¿En qué circunstancias cae Carlos Fonseca? Relato de Daniel Managua. Por Daniel Ortega Saavedra (*), Presidente de Nicaragua

¿En qué circunstancias cae Carlos Fonseca? Relato de Daniel Managua. Por Daniel Ortega Saavedra (*), Presidente de Nicaragua

Hoy es de noviembre, el 7 de noviembre –es decir, un día como ayer– del año 1957 nuestro hermano Carlos se encontraba en la Plaza Roja de Moscú, en las celebraciones en saludo al 40 aniversario del triunfo de la Revolución de Octubre. Él fue ahí una deterioración de jóvenes, de ideas socialistas. Todavía no existía el Frente Sandinista, lógicamente, pero sí existían las ideas, el sentimiento. Eran muy pocos los jóvenes integrados, lógicamente, a estas iniciativas. Porque con solo viajar lo metieron preso a Carlos, porque fue a ese encuentro. ¡Lo metieron preso! Ya no digamos al que protestaba, lo mataban. Pero era la época del gobierno somocista impuesto por lo yanquis, a los que llamó Roosevelt cuando le dijeron: “¿Pero cómo es posible que esté apoyando a ese gobierno? ¡Son criminales!”, y dijo Roosevelt: “Es un hijo de puta, pero son nuestros hijos de puta”. Así lo dijo Roosevelt, el presidente de Estados Unidos.

Y bueno, Carlos había sido invitado porque pertenecía a una agrupación juvenil del Partido Socialista. Luego cuando el Frente se va organizando y va creciendo, buena parte del Partido Socialista se va integrando al Frente.

La terrible división

Y luego tenemos este relato impresionante del comandante Francisco Rivera, “El Zorro”. ¡Siempre presente, siempre presente, siempre presente! Tres veces se tomó Estelí El Zorro y como le caía toda la Guardia –esto fue ya en la Ofensiva Final– entonces tenía que replegarse y salía con medio pueblo a replegarse en las comarcas de Estelí. Se agrupaban y volvían al asalto. Y como mandaban allá los tanques, los aviones, todavía las fuerzas del Frente no lograban avanzar más en otras ciudades que eran estratégicas como León. En Managua se tuvo que dar el Repliegue. En el Frente Sur se estaba combatiendo duro, ahí tenía también una fuerza grande la Guardia. Entonces, a la tercera fue la vencida en Estelí. A la tercera se tomaron el cuartel y luego vinieron a la celebración del 20 de julio.

Entonces Carlos, por las circunstancias de división –sí, lo terrible que es la división– había división en el Frente y había compañeros que se encargaban de tratar de desprestigiar a Carlos, porque estaba en Cuba porque había sido rescatado después de haber estado preso en Costa Rica. En Cuba, Carlos estaba forjando compañeros, había cantidad de compañeros que se forjaron, se prepararon, el problema es que la concepción que se tenía en esos momentos de la lucha, tenía al Frente totalmente paralizado, los compañeros que estaban en la montaña estaban ahí totalmente a la defensiva.

Luego, cuando empezamos con la propuesta insurreccional, que el primer lugar donde hablamos de la propuesta insurreccional fue allá en Cuba, con Carlos, con Pomares, ahí estuvimos hablando que no podíamos seguir como estábamos, a la defensiva, porque todos los días eran, compañeros muertos, compañeros muertos en las montañas; en las ciudades no había todavía mayor actividad insurreccional, de vez en cuando alguna actividad, pero nos estaban matando a los compañeros en la montaña.

Audio del relato del Presidente Daniel Ortega

Pasar a la ofensiva

Y en ese intercambio que teníamos de reuniones en Cuba, allá en La Habana, llegamos a la conclusión que había que pasar a la ofensiva. Pero cómo pasar a la ofensiva si no tenemos ni armas? ¿si los compañeros que están en la montaña tienen pocas armas, y ya cuando la Guardia se va acercando no les queda más que irse más para adentro? O a veces la Guardia los logra atacar. Hasta los Jueces de Mesta organizados persiguiendo a los compañeros en las montañas.

