Los héroes y mártires universitarios de nuestra historia José Martí Por Ricardo D. Avilés Salmerón, docente del Departamento de Historia UNAN–Managua

Los héroes y mártires universitarios de nuestra historia José Martí  Por Ricardo D. Avilés Salmerón, docente del Departamento de Historia UNAN–Managua

“Una escuela es una fragua de espíritus
¡ay de los pueblos sin escuelas!
¡ay de los espíritus sin temple! […]
Hombre recogerá quien siembre escuelas […]
ser culto es el único modo de ser libres”

En la actualidad, la globalización que parte de las grandes potencias capitalistas hegemónicas han impuesto a través de sus poderosísimos medios de comunicación “valores morales” que nos llevan como pueblos a la sumisión, la indiferencia y al individualismo. Y a través fundamentalmente de las redes, la juventud de nuestros países es la más influenciada.

La importancia de la historia

De ahí la necesidad de incidir en la formación de los jóvenes estudiantes, en valores éticos, no morales, que garanticen que la misión de un revolucionario sea llevada a la plenitud. Esos valores no deben ser ni relativos ni neutrales, sino, radicales, ir a la raíz como decía el prócer Martí. Esta ciencia debe convertirse en nuestra realidad en un arma política, para lograr por lo menos neutralizar esa realidad, que desde el norte nos vienen imponiendo, incidiendo no solo en el campo político, sino cultural, personal, entre otros. Insistir “no en dar lecciones de historia, sino en las lecciones que nos da la Historia”.

Los “manjares plásticos”, el paraíso que se promete, el consumismo, la “libertad y democracia”, son parte de esa perversa estrategia. Por eso la identidad cultural debe ser fomentada a partir del conocimiento y estudio serio de nuestra realidad y de nuestra Historia, implica por ejemplo profundizar en los campos de la cultura y de la educación, integral y política, todo hombre decía Martí está llamado a pensar por sí mismos.

Creo, con toda convicción, que la Universidad debe ser la pionera en la educación del pueblo, los universitarios deben ser los llamados al cambio de la actual situación; pero primero hay que trabajar a lo interior de estas trincheras de ideas, cosa que ya se está haciendo, pero hay que sumar, profundizar, debatir más beligerantemente. Toda la comunidad universitaria debe ser protagonista, pero en este momento me centraré en los estudiantes, por ser la juventud la que siempre ha estado al frente de los cambios sociales a lo largo de nuestra historia.

Por eso, retomar las históricas luchas universitarias es un importante paso para forjar la identidad del universitario, una identidad de lucha –que no se hacen los sordomudos cuando se presenta el hecho, dice Alí Primera en su canto a los estudiantes. En 2018 se manipuló este aspecto, diciendo con fake news que iniciaba una “masacre estudiantil”, enfocando ese ataque al corazón del pueblo que tiene memoria histórica.

Las luchas estudiantiles por el 6% que le corresponde como su gran logro del presupuesto nacional, o la lucha por la autonomía universitaria de los mártires universitarios de León del 23 de julio de 1959, son reconocidas como las grandes gestas universitarias, pero no son las únicas. Esos mártires, esas luchas, son símbolos actuales, tienen un origen, que hay que conmemorarlos, para no perder la esencia del significado, más cuando se trata de luchas revolucionarias.

Esta inquietud me llevó desde hace tiempo a cuestionarme ¿los universitarios solo han luchado por asuntos eminentemente universitarios? No voy a profundizar en nombres, quedo en deuda con muchos, pero quiero dejar la pauta de llamar la atención de algunas tareas pendientes en este asunto, de suma importancia en esa batalla actual de las ideas.

Grito de Córdoba

Hoy en día valores como la dignidad, justicia, la autenticidad, se han retomado en el léxico y en las conciencias de muy buena parte de los pueblos de Latinoamérica, producto de la nueva dinámica política en nuestro continente, la recomposición de la fuerza de las corrientes ideológicas, donde las progresistas y revolucionarias, no son solo opciones electorales, sino de gobierno.

