Del amor al pueblo brotó aquel mítico «¡Que se rinda tu madre!» Por Margine Gutiérrez

Del amor al pueblo brotó aquel mítico «¡Que se rinda tu madre!» Por Margine Gutiérrez

Doris Tijerino conoció a Leonel Rugama en 1968, cuando éste llegaba a la casa donde ella se encontraba a hacer prácticas de tiro y ejercicios. En una ocasión Ricardo Morales Avilés le comentó que, pese a su fuerte miopía, tenía buena puntería. Y de esa buena puntería tuvimos noticias el 15 de enero de 1970 cuando apenas iniciado el combate, desde el interior de su casa de seguridad, fue abatido un esbirro somocista.

Doris María se lo encontró luego en otra casa y recordó que era el compañero de la buena puntería. Allí conversaban sobre la poesía del peruano César Vallejos e incluso juntos revisaron los primeros poemas de Ricardo, escritos en la cárcel, que fueron publicados en el periódico “El Estudiante”.

En 1968 se organizó un concurso literario en homenaje a Casimiro Sotelo que Leonel Rugama ganó con su ensayo “El Estudiante y la Revolución”, mientras su poema “La tierra es un satélite de la luna…” llegó a formar parte del ideario sandinista y de las referencias obligadas de todo aquel que formaba parte de la organización revolucionaria.

Leonel Rugama destacaba por su profunda conciencia de clase. Tenía una gran capacidad de análisis y siempre hacía referencia a las condiciones de vida de los ricos y de la gente pobre. “Me hacía ver cómo esto se manifestaba incluso hasta en los sueños, en los juegos, en las expresiones que uno tenía”, recuerda con nitidez Doris María.

En aquel combate del 15 de enero de 1970 también cayeron con heroísmo infinito Mauricio Hernández Baldizón y Roger Núñez, uno de los más jóvenes militantes del Frente Sandinista que se incorporó a la lucha antes de cumplir los 15 años. En 1967 Róger fue capturado junto a su madre, Aurorita Núñez, luego de que en su casa, durante un cateo de la guardia, les fuera encontrado un maletín con una subametralladora. Fue bestialmente torturado y condenado a 6 meses de cárcel pese a su minoría de edad. Salió de la cárcel, pasó a integrarse a las estructuras clandestinas del FSLN y su madre profundizó su compromiso de lucha sandinista convirtiéndose en una de las principales colaboradoras del FSLN.

Dice René Núñez, que “Leonel y Róger eran almas gemelas. Tenían la misma decisión combativa y muchas cosas en común”

El 4 de noviembre de 1969, en homenaje a Casimiro Sotelo, la célula integrada por Leonel Rugama, Mauricio Hernández y Róger Núñez hicieron una recuperación bancaria en la sucursal del Banco Nicaragüense en León.

Ese mismo día, también en homenaje a Casimiro Sotelo, Pedro Arauz Palacios y Juan José Quezada secuestraron un avión de Lanica y lo llevaron a Cuba.

En los primeros días de enero de 1970, Olga Avilés, Julián Roque, Igor Úbeda Herrera, Polo Rivas y Emmet Lang realizan un operativo en la sucursal Bóer del Banco Nicaragüense.

Ante el empuje del FSLN, se incrementó la represión somocista contra la población y la Guardia desató una cacería en búsqueda de combatientes sandinistas por todos lados.

El 15 de enero de 1970, por la tarde, estaban Leonel, Róger y Mauricio en una casa del barrio El Edén, en Managua, cuando súbitamente irrumpieron frente a la casa dos patrullas BECAT de la Guardia criminal. Zoila Esperanza Rodríguez, madre de Santos Medina, les alertó con un grito de que allí estaba la Guardia.

Inmediatamente, del interior de la casa salió un disparo que fulminó al somocista Luis Navarrete. El resto de guardias saltó la malla ciclón que protegía la casa y así comenzó un intenso combate que duró más de 2 horas, tiempo durante el cual nuestros héroes combatieron hasta las últimas consecuencias, mientras gritaban «¡Viva Julio Buitrago!» y cantaban el Himno Nacional. Un oficial de apellido Bayer les gritó que se rindieran y del interior de la casa solo se escuchó el grito de combate «¡Qué se rinda tu madre!». Doris Tijerino dice que la frase completa fue «¡Que se rinda tu madre, hijo de la gran puta!».

“Se necesitaron, para liquidar la resistencia de los tres combatientes sandinistas, más de doscientos soldados, tanquetas y aviones artillados”, sentenció Tomás Borge sintetizando de esa manera el heroísmo y el compromiso hasta las últimas consecuencias de los combatientes sandinistas.