Nicaragua le enseña al mundo cómo actuar con los fascistas Brasilia. Pedro César Batista, Radio La Primerísima

Nicaragua le enseña al mundo cómo actuar con los fascistas Brasilia. Pedro César Batista, Radio La Primerísima

La decisión de la justicia nicaragüense de revocar la nacionalidad, extraditar y confiscar los bienes de los terroristas, quienes, financiados por EE.UU., actuaron entre abril y junio de 2018 para impedir la elección, realizaron acciones terroristas que causaron la muerte de más de cien personas, ha suscitado numerosos debates y, una vez más, acusaciones contra el gobierno sandinista, encabezado por el presidente Daniel Ortega.

Después de la revolución victoriosa, liderada por el FSLN, en 1979, Nicaragua enfrentó ataques de fuerzas contrarrevolucionarias durante 10 años, financiadas por la operación dirigida por la CIA que se conoció como Irán-Contra. Los ataques, comandados por la Casa Blanca, dejaron miles de muertos y provocaron pérdidas económicas millonarias. Para garantizar la paz, el FSLN respetó el resultado electoral de noviembre de 1989, volviendo la derecha al poder. Durante 16 años se aplicaron políticas neoliberales para retirar las conquistas obtenidas con la revolución.

En 2006, con la victoria del Frente Sandinista y el regreso al gobierno del país, el accionar de la extrema derecha volvió a las viejas tácticas, con sabotaje e intensa propaganda contra la reanudación de políticas que rescataran la dignidad y soberanía nacional. En estos años el FSLN ha mostrado la fuerza de un pueblo consciente, organizado y unido, retomando políticas que permitan la soberanía y la dignidad de un pueblo.

En 2018, antes de las elecciones presidenciales, dentro de la Embajada de EE. UU., se organizó una acción para impedir la elección. Mercenarios pagados y organizados por la extrema derecha nicaragüense, con millonarios fondos, utilizaron lo que se llama “guarimba”, con piquetes en las calles, uso de armamento pesado, bombas, asesinatos y quema de edificios públicos. Los actos terroristas causaron grandes pérdidas, especialmente de vidas humanas. Los terroristas fueron vencidos, el gobierno arrestó y derrotó a los agentes financiados por Estados Unidos.

En 2021, una vez más, desde el interior de la Embajada de EE. UU., la extrema derecha reunió y preparó a miles de terroristas para repetir las acciones de 2018. La inteligencia militar del gobierno evitó la repetición del terror y arrestó a los delincuentes.  Fueron juzgados y castigados, conforme a lo dispuesto por la Ley de esa nación soberana. Perdieron su nacionalidad y fueron deportados a los EE. UU. en un vuelo chárter pagado por el gobierno de los EE. UU., una admisión de responsabilidad por parte de los terroristas. Algunos agentes actuaron como quintas columnas dentro del FSLN, en las iglesias, los medios de comunicación y entre la comunidad empresarial. A casi cien terroristas se les expropiaron sus bienes. Aun así, el discurso propagado por EE.UU. es repetido por agentes sirvientes del imperialismo y desprevenidos en varios lugares.

En EEUU, más de 1200 terroristas que intentaron impedir la asunción del actual presidente, con la invasión del Capitolio, siguen encarcelados y responden por el delito de terrorismo y tentativa de golpe de Estado.

En Brasil, más de 900 fascistas, seguidores de Bolsonaro, que atacaron la sede de los poderes de la República, el 8 de enero, siguen en prisión, acusados del delito de terrorismo. En EEUU, durante el atentado terrorista, hubo cinco muertos; en Brasil, durante el ataque al STF, Congreso Nacional y Palacio do Planalto no hubo muertos, el resultado fue una pérdida económica millonaria. En Nicaragua, los actos terroristas dejaron más de 100 víctimas mortales en 2018, y en 2021 miles de mercenarios fueron detenidos antes de repetir acciones terroristas.

En la tierra de Augusto César Sandino, los deportados a EE.UU. fueron juzgados por intento de golpe de Estado, acciones terroristas y traición a la Patria, pues recibieron millones de dólares americanos. Con los actos organizados al interior de la embajada de EE.UU. pretendían desestabilizar a Nicaragua y derrocar al gobierno legal y legítimo de esta nación. La deportación de los golpistas a EE.UU. representó la forma de preservar la soberanía nacional, así como la devolución de siervos y traidores a sus jefes en el norte. El recibimiento de los terroristas cuando llegaron a la tierra del Tío Sam fue realizado con gran publicidad por Vox, una organización de extrema derecha que financia golpes de Estado en toda Nuestra América. La ex sandinista Dora María Téllez, quintacolumnista y una de las líderes de las acciones terroristas, “negó haber sido torturada o maltratada de otra manera” cuando fue arrestada. Los deportados no pueden ser considerados presos políticos, ya que fueron encarcelados durante acciones terroristas y responsables de crímenes, que sembraron horror y miedo, buscando amedrentar a la población nicaragüense, dejando un rastro de más de 100 víctimas mortales.

Lo que hizo la Justicia de Nicaragua debe servir de ejemplo a Brasil, bolsonaristas detenidos por acciones terroristas, realizadas tras la victoria del presidente Luís Inácio Lula da Silva, tienen la misma génesis, los mismos objetivos y las mismas prácticas delictivas, que utilizan el terrorismo, difunden mentiras e impiden la verdadera soberanía y autodeterminación de los pueblos.

Con los terroristas, agentes del imperialismo, financiados por el gran capital, cualquiera que sea la nación que sea, uno no puede ser complaciente, Para ello, existe la legislación y la necesidad de su aplicación para hacer justicia y asegurar la plena dignidad de los pueblos. Respetar la soberanía de cada nación, impedir que EE.UU. siga interviniendo en nuestras naciones es una tarea de solidaridad internacionalista. Que la acción del gobierno sandinista en Nicaragua sirva de ejemplo a quienes juzgan a los terroristas fascistas.

*Pedro Cesar Batista, periodista brasileño, secretario ejecutivo del Comitê antiimperialista general Abreu e Lima.