El BRICS rompe las sanciones y construye un nuevo mundo Por Dmitry Kosyrev | RIA Novosti

Los tres días de reunión de los gobernantes del BRICS en Pekín tenían dos opciones.

La primera opción (que sin duda habría atraído más a la opinión pública rusa) era que los máximos dirigentes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica adoptaran un documento final que dijera en un lenguaje claro: “si un grupo de países occidentales quiere tratar con nosotros mediante amenazas y especialmente sanciones económicas, es decir, prohibiciones y restricciones al comercio y al desarrollo, eso es asunto suyo. Nosotros, los cinco países, declaramos solemnemente que seguimos colaborando entre nosotros sin tener en cuenta las sanciones de Estados Unidos o de la UE. Las sanciones son ilegales y deben seguir siendo la elección personal de un país u otro, sin imponerlas a nadie más”.

El juego es diferente

Pero, para empezar, estas palabras se escucharon en todas las declaraciones previas de las anteriores cumbres de los BRICS. Y esta vez, si se examina detenidamente el documento final –la Declaración de Pekín– se encontrará una referencia al hecho de que los cinco reafirman todas sus posiciones anteriores y piden que el comercio se realice bajo las normas de la Organización Mundial del Comercio.

Ahora el juego es diferente, y las declaraciones en voz alta no conseguirán nada. Occidente ha lanzado una guerra económica, psicológica y de otro tipo a gran escala contra dos de los miembros del BRICS, Rusia y China, y en estas condiciones tenemos que trabajar de forma diferente. En particular, hay que tener en cuenta que las sanciones secundarias, cuando las empresas de terceros países que intentan hacer negocios con alguien que ha sido afectado por las sanciones, son las más probables. Sería extremadamente tonto desafiar a alguien verbalmente y sufrir daños en el proceso.

Por ello, el país anfitrión, China, ha optado por un enfoque diferente, más inteligente y más parecido a un movimiento de peones que a una frenética irrupción de piezas en el tablero.

En particular, las conversaciones sobre los mecanismos que ayudarían a desactivar las sanciones se produjeron en una fase preparatoria, con un análisis minucioso de todo: los sistemas de pago propios y cerrados y los sistemas de pago recién establecidos, los vínculos logísticos y todo lo relativo.

Además, estas conversaciones tuvieron que ampliarse drásticamente. En Pekín, los cinco líderes marcaron en su mayoría el tono de lo que estaba ocurriendo por videoconferencia, pero hubo empresarios de dos docenas de grandes economías emergentes presentes en directo para la primera parte del evento: la cumbre empresarial. Y en la reunión final, un diálogo de alto nivel, había altos dirigentes de otros 13 países, todos ellos Estados muy importantes.

Hay que tener en cuenta que ya ha habido muchos que han querido unirse a los BRICS. Pero nuestros cinco no querían realmente ese giro de los acontecimientos. La idea era que los líderes de regiones enteras, la verdadera élite mundial, se reunieran aquí: Sudáfrica era la voz de África, India la voz del sur de Asia, etc.

Pero las cosas han cambiado, y en mayo de este año el país que lo preside, China, lanzó un proceso de reposición de filas y convirtió a los BRICS en algo diferente y nuevo: una alianza de prácticamente todo el mundo en desarrollo contra el enloquecido Occidente. Esta vez hubo conversaciones muy serias sobre este tema, pero se decidió no hacer públicos los resultados. Sin embargo, está claro que muchos de los 13 que participaron en el diálogo de alto nivel son candidatos. Y algunos de los que no participaron.

BRICS construye futuro

En cambio, el público recibió un mensaje muy eficaz. Era algo así: “Occidente está construyendo muros entre los pueblos, frenando su desarrollo económico con sus sanciones. Y nosotros, la alternativa a Occidente, estamos construyendo puentes y carreteras, acercando a la gente. Además, somos muy buenos en ello, mientras que Occidente, jugando con las sanciones, quedó atrapado en su propia trampa y se enfrenta a una catástrofe económica. Para nosotros es al revés”.

Y sobre este tema surgieron muchos datos y cifras contundentes en la cumbre de Pekín y sus alrededores. Por ejemplo, no importa el PIB global que produzcan los miembros de los BRICS. Lo importante es que el año pasado representaron el 50% del crecimiento económico mundial. Así que son ellos los que se impulsan a sí mismos y al mundo, y Occidente juega el papel contrario.

O para ser más específicos: el año pasado, el comercio de bienes (excluyendo los servicios) sólo de esos cinco países alcanzó los 8,55 billones de dólares, un aumento del 33.4%. Este crecimiento es sensacional. En definitiva, muestra claramente dónde está el epicentro del desarrollo mundial, dónde se está haciendo el futuro.

El mensaje inteligente de todas las reuniones de Pekín fue que el grupo BRICS se había convertido en una plataforma global para trazar caminos hacia el futuro. Los caminos no son declarativos, sino bastante concretos. El documento final de la reunión está lleno de detalles, es decir, referencias a los programas y mecanismos que están funcionando en los BRICS: en agricultura, nuevas tecnologías, nuevos tipos de energía, biotecnología. Hay muchos mecanismos de este tipo, y se están creando más. Y sobre todo en el ámbito financiero, que empezó a convertirse en una alternativa a Occidente desde el primer año de trabajo del BRICS, es decir, desde 2006.

En el foro se mencionó a Rusia con bastante frecuencia. Por un lado, otorgó a sus socios –sobre todo a China e India– enormes oportunidades al suministrarles petróleo y gas a precios que tienen una mínima relación con el rabioso mercado energético occidental. En otras palabras, hemos proporcionado al Este una enorme ventaja y competitividad de la que, por ejemplo, Europa se ha privado al obligar a los suministros rusos a salir de su vida.

Varios empresarios chinos e indios –como respuesta desde que se aplicaron las sanciones– hablaron de entrar en nuestro sector de redes comerciales para sustituir a los que se fueron. Y también hablaron de muchas otras cosas, aunque menos abiertamente. Y no sólo indios o chinos.

En cuanto a las sanciones, recordemos que el grupo BRICS, desde su creación, ha sido un mecanismo para reprimirlas, si es que surgen. Así lo hicieron, y en serio. Y el golpe más fuerte para ellos no fue la condena de las sanciones en declaraciones regulares, sino la ausencia total de discusión.

Todo el desarrollo de los acontecimientos de Pekín envió un mensaje simple y claro a la comunidad internacional: “¿sanciones? ¿De qué estás hablando? Nos va bien, estamos hablando de una fuerte aceleración de la cooperación y el crecimiento, y estamos discutiendo nuevos proyectos. Pero pueden hacer lo que quiera con sus sanciones, no nos interesa”.