En escuelas de Nicaragua se educan niños hondureños Managua. El Heraldo

En escuelas de Nicaragua se educan niños hondureños Managua. El Heraldo

La Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus recorrió la cuenca del río Coco o Segovia -el más extenso de Centroamérica- en la frontera entre Honduras y Nicaragua, donde evidenció cómo decenas de niños hondureños están siendo educados por Nicaragua ante la falta de atención del gobierno hondureño.

Practicando un canto para el día de la madre encontró la Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus a los alumnos de segundo grado del centro educativo San Andrés de Wiwilí de Jinotega en la cuenca del río Coco o Segovia, del lado de Nicaragua.

El centro es parte de un núcleo educativo -es una escuela y colegio base- que atiende seis escuelas en la misma cantidad de comunidades.

Las voces de los pequeños sonaban en armonía, tenían que tener todo listo para el 30 de mayo, cuando se celebra el Día de la Madre en Nicaragua, a diferencia que en Honduras que es el segundo domingo de mayo.

Antes de llegar al aula donde sonaban a flor de piel las canciones se pudo recorrer la escuela que fue remodelada en el 2018 -tiene una población estudiantil de 644 niños-, según la información plasmada en un inmenso rótulo que detalla que se gastaron 37.7 millones de córdobas (25.3 millones de lempiras al cambio actual).

El dinero a simple vista se puede ver bien ejecutado, pues para ser una escuela ubicada a la orilla de un río en la mitad de la nada podría competir fácilmente con cualquier escuela privada de Tegucigalpa y sobresalir por encima de la mayoría de las escuelas públicas de Honduras.

El centro educativo tiene las aulas con cerámica y encielado, pizarras, pupitres y mobiliario, canchas de futbol y baloncesto, preciosos jardines, rodeada por estructuras de hierro, cocina para la merienda escolar y oficinas para los docentes.

No solo eso, imparten primaria y secundaria presencial y modalidad a distancia para los niños que no solo pueden acudir el fin de semana, convirtiendo la escuela en una verdadera joya de la educación en una zona fronteriza.

Solo para prescolar tienen cinco maestros, nueve más para primaria y el mismo número para secundaria, contrario a lo que se ve en las escuelas en zonas inhóspitas de Honduras, donde una maestra brinda clases a todos los grados.

En el recorrido por la escuela acompañó a la Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus su director, Luis Gómez, quien explicó que en las mismas condiciones de su centro educativo están la mayoría de la cuenca del río Coco o Segovia que recorre 750 kilómetros.

En el caso de Honduras para los departamentos de Choluteca, El Paraíso, Olancho y Gracias a Dios y en toda la ribera del lado catracho no hay ninguna escuela habilitada para los miles de connacionales.

A este joven educador, quien no solo es responsable de ese centro educativo, sino de seis más como director, se le consultó sobre la presencia de menores de edad hondureños recibiendo clases en las escuelas de Nicaragua y rápidamente acertó que es una realidad que se vive a diario a lo largo y ancho de la cuenca del río Coco o Segovia.

El problema es sencillo: en Honduras no hay cobertura educativa y de salud para las personas que viven en la cuenca, así que lo más común es que Nicaragua brinde estas atenciones.

Para el caso hay dos comunidades San Andrés, una del lado de Honduras y otra del lado del río en Nicaragua, pero solo de la región pinolera hay escuelas; lo mismo pasa en la comunidad de Pueblo Nuevo, Plis y Yapankanani, por mencionar algunas.

La Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus se cruzó casualmente con esa maestra en un viaje sobre el río Coco o Segovia en pipante y explicó que ella le da clases a 20 niños de primero a cuarto grado en un solo salón, por lo que los dividía en grupos en cada esquina.

Lamentablemente la deserción escolar era impresionante y muchas veces solo asistían a clases dos veces por semana debido a los trabajos que realizan y las grandes distancias que recorren para llegar hasta donde ella, una de las pocas maestras en la zona de Honduras.

Otro de los fenómenos que se puede evidenciar es que a los niños hondureños los ven como nicaragüenses, debido a que sus madres tuvieron su parto en Nicaragua, tiene certificado de nacimiento pinolero y, bajo la idea de protegerlos con la cobertura de salud y educación, son registrados en Jinotega, municipio fronterizo con Honduras, como nicas.

El problema radica cuando esos niños realizan toda su secundaria del lado de Nicaragua y por algún motivo emigran a las ciudades de Honduras: su título de Bachiller en Ciencias y Letras no es avalado.

Llegaba el momento de entrar a la primera de las tres aulas visitadas, los niños continuaban cantando cuando fueron sorprendidos por su director y la Unidad Investigativa de EL HERALDO Plus.

Se les pidió a los menores de edad hondureños que levantaran la mano y poco a poco fueron apareciendo con un poco de pena, pues se percibió que prefieren ser considerados con la nacionalidad del certificado nicaragüense y no por la sangre de sus padres.

El director explicó que no hay distinción de ningún tipo y que la situación es muy estrecha, pues muchas veces los menores tienen familia de los dos lados del río. Eso sí, la educación y la salud corren por cuenta de las autoridades de Nicaragua.

Se dejó atrás el aula de segundo grado y se visitó las de kinder y preparatoria, ahí no se consultó sobre la nacionalidad debido a que los niños están muy pequeños, aunque las maestras acertaron que había niños con la doble nacionalidad.

Llegó el momento de abandonar la escuela justo cuando estaban entrando los muchachos de la jornada de la tarde, andaban de ropa de color pues no es obligatorio que los padres gasten en uniformes.

Uno a uno fue entrando, no había distinción y tampoco manera de saber cuáles eran los pinoleros y los catrachos. Todos iban juntos a recibir clases de costumbres y estudios sobre Nicaragua, pues de Honduras en términos educativos nunca sabrán nada.