El 7 de noviembre, afianzaremos nuestras conquistas Por Omar Aguilar Maradiaga

El 7 de noviembre, afianzaremos nuestras conquistas Por Omar Aguilar Maradiaga

Todos los sandinistas tenemos claro lo que debemos hacer este 7 de noviembre y no habrá vacilaciones a la hora de estampar nuestro voto, para continuar por el camino del progreso, para conquistar más victorias, para afianzar nuestras conquistas de la mano de Comandante Daniel Ortega, líder indiscutible de la revolución y del Frente Sandinista de Liberación Nacional; el partido del pueblo, de los obreros, de los campesinos, de las mujeres, de los jóvenes, de los adultos mayores, de las grandes mayorías, de los de a pie.

Todo lo que hagan el imperialismo norteamericano y sus aliados europeos, confabulados con los vendepatria nacionales; no podrá detener a un pueblo que hace mucho tiempo tomó su decisión por quién votar. Podrán bloquear las redes sociales, cerrar las cuentas personales de los sandinistas, pero no podrán bloquear nuestras mentes, ni podrán cerrar nuestros corazones. El sandinismo nació hace mucho tiempo y tenía sus redes sociales, su forma de comunicación, incluso en el mismo silencio, en las catacumbas; mucho antes de la existencia de internet, de los Facebook, los WhatsApp, Instagram, Twitter y demás.

Podrán tejer una red de mentiras para deslegitimar el proceso electoral, para promover desde ya un “supuesto fraude”, aun cuando saben que no cuentan con los votos para hacer sombra al Frente Sandinista, cuando carecen de liderazgo, cuando están más desprestigiados que judas Iscariote y están sobre un barco a la deriva. Como diría el filósofo griego Epícteto “La verdad triunfa por sí misma; la mentira necesita siempre complicidad”. Al final la verdad prevalece y la mentira solo queda como una complacencia y adulación al amo foráneo, al que paga la cuenta, al que maneja los hilos de las marionetas en el teatro del horror y la vergüenza.

Los sandinistas debemos estar claros de que no somos “santos de la devoción” del imperialismo yanqui, de los ultraderechistas europeos y latinoamericanos, de la derecha vende patria, de los miembros de la jerarquía católica, de los medios de comunicación pro imperialistas, de los “supuestos defensores de derechos humanos”, de la OEA, de los Almagro; todo ellos cortados con la misma tijera y comensales en el mismo festín antropofágico.

El porqué de tal animadversión, tiene repuestas múltiples, en diversos ámbitos, en distintos escenarios y en variadas motivaciones de tipo ideológico, político o económico; pero que al final convergen indefectiblemente en el mismo sitio y tienen el mismo propósito; el retorno del derechismo a Nicaragua, la instalación de un gobierno afín al imperialismo norteamericano y sus políticas. Por tanto, existe una conexión entre lo local y lo regional, entre los líderes derechistas antisandinistas y la ultraderecha norteamericana, entre los supuestos organismos defensores de derechos humanos nacionales e internacionales.

Nicaragua es un ejemplo de lucha inclaudicable, con un modelo de gobierno progresista, moderno, diferente y autogestionario. El Gobierno Sandinista está haciendo bien las cosas en materia social, económica y de seguridad nacional; a pesar de las sanciones económicas, a pesar del acorralamiento político de la OEA y de los gobiernos títeres del imperialismo. La ruta de desarrollo que lleva el país, lo posicionan como uno de los gobiernos más exitosos en su lucha contra la pobreza, en el crecimiento económico y como uno de los países con mayor seguridad a nivel latinoamericano y mundial. Es claro entonces, que el sandinismo es víctima de su propio éxito, que los avances de estos 13 años que regocijan a las grandes mayorías; duelen a la minoría egoísta, voraz y carroñera.

Debemos también tener claro que las causas justas, no son garantía de tranquilidad y estabilidad para los gobiernos progresistas y por eso debemos estar atentos, debemos estar prestos este 7 de noviembre a defender nuestro voto con la vida misma si es preciso, para preservar nuestro modelo, nuestras conquistas y nuestra revolución de amor y paz. Tenemos la enorme responsabilidad de seguir siendo un ejemplo, una esperanza para los que siguen luchando por liberarse de las cadenas del imperialismo y de los gobiernos de derecha que oprimen a los pueblos y que les sumen en la pobreza, el hambre y la ignominia.

Nicaragua tiene derecho a decidir su propio destino, a definir su propia ruta y este 7 de noviembre los haremos con disciplina, gallardía, con el corazón henchido de patriotismo y el alma desbordante de sandinismo. Acá no se rinde nadie y seguiremos dando la lucha, cobijados por la bandera rojinegra, para defender la bandera azul y blanco.

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