miguel Ramírez Goyena, en 1947, bachillerándose en 1952. Por voluntad y esfuerzos de su padre, viajó a León a estudiar Derecho, donde conoció, en 1954, a Carlos Fonseca, Silvio Mayorga y Tomás Borge (los tres fundadores del Frente Sandinista, en julio de 1961), quienes simpatizaron con él, por su anti somocismo.

“Nosotros éramos antisomocistas, no éramos revolucionarios todavía”, confirma el “Che Reyes” al referirse a esa etapa de los jóvenes universitarios.

Cuando Carlos Fonseca llega a León ya había estudiado marxismo-leninismo, iniciado por Ramón Gutiérrez en Matagalpa, el resto eran anti dictatoriales, iracundos antimperialistas, porque sabían que Somoza, respondía como sirviente del imperialismo norteamericano que lo mantenía en el poder bajo la protección de la Guardia Nacional.

Durante el período que el joven José Reyes Monterrey asistió a la facultad de Derecho, ingresaron 100 jóvenes más y después del primer año, solo quedaron seis en el aula de clases. Cursaba el tercer año de Derecho cuando descubrió que esa no era su vocación, no quería ser abogado y para ganar algún dinero se dedicó a trabajar como periodista primero de El Cronista y luego en El Centroamericano, dos periódicos de la época donde pasó de reportero a jefe de redacción. Solo cuatro años ejerció el oficio.

Guarda muy buenos recuerdos de esa etapa de su vida en el trabajo periodístico, donde fue muy estimado y conocido en la pequeña ciudad universitaria, donde convergían muchachos de diversos departamentos a estudiar a la universidad, donde se formaban los profesionales principalmente en Medicina y Derecho.

Reportero el 21 de septiembre de 1956

El 21 de septiembre de 1956, en horas de la mañana, Reyes estaba sentado en la última banca del teatro González, acompañado de su amigo y colega Armando Zelaya Castro, cubriendo la convención liberal que proclamó al dictador Anastasio Somoza García, para la reelección presidencial 1957-1963.

Lejos de imaginarse estaba el “Che Reyes” esa mañana” de lo que acontecería por la noche durante un baile que se ofrecía en la Casa del Obrero, en honor a Somoza, quien después de bailar un mambo, fue impactado por cuatro balazos, de cinco disparados, por el poeta Rigoberto López Pérez, con un revólver calibre 38, convirtiéndose así en el justiciero del pueblo nicaragüense, dando inicio al fin de la dictadura.

La crónica que había escrito para El Centroamericano sobre lo acontecido esa mañana en el teatro, en la que describía al eufórico candidato del Partido Liberal Nacionalista (PLN) y jefe de la Guardia Nacional (GN) “Tacho” Somoza, quedó desfasada. La noticia del momento era el atentado que sufrió el hombre que practicaba la política de las tres P: “plata para los amigos, palo para los indiferentes y plomo para los enemigos”, quien falleció el 29 del mismo mes, en Panamá.

Con este acontecimiento, se inició una etapa de brutal represión. Si no estaban presos los andaban buscando. El parque central de la ciudad de León ubicado frente a la imponente Catedral se convirtió en una cárcel al aire libre, de hombres y mujeres que asistieron al baile. Tomás Borge cayó preso y escapó cuando le dieron casa por cárcel, a Carlos Fonseca lo capturaron en Matagalpa y guardó prisión seis meses, siendo inocentes y sin tener participación ninguno de los dos en el atentado.

En 1957, fue nombrado rector de la Universidad Nacional, (todavía no tenía autonomía) el doctor Mariano Fiallos Gil, quien fue un elemento clave para el acercamiento de la universidad a las clases populares, un revolucionario de la educación, dice el Che Reyes, quien fue incorporado al grupo de colaboradores, para acercar la universidad al pueblo.

Los juristas Alejandro Serrano Caldera y Felipe Pérez Caldera, (este último primer alcalde sandinista de León) constituyeron el Instituto de Capacitación Sindical, para la formación de dirigentes sindicales. Al Che lo nombraron profesor de Historia de Nicaragua y fue cuando tomó conciencia de su verdadera vocación de historiador. “Por fin me di cuenta de lo que me apasionaba”, asevera.

