De iglesias, curas, política y traición Por Alfonsa Goicoechea

De iglesias, curas, política y traición Por Alfonsa Goicoechea

Por sus frutos los conoceréis
Mateo 7: 16 y 20
A la memoria de las víctimas del filibustero William Walker

Los medios de comunicación nicaragüenses traen una “denuncia” repetida a conveniencia para exponer supuestas agresiones a eventos de oposición y protesta. “Están atacando a la iglesia” dicen personas religiosas y laicas, nacionales y extranjeras, incluso las que el pueblo denomina “estudiados”, presuntos conocedores de las escrituras sagradas, en cuyas voces y nivel cultural la afirmación resulta censurable, pero comprensible considerando que sus intereses y trasfondos coinciden con posiciones extranjeras que ilegalmente pretenden imponer líneas de conducta política interna. Su afirmación amerita un análisis serio para esclarecer los hechos.

Desde sus albores, la humanidad adoptó la creencia de seres superiores que gobiernan sucesos como la salud, los fenómenos meteorológicos, la erupción de los volcanes, el destino inevitable, etc. Así, el dios sol, de la lluvia, de la fertilidad, de las cosechas, etc., fueron erigidos.

A medida que las civilizaciones evolucionaron, las ideas se fueron modificando hasta formar un cúmulo de creencias, métodos, procedimientos, ritos, dogmas y conductas que regulan el estilo de vida de sus creyentes, todo lo cual constituye la Religión. El diccionario de la Real Academia Española define: “Religión, conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto”.

El cristianismo como religión

El objetivo de la religión es proporcionar bienestar espiritual a través del cumplimiento de determinados ritos, adopta diferentes creencias según las costumbres de los pueblos donde nacen, por ejemplo la prohibición de comer carne de algunos tipos de animales como la res en la India, el cerdo entre los judíos; no trabajar algunos días de la semana, asistir a misa los domingos, confesarse y comulgar para los católicos. Dado que estas ideas han sido desarrolladas y cultivadas por los humanos, son relativas.

En cambio, la idea de Cristo, predominante en el hemisferio occidental, se entiende que compromete a apartarse del mal, es el camino para llegar al Padre, para compartir aliento y esperanza con los semejantes; es edificar, confortar, consolar. De allí se deriva la idea de Iglesia, es decir, los apartados del mal, de las malas conductas que nos alejan de los mandamientos; para hacer el bien. La iglesia ha elaborado y adoptado los ritos necesarios (la religión) para poder materializar sus conceptos. Religión y Cristo (o iglesia) son dos nociones totalmente diferentes, no hay que homologarlas ni confundirlas.

La palabra Iglesia significa asamblea, es la congregación de los fieles cristianos en virtud del bautismo; abarca el conjunto del clero y pueblo. La iglesia la conforman los que se congregan, no es aisladamente el edificio, no son solamente los que la dirigen y administran, que como todos los seres humanos son seres imperfectos con debilidades y pasiones, pero consagrados para auxiliar a las almas necesitadas de consuelo y dirección: esa es su misión. La Iglesia existe en función de los feligreses para quienes vive y trabaja, no puede ser ninguno de sus componentes aislados.

Se entiende que la iglesia cristiana es el cuerpo de Cristo, es lugar de congregación y oración de los que van a la casa del Señor para modificar su conducta y necesitan conseguir integridad y santidad. La iglesia católica, apostólica y romana enseña que “todos nacemos con el pecado original”, por eso precisamente se necesita de la iglesia para confortarnos y apartarnos del mal. Los feligreses adoloridos buscan a los hombres consagrados porque necesitan la orientación de su mansedumbre y su conocimiento de la palabra.

Dios ama al pecador pero aborrece el pecado. Desafortunadamente esa condición de pecadores se halla también en algunos hombres que por su condición de consagrados se espera, se desea y se necesita que estén por encima del mal, apartados de él, para conducirnos a los pobres mortales adoloridos y descarriados con su mansedumbre y su sabiduría. A pesar de su condición a veces algunos consagrados no consiguen apartarse de las bajas pasiones, en el poema de Rubén Darío, el lobo lo resume en la frase: “En el hombre existe mala levadura”.

