La URSS venció el nazismo, la OTAN lo revivió Estelí. Por Stephen Sefton, Consejo de Comunicación y Ciudadanía

La URSS venció el nazismo, la OTAN lo revivió Estelí. Por Stephen Sefton, Consejo de Comunicación y Ciudadanía

En la Federación Rusa se celebra el 9 de mayo como el «Día de la Victoria en la Gran Guerra Patria» para conmemorar el triunfo de los pueblos de la Unión Soviética y del mundo, liderados por la población rusa, sobre las fuerzas armadas de la Alemania nazi. Durante muchas décadas las élites occidentales han querido negar esta realidad, pero las cifras son contundentes. Se estima que más de 34 millones de ciudadanos soviéticos sirvieron en las fuerzas militares soviéticos durante la segunda Guerra Mundial. Entre la población civil y los integrantes de las fuerzas armadas, se calcula que más de 27 millones personas de la población de la URSS murieron en el conflicto.

Fue una catástrofe humana sin precedentes en la historia y ha formado profundamente la consciencia de la población rusa de manera permanente. Sin embargo, desde el fin de la guerra en 1945, la versión occidental de la historia de la derrota de la Alemania nazi tergiversa la realidad, subestimando el papel imprescindible de la Unión Soviética y exagerando el papel, ciertamente importante, de Estados Unidos y sus aliados. En gran parte, esta distorsión de la realidad histórica resulta del fanático anticomunismo occidental. Pero sus raíces vienen del arraigado prejuicio antirruso de la época de las luchas entre los grandes imperios del siglo 19, especialmente, de la victoria de Francia e Inglaterra sobre el imperio ruso en la guerra de Crimea en 1856.

Este histórico sentimiento antirruso se reforzó con el miedo de las élites occidentales al primer estado comunista en el mundo establecido en Rusia por la Revolución de Octubre de 1917. Un frente occidental antisoviético ya se había formado hacia el fin de la Primera Guerra Mundial, cuando fuerzas de estadounidenses, británicos y de otros países ocuparon territorio de Rusia y apoyaron a las fuerzas anticomunistas. Luego, el viejo prejuicio antirruso y su forma moderna del anticomunismo sirvieron de base ideológica para el rápido desarrollo de tratados de defensa mutua contra la Unión Soviética que culminaron en la formación en 1949 de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Los nazis en la OTAN

En ese momento, el tratado incluía Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Portugal, Italia, Noruega, Dinamarca e Islandia. Por fuerza tanto de la lógica histórica como del fondo ideológico de ese tiempo, la formación de la OTAN implicaba una rápida asimilación política de la Alemania posguerra en la nueva estructura de seguridad mutua europea la cual necesitaba la urgente reconstrucción económica de la industria alemana. Fue en este contexto histórico que Estados Unidos y sus aliados implementaron lo que llamaron su “Operación Clip” para extraer a altos funcionarios de la Alemania nazi y asimilarlos en las estructuras estadounidenses de inteligencia e investigación tecnológica y científica.

Los casos más famosos y bien documentados son los de Werner von Braun y sus colegas, un equipo científico que dieron un impulso tremendo a la tecnología de misiles en Estados Unidos e hicieron posible las misiones Apolo que culminaron con un ser humano en la Luna. La Operación Clip inició en 1945 e incorporó otras iniciativas anteriores del mismo tipo en beneficio de una amplia gama de tecnologías de punta de la época. En paralelo a la asimilación de los científicos de la Alemania nazi, también se reclutó altos oficiales de la inteligencia militar nazi para establecer en 1946 una estructura de inteligencia anticomunista en Europa.

En una historia abiertamente reconocida en Europa y Norteamérica, el jefe de esta estructura de inteligencia fue Reinhard Gehlen, antiguo jefe de la inteligencia militar del frente de guerra contra la Unión Soviética. Aun las fuentes occidentales reconocen que la organización de Gehlen empleaba cientos de antiguos oficiales nazis en su trabajo para las autoridades estadounidenses y sus vasallos alemanes. Pero la Operación Clip y la organización dirigida por Reindhard Gehlen solo eran dos elementos de una política sistemática de parte de los países miembros de la OTAN para proteger y rehabilitar a antiguos nazis.

Ha sido bien documentada la participación de altos exfuncionarios nazi en los más altos niveles de la OTAN. Por ejemplo, el oficial ex-nazi Albert Schnez fue inspector de las fuerzas armadas de Alemania desde 1968 a 1971. Adolf Heusinger fue presidente del comité militar de la OTAN hasta 1964. Hans Speidel fue jefe de la fuerzas terrestres de la OTAN entre 1957 y 1963. Johannes Steinhof fue presidente del Comité Militar de la OTAN desde 1971 hasta 1974. En. 1967 Johan von Kelinmansegg fue nombrado jefe de las fuerzas especiales de la OTAN en Eruopa Central. Ex nazi’s Ernst Feber, Karl Schnell, Franz Joseph Schulze todos sirvieron en altos puestos de la OTAN durante los años 1970s, y en el caso de Ferdinand von Senger und Etterlin hasta 1983.