En la Universidad de Costa Rica

En 1958, su padre por temor a que lo apresaran, torturaran o lo mataran por su activismo antisomocista, lo envió a Costa Rica, país donde inició estudios de Derecho por dos años en la Universidad de Costa Rica.

En los primeros meses de su estancia en Costa Rica conoció a Manuel Espinoza Aragón, nicaragüense, estudiante de ingeniería y juntos acordaron fundar una organización a la cual llamaron Juventud Revolucionaria Nicaragüense (JRN), a la que se sumaron otros nicas, desarrollando algunas actividades propagandísticas.

En ese trabajo se encontraba, cuando llegaron exiliados Carlos Fonseca, Tomás Borge y Silvio Mayorga, quienes de inmediato se incorporaron a la organización y le imprimieron un “salto cualitativo” dándole un contenido ya revolucionario, con estudios de marxismo-leninismo. Reyes confiesa que también militó en el Partido Vanguardia Popular (comunista), iniciando un trabajo de organización con los zapateros, en su mayoría nicaragüenses radicados en ese país.

Con cariño recuerda a César Carter Cantarero, un dirigente estudiantil nicaragüense a quien encontró en San José, fue un excelente amigo y recibió de él apoyo incondicional luego que su padre le retirara el respaldo económico.

En Cuba

El triunfo de la revolución cubana el primero de enero de 1959, encendió el espíritu de lucha de los nicaragüenses antisomocistas y abrió una amplia puerta de oportunidades que de inmediato aprovecharon varios antisomocistas, entre ellos Carlos Fonseca, Silvio Mayorga y Tomás Borge, quienes viajaron a la Habana, al igual que otros grupos que buscaban deponer por las armas a la dictadura de la familia Somoza.

En 1962, el Che Reyes recibió una orden del Frente Sandinista, que consistía en trasladarse a Cuba como integrante del primer contingente de jóvenes que se entrenaban para formar la guerrilla de Raití-Bocay, constituida como la primera experiencia armada del FSLN, registrada entre junio y octubre de 1963 (59 años atrás). Viajó de inmediato a través de México donde lo recibió el profesor y escritor nicaragüense EdelbertoTorres, biógrafo de Rubén Darío, junto a la primera mujer nicaragüense graduada en medicina, doctora Conchita Palacios, ambos luchadores antisomocistas.

En Cuba se integró a un campamento de entrenamiento militar en San Antonio de los Baños, al suroeste de la Habana, en el que, para su sorpresa, lo designaron comisario político, no obstante que en el sitio había gente fogueada y experimentada como Modesto Duarte, Bayardo Altamirano y Faustino Ruiz (El Cuje) entre otros guerrilleros de un grupo que no superaba los 12, recuerda el Che Reyes.

Concluido el riguroso entrenamiento de seis meses, la organización orientó a Reyes trasladarse a Tegucigalpa, Honduras, a una casa de seguridad para esperar su traslado a la montaña, lo que nunca ocurrió, atribuible a diversos problemas y diferencias en la conducción del mando.

En la guerrilla de Raití-Bocay se destaca que los combatientes Germán Pomares y Bayardo Altamirano López (actualmente docente universitario en la UNAN Managua) ondearon por primera vez la bandera roja y negra del Frente Sandinista en lo alto de una palmera de esas montañas, hecho registrado el 23 de julio de 1963, en conmemoración al cuarto aniversario de la masacre estudiantil en León, cuando soldados de la Guardia Nacional dispararon contra una manifestación estudiantil en 1959.

Ese mismo día se registró la toma del poblado de Raití, ubicado a orillas del Río Coco, por un grupo al mando de Modesto Duarte y Faustino Ruiz. Se relata que el combatiente Jorge Navarro, compró en un comisariato tela roja y negra y elaboró varias banderas sandinistas que las hizo ondear en varios sitios, incluyendo en una cúpula de la iglesia local.

