Elecciones de Nicaragua: la versión de un testigo peruano Por Gustavo Espinoza M. | Revista Marka

Elecciones de Nicaragua: la versión de un testigo peruano Por Gustavo Espinoza M. | Revista Marka

Participar como acompañante en los recientes comicios celebrados en Nicaragua, fue ciertamente una experiencia no sólo novedosa, sino también gratificante. Antes lo hice, en las elecciones presidenciales y parlamentarias ocurridas en Venezuela en octubre de 2012, las últimas en las que compitiera Hugo Chávez Frías en medio de una gran tensión internacional.

Esta vez, en esencia, no fue distinto. También ahora el clima de tensión externa se expresó gráficamente a través de una intensa campaña de prensa destinada a sorprender incautos. Los medios de comunicación se ocuparon ampliamente de la Patria de Sandino, denostando del FSLN y denigrando la consulta ciudadana, a la que motejaron desde un inicio de “falsa” y “fraudulenta”.

Ruidoso fracaso

En verdad la ofensiva mediática no tuvo nunca propósitos electorales. En otras palabras, la derecha que usó ese medio, nunca pensó que podría influir en la ciudadanía del país hermano para gestar la derrota del Sandinismo. Lo hizo más bien para desacreditar al Gobierno con la idea de fortalecer una estrategia de inestabilidad política, similar a la registrada hace dos años, entre abril y julio del 2018.

Si en aquella ocasión fracasó ruidosamente, ahora ocurrió algo parecido. Hubo, sin embargo, una diferencia abismal: en la circunstancia pasada la batalla se dio dentro de Nicaragua. Esta vez, ella se produjo fuera. Y es que en ese país, los comicios se celebraron de manera enteramente normal.

Así lo pudimos acreditar los180 acompañantes de diversos países que visitamos los centros de votación, hablamos con los personeros de los Partidos, examinamos las ánforas y frecuentamos acciones y medidas cuyo propósito era, sin duda, hacer más clara y transparente la elección.

Contrariamente a lo que afirmó cierta prensa, Daniel Ortega no “se proclamó” candidato para estos comicios. Fue el Congreso del FSLN celebrado en agosto pasado el que decidió la que sería la fórmula presidencial y la lista parlamentaria que propondría ese movimiento, al electorado nicaragüense.

Lo mismo hicieron otros seis movimientos y partidos: celebraron eventos, y eligieron sus fórmulas para competir el 7 de noviembre. Luego de eso, e inscritas todas las candidaturas previstas, ningún partido vio afectados sus derechos electorales y ningún candidato fue privado de sus beneficios electorales.

¿Qué ocurrió entonces y por qué la “prensa grande” habló de “persecución” a ciertos “candidatos” y buscó a partir de tal formulación, desacreditar la contienda?

Sucedió algo muy simple: La justicia nicaragüense denunció a algunas personas de ostentar vínculos financieros con organismos del exterior –particularmente de Estados Unidos– para financiar campañas electorales y atacar al gobierno.

Tal hecho –recibir dinero del exterior para financiar campañas electorales– está prohibido en Nicaragua, como está ahora también penado en el Perú y en muchos otros países. Por eso, las Cortes Judiciales –y no el gobierno– indagaron en torno al tema y dispusieron la detención de algunas personas que asomaron como receptoras de gruesas sumas de dinero.

Como una manera de protegerse, algunas de estas personas se fueron de Nicaragua, y otras resultaron intervenidas. Todas, se proclamaron “candidatos presidenciales” para dar un contexto distinto a su situación. A partir de allí, los “medios” hablaron de “candidatos presos” y desplegaron su ofensiva de prensa.

Lo real es que ninguna de estas personas, era candidato a nada. Cuando los hechos que les afectaron se produjeron, aún no se habían designado los candidatos por parte de ninguno de los Partidos y movimientos inscritos para la contienda de noviembre.

Campaña pacífica

Y ya en la competencia electoral, nadie fue detenido, intervenido, ni proscrito. Todos tuvieron las garantías de ley y pudieron competir en igualdad de condiciones.

La campaña electoral fue enteramente pacífica, aunque mucho más austera y modesta que, por ejemplo, en nuestro país. Algunas telas colgadas en las avenidas y algunos cartelones pequeños situados en postes eléctricos; fueron vistos por nosotros a poco de llegar al Aeropuerto de Managua el viernes 5 de noviembre.