Ahora bien, algo que no se aprende no hay manera de perderlo, porque nunca se ha tenido. Ya se ha tenido la experiencia de buenos gobiernos, justos y equitativos, pero mucha población sacada de la pobreza, termina votando por las promesas de la derecha.

De ahí la importancia del papel de las universidades, en su aporte a la formación de conciencias en el pueblo, no desde sus aulas solamente, sino desde su quehacer y extensión social. Oportuno es la reflexión de uno de los representantes del ámbito universitario iberoamericano, Hugo Juri, rector de la Universidad de Córdoba, Argentina, al decir “como nuestros amigos de la tecnología dicen: si quieres algo para mañana compra pan, si quieres algo para el año que viene siembra trigo, si quieres algo para la próxima generación, enseña”.

El hito que en Latinoamérica que marcó esa pauta fue el “Grito de Córdoba” de 1918, el cual debe ser retomado nuevamente en las actuales condiciones, para que la juventud nicaragüense de hoy se entere que jóvenes igual que ellos fueron capaces de encabezar un importante cambio en nuestro continente: proyectar a la Universidad hacia la sociedad y sus problemas, hacia los más desposeídos, para crear en ellos y en el conjunto del pueblo el trabajo por forjar conciencias críticas y, por ende, pueblos deseosos de independencia, de libertad plena y, sobre todo, con iniciativa propia, autóctona.

La Reforma de Córdoba representa, hasta nuestros días, la iniciativa que más ha contribuido a dar un perfil particular a la Universidad Latinoamericana. Nacida de la “entraña de la misma América”, teniendo a favor una aspiración de originalidad y de independencia intelectual, no siempre lograda, producto de circunstancias históricas y sociales muy claras.

Es importante destacar y rescatar que este movimiento de Córdoba fue meramente juvenil, no espontáneo, pero sobre todo de cara a la coyuntura y que fue más allá de un problema académico o gremial, vinculado a su contexto socioeconómico y político injustamente impuesto en Latinoamérica, igual que hoy.

Como lo destaca Eduardo Galeano, desde esas Memorias que no debemos dejarlas en el cajón del olvido: “los estudiantes cordobeses, hartos, estallan. Se declaran en huelga contra los carceleros del espíritu y llaman a los estudiantes y a los obreros de toda América Latina a luchar juntos por una cultura propia. Poderosos ecos les responden desde México hasta Chile”.

Esta esta sigue vigente, cuando Latinoamérica ha tenido la osadía de ser Latinoamérica en gestas gloriosas de nuestra historia, ha sido amenazada con la dureza del imperio y víctima de sus acciones descaradas en contra de cualquier proceso emancipador, con el “no toleraremos” que los muchos presidentes gringos han manifestado en el Siglo XX y con la nefasta CIA en acción.

En Nicaragua, a partir de 1944, tuvo connotaciones antidictatoriales, antisomocistas.

Uriel Sotomayor

En el contexto de la llamada Segunda Guerra Mundial, en Latinoamérica, especialmente en el Caribe, se dan levantamientos antifascistas que terminan en la caída de algunos de los dictadores impuestos por EEUU en aquella época.

En Nicaragua, los universitarios de León no solo siguen la tónica de lucha regional, sino que aprovechan para sacar a luz a un “fantasma”, a un héroe condenado al olvido por su verdugo. El estudiantado conmemora los 10 años de la muerte de Sandino y condenan a su asesino, el cual estuvo a punto de renunciar del poder, pero la vieja oligarquía lo impidió, entre ellos una momia, José María Moncada.

Retomo la labor del maestro Jesús Miguel (Chuno) Blandón, y rescato a Uriel Sotomayor, casi olvidado y desconocido por muchos, al primer estudiante mártir universitario de la historia de Nicaragua, alumno de la hoy bicentenaria UNAN León. Uriel y su hermano fueron llamados a la oficina del propio dictador Somoza García, en donde fueron emplazados por este oscuro personaje a abandonar la lucha. Les ofreció dinero, becas, trabajo, pero se negaron dignamente a aceptar cualquier oferta. Dos días después, en un confuso incidente, fueron llevado presos, entregándose el cadáver de Uriel al día siguiente con claras huellas de tortura.