Entonces, ¿qué podemos hacer? Bueno, buscar, inspirarnos en los métodos insurreccionales tradicionales de las revoluciones que habían triunfado en el mundo –bueno, cada cual con sus particularidades, lógicamente– pero nosotros lo que sacamos ahí en conclusión es que, el único camino era, si queríamos tener armas, teníamos que asaltar los cuarteles de la Guardia con las pocas armas que tuviéramos a mano, e ir entrenando a compañeros del poblado para que tomándonos el cuartel de la Guardia, inmediatamente armarlos. Entonces ya un destacamento armado que podría avanzar hacia otro poblado para ir tomando cuarteles, y así en todo el país, era la estrategia insurreccional.

Pero desgraciadamente vino la división y cuando empezamos a plantear esto hubo ahí insultos, maldiciones, y al final, en esas condiciones nosotros nunca nos pusimos a insultar a los compañeros que sacaban comunicados insultándonos, acusándonos de aventureros. Nosotros lo que planteábamos y lo planteamos allá en Cuba frente a este problema en el que ya había tres tendencias; o sea, la Tendencia Insurreccional, que era la nueva; estaba la Tendencia de la Guerra Popular Prolongada, que era la antigua, y estaba la Tendencia Proletaria, que esa era, digamos, una nueva tendencia que había surgido.

Entonces la Tendencia Proletaria decía que primero había que organizar el partido, y que después que se organizara el partido había que empezar a formar un destacamento armado. Nosotros pensamos que no había condiciones para formar el partido porque lo barrían, era un partido ya revolucionario, lo iban a liquidar, desarmado. Y otros compañeros sencillamente apegados a la montaña.

Carlos llega a Nicaragua

Yo recuerdo que había simplemente una actitud de espectadores de los pobladores de las ciudades del Pacífico, y fue ahí donde decidimos llevar a cabo una reunión entre las tres partes y que nos fuésemos a reunir allá a la montaña. Y le dijimos a Carlos que él la apoyara pero que no se viniera, las condiciones no estaban como para que entrara Carlos, era poner en riesgo la vida del compañero.

Él tenía un problema serio en la vista, serio; entonces, ya desde ahí enmontañar a Carlos, moverlo por esas montañas, tenía que depender de otros compañeros; o sea, no iba a estar en condiciones. Su mente lúcida, clara, pero no, él decidió venirse.

Entonces él viene, y por otro lado, nos venimos. Está Eduardo Contreras ahí, el jefe del comando que nos liberó a nosotros, también él formaba parte de la Dirección; entonces nos venimos, iba el compañero de la tendencia insurreccional que ya estaba naciendo, por lo menos como proyecto, como propuesta, a buscar cómo hacer la reunión y persuadirnos, qué era lo más correcto, si seguir con la tendencia prolongada, formar el partido o irnos a la insurrección. Esa era la idea.

Entonces Carlos vino, nosotros entramos también, entramos clandestinos por San Carlos; luego estábamos en unas casas de compañeros muy humildes, y yo platicaba con los compañeros. Era gente trabajadora, familias que desde la madrugada ya estaban echando tortillas, para vender tortillas en los barrios populares de Managua.

Ahí encontrábamos acogida y les preguntábamos: “¿Y qué saben ustedes del Frente, qué han pensado?”. Nos decían: “¡Ah, los sandinistas están acabando con la Guardia allá en la montaña!”. Es decir, esa era la fantasía, la esperanza, la gente creyendo que estábamos acabando con la Guardia allá en la montaña. Claro, yo no les decía que no era así, lógicamente, no podía decirles eso; pero más me convencía que era correcto lo que nos estábamos proponiendo.

Nosotros estábamos tomando contacto aquí en Managua para organizar una base de cara a las insurrecciones en ciudades, pero también nos estábamos preparando para ir a la reunión. Carlos ya había salido antes rumbo a la montaña, luchando por la unidad, fíjense bien, ¡la unidad!

Carlos rumbo a la montaña

Mientras tanto, nosotros aquí estábamos preparándonos porque nos íbamos a ir por otra ruta de la montaña, porque había problemas ya, incluso había quedado incomunicada prácticamente la montaña; entonces era retomar contacto con la montaña y luego buscar la ruta respectiva hasta que nos reuniéramos allá, abordáramos estos temas y tomáramos una decisión que nos uniera. Esa era la idea.

Carlos cae el 7 de Noviembre, no está claro si quedó con vida todavía, y lo matan el 8, porque generalmente lo dejaban con vida, como hicieron con el Che, lo dejaban con vida y luego consultaban y a ver qué decisión tomaban.

