Benjamín Zeledón Por Wilfredo Navarro Moreira

Benjamín Zeledón Por Wilfredo Navarro Moreira

En la imagen, Benjamín F. Zeledón, recibiendo su diploma de bachillerato. A la izquierda, el profesor M. Montalvo; a la derecha, sentado, el doctor y General Rafael Dávila, Director de la Escuela Secundaria Espíritu del Siglo. Tegucigalpa, Honduras 29 de septiembre de 1899.

En estos tiempos de crisis y luchas, necesitamos tener presente siempre la defensa de la soberanía, la independencia, el nacionalismo, la autodeterminación, amor a la patria, el anti-injerencismo, para enfrentar a los agresores y traidores de siempre.

Estamos claros que Benjamín Zeledón es un símbolo de esos conceptos, su espíritu de sacrificio, su entrega a la defensa del país, es un ejemplo vivo de lo que los nicaragüenses deben ser y hacer para la defensa de la patria. Ante las agresiones imperiales, Zeledón es un patriota forjado en el más puro sentido nacionalista y desprendimiento personal. En un faro, un guía, un camino, un norte, un derrotero para guiarnos en esta lucha permanente contra los vende patrias que quieren repetir la historia de traer la intervención USA a Nicaragua, para que les entregue el poder que el pueblo les niega porque no los tolera y los desprecia.

Semilla que germinó en Sandino

Este 4 de octubre se cumplen 109 años de la muerte del General Benjamín Francisco Zeledón Rodríguez. Fecha en la que se juntan el alfa y omega, el principio y el fin físico en la vida de este Héroe Nacional que nació y murió un 4 de octubre. Su heroísmo y muerte fueron la semilla nacionalista que germinó en otro Héroe Nacional, el General Augusto C. Sandino.

Es necesario que la juventud y las generaciones venideras, conozcan la gesta patriótica y el heroísmo de un hombre y un puñado de valientes que lo acompañaban, los que reprodujeron en Nicaragua, el legendario accionar del héroe espartano, Leónidas, que con trescientos soldados dieron un ejemplo de amor y sacrificio por su patria en el desfiladero de las Termopilas, en Grecia, ante la invasión extranjera.

Una anécdota referida al General Zeledón aconteció el 16 de septiembre de 1912. Después de realizar las tropas conservadoras un ataque general a Masaya que fue rechazado. Se envió un oficial norteamericano a hablar con Zeledón. Ya se habían recibido notas insolentes que fueron contestadas con energía, dignidad y patriotismo. El oficial notificó que el ejército nicaragüense debía desocupar Masaya y si no cumplían esas órdenes, el ejército de Estados Unidos los expulsaría a la fuerza. Zeledón contestó con hidalguía. No admitía imposiciones ni injerencias extranjeras.

Hablaron más, pero Zeledón, siempre firme, rechazó toda propuesta de rendición. Al final el oficial se despidió diciendo: “El Mayor Butler me ordenó le advirtiera a usted, que si no abandonan sus posiciones, contra quienes se van a enfrentar, son a los famosos Blue Jackets (Chaquetas azules) de los Estados Unidos”. Los Blue Jackets en ese tiempo eran las fuerzas elites, los comandos especiales del ejército de los Estados Unidos. Zeledón lo quedó viendo y le respondió reposadamente: “Diga a su Mayor que los que defendemos Masaya, ya no sabemos ni de qué color son nuestras chaquetas. Y que lucharemos hasta morir”. Esas eran las actitudes y acciones de los héroes de la epopeya de 1912. Honor y recordación eterna para su lucha y su estoicismo heroico.

Militar destacado

Zeledón inicia sus primeros pasos en la guerra cuando se da “la Revolución del Lago” contra el General José Santos Zelaya, promovida por Emiliano Chamorro. Es nombrado Coronel del Ejército nicaragüense en la guerra contra Honduras y El Salvador por su destacada actuación durante la batalla de Namasigüe en 1907, donde el Ejército de Nicaragua derrota a los Ejércitos conjuntos de ambos países.

Después fue Ministro Plenipotenciario y Extraordinario en Guatemala y en la administración del Dr. José Madriz después de la caída de Zelaya, ocupa el lugar de Ministro de Guerra. Después de la batalla de Tisma, el 22 de Febrero de 1910, es ascendido al grado de General por el Presidente Madriz. Ahí derrota al caudillo Conservador, Emiliano Chamorro, quien tuvo que vestirse de mujer para huir, pero es capturado; Zeledón se niega a fusilarlo, alegando que no fusilaba mujeres, un agravio que Chamorro jamás olvidaría.

