El valor y la intrepidez de Carlos Arroyo Pineda Por Margine Gutiérrez

El valor y la intrepidez de Carlos Arroyo Pineda Por Margine Gutiérrez

En los primeros días de julio de 1977 fuimos reconcentrados en la casa propiedad del Frente de Residencial Las Mercedes, Glauco Robelo, Noel Escobar, Mario Elvir y yo. Allí vivían Carlos Arroyo, Gloria Campos y Róger Luis Langrand. El propósito era recibir entrenamiento militar para tomarnos la Radio Mundial a fin de pasar un comunicado del FSLN exigiendo el cese del aislamiento y de las torturas a Tomás Borge y Marcio Jaen.

Durante dos semanas, Carlos Arroyo nos entrenaba mañana y tarde. La casa fue convertida en un símil de la Radio Mundial con sus ambientes, incluyendo la cabina donde se realizaría la actividad principal. Los planos fueron levantados por José Arana y corregidos muchas veces por Carlos, quien hizo regresar a Chepe a la radio más de una vez.

A cada quien se le asignó una responsabilidad desde el momento de entrar al local hasta la colocación de la cinta, que según me comentara después Carlos Arroyo, había sido grabada, con su voz, por Pedro Arauz Palacios.

Gracias a la relación de camaradería y hasta de vieja amistad que la mayoría teníamos con Carlos, al comienzo pensamos que el entrenamiento sería relajado e informal. Noel, siempre gracioso y ocurrente, nos hacía reír haciendo los movimientos de rodilla en tierra, de pie o tenderse, sin la típica rudeza militar. Pero Carlos rápidamente nos ubicó y nos dejó bien en claro que allí era nuestro jefe militar. Un día nos castigó después del entrenamiento haciendo infinidad de sentadillas y al día siguiente casi ni podíamos caminar. Después nos confesó que le habíamos dado pesar.

Para el día en que nos tocó hacer el operativo estábamos perfectamente sincronizados y compenetrados de la tarea y de cada uno de los movimientos que nos correspondían.

La madrugada de ese día nos preparamos muy temprano y Mario Elvir junto con Róger Langrand salieron pasaditas las cuatro de la mañana a buscar dos vehículos para movilizarnos. La idea era salir de la casa a las 5 para estar minutos antes de la 6 en la radio.

No tardaron mucho en regresar. Nos dividimos en los dos vehículos. En el primero iba Róger manejando, a su lado Carlos y yo en la parte de atrás. Cada quien llevaba su arma a los pies. Tengo idea que yo llevaba la grabadora. El segundo vehículo iba manejado por Mario e iban Glauco y Noel.

Salimos de Las Mercedes y a la altura de la Estatua de Montoya tuvimos un encontronazo con un taxi en el preciso momento en que, en dirección contraria, va pasando un BECAT (vehículo jeep de la Brigada Especial contra Actos Terroristas, de la Guardia Nacional) que inmediatamente gira y se dirige al lugar. Carlos le da la orden a Róger de irnos y empezamos a correr con el BECAT detrás.

Hubo momentos en que cuando Carlos me pedía ver a qué distancia los traíamos, yo casi les miraba las caras. Carlos decía a cada momento “aquí ni pío vamos a decir” (en realidad lo decía con otros términos).

Así estuvimos más de 6 cuadras hasta que en un momento y de forma providencial se interpone un bus entre el BECAT y nosotros. Los dos vehículos creo que nunca nos separamos. Esta situación fue aprovechada por Carlos para orientar a Róger que doblara en un callejón de tierra, maniobra que no pudo ser vista por el BECAT porque el urbano lo tapaba. Es así que el BECAT paso de largo.

Como a las dos cuadras de donde doblamos, Carlos ordena detenerse. Todos nos bajamos, tiramos las armas en el carro incluida la grabadora porque pensamos que el operativo se había frustrado, pero Carlos inmediatamente nos dice que saquemos las armas porque lo vamos a hacer a costa de lo que sea.

No recuerdo si nos fuimos a pie o en el otro carro. La cosa es que llegamos a Radio Mundial y nos encontramos con que estaba cerrada con un rótulo que indicaba que recién se había trasladado a otro local e indicaban la dirección.

Seguramente allí también pensamos que ya el operativo había concluido, pero él nos ordenó dirigirnos a la nueva dirección.

Llegamos a la Radio y aunque los planos ya no eran los mismos, hicimos rápidamente el operativo, dejamos puesta la cinta y nos fuimos. La cinta pasó completa porque cuando la Guardia empezó a escucharla también se dirigió a la vieja Radio Mundial lo que dio tiempo a que se transmitiera toda mientras buscaban la nueva dirección.

En el plan estaba previsto que Glauco y yo nos desplazaríamos en un bus hacia nuestras respectivas casas de seguridad y así lo hicimos. De pie en el centro del urbano, hicimos el recorrido, bien abrazados como si fuéramos pareja.

Ninguno tuvimos contratiempos para llegar a nuestras respectivas casas de seguridad y en la noche Carlos llegó a decirme que estaba super orgulloso de mí, que me había portado muy valiente y que me llevaba felicitaciones de Pedro Arauz. Yo no hice nada especial ni distinto que los demás. Pero Carlos así fue siempre conmigo. Todo el tiempo, palabras de estímulo, de apoyo en el trabajo, de reconocimiento, lo que contribuyó a desarrollar una gran confianza en mí como clandestina y sobre todo en él como camarada con el que compartíamos responsabilidades en Managua. Por eso yo no dudé –ni ninguno lo hicimos– de hacer durante el operativo exactamente lo que él dijo.

El operativo fue un éxito, logramos hacer llegar a todo Nicaragua la consigna “Cese el aislamiento a Marcio y Tomás” y lo fue gracias a la audacia, a la valentía, a sus convicciones pero sobre todo a la inmensa calidad militante de Carlos Arroyo Pineda.

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