El día de las elecciones, y luego de pernoctar con Granada, pusimos establecernos en Masaya, una populosa ciudad ubicada en las proximidades de Managua. Allí nuestro grupo integrado, por 21 acompañantes de diversos países, visitó cuatro centros de votación: la comunidad de Nindirí; el Tecnológico de Monimbó; el Centro de votación Rafael Carrera; el Instituto Tecnológico de Masaya y el Centro Escolar Amigos del Japón.

En cada mesa estaban registrados 400 votantes y en cada centro hubo mesas para recibir siete mil sufragios. Y, en concordancia con la tendencia nacional, se registró la asistencia del 65% de los electores, porcentaje tres puntos más alto que en los comicios anteriores.

Es de advertir, sin embargo, que en Nicaragua, el voto no es obligatorio, sino optativo. Vota quien quiere hacerlo. Y el que no desea, tiene todo el derecho de no acogerse al sufragio, sin penalidad alguna. Nos preguntamos ¿qué pasaría en nuestro país si rigiera ese sistema?

Los nicaragüenses hicieron una práctica interesante: meses antes del sufragio sugirieron que los electorales convaliden su inscripción electoral, vale decir, ratifiquen su voluntad de sufragar. Y así lo hizo más del 60% de los ciudadanos. Por eso en cada mesa se anotaron listas de distinto color: blancas, para los votantes asiduos; y verdes para los que no habían sufragado en comicios anteriores. Muchos de ellos, esta vez, sí votaron.

Cuando la Presidenta del Consejo Supremo Electoral, Brenda Rocha, dio los resultados, en la madrugada del 8 de noviembre pudimos constatar que el porcentaje de votantes en los comicios de Nicaragua, fue superior al registrado en las elecciones peruanas de 2021, no obstante ser aquí obligatorio el voto.

Hay quienes se han sorprendido por el porcentaje alcanzado por el FSLN. Creen que es “muy alto” para ser auténtico. Olvidan, en el caso concreto, que en el sur del Perú, Pedro Castillo obtuvo más del 75% en votos en regiones enteras del sur peruano. Y eso fue aceptado por el JNE por ser auténtico y legítimo.

Electores tranquilos y contentos

Más allá de los resultados, sin embargo, fue constatar el estado de ánimo de la gente. Nosotros pudimos apreciarlo. Los votantes estaban tranquilos, contentos, satisfechos por la jornada cumplida, y convencidos que había realizado un evento pacífico, ordenado y legítimo. Enteramente democrático, por cierto.

Por eso, la culminación del mismo, fue el encuentro celebrado la noche del lunes 8 de noviembre en la Plaza principal de Managua. Yo estuve antes en ese escenario, el 19 de julio de 2015 y el 19 de julio de 2018.

En ambas ocasiones más de cien mil personas vivaron al FSLN y su bandera rojinegra y aplaudieron entusiastas el discurso del Comandante Daniel Ortega.

La intervención presidencial fue maciza, clara, definida y coherente. Y puso énfasis en señalar el papel del pueblo de Nicaragua y la lucha contra la agresividad del Imperio. También, en la indispensable unidad destinada a fortalecer el mensaje de Sandino, y convertirlo en carne en la conciencia de su pueblo.

En esta ocasión sin embargo, las cosas fueron distintas. Por la pandemia no hubo propiamente u evento de masas. Alrededor de cinco mil personas fueron convocadas a la Plaza. Instaladas en sillas situadas a un metro de distancia la una de la otra, espectaron el evento, y escucharon el discurso del Presidente reelecto.

Por la alegría, el júbilo, y la identificación de los asistentes; todos pudimos constatar la fuerza y la capacidad de convocatoria del FSLN. El 80% de los asistentes, eran jóvenes, garantía del futuro de la Revolución Sandinista.

A concluir el acto, todos convinimos en considerar seguro el Proceso que marcha en ese hermoso país, sumándola voluntad de millones de hombres y mujeres de nuestro continente.

Jhon Oliver Cruz, dirigente sindical de la construcción, y yo, los únicos peruanos asistentes al evento, pudimos estar cerca de Daniel Ortega y saludar su mensaje solidario.

Al concluir nuestra visita compartimos la idea que la Revolución forjaba un futuro dichoso para la Nicaragua Sandinista.