Manipulación de las conciencias

El fenómeno es de vieja data en la historia republicana de nuestro sufrido país, poniéndose algunos de ellos siempre al lado del poder, de la dominación de los pocos sobre las multitudes, apoyando a quienes se apoderan del botín. La historia consigna por ejemplo que el obispo de Nicaragua, Nicolás García Jerez, se opuso a cualquier signo de rebeldía que atentara contra la autoridad del Rey en los sucesos de 1811 y 1812, también en el ambiente de la Independencia en 1821.

Se condujo la Iglesia como la institución reguladora por excelencia durante la colonia estableciendo valores y normas de comportamiento que guiaban la conducta de los individuos, determinaba las condiciones de la relación que debía llevarse entre el gobierno de la monarquía, sus agentes y los gobernados. Es decir, se abandonó la función pastoral por un propósito político y económico. Es innecesario exponer la rudeza y la crueldad con que los funcionarios coloniales actuaron en contra de los pueblos originarios en todo el continente americano, los crímenes son conocidos.

El 2 de julio de 1823 los países centroamericanos adoptaron la República Federal como nueva forma de gobierno, Nicaragua ganó cierta autonomía administrativa y la potestad para nombrar sus propias autoridades y dirigir sus destinos. Bajo esos propósitos, el 8 de abril de 1826 elabora su propia Constitución Política estableciendo con ello su aparato institucional, aunque eso era un progreso políticamente notable, el nuevo Estado no lograba abandonar muchos rasgos del persistente legado colonial descrito anteriormente, así decreta: “La Religión del Estado es la Católica, Apostólica, Romana, con exclusión del ejercicio público de cualquiera otra”. Esa declaración es una clara manifestación de intolerancia e irrespeto a la conciencia y al fuero interno de las personas. Esa idea no tiene nada que ver con una confesión religiosa, es la manipulación de las conciencias, otra vez actuaba el hombre con la espada en una mano y la cruz en la otra. Después de muchos acontecimientos históricos, la Constitución de 1854 enuncia que no existe una religión oficial, aunque fuera solamente una declaración en el papel.

El cura Vijil bendijo a Walker y sus filibusteros

Walker y los curas traidores

Tras varios meses de intensos combates y fuertes bajas de liberales y conservadores, el 16 de junio de 1855 William Walker desembarcó en el Realejo al mando de 58 filibusteros como parte de un contrato entre Byron Cole y Francisco Castellón para allegar 200 mercenarios a cambio de 52 mil acres de terreno otorgados a los invasores disfrazados de colonos para burlar las leyes estadounidenses, es decir, se empeñó el territorio nacional. El 13 de octubre Walker al mando de 400 hombres asalta y toma Granada sin encontrar resistencia. El domingo 14 las autoridades se rinden ante el ultimátum del invasor, y en el sermón de la misa mayor en la parroquia el abogado y sacerdote Agustín Vijil da gracias “por las perspectivas halagüeñas de una paz duradera que, de lograrse convertiría a Walker en el enviado de la Providencia, iris de concordia, ángel tutelar de la paz y estrella del Norte de las aspiraciones de un pueblo atribulado…”

El 23 de octubre de 1855, mediante la firma del Tratado de Paz entre Ponciano Corral y William Walker se estableció el gobierno provisorio con Patricio Rivas como Presidente, Ponciano Corral Ministro de Guerra y William Walker comandante en Jefe del Ejército: un extranjero sin derecho incorporado a los más altos niveles del gobierno (ficticio). Las ceremonias oficiales dando posesión a Walker de Nicaragua empezaron el 29 de octubre, sin tener autoridad legal ni jurídica, el párroco Agustín Vijil tomó la promesa de ley. Con el juramento de Comandante en Jefe del Ejército, William Walker entró en funciones como jefe supremo de facto de la nación.

El 29 de abril de 1856, escogido por Walker, el cura Agustín Vijil llegó a Nueva York en su calidad de embajador del gobierno provisorio, el presidente Pierce lo recibió el 14 de mayo. Sus colegas centroamericanos lo rehuyeron y denigraron, la recepción del clero católico fue fría, pasaron varias semanas antes que el obispo de Baltimore lo autorizara para oficiar misa. A fines de junio Vijil regresó a Nicaragua dejando a un estadounidense en su puesto.

El 4 de junio William Walker inició las presiones para deponer a Patricio Rivas y en farsa electoral ocurrida del 22 al 24 de junio del mismo año se hizo elegir para el cargo de presidente de la república, consiguiendo vía libre para hacer sus tropelías y destrozos.