De esa jornada guerrillera lograron sobrevivir al cerco de la guardia somocista, Silvio Mayorga, Víctor Tirado López, Tomás Borge Martínez, Iván Baca Adams, Rigoberto Cruz (Pablo Úbeda), Germán Pomares Ordoñez “El Danto”, el coronel del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN) Santos López, Bayardo Altamirano, Heriberto Rodríguez, Narciso “Chicho” Zepeda, y más de treinta combatientes que se refugiaron en Honduras.

Algunos combatientes cayeron prisioneros y fueron asesinados por la Guardia Nacional (G.N), contándose entre ellos Jorge Navarro (Juan Luna), Francisco Buitrago (el doctorcito estudiante de tercer año de medicina), Faustino Ruiz (El Cuje), Iván Sánchez, Boanerges Santamaría, Mauricio Córdoba y Modesto Duarte, de Boaco, junto a 17 misquitos cuyos cuerpos y nombres quedaron olvidados, concluyendo así ese bautizo de sangre y fuego del FSLN.

De retorno a Nicaragua

Después de ese episodio, dejó Honduras y se trasladó a Costa Rica donde restableció el vínculo con el Partido Vanguardia Popular, cuya dirección lo llamó para que entrenara militarmente y en secreto a un grupo de militantes de ese partido, durante algunas semanas en la zona de Golfito y Talamanca, tarea que desempeñó satisfactoriamente. “Era un sueño dorado crear guerrillas que no las necesitaban”, comenta el Che.

El primero de mayo de 1963 asumió la presidencia René Schick Gutiérrez, jurisconsulto funcionario del somocismo, considerado muy hábil e inteligente, quién para intentar apaciguar el descontento popular y mediatizar la insurgencia en contra de la dictadura, decretó una amnistía que permitió el retorno a Nicaragua de muchos perseguidos, entre ellos el “Che” Reyes.

“Mi situación en Managua era inestable”, recuerda, al referirse a su situación económica, cuando un día recibió una llamada del entonces rector de la UNAN- León Carlos Tunnerman, quién le ofreció un trabajo de editor de la Gaceta Universitaria, por el que le pagarían 150 córdobas por cada edición, esforzándose a sacar dos al mes para recibir 300 pesos y solventar sus gastos. No le fue difícil esa tarea, por su experiencia como periodista en dos diarios de León, los más importantes e influyentes de la época.

En 1966 se fundó la imprenta de UNAN- León, que se llamó Editorial Universitaria, nombrando director de la misma al poeta Ernesto Gutiérrez y a José Reyes, subdirector. Por las noches consiguió un trabajo de profesor de Historia en el Instituto Nocturno Mariano Fiallos Gil, en el cual durante diez años se desempeñó como director y del que afirma “lo transformé en un cuartel sandinista, adoctriné a muchos estudiantes que luego se convirtieron en líderes y combatientes”.

En esos años, el poeta y militante sandinista Leonel Rugama llegaba a la editorial a entregarle al Che Reyes materiales para imprimir y comunicados del FSLN. En otras ocasiones, éste prestaba las llaves a los estudiantes para que, en las madrugadas, lejos de miradas extrañas, imprimieran sus materiales, con la única condición que no dejaran rastros de papel ni de tinta que comprometiera a la institución.

Su vivienda fue casa de seguridad de clandestinos. En una ocasión, Edgard “la Gata” Munguía le pidió que alojara durante varios meses a una compañera de quien después se enteró era Olga López Avilés (la tía) y también a Oscar Turcios, miembro de la Dirección Nacional del FSLN, de quien recuerda era un militante recto, “era un hombre exigente” en las tareas que debían de desarrollar los compañeros.

En el Consejo de Guerra

En 1975, luego del exitoso operativo ejecutado por el comando Juan José Quezada en la casa de “Chema” Castillo, el 27 de diciembre de 1974, acción mediante la cual el FSLN rompió el silencio después de 7 años de una etapa de acumulación de fuerzas, que permitió la liberación de valiosos militantes prisioneros en la cárcel Modelo de Tipitapa, la Guardia Nacional instaló un Consejo de Guerra para juzgar a los sandinistas.