La inútil revancha nazi

Estos son solamente unos pocos ejemplos de cómo altos oficiales militares de la Alemania nazi ocuparon puestos en el alto mando militar de la OTAN. Su influencia en gran medida ha dictado la ideología y doctrina de la OTAN en relación a Rusia en la época moderna. Nunca aceptaron la derrota militar de la Alemania nazi por la Unión Soviética.

Quizás esta realidad explica en gran medida la incapacidad de los estrategas occidentales de comprender el insuperable desafío militar y cultural de poder vencer una Federación Rusa luchando en defensa de su soberanía. En efecto, bajo la tutela yanqui, la OTAN ha resucitado la fallida doctrina ideológica y militar de la Alemania nazi lo cual ahora los lleva en Ucrania hacia la misma derrota contundente que sufrieron los nazis en 1945.

En América Latina, las secuelas del fin de la Alemania nazi han tenido mucho impacto. Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Paraguay fueron los países de asilo preferidos por los nazis buscando escapar de la justicia. Por ejemplo, el genocida Adolf Eichmann, con la ayuda de la Iglesia Católica, logró llegar a Argentina en 1950. Allí vivió tranquilamente diez años hasta su secuestro por la inteligencia Israelí en 1960, y su juicio y ejecución en Tel Aviv en 1962. Se sabe también que el famoso médico nazi Josef Mengele, responsables de infames experimentos quirúrgicos en seres humanos vivos, también vivía en Argentina y Paraguay antes de lograr esconderse en Brasil donde murió en 1979.

Otro caso notorio, entre miles más, fue lo del criminal genocida nazi Klaus Barbie, quien, aunque fue buscado por las autoridades franceses, llegó a Bolivia en 1951 con la ayuda de las autoridades estadounidenses y la Iglesia Católica. Llegó a tener el rango de teniente-coronel en las fuerzas armadas bolivianas y colaboró abiertamente con las dictaduras de Hugo Banzer y Luis Meza en la persecución de personas de la oposición de izquierda en aquel entonces. También participó en la operación para encontrar y asesinar a Che Guevara. Fue hasta 1983, que fue posible extraditar a Barbie para enfrentar la justicia en Francia. Fue encontrado culpable de una serie de crímenes de lesa humanidad y murió en la cárcel en 1987.

La amenaza de la OTAN contra Rusia

De una manera similar a la expansión de la Alemania nazi en década de 1930, la agresiva expansión de la OTAN desde la disolución de la Unión Soviética en 1991 ha incorporado prácticamente todos los países del este de Europa a la OTAN emplazando armas nucleares a minutos de vuelo de Moscú.

De esta manera, Estados Unidos y sus aliados de la Unión Europea han violado de manera sistemática varios tratados alcanzados en relación al principio de la seguridad indivisible e igual para todas las naciones de Europa. Ese es un principio que se ha validado en repetidos tratados internacionales desde al “Acta Final de Helsinki” de 1975 hasta el “Acta Fundacional de Relaciones Mutuas, Cooperación y Seguridad entre la Federación Rusa y la OTAN” de 1997 y la Carta de Estambul de 1999. Y, como señaló el Canciller ruso Serguei Lavrov antes del inicio de la Operación Militar Especial rusa en febrero 2022, también fue confirmado en la Declaración de la Cumbre de Astana de 2010.

A toda esta historia, hay que añadir el crimen del bombardeo de Serbia en 1999 y la provocación de la guerra de Georgia contra la Osetia del Sur y Abjasia en 2008. Ambas agresiones demostraban la clara intención agresiva de la política de expansión de la OTAN hacia las fronteras de la Federación Rusa.

En 2013, Victoria Nuland, actual Sub-Secretaria de Estado estadounidense, se ufanaba de cómo su país había gastado más de 5 mil millones de dólares para promover la democracia al estilo estadounidense en Ucrania, lo cual cumplió su objetivo poco después, en febrero de 2014, con el golpe de estado en Kiev directamente impulsado por grupos de simpatizantes nazis. apoyado por Washington con la complicidad de la Unión Europea. Luego Estados Unidos y los europeos financiaron y armaron la guerra genocida de Ucrania contra su propia población ruso parlante en la región del Donbass.

En diciembre del año pasado, nuestro comandante Daniel confirmó que, a pesar de la victoria contra la Alemania nazi de mayo 1945, la lucha contra el nazismo sigue vigente en nuestros días: “Hay Gobiernos pronazis en Europa, sí, ¡ah, pero ellos son los demócratas! Tan demócratas que le abren el camino al nazismo. Y del nazismo, que no desapareció con la derrota de Hitler, del nazismo ha venido desarrollándose este conflicto, esta guerra entre Rusia y Ucrania. ¿Por qué? Porque Ucrania es un país dominado por el nazismo, por el fascismo… Al igual que en el resto de Europa donde ya parecía que había desaparecido el Nazismo, ahí quedó con tanta fuerza como para atacar a Rusia, y obligando a Rusia, en todo su derecho, a librar una batalla para defender no solamente a los ciudadanos rusos del nazismo; porque si Ucrania se impusiera en esta batalla, el nazismo se impone en el mundo”.

Así que no es una ninguna exageración afirmar que la victoria de la Federación Rusa sobre la OTAN en Ucrania tendrá para el mundo el mismo enorme significado que el triunfo de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi en 1945 que se conmemora este 9 de mayo.