Reconocerlo como el primer Mártir Universitario, el estudio de su gesta, es una tarea pendiente.

Sus honras fúnebres fueron ocasión para mostrar la ira y el rechazo de la juventud, marcando a toda una generación, comprometiéndose a seguir en la lucha por una mejor Nicaragua. Porque nuestros Mártires pasan a ser símbolos de lucha y eso nos compromete al triunfo, a la entrega, al sacrificio, a la honestidad, a servir a los demás, a la Patria.

Mártires de 1959

A finales de los años 50 fue ajusticiado el tirano por el poeta héroe Rigoberto López Pérez, quien es otro ejemplo a seguir y que escribió uno de sus poemas justamente para los estudiantes, de las cualidades y valores que deben tener, como compromiso con el pueblo que se sacrifica para que estudien. Varios estudiantes se sumaron a los diversos movimientos guerrilleros posteriores, trascendiendo su campo de acción fuera de las aulas universitarias, abandonando sus estudios para dedicarse a la lucha antisomocista.

Uno de ellos, estudiante de derecho en León, se suma al movimiento guerrillero conocido como El Chaparral, donde se produce una masacre por parte del Ejército hondureño y la Guardia Nacional somocista. Para estas fuerzas armadas fascistas, fruto de la intervención yanqui, son preferible los muertos que los prisioneros de guerra. Por eso se considera casi un milagro que, gravemente herido en un pulmón, fuera trasladado a Tegucigalpa el joven estudiante matagalpino, Carlos Fonseca.

No sabiendo de su paradero, los estudiantes de León, aprovechando la famosa “marcha de los pelones”, exigen una respuesta por la vida de uno de los suyos. La respuesta de la dictadura fue otra verdadera masacre: no fue represión con gases lacrimógenos o con balas de goma, sino con armas de guerra, disparando de frente a la multitud totalmente desarmada, que no usaban ni morteros, sino que aquellos jóvenes únicamente empuñaban el emblema universitario, frente a los fusiles. Ese emblema debe ser visibilizado en toda marcha universitaria de hoy día, porque es un emblema de lucha, de dignidad. El pueblo debe conocer que el rojo, amarillo y azul, es la UNAN, la más grande universidad del pueblo.

Son muy conocidos los nombres de los mártires José Rubí, Mauricio Martínez, Sergio Saldaña y Erick Ramírez, pero casi desconocemos el hecho que producto de esa masacre, salieron heridos más de 90 estudiantes, muchos de ellos mutilados, y que, producto de esa represión decenas de estudiantes se sumaron a las luchas posteriores. Año con año, les rendimos homenaje a esos Mártires, pero deberíamos saber más de sus vidas, sus orígenes humildes, su legado, el contexto de su muerte, para evitar y neutralizar toda manipulación de ese hecho histórico. Esta es una tarea pendiente.

Otro mártir universitario que destaca Chuno Blandón es Ajax Delgado, asesinado en 1960 por la Guardia Nacional. Su muerte también causó rabia e indignación, impulsando a muchos estudiantes a integrarse a organizaciones juveniles ya de carácter revolucionario, siempre con la tarea de acabar con la dictadura.

El FSLN

El propio Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) fue fundado por estudiantes universitarios junto con obreros, campesinos y viejos guerrilleros entre otros, ya no solo con la visión de derrocar a la dictadura, sino con la de construir una nueva sociedad. Siendo estudiantes, abandonan todo para irse a la clandestinidad y muchos de ellos ofrendar sus vidas, habiendo sido ejemplos de mística, ética, heroísmo y entrega.

La lista es muy grande. En 20 años de lucha inclaudicable y a casi 60 años de la fundación del FSLN, deben ser reconocidos en nuestras universidades no solo como Héroes y Mártires de la Revolución, sino, como lo que son, Héroes y Mártires Universitarios, mujeres y hombres, jóvenes estudiantes comprometidos con el pueblo. Otra tarea pendiente.

