Campamento mexicano se vacía con llegada de Biden Agencia

Un extenso campamento en la ciudad mexicana de Matamoros, justo en la frontera con Texas, ha sido desde 2019 uno de los recordatorios más poderosos del costo humano que tuvo el empeño del expresidente Donald Trump de mantener a los migrantes fuera de Estados Unidos.

El campamento se ha vaciado en los últimos días, después de que a cientos de solicitantes de asilo que vivían allí se les permitiera finalmente cruzar la frontera para proseguir con su pedido para permanecer en Estados Unidos.

El presidente Joe Biden revocó el mes pasado el programa conocido como Protocolos de Protección de Migrantes (MPP), que había obligado a los solicitantes de asilo a esperar en México.

La esposa de Biden, Jill, visitó el campamento durante la campaña presidencial del año pasado para ser testigo de primera mano de las difíciles condiciones en las que vivían los migrantes.

“Si no hubiera estado este campamento, creo que nunca hubiera acabado el MPP”, dijo Óscar Borjas, un solicitante de asilo hondureño y uno de los pocos residentes a los que no se les ha permitido cruzar.

Las últimas personas que quedaban en el campamento fueron reubicadas en lugares más seguros identificados por grupos de ayuda internacional, donde podrían completar el papeleo requerido, dijo un funcionario estadounidense a Reuters a última hora del sábado.

Al igual que cientos de solicitantes de asilo expulsados de Estados Unidos a esta ciudad asolada por la delincuencia, Borjas empezó a dormir por miedo y necesidad cerca del puente internacional que cruza el Río Grande, pero también porque él y otros migrantes querían hacer visible el costo humano del programa MPP.

“Estábamos ahí para que nos vieran que estamos, que no era justo lo que hicieron a nosotros”, dijo.

Hasta el viernes se había permitido entrar en Estados Unidos a unas 1,127 personas del programa MPP de México desde que Biden revirtió esa política el mes pasado. Más de la mitad procedía del centro en Matamoros, según la agencia de Naciones Unidas para los refugiados.

Las solicitudes de más de 700 inscritos en el programa han sido procesadas a través de la frontera en Brownsville, Texas, según autoridades.

Alguna vez hogar de más de 3,000 personas, el campamento está ahora desierto pues casi todos los residentes que quedaban se fueron voluntariamente a refugios durante el fin de semana tras recibir garantía de la agencia de refugiados de Naciones Unidas de que sus casos de asilo seguirían siendo considerados.

“No sé qué hacer, no puedo regresar”, dijo Borjas, quien afirmó que enfrenta la amenaza de ser asesinado en Honduras por apoyar a un partido de oposición.