Somoza, enardecido, desató una feroz y sangrienta cacería y procesó en tribunales militares a civiles. Uno de los tantos indagados fue José Reyes Monterrey, a quién le preguntaron insistentemente sobre los documentos del “Sandino-comunismo” que se imprimían en la imprenta a su cargo.

Por supuesto que todo fue negado. Entre la cantidad de prisioneros torturados, más de alguno mencionó que Reyes les facilitaba las máquinas, tinta y papel para imprimir comunicados. Todo lo negó, e incluso ni siquiera le presentaron pruebas. Confiesa que quizás no lo dejaron preso porque el coronel Mendieta, presidente del tribunal, lo conocía, cuando fueron estudiantes en el Instituto Ramírez Goyena, al igual que el coronel Aquiles Aranda Escobar, entonces vocero de la Guardia Nacional, quien fue condiscípulo en la facultad de Derecho de León. Ese mismo día, después de la indagatoria lo dejaron en libertad.

En la ofensiva final

Durante la ofensiva final de 1979 en contra del somocismo, el Che Reyes participó en las filas del FSLN integrándose a una casa de seguridad donde funcionó el comando de operaciones del Estado Mayor de la tendencia Guerra Popular Prolongada (GPP).

Lo nombraron responsable de divulgación y propaganda. Se procesaban los informes y comunicados y allí pasó toda la guerra contra el ejército de Somoza. León se convirtió en la primera ciudad nombrada capital de la Revolución, al liberarse el 20 de junio de 1979. Una vez liberada, convergieron los miembros de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, al frente de ellos, el comandante y presidente Daniel Ortega, nombrado coordinador de la misma y propuesto por el comandante Tomás Borge.

El 19 de julio de 1979, día del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, todos los compañeros que se encontraban en ese cuartel de la GPP, viajaron hacia Managua a participar en la celebración de la victoria el 20 de julio en la Plaza de la Revolución. El único que se quedó íngrimo al frente del cuartel sandinista fue el Che Reyes, porque consideró que su papel y responsabilidad había terminado.

Vicerrector de la UNAN

Con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista continuó su trabajo en la universidad, tiempo después dejó el cargo al frente de la editorial y del instituto nocturno para asumir el cargo de vicerrector de la UNAN León, propuesto por el Frente Sandinista, cuando asumió la rectoría el doctor Mariano Fiallos Oranguyen, a quién cariñosamente recuerda le llamaban Marianito.

Posteriormente fue nombrado decano de la Facultad Preparatoria, “La prepa”. Sus alumnos de esa época, ahora profesionales, todavía lo admiran y visitan en su casa en un gesto de agradecimiento fraternal por los valores y enseñanzas transmitidos en las aulas universitarias.

En 1987 recibió una llamada del comandante Tomás Borge, entonces Ministro del Interior. “Che, ¿qué estás haciendo? Venite para acá”. Lo mandó a traer de León a Managua, le planteó que estaba preparando unos escritos para un libro titulado “La Paciente Impaciencia”.

Le externó que él tenía recuerdos de la etapa juvenil con Carlos Fonseca y otros muchachos de su época que le podían ayudar a precisar algunos episodios que vivieron juntos y lo nombró su asesor.

Dos años permaneció de asesor del comandante Borge. Tiempos después, fue convocado por el rector de la UNAN Managua, el filósofo doctor Alejandro Serrano Caldera y lo nombró catedrático de Historia, pasión que ejerció empíricamente. Confiesa que nunca tuvo la vocación de ser abogado, carrera que cursó hasta el quinto año.

No deja de asistir a la universidad, se ha retirado de la docencia y ahora labora como consultor de la nueva generación de historiadores o de quien requiera de sus enseñanzas adquiridas en nueve décadas de vida. Se niega a jubilarse, sosteniendo que los revolucionarios no se jubilan, prefiriendo morir de pie, abrazando con pasión el estudio de la Historia.