El doctor José Madriz, presionado por el Gobierno norteamericano, deja la Presidencia de Nicaragua. Al asumir la Presidencia Provisional el General Juan José Estrada, a Zeledón lo expulsan de Nicaragua, en unión de otros ilustres nicaragüenses como José Dolores Gámez, Manuel Maldonado, Santiago Argüello y Leonardo Argüello, quienes le acompañaron al exilio en México, en donde fundaron un periódico de oposición al Gobierno de Nicaragua. Retorna al país el 29 de Julio de 1912, para participar con el Ejército Aliado (Liberales y Conservadores), en la llamada “Guerra de Mena” del que es nombrado su Comandante en Jefe.

Una vez conformado el ejército aliado, el 1 de agosto, tuvieron algunos éxitos iniciales, el 2 de agosto de 1912 se enfrentaron al ejército conservador bajo el mando del General Frutos Bolaños Chamorro y los derrotaron nuevamente en Tisma, procediendo a ocupar la población de Tipitapa, donde estableció el ejército aliado su cuartel general.

Héroe de tiempo completo

Zeledón, al mando de sus tropas, sale de Tipitapa el 10 de agosto y se dirige a Managua. El ataque a Managua inicia el 12 de agosto. Los combates continuaron el 13 y 14 de agosto. Por la noche del 14, el General Zeledón tiene que replegarse y fortalecerse en Masaya, ante una lucha desigual porque se juntan las tropas del Ejército de Adolfo Díaz y los marines yanquis, para acallar la lucha libertaria de Zeledón. En Masaya y en los cerros “La Barranca” y “El Coyotepe”, plantea batalla con no más de 500 combatientes, a un ejército conservador de casi 2000 soldados y a 1500 marines yanquis. Masaya es sitiada por más de un mes y el desenlace se da el 4 de octubre, cuando es tomada la ciudad por los yanquis y conservadores y muere Zeledón en La Comarca “El Arroyo”, en El Diria, cuando iba buscando como unirse con los liberales de Jinotepe.

Benjamín Zeledón por su gesta patriótica anti intervencionista, por su valor y arrojo, ha trascendido el color político partidario y ahora es un símbolo de la lucha nacionalista y antiimperialista de nuestro país.

Se destacó siempre por su nacionalismo, heroísmo y por sobre todo por su lucha anti intervencionista. Le ofrecieron la rendición y no la aceptó, murió disparando hasta el último cartucho, a la edad de treinta y tres años, una edad simbólica, el día de su nacimiento. Pedro Rafael Gutiérrez (periodista e historiador) escribió: “El General Zeledón no es un mártir de última hora, sino un héroe de tiempo completo”.

Y es que Zeledón siempre mantuvo durante su vida, una postura bien definida en cuanto a su visión de patriota, en defensa de la soberanía y nacionalidad. Tuvo una vida bien corta: 33 años, pero cumplió con la dimensión que se asigna a los héroes que mueren jóvenes.

Zeledón es el hombre que tomó en su corazón la bandera de Nicaragua, la puso en alto y no se rindió, ni en su muerte. Sucumbió a una edad en que muchos nicaragüenses aún no han comenzado a amar a Nicaragua, porque no han sentido el calor del patriotismo, ni aprendido los principios de justicia, libertad y democracia.

Chamorro lo asesinó

De él, bastan sus cartas de protesta a los jefes de las fuerzas interventoras, para inmortalizarlo. Su proclama al marchar hacia Managua. Su carta última a su esposa Esther. Su posición de firmeza ante su suegro que le pide se rinda en El Coyotepe por sus hijos. La batalla de Tisma. Su participación en Namasigüe defendiendo el territorio nacional y su heroico enfrentamiento en Masaya con el mejor ejército del mundo. Cualquiera de estos hechos basta para ubicarlo con toda propiedad en un lugar supremo en el altar de la Patria y que merezca el reconocimiento eterno de todos los nicaragüenses, por sus definidos perfiles de héroe y mártir.

Sobre su muerte Salvador Mendieta dice que “fue un asesinato canibalesco con escenas de brutalidad desarrolladas ante su cadáver y en su fosa”. Gregorio Selser explica que “fue montado de través sobre un caballo, para escarmiento de quienes osaran imitar su rebeldía”.