Ante la derrota inminente de los filibusteros, el 13 de octubre de 1856 al atardecer el cura Agustín Vijil obtuvo un pasaporte de Walker y a medianoche zarpó en el barco La Virgen para salir del país por San Juan del Norte, rumbo a Cartagena, Colombia.

Zelaya impone el estado laico

En 1899 la nueva Constitución Política del presidente José María Zelaya decomisó los bienes eclesiásticos y de pequeñas comunidades indígenas de autoconsumo, pretendiendo sobre la base del aparente rescate de bienes improductivos impulsar el desarrollo de las municipalidades y una ampliación del mercado interno. La Iglesia y el Estado se separaron como impulso hacia una sociedad moderna, laica, acabando de paso con el diezmo y otros tributos coloniales. Nuevas leyes secularizaron cementerios y hospitales, prohibieron el cobro de derechos por bautismos y entierros, a través de la imposición del control laico del Estado se abolió el monopolio de la enseñanza, se legisló el matrimonio civil, el divorcio, el registro civil de las personas, la libertad de culto y de pensamiento, todo lo cual contradecía muchos preceptos religiosos.

La jerarquía eclesial tenía un peso considerable en la organización de la vida social, de manera que encontró muy fácil convertir su indisposición contra Zelaya en un argumento político que convocó a ejércitos opositores para derrocarlo en 1909, cuando también perdimos la anhelada construcción del canal interoceánico en nuestro territorio que impulsaba su gobierno. La intervención yanqui aprovechó la coyuntura para ayudar a deponer el gobierno con su Nota Knox porque obstaculizaba sus voraces intereses canaleros en nuestro territorio.

Durante el gobierno de los Somoza la Constitución Política de Nicaragua declaraba la religión católica como la oficial del Estado. A la muerte de Somoza García en 1956 los prelados lo declararon príncipe de la iglesia, a pesar de sus crímenes atroces cometidos durante décadas contra la población indefensa, contra los que nunca se opusieron.

Vijil inspira a algunos obispos contemporáneos

En mayo de 2018 el gobierno invitó a la Conferencia Episcopal para actuar como testigo y garante nacional del diálogo propuesto a fin de hallar solución a la crisis nacional, pero algunos obispos abandonando su esperada mansedumbre inherente a su investidura y la imparcialidad de su responsabilidad aceptada agravaron la situación actuando abiertamente al lado del bando opositor, traicionando tan crucial papel histórico por la paz. Algunos obispos y párrocos escudados en su investidura eclesiástica promueven el golpe de Estado, lo confiesan y se felicitan públicamente por sus acciones.

Hay grabaciones en las que religiosos se identifican con su nombre completo impartiendo órdenes para cometer crímenes. En sus redes sociales incitan abiertamente a acabar físicamente con las autoridades del país, el magnicidio, amenazaron públicamente las vidas de familias enteras. Circulan ampliamente las pruebas documentales y los testimonios de todo tipo que demuestran sus actos, pero ellos, ante el señalamiento de conductas personales e individuales censurables, tergiversan eventos, manipulan conciencias y haciéndose las víctimas se escudan tras la afirmación: “están atacando a la iglesia”.

La precaria situación económica nacional causada por los destrozos vandálicos y la consecuente caída de las recaudaciones fiscales obligaron al inevitable recorte de fondos del presupuesto nacional, incluyendo los asignados a las iglesias. Aunque durante el diálogo la oposición dijo que todos en el país debíamos pagar los costos de las asonadas, la jerarquía de la iglesia católica públicamente declara la decisión como revancha gubernamental y persecución religiosa.

Hombres de carne y hueso se han dejado arrastrar por sus bajas pasiones de mortales comunes y corrientes, promoviendo abiertamente el asesinato, la profanación, el vandaismo. ¡Cuántas muertes y daños se hubieran evitado si los hombres equivocados asumieran un papel pastoral en lugar de actuar como políticos, ignominioso papel que nunca les ha correspondido! Los sacerdotes católicos son llamados a ser instrumento paz, están obligados honrar el lugar de eminencia y la imagen de autoridad en que los colocan sus feligreses.

“No vayas al altar, Santo Tirano,
que profanas de Dios la eterna idea
aun la sangre caliente roja humea
en tu estola, en tu cáliz, en tu mano”

Rubén Darío, 1881