La democracia revolucionaria de «El Tayacán» Managua. Por Moisés Absalón Pastora, Detalles del Momento

La democracia revolucionaria de «El Tayacán» Managua. Por Moisés Absalón Pastora, Detalles del Momento

El FSLN, todo lo que es y significa, conmemora este 8 de noviembre, que un día como hoy en 1976, fue acribillado en Zinica, Waslala, quien es por declaración de indiscutible mérito el “Padre de la Revolución Popular Sandinista” y quien 47 años después de su asesinato demuestra que las ideas no se matan con balas, es más, que las ideas son inmortales en tanto se tejen con verdad y nobleza por los demás.

Hoy el FSLN realza la simbología del rojo y negro rindiendo el riguroso homenaje a su fundador, Carlos Fonseca Amador, que diseñó desde un pensamiento político e ideológicamente tan profundo, la implementación del ideario del General Augusto C. Sandino, de quien recibió la estafeta para hacer posible que los sueños se volvieran realidad y que fueran tan ciertos y tan palpables que permitieron una visión de nación tan diáfana que por primera vez en la historia nos permite celebrar la existencia plana de la democracia.

Cuando hurgamos la obra, las razones, el legado de quienes se distinguieron como leyendas, más cuando la terquedad por la valía de los principios y de los fundamentos los llevó a la consumación del más grande de los sacrificios, la entrega de la vida por los demás, uno lo que encuentra es la fuente de la inspiración que tuvieron los otros muchos que le siguieron para ejecutar la construcción de la patria que siempre quisimos y si uno lee y escucha a los que le conocieron, no a los que oyeron hablar de él, sino que fueron parte de la aventura de la clandestinidad, de los riesgos, de la temeridad solo propia de los valientes, entonces  no hay más que concluir que sí, que Carlos Fonseca fue un tayacán vencedor de la muerte y que a partir de su martirologio su pensamiento fue más diáfano porque entonces sus ideas explotaron para despertar la conciencia de un pueblo que se sabía esclavo, pero que supo determinar que la liberación había llegado y con ella la dignificación de la patria, esa que ahora es la mejor de nuestra historia y que es posible gracias a la verticalidad de la disciplina, de la coherencia entre el decir y el hacer, a la realización de que nuestra manos pueden ser las constructoras de nuestro destino.

Carlos Fonseca fue predestinado para la liberación de Nicaragua y nació siendo asesinado porque supo desde su personalidad y pensamiento marcar la ruta y el camino de los que jamás se rendirían y que encontraron en el liderazgo del tayacán la humildad del maestro, capaz de hacerse imprescindible para el noble propósito de enseñar a compartir, dar, hacer, ayudar, y realizar que la vida de una nación es una inspiración distante de todo apego a lo material que privilegia a la dignidad humana desde una tesis de izquierda que ya nos la mostraba en todo su esplendor el más grande de todos los revolucionarios, el Hijo de Dios, Jesús de Nazaret.

A Carlos Fonseca la rancia oligarquía siempre lo quiso encasillar en una izquierda ortodoxa ligada exclusivamente al marxismo o más francamente al tan cacareado comunismo, pero sus aun existentes compañeros de lucha y aventura lo determinan como un ecuménico devorador de libros de filosofía, política, arte y literatura en los que exploraba los pensamientos convergentes hacia la democracia más efectiva que permitiera a Nicaragua salir de la oscuridad de la ignorancia.

Precisamente desde el pensamiento de Carlos Fonseca, hasta la parte de nuestra historia en la que nos encontramos, debo decir que hay muchos temas que cuando se enfocan o se plantean, de acuerdo al énfasis que el expositor les quiera dar, nos pueden llenar las expectativas o de la misma manera  quedarnos a deber cuando por un interés específicamente burdo, se dirige un mensaje, tan sesgado, que pierde de vista su verdadera integralidad sobre todo, claro está, cuando planteamos las enormes magnitudes o diferencias entre lo que es la democracia capitalista y la democracia revolucionaria.

No todos tenemos un radar de visión amplio, a lo mejor requerimos de una campimetría, que nos permita medir nuestro campo visual, es decir, la amplitud de la visión periférica o lateral una vez que fijas la mirada en un determinado punto u objeto porque a veces pasan cosas a nuestro alrededor de las que no nos damos cuenta porque no hay posibilidad de fijarlas o porque simplemente no lo queremos hacer porque no nos interesa, porque lo que queremos vender sobre determinado tema no abarca la totalidad del universo que encierra.