Ya no luchaban solo por la Autonomía, fruto de la insistencia y gestión del maestro Mariano Fiallos Gil; ya no solo luchaban por la causa de un justo presupuesto, desde el 2% hasta la demanda histórica del 6% y más para las universidades que llegó a ser posteriormente. La lucha era por una Nicaragua en libertad, en justicia social, sin pobreza, con estudios para todos, con dignidad y soberanía. En esos años 60 e inicios de los 70, junto con el pueblo, eran jóvenes universitarios manifestándose en rechazo a la dictadura, sufriendo apaleadas, cárcel y torturas.

Y es que el Grito de Córdoba había adquirido auge en la Nicaragua convulsionada por la represión somocista; ese movimiento que temían los presidentes yanquis desde 1968, cuando se produjo la revuelta de los estudiantes de la Universidad de California en Berkeley, los cuales demandaban, entre otras cosas, participación en el manejo de la Universidad.

Se dice que el entonces candidato presidencial Richard Nixon, previno a los estudiantes estadounidenses contra el riesgo de llegar a tener universidades al “estilo latinoamericano”, que calificó como “la forma más baja y degradada de Universidad”.

Ya en Nicaragua teníamos una comunidad universitaria así, donde el movimiento estudiantil nunca permitió que gobernara una fuerza afín al somocismo. Eran los estudiantes socialcristianos o los sandinistas del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) los que encabezaban el movimiento; por eso salían con todo a las protestas.

Incluso, el estudiantado universitario fue víctima de la represión somocista armada, con ataques a nuestros recintos en épocas de insurrección popular. También hay estudiantes mártires asesinados dentro de nuestros campus, como los de 1978, Jorge Aráuz y Martín Zeledón, apenas recordados en una solitaria placa. No fueron en marchas ni enfrentamientos, sino dentro del Recinto Universitario Rubén Darío, atacados vilmente con armas de poderoso calibre, teniendo sus muros como testigos mudos. ¿Habrá información de ellos en la oficina de registro o fotografías? Tarea pendiente.

Defensores de la Patria y de la Revolución

En estos pasillos, plazas y auditorios se manifestaban consignas, discursos, cantos, se organizaban marchas, hasta el niño mártir estuvo por estos lados. Es muy común escuchar, “desde nuestro histórico auditorio 12”, pero hace falta recopilar esas historias, del por qué ese auditorio es histórico. ¿Cuántas fotos habrá en los periódicos de la época dentro de ese local? Tarea pendiente.

Después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, siguió el heroísmo de la comunidad universitaria, pero especialmente de sus estudiantes, desde el espacio de la biblioteca central, por ejemplo, desde donde cantaba el grupo musical “Pancasán”, en marzo de 1980 salieron muchos alfabetizadores y en ese auditorio 12, también se empezó a recibir a nuestros muertos, caídos en defensa de la Patria, siendo el más emblemático, Marlon Zelaya, en mayo de 1983.

Marlon, destacado dirigente estudiantil, dejó como legado (otra tarea pendiente), rendir homenaje a los Héroes y Mártires Universitarios, en un monumento construido en su gestión, pero al caer en combate, quedó solo rindiendo honor a su memoria. Creo que debemos completar la visión de Marlon: hay que incluir a todos los que son como él, Héroes y Mártires Universitarios, incluso, rescatar del olvido su bandera, además de la rojinegra sandinista, la roja con el “Guerrillero de la Alfabetización”, que sí está recuperada desde su mural. Como esos mártires hay muchos que no se les ha dado ese digno lugar y deben estar en ese monumento, junto a Marlon.

Recientemente escuché la lista de los Héroes de Héroes de San José de la Mulas, y para mi sorpresa, uno era UNAN–Managua, el joven Enrique Calderón. ¿De qué Facultad será? ¿Cuántos más están ahí, sin ser recordados como lo merecen? Tarea pendiente.