Emiliano Chamorro en su autobiografía, trata de esconder la orden que dio para matarlo y dice: “fue una sorpresa, que en una pequeña escaramuza, sin importancia hubiera perdido la vida el General Zeledón”, pretendiendo hacer creer que nunca supo nada sobre su muerte. Pero, investigando sobre los hechos, se ha comprobado que el Comandante Butler informó al Contraalmirante W. H. Southerland, Jefe de las fuerzas interventoras, que Zeledón había sido capturado y sugería su muerte: “personalmente yo sugeriría que sin oponer ninguna acción por nuestra parte, a alguien se le permitiera ahorcarlo”. También se ha comprobado que desde el 12 de septiembre, Emiliano Chamorro había ordenado la muerte del héroe, exonerando de responsabilidades a sus amos yanquis.

El General Zeledón pudo haber sido capturado vivo pero fue vilmente asesinado en un paraje de la Comarca “El Arroyo” en El Diria, teniendo una lenta y dolorosa agonía. Su cadáver lo transportaron en una carreta, dejándolo tirado a la entrada del cementerio de Catarina. Almas caritativas lo enterraron en las afueras de dicho cementerio.

Su heroísmo y muerte lo catapultaron a la categoría de prohombre de la patria. Hay que decirlo en altas y claras voces y repetirlo: Benjamín Zeledón, como José Dolores Estrada Vado, como Andrés Castro, como el General Sandino han transcendido los colores políticos. Son Héroes Nacionales, que deben tener el reconocimiento de todos los nicaragüenses. El simbolismo de Zeledón y su gesta, su proyección anti imperialista deben ser ejemplo, para que nunca más nuestro suelo patrio, sea hollado por la intervención extranjera.

Pensamiento que ilumina

El pensamiento y la lucha de Zeledón están escritos en el mármol de la inmortalidad. Es un referente para exaltar nuestro patriotismo. Y para que conozcamos y comprendamos el pensamiento político y la lucha del General Benjamín Zeledón, quiero exponer algunos de sus planteamientos ideológicos, y lo que quería para Nicaragua.

Benjamín Zeledón decía:

“El pobre humillado, explotado y escarnecido, por una insolente oligarquía, tendrá alimento para sus bocas hambrientas y lienzos para cubrir sus ateridos cuerpos”. “El agricultor labrará la tierra prolífica, bien sabido de lo que produzca no le será confiscado”. “Los que saquearon el Tesoro Nacional devolverán lo que ilegítimamente se apropiaron, pues ese dinero pertenece al tesoro del pueblo, al pueblo, cuyas necesidades aliviaremos”.

“Sin libertad no hay vida; sin igualdad no hay luz; sin autonomía nacional impera el caos. Hemos peleado pues y pelearemos porque la libertad nos de vida, porque la igualdad nos dé luz y porque la autonomía nacional efectivamente reconquistada, haga desaparecer el caos en que navegamos”.

“No más intervención en nuestros asuntos internos. Las aduanas serán administradas por manos nicaragüenses o por manos centroamericanas. Nuestros ferrocarriles regalados por un gobierno malvado, volverán a nuestro poder porque cada riel, cada durmiente, cada locomotora, representan una energía, una palpitación o un soberano anhelo de nuestros conciudadanos”.

“Yo y los patriotas que me siguen de corazón, no entendemos de pactos y menos aún de rendiciones, puesto que defendemos la dignidad y la soberanía de Nicaragua”.

“Queremos que haya verdadero bienestar para todos los humildes, para los del montón, para los anónimos a quienes la oligarquía llama despectivamente «Carne de Cañón»”.

Que retumben a 142 años de su nacimiento y a 109 años de su muerte en combate, el pensamiento y las palabras del General Benjamín Zeledón. Para que los nicaragüenses pensemos más en la patria, en el bienestar nacional. Y que las divisiones, las luchas intestinas, las ambiciones rastreras no promuevan nuevamente que los extranjeros intervengan en los asuntos internos del país y decidan sobre el destino de nuestra Nicaragua. Ni nunca más las botas del invasor pisen y mancillen el sagrado suelo patrio.

Sigamos el ejemplo de Zeledón y sus valientes que ante un enemigo muy superior en armas y número, no dudaron nunca en enfrentarlas y morir, en defensa del honor y de la Soberanía Nacional.

¡Siempre más allá!