Hace poco escuchaba un debate de opiniones en una emisora entre unos panelistas que hablaban sobre lo que es la democracia, por supuesto cada quien lo dice desde el cristal con que la ve y el más acalorado decía que la democracia es alternabilidad en el poder, separación de poderes, libertad de expresión, respeto a los derechos humanos y otros aspectos válidos, aunque estrictamente políticos.

Por supuesto que todo eso es parte de la democracia y cuando hablamos de elecciones libres, es porque aquí hay elecciones libres, pero terminan siendo un “fraude o un robo” porque el oposicionismo o la oligarquía no las gana por falta de propuestas y de candidatos atractivos, honestos y potables y entonces las descalifican porque no tienen organización y les resulta más fácil echar lodo al proceso para que afuera el más interesado, el imperio, diga que aquí no hay elecciones transparentes y así estimule las patrañas y mentiras de los peleles que se creen la especie, no porque sea cierta, sino por una actitud servil con Washington que de muchas formas Carlos Fonseca advertía y denunciaba desde una resistencia estoica y valiente que finalmente venció.

En una democracia la separación de poderes es importante pero aquí para el fracasado oposicionismo, que no existe, argumenta que el presidente de la República, en este caso Daniel Ortega los controla todo, pero en  tiempos Violeta Chamorro, de Arnoldo Alemán y del tristemente célebre Enrique Bolaños, cuando la Asamblea Nacional era controlada por el MRS, dónde están los más grandes traidores de Carlos Fonseca, el PLC y sus aliados, respectivamente, los magistrados de la Corte Suprema y del Consejo Supremo Electoral, eran nombrados por la mayoría parlamentaria, que no era la bancada roja y negra y al final, quien los coordinaba era el presidente de la república y en ese momento los que hoy aseguran que no hay separación de poderes decían todo lo contrario porque muchos de esos fueron magistrados y para colmo no servían para nada más que para figurar y pavonearse como los grandes personajes de la época y ganar salarios prohibitivos, porque entonces el presidente de la república se echaba a la bolsa 10 mil dólares y los ministros 8,7,6 y el más chanfaina cinco mil dólares por debajo de la mesa porque por arriba, en la nómina oficial, también había otra cifra que cobrar.

La libertad de expresión es, no hay duda, un parámetro válido del significado de democracia y en este rubro la actual administración de gobierno tiene notas sobresalientes porque aquí los decibeles en algunos medios de comunicación que mienten, desinforman, calumnian y difaman están por encima del libertinaje y si aquí se aplicara la ley y tuviéramos que ir a los tribunales para que los voceros del terrorismo respondan por sus canalladas, la justicia tendría que dedicarse solo a condenar a  tapudos y escribanos que le siguen haciendo un tremendo daño al periodismo, a la honra y dignidad de mucha gente y por ello algunos ya fueron condenados porque la justicia también es parte de la democracia.

En la democracia el respeto a los derechos humanos, el respeto a las minorías, a lo que piensan y a lo que dicen existe, pero lo que no existe por parte de quienes en realidad la niegan desde la “democracia capitalista” es respeto a la autoridad, es respeto a la vida y al pensamiento ajeno, si usted no piensa igual a una miseria humana esa oligarquía que nos refiere Carlos Fonseca te lanza no a vos, sino que, hasta tu familia, todas las maldiciones encima.

Aquí quienes son dictadores e intolerantes, aquellos que no se soportan entre sí, que campean en la división de sus propias refriegas y para quienes democracia es el irrespeto a la ley y al derecho de los demás, porque el terrorista no concibe que otros tengamos humanamente el derecho a vivir en paz y cuando estos vándalos caen presos, por efecto de sus delitos y andadas criminales, entonces gritan violación a sus derechos humanos y es cuando aparecen los vividores defendiendo a los victimarios y desamparando a las víctimas porque ese es el negocio que por supuesto nada tiene que ver con la democracia revolucionaria, pero sí mucho con los estafadores de los derechos humanos que son al final agentes al servicio de lo más rancio de la política invasiva e intervencionista de quien les financiaba y que los usaron para propósitos totalmente antidemocráticos que lastiman a la mayoría de los nicaragüenses.