Los héroes de la Prepa

El profesor Urías Ramos, quien fue estudiante de la Facultad Preparatoria, está haciendo un esfuerzo en este mismo sentido, rescatando del olvido a los Héroes de la “Prepa”, es decir, ellos también son Héroes y Mártires Universitarios. Nos hace referencia que la lista de ese mural, ubicado en los pabellones de la Prepa del RURD, está incompleta.

Nos comparte que “a los caídos en combate por la defensa de la revolución en los años 80 que eran de la UNAN, Managua, principalmente por los que fueron parte del proyecto de la Prepa: la compañera Sarita Ramírez, como le llamábamos cariñosamente; Adolfo Butschie, con quien tuve la oportunidad de estudiar mi primaria en la escuela Pública de Puerto Cabezas / Bilwi en los años setenta; Segundo Lezama, el primer mártir de la Preparatoria, caído junto con Marlon Zelaya; Arístides Pichardo, Marlon Condega, Ángel Ruíz, Mario Calderón, Marlene Duarte Luckez, recientemente fallecida; y finalmente un merecido recordatorio para Francisco Duarte Dávila, caído en combate en 1988 y a Martín Condega Villareal el último mártir de la Facultad Preparatoria, asesinado atrozmente por un grupo de recontras en 1992 que de forma cobarde olvidaron el significado de la ética y código militar”.

Testimonio de Ramos Escobar Urías W., egresado de la Preparatoria de los años 80: “Duarte Dávila participa en una brigada política ideológica como becado de la Prepa y miembro de la JS19J junto con Oscar Danilo Manjarrez, Martín Murguía Esquivel, Francisco Carmona Rodríguez, Jairo Antonio Guadamuz y Adrián Arróliga (Rambo). El compañero Francisco Duarte Dávila, oriundo de Nueva Guinea, fue emboscado por la contrarrevolución el 18 de febrero de 1988 camino al Guácimo, comarca de Santa Clara, sobre la carretera San Carlos, al suroeste de Acoyapa, cuando se dirigía a una misión con una escuadra de exploración. Se tenía noticias de parte de la Contra Inteligencia Militar que un importante grupo armado se movilizaba en la zona. El compañero Martín Munguía Esquivel y su escuadra, luego de un enfrentamiento con la resistencia nicaragüense, pasaron perdidos durante 24 horas hasta que fueron rescatados por el resto de la Brigada y por un Batallón de Ligeros Cazadores. Antes de rescatarlos se produjo una escaramuza por equivocación, ya que los confundieron con el enemigo, sin embargo, no hubo hechos que lamentar. ¡Porque Carlos surge en la Historia! ¡Por eso nace la Preparatoria!” (tomado de la Revista de Historia y Ciencias Sociales, N. 16. UNAN, Managua, p.53).

Historias así deben ser divulgadas, conmemoradas por la comunidad universitaria. Es otra tarea pendiente. Ya el profesor Ramos ha iniciado, con detalles tales como el asesinato del doctor Condega Villareal en 1992, donde la compañera Sonia Castro, en ese entonces practicante junto con el compañero caído, sobrevive a ese hecho criminal. Testimonios como este, deben ser recopilados como una permanente tarea por recuperar la memoria de nuestros Héroes y Mártires Universitarios.

¿En cuántas universidades debe ocurrir algo parecido? El profesor Ramos nos da un ejemplo: “Aprovecho esta oportunidad, para mostrar nuestra solidaridad y hermandad ante los héroes y mártires de los hermanos y hermanas de la Facultad Preparatoria de la UNAN, León. Un dato interesante fue que en la revisión hemerográfica logramos encontrar que en 1985, El Nuevo Diario informa que para este año fueron 108 los bachilleres de la Facultad Preparatoria en honor al compañero caído en combate, Álvaro Sandoval Baltodano como parte de la segunda promoción de bachilleres celebrada en el cine Román, de la ciudad universitaria de León. De igual forma, destaca que el compañero Sandoval Baltodano cayó en El Cuá en cumplimiento de su deber patriótico de defender la revolución. En esta misma promoción se hizo mención especial a los héroes de la Facultad Preparatoria de la UNAN, León: Carlos Reyes, José de la Cruz Chavarría y Lázaro Daniel Huete”.