Entonces, él se encuentra en la región de Iyás, ahí estaban otros compañeros, estaba Carlos Agüero, que lo estaban esperando ahí; estaba una compañera, Claudia Chamorro, la Claudia. Ellos son héroes que cayeron en la lucha. Carlos Agüero; estaba “El Zorro”, Francisco Rivera en ese grupo, y son ellos los que reciben a Carlos, y después estaba el planteamiento a ver en qué momento se dirigen al campamento central para hacer ahí la reunión.

Luego, siempre en la región de Iyás y cerca del río Iyás, Carlos decide mandar a Francisco Rivera “El Zorro”, por sus cualidades, por su experiencia, con otros compañeros, con la misma Claudia, a hacer un trabajo en una zona política, y él se queda con dos compañeros, Crescencio Aguilar, un compañero campesino originario de Kuskawás, y Benito Carvajal. Con ellos dos estaba Carlos.

Ya en ese momento se habían despedido, había salido Francisco Rivera con los compañeros que les mencioné. Y el día 7 en horas de la noche, como les decía, nosotros estábamos haciendo contacto con compañeros aquí en Managua, Eduardo Contreras, Comandante Marcos, el Comandante Cero estaba haciendo trabajo también aquí en la zona; él estaba atendiendo la zona en ese momento, buscando la zona del Residencial Asososca, buscando zonas pobladas, ahí estaba Ciudad Sandino también.

Él había salido mientras yo iba en otra dirección, más en los barrios orientales de Managua a hacer contactos también, y él había salido con el compañero Rogelio Picado y con el compañero Silvio Reñazco. Silvio Reñazco era un compañero originario de Masaya, creo, tenían sus posibilidades económicas y tanto Eduardo como él habían estado en Alemania estudiando, ahí se habían conocido, y luego Silvio se incorporó al Frente y también Eduardo.

Entonces ellos dos, en este caso Eduardo y Silvio que era el del vehículo que transportaba a Eduardo, acompañados de Rogelio Picado, un compañero de zonas campesinas, iban a hacer contactos con gente que yo conocía, y ahí los emboscan y luego los asesinan; es decir, prácticamente el mismo día emboscan a Carlos, porque a Carlos lo emboscaron también, y emboscan a Eduardo. Tenemos todas estas bajas, estas muertes heroicas de hermanos que estaban luchando por la libertad, por la paz, por la Patria, por la soberanía.

Ya con eso la reunión no se pudo dar y no nos quedó a nosotros más que empezar a tomar contactos con compañeros que estaban en la montaña, como Víctor Tirado: “¿Qué están haciendo allí? Los van a matar”, les decíamos, “si aquí no estamos haciendo nada”. Víctor se vino, igual Francisco Rivera, tomamos contacto con él y se vino inmediatamente.

El pueblo debe ser protagonista

Entonces les explicamos cuál era la estrategia, y ahí nace ya el movimiento insurreccional en el Frente. Nacía el Frente Sandinista que plantea la insurrección y donde logramos inmediatamente agrupar a una gran cantidad de compañeros que se entusiasmaron con la idea, porque era el camino de buscar cómo el pueblo se armara, que el pueblo luchara, y que no tuviéramos un pueblo que estaba viendo de largo y esperando que bajaran a liberarlo.

Porque eso es lo que estaba pasando, el pueblo informándose por los muertos en los partes de la Guardia, y creyendo el pueblo que se les estaba dando duro allá, y no era cierto. Entonces, ese era otro elemento importantísimo, que el pueblo sea sujeto de la lucha, sea sujeto de la victoria, sea sujeto combatiente, y no que por un lado los combatientes, y el pueblo por otro lado… ¡No! ¡No! ¡No! Entonces, eso despertó y empezamos a entrenar por todos lados compañeros, en todos los departamentos, en todos los municipios.

Luego, fíjense bien, esto se organizó para el año 1977, fue un período corto, nosotros habíamos regresado de Cuba en el año 1976, Carlos ya había regresado, como les conté; entonces ahí nos fuimos agrupando, fuimos haciendo contactos con cantidad de gente, es que se reunía la gente con mucho entusiasmo, sin miedo, sin temor, allá, recuerdo los campesinos en Rivas, y por todos lados.

