La CEN, enemiga de la paz y del porvenir Chinandega. Por Luis Javier Guevara Guido, Radio La Primerísima

La CEN, enemiga de la paz y del porvenir Chinandega. Por Luis Javier Guevara Guido, Radio La Primerísima

Dignaos, queridos hermanos que profesan la fe católica, persuadiros que sólo les deseo de lo mejor que hay en el mundo. No busco querella con nadie, pero no se puede renegar de la palabra de Dios. Es una realidad que los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, son peor que Sodoma, Babilonia y Gomorra, y que ella es incurable a corto plazo.

Ustedes saben que desde 2018 desde las oficinas de la CEN en Managua se ha extendido por el país una gangrena que arruina los cuerpos, las almas, los bienes: los obispos dan el peor ejemplo del mal. La jerarquía católica nicaragüense, en otro tiempo considerada como santa entre todas, solo es ya una caverna de asesinos y de saqueadores, más criminal que la más criminal guarida de bandidos. Y hete aquí, queridos hermanos, como un cordero entre los lobos, Daniel en la fosa de los leones.

¿Qué podría hacer el principal prisionero de la Santa Sede –así expresado por la escritora colombiana María Josefina Uribe Mallarino– contra tantos monstruos salvajes revestidos de gloria cardenalicia o episcopal? Grande es mi pena de ver a Francisco I dentro de tal desorden, el que hubiera sido digno de llevar la tiara en tiempos mejores. Por eso, Francisco, el más desgraciado de los hombres, desde el fondo del corazón, no te deseo más que el bien.

Los obispos de Nicaragua y algunos sacerdotes subordinados al máximo órgano de Iglesia en Nicaragua han pensado que todo pudiera arreglarse si “Su Santidad”, en armonía con su bondad tan justamente apreciada, consintiese intervenir directamente en los asuntos que única y exclusivamente son de competencia del Estado de la República de Nicaragua. Así, “santo padre”, este pueblo te ruega que amordaces a tus aduladores. Ellos, mientras predican la paz, son los peores enemigos de ella y pretenden convertir la Iglesia Católica de Nicaragua en una organización neocapitalista. Pero ¡que yo no sea puesto en trance de renegar de mi Fe! Esto no puede ser discutido.

Que vuestra santidad se digne apartar de sí todas estas porfías, para aniquilarlas y ordenar luego la paz y el silencio, esta paz de la cual Nicaragua entera se siente sedienta.

Por eso, santo padre, dígnate no escuchar a los que cantan tan agradablemente en los oídos que tú no eres un hombre como los demás, sino un compuesto de divinidad y humanidad, lo que te autorizaría a disponer de todo, a ordenarlo todo a tu placer. Al contrario, eres el servidor de los servidores de Dios, y en condiciones más peligrosas, más miserable que cualquier otro en la tierra.

¡Oh! Debo parecer muy descarado al atreverme a venir a dar una lección a tal grandeza, de la que cada uno, humildemente, debe saborear las mejores lecciones. A ti, que sin ninguna autoridad moral sigues siendo juez de los gobernantes de la tierra, juez de todos los justicieros del mundo, como te lo repiten con palabras envenenadas tus aduladores.

Pero si yo hablo así es por fidelidad y deber, por el deber que nos ordena preocuparnos de nuestro prójimo, sin cuidarnos de su dignidad o indignidad, cuando le vemos en peligro. Así sabiendo que tú santidad está en Roma zarandeada como en alta mar, no he considerado inoportuno dar al olvido la majestad de la que tú estás revestido, para cumplir el deber que me dicta mi amistad fraterna.

Para finalizar un fragmento de la canción de Violeta Parra, “Que dirá el Santo Padre”:

¿Qué dirá el santo Padre que vive en Roma? / Que le están degollando a su paloma. / Miren cómo nos hablan del paraíso / cuando nos llueven balas como granizo. // Miren el entusiasmo con la sentencia / sabiendo que mataban a la inocencia.

Fraternalmente,

Un Siervo de Dios y de su Patria Nicaragua

Luis Javier Guevara Guido