En la UNAN–Managua desde la rectoría del fallecido maestro Elmer Cisneros Moreira, se hizo importantes aportes de esas Tareas Pendientes, al recuperar sitios de Memoria, donde incluyen a Héroes y Mártires Universitarios, como el mural del auditorio Fernando Gordillo Cervantes, el cual no solo se restauró ese histórico mural de los años ´80, sino que se volvió a visibilizar, luego que, desde los años neoliberales, fue cubierto por una cortina. En ese mural incluyen a docentes y trabajadores administrativos de nuestra Universidad, no a todos; por eso es otra Tarea Pendiente…

Las luchas de los años 90

Justamente en esos años neoliberales, se debe incluir al compañero Martín Condega Villareal, pero solo se visibilizan a los mártires de la lucha por el 6% Constitucional y la Autonomía Universitaria. Una lucha donde la Policía recibió la orden de reprimir marchas pacíficas, para imponer el “orden y la libre circulación de las personas”.

Esa Policía, la misma Policía, con gases y balas de goma –”que no matan” decían sus mandos en aquel momento– cuando los gobiernos afirmaban que “no se va a tolerar actos violentos”, era la encargada de los actos de represión contra la Comunidad Universitaria.

Recuerdo que durante las tomas del trecho de la avenida universitaria hasta la Rotonda Rubén Darío de Metrocentro, en Managua, cerca del edificio de la Policía Nacional en Plaza El Sol, los estudiantes espontáneamente lanzaban morteros hacia esas instalaciones, lo que provocaba la respuesta de la Policía y sus fuerzas antimotines.

Las escenas en todos los noticieros de la época, eran de grandes titulares, con alarmas de “Noticia de última Hora”. Fueron años de lucha, quema de vehículos, morteros, represión, cárcel, asedio, entre otros. Pero cuando la comunidad universitaria organizaba y realizaba marchas de día y de noche, actos culturales y servicios ecuménicos, explicando a la población las causas de la lucha, la intensidad mediática baja sensiblemente.

Los caídos de 1995, Jerónimo Urbina y Porfirio Ramos de la UNI y de Rivas respectivamente, fueron alcanzados por balas de plomo, luego que se ordenara reprimir una marcha nacional, debidamente autorizada al CNU, hacia la Asamblea Nacional, en un momento cumbre de discusión presupuestaria.

Eran días de vacaciones previos a la Navidad, pero la lucha no tenía tregua. Al día siguiente una multitudinaria marcha, la del “silencio”, no fue para nada ni interrumpida y asediada por la Policía. ¿Por qué la orden de represión del día anterior? ¿Qué les costaba dejar que todo transcurriera pacíficamente? Además, hay héroes vivos de esos hechos que son testigos de esos duros momentos.

Roberto González de la UNAN–Managua, cae abatido en las instalaciones del Banco Central en 1998, 3 años después, porque la lucha continuaba. Esta vez con una bala de goma, de las que “no matan”. Era un grupo reducido de estudiantes, que protestarían pacíficamente, sin buscar atentar contra esa institución del Estado. Ya lo habían hecho en el Aeropuerto Internacional.

Estos caídos sí son plenamente reconocidos como Mártires Universitarios, junto a los de 1959. Murieron en defensa de los derechos de los pobres, aunque los oligarcas como Humberto Belli digan lo contrario.

Lo que quiero destacar es la respuesta violenta y desproporcionada de la Policía, represión, heridos, mutilados, población afectada, pero nadie acusaba al gobierno de turno de dictadura, ni se planteaba su derrocamiento. Por otro lado, sí había expresiones equivocadas, donde con toda la rabia se decía que la Policía Nacional era peor que la Guardia de Somoza. Versión que nunca fue alentada como campaña por la comunidad universitaria.