Y se empieza la ofensiva insurreccional, porque nosotros lo hicimos con tal ímpetu, con tal decisión, que decíamos, “¡Vamos a triunfar!”. O sea, lo hacíamos con esa seguridad, y eso nos dio la fortaleza de poder aguantar y volver al ataque. Porque nos lanzamos en octubre de 1977 –hasta un Gobierno provisional teníamos ya– nos lanzamos al asalto de los cuarteles. No logramos el éxito al 100%, pero la gente vio ya que se podía derrotar a la Guardia, lo están viendo ahí a la orilla de su pueblo que la Guardia se quedaba paralizada y tenía que replegarse.

Después de esta insurrección de octubre de 1977 nos fuimos a la Insurrección de Septiembre de 1978, y luego a la Ofensiva Final, hasta la victoria. O sea, fíjense, logramos de 1977, 78, a 1979, logramos realmente una victoria en un corto plazo.

La montaña forjó muchos cuadros dirigentes

Pero claro, no podemos tampoco subestimar toda la fuerza que había logrado el Frente Sandinista forjar en la estrategia anterior, desde Bocay, después desde Pancasán, luego en Zinica hubo un período, y luego el último período.

Todas estas eran estructuras que se desarrollaban en la montaña, con el ánimo de formar allá el Ejército y que luego viniera bajando a liberar las ciudades.

Ahí se formó Francisco Rivera, ahí se formaron todos los cuadros que luego estuvieron al frente de las Insurrecciones, allí se fueron formando. Es decir, fue una gran escuela de la Guerrilla, en términos tradicionales, hasta que pasamos a lo que era la batalla popular: ¡El pueblo a liberarse! Y por eso decimos ahora: El Pueblo Presidente a trabajar para sostener la liberación y sostener la paz.

Voy a concluir con lo que fue el relato de Francisco Rivera que estuvo tan cerca de Carlos, estuvo con Carlos allá en La Habana, luego estuvo con Carlos aquí; entonces, el relato de Francisco Rivera.

Él habla aquí cuando ya se están organizando para garantizar el traslado de Carlos, cómo se viene juntando los compañeros Crescencio Aguilar, Fidel Aguilar, Jacinto Hernández, en San Antonio de Kuskawás; Edgard Munguía, “La Gata” Munguía estaba allí; Facundo Picado “Pedrito”, están ellos ahí viendo cómo se organizan para acompañar a Carlos, tomando todas las medidas de seguridad.

Entonces ellos están con Carlos, y “el día 5 de noviembre despedimos en El Varillal a los dos compañeros que iban hacia el río Par Par, y a los tres que se dirigían a El Bote. Y los otros seis permanecimos con él (o sea con Carlos) en Cusulí, esperando el momento de su salida para Iyás.

Relato estremecedor del Zorro

En ese momento Carlos le había dicho al Comandante Francisco Rivera, que con Claudia y otros compañeros se dirigieran a otro punto. Entonces Francisco dice que trató de convencerlo, que había otro compañero que tenía más dominio de la zona y que era mejor que se quedara con ellos, y quedarse él con él, pero Carlos dijo que no.

“Y el 7 de noviembre, al ser las siete de la noche, mientras caía un gran aguacero, inició Carlos Fonseca su marcha postrera acompañado por los dos muchachos que se había obstinado en elegir (claro, el Zorro quería protegerlo y sentía que tenía más dominio con los compañeros, pero Carlos decidió ir con los otros compañeros), dejándome a mí con los otros tres, Claudia Chamorro entre ellos. Antes de partir me ordenó entregarle a Danilo, el campesinito, los papeles que me había confiado cuando nos encontramos la primera vez en junio, y que yo anduve todo ese tiempo debajo de la camisa, metidos en un envoltorio plástico. Y así mismo le acomodé al chavalo el envoltorio, debajo de su camisa”. Porque ahí está el problema de la lluvia siempre en la montaña.

“Me abrazó (se estaba despidiendo de Carlos ya), y fue un abrazo para siempre. Y ahora que reflexiono en mis recuerdos sobre aquel momento, tan cargado de tristeza, encuentro que era extraño: siete compañeros que se despiden, a las siete de la noche de un siete de noviembre. Y la lluvia que caía sin clemencia”.