Carlos Fonseca planteaba una sociedad democrática con un alto sentido de lo que son los derechos y obligaciones. Para el tayacán las vías en un solo sentido no existen porque para que sean efectivas los derechos y obligaciones son para todos.

La democracia no es solo que tengas derecho a ser electo, sino que, al postularte para tal propósito, tangas certeza de que los electores van a observar en ti a una persona con los suficientes valores como para que se hagan representar por vos, pero si no tienes ese elemental requisito, nunca alcanzarás un cargo de elección popular, sobre todo en un país tan pequeño como el nuestro dónde todos sabemos quién es quién y donde la ignorancia no entiende que no es lo mismo política que politiquería y que tampoco es lo mismo un líder nacido del pueblo, que un candidato fabricado por el dólar.

Ahora bien, de lo que he hablado hasta el momento, es la democracia política o capitalista con la que ningún pueblo prospera porque la base del desarrollo es otra cosa y no tiene nada que ver con los apetitos personales y de figuración con los que algunos creen es el camino hacia la toma del poder, y no necesariamente para servir.

La democracia en la que el pueblo realmente cree es aquella que esta antecedida de propuestas para la colectividad y no para las élites y esa es precisamente la democracia revolucionaria que enseño Carlos Fonseca.

Aquí en Nicaragua este club de oposicionistas que desataron sus demonios contra la paz nunca hicieron una sola oferta social a la nación porque siempre se la pasaron repitiendo y repitiendo que había que acabar con la revolución y con ella con el sandinismo y con Daniel Ortega del que decían que tenía que irse sí o sí, pero sin decir para qué, ni tampoco qué harían después, tampoco nunca dijeron cómo arreglarían al país porque creyeron que los gringos mandarían a sus aviones para bombardearnos con dólares desde aquel portaviones que nunca llegó.

Los gringos no están interesados en la democracia en Nicaragua, pero sí en que Daniel Ortega no esté en el poder porque es un mal ejemplo, que ha sido fiel al sandinismo y a los sueños de Carlos Fonseca.

En la década de los 90 la expresidenta Violeta Barrios, abusivamente y sin consulta previa a nadie, le perdonó la sentencia que la Haya había dictado contra Estados Unidos y que se llegó a calcular en unos 17 mil millones de dólares y en siete años de gobierno ultra conservador el imperio lo único que dio a cambio fueron migajas y lástima.

Carlos Fonseca fue un gran visionario, su pensamiento estaba demasiado adelantado para su época porque desde la concepción que tenía de la democracia revolucionaria ya perfilaba lo criminal y pernicioso que resultaría ser después el capitalismo salvaje porque a propósito de este esquema de explotación y saqueo del imperio contra tantos pueblos que ha empobrecido, el Papa Francisco ha afirmado, me imagino que, contra la molestia de algunos obispos y sacerdotes de aquí, que “no hay democracia con hambre, ni desarrollo con pobreza, ni justicia en la inequidad”. Esta conclusión fue expresada durante la clausura de la Cumbre Panamericana de Jueces sobre Derechos Sociales y Doctrina Franciscana, celebrada en el Vaticano donde se cuestionaba la visión egoísta y limitada de una democracia fundamentada en el capitalismo salvaje, el mismo contra el que el tayacán luchaba.

“Un sistema político-económico, para su sano desarrollo, necesita garantizar que la democracia no sea sólo nominal, sino que pueda verse plasmada en acciones concretas que velen por la dignidad de todos sus habitantes bajo la lógica del bien común, en un llamado a la solidaridad y una opción preferencial por los pobres”, dijo Jorge Bergoglio. Entonces el Papa Francisco mostró su preocupación por las «voces» de “algunos «doctrinarios», que tratan de «explicar» que los derechos sociales son «viejos»” y no aportan nada a las sociedades actuales. Vean que profundo esto y nadie llama al residente de la basílica de San Pedro como de izquierda o comunista.

La democracia es realmente integral y su materia prima está en la suma, en la multiplicación y no en la resta y la división de quienes se caracterizan por un oposicionismo demencial y peligroso para una nación que como la nuestra es gobernada por un sistema efectivamente democrático y revolucionario porque centra sus esfuerzos en beneficio de una mayoría que jamás en su historia recibió tanto como ahora y que era precisamente el punto de partida de Carlos Fonseca para la patria ideal.