O sea, están todos juntos, y a las 7 de la noche ya Carlos les dijo “ustedes van para allá, yo voy a seguir por aquí”. A las 7 de noche 7 compañeros que se están despidiendo, y es el 7 de noviembre, fíjense bien… ¡3 veces 7!

“Y tampoco olvido su estampa al irse: la barba de meses, poco desarrollada, sus gruesos lentes que le eran tan necesarios por la miopía, su uniforme verde olivo, sus botas altas, su escopeta automática calibre 12, su pistola Browning 9mm de catorce tiros y una granada de fragmentación al cinto”. Ese es el armamento que tenía Carlos en ese momento.

“Salía de noche, porque a pesar de que el problema de la vista le dificultaba la marcha en la oscuridad, el primer trecho había que hacerlo por un camino transitado, antes de penetrar al monte por un abra” (abra son los caminitos de monte, de montaña), el camino donde precisamente lo esperaba el enemigo ya detrás de sus pasos, olfateando en el aire que Carlos Fonseca, al que habían dado por muerto otras veces, se encontraba en la montaña”. Porque cuántas veces dieron por muerto a Carlos. O sea, él tomó el camino donde estaba la emboscada, ya detrás de sus pasos, ya lo habían detectado, ya lo andaban siguiendo.

“Así fue que cayó en Boca de Piedra, comarca de Zinica, esa misma noche del 7 de noviembre de 1976, sorprendido por una patrulla de guardias a pocas horas de marcha de El Varillal, donde nos habíamos despedido, sin que yo lograra oír los tiros debido al ruido del aguacero que siguió cayendo hasta el amanecer. Combatió en desventaja, y el 114 cayó con él en el combate. Danilo, el campesinito, pudo escaparse, pero fue emboscado más tarde en otro trecho del camino, y lo mataron también. Entre nueve y once de la mañana del día siguiente, mientras nos alejábamos de El Varillal, escuchamos disparos por el rumbo de Boca de Piedra, acompañados de explosiones, a lo mejor era ésa la hora en que estaban matando al campesinito, no sé. Nunca llegamos a averiguar qué se hizo la documentación que yo mismo le había acomodado debajo de la camisa, si alcanzaría a esconderla mientras huía, o la encontró la guardia en su cadáver”.

“Fue directo a su muerte Carlos Fonseca, obsesionado por esa idea de una reunión imposible que no se le apartaba de la mente, medio ciego, guiado por un niño bajo la lluvia en la noche cerrada de la montaña y cercado por los peores presagios: patrullas asesinas, helicópteros, perros de presa, las comarcas sembradas de muertos, los ranchos y las milpas quemados, los caminos vigilados palmo a palmo, la guardia acampando en las capillas y en las ermitas, y cuando todo el mundo nos denunciaba por miedo y eran pocos los que se atrevían a colaborar”.

“Y ya nunca llegó a la vega del río Iyas, ya nunca se dio la reunión que tanto lo desveló y que le costó la vida”.

Así lo despide el Comandante Francisco Rivera a nuestro Hermano Carlos, así lo despide.

Fíjense qué descripción más dramática, que situación más dura, más terrible, pero ahí estaba la conciencia, el amor a la Patria, el amor a la soberanía, el amor a la libertad, el amor al pueblo y el compromiso de luchar para alcanzar la libertad y con la libertad la paz para este pueblo. Y paz con bienestar, porque no puede haber paz sin bienestar, que es lo que estamos haciendo en estos tiempos.

Y le decimos a Carlos, que aquí hay un pueblo y hay una juventud que está multiplicada por todos lados, una juventud que está realizando jornadas de servicio, de atención, de cooperación al pueblo y sobre todo a los más humildes, a los más empobrecidos, porque es la “Juventud Presidente” sirviéndole al pueblo también que tiene muchas demandas, todos lo sabemos bien.

Y que con esta juventud que se está forjando, fíjense bien, este relato que les he leído, de las condiciones en que ya Carlos hace el tránsito a la inmortalidad, estoy seguro que ustedes esa disposición, ese valor, ese coraje, lo llevan adentro, lo llevan en el alma, y están dispuestos, si fuese necesario, a dar la vida misma por la Patria, por la libertad, por la soberanía, por Nicaragua.

¡Carlos Fonseca es de los muertos que nunca mueren!

(*) Parte final de su intervención durante el acto central para rendir homenaje al Héroe Nacional Carlos Fonseca, el 8 de noviembre de 2023.