Las marchas cumplían el requisito de ley de pedir el debido permiso para realizarlas por parte del CNU ante el Ministerio de Gobernación. Esa misma ley, impuesta por el gobierno de turno en los inicios de los años 90, es la que hoy se niegan a cumplir esas mismas fuerzas de derecha, para vivir repitiendo y aduciendo un derecho constitucional “no respetado” por el actual gobierno, que “no tienen derecho a marchar pacíficamente”. Eso porque sus fines y objetivos son otros, todos lo sabemos, ya lo demostraron, sobre todo en los días posteriores al desmantelamiento de los tranques de la muerte.

Y, cuando ya se tenía la esperanza que no habría más Héroes y Mártires Universitarios, tuvimos que sumar al estudiante leonés Cristian Cadenas, asesinado por los violentos participantes en el intento de golpe de Estado de 2018, cuando fue atacada la sede del CUUN en esa ciudad. Justamente, acciones violentas como esas, repetidas innumerablemente desde los tranques, con los llamados falsos positivos en sus marchas, desmontan la versión de un levantamiento pacífico, de una masacre contra indefensos jóvenes universitarios y de reclamos justos de estudiantes que no quieren a los representantes de su gremio, pero planteaban acabar con su gremio y fueron parte de la destrucción de varios recintos universitarios. ¿Es lógico llamarte universitario y destruir tu alma mater?

Por eso, ese intento de golpe, no fue una “rebelión cívica”, los muertos en estas marchas, fueron producto de ataques de agentes terroristas, debidamente grabados por ellos mismos en sus redes, y en enfrentamientos con la Policía, las primeras víctimas mortales fueron agentes de la misma Policía producto de disparos de francotiradores, dicho en sus redes sociales, ufanándose de su “proeza”. Esa misma Policía, la que los gobiernos anteriores mandaban a reprimir nuestras marchas.

En estos actos hubo estudiantes muertos, hubo personas muertas en distintas circunstancias, que los golpistas siguen diciendo que a esas personas “todas los mató el gobierno”; esos estudiantes que, algunos de ellos aparecieron vivos, esos estudiantes fueron víctimas de la política de agresión de los imperialistas de siempre, debidamente demostrado, con pruebas que ellos mismos daban, fue estrategia de Golpe Suave, que en Nicaragua fallaron rotundamente. Pero que, se debe trabajar para evitar más manipulación a nuestra juventud.

El ejemplo de Leonel

Hay mucho por hacer. El rescate de nuestros Héroes y Mártires Universitarios es clave en estos difíciles momentos en que se atenta contra la libertad y el derecho de las grandes mayorías. Hay que evitar al máximo que, desde nuestras universidades públicas, los estudiantes universitarios caigan en apatía o falta de interés a una educación de las conciencias, de las almas, de los espíritus, del interior, de las mentes; una formación donde se critique la explotación, la corrupción, como si fueran universidades de garaje o de élites donde se forman los tecnócratas.

La comunidad universitaria es y ha sido la generadora de los cambios, desde las universidades –donde han salido los dirigentes revolucionarios de diversas épocas– fue donde una parte importante de la lucha de los nicaragüenses por su libertad se empieza a gestar.

Por eso, la presencia de la bandera rojinegra no es simplemente el símbolo partidario, sino del gobierno que cumple con el 6% constitucional, con el cual se garantizan becas y demás beneficios. Por eso es el emblema de la lucha histórica del estudiantado universitario, donde hay que incluir a trabajadores administrativos y docentes; sus gremios también tenemos el deber de esta llevar a cabo esta tarea pendiente: incluir a sus caídos, como Héroes y Mártires Universitarios.

Desde el FER el poeta revolucionario Leonel Rugama claramente señaló en un ensayo en 1969, que “el estudiante tiene la obligación de despertar a la masa oprimida y mostrarle el sendero de su propia redención. Si no cumplo exactamente como está indicado soy homicida […] el estudiante debe adherirse a una organización netamente revolucionaria […] Es sumamente importante para el revolucionario–estudiante la lectura de obras que señalen los métodos que otros pueblos han empleado para su liberación, y de este modo ir creando un método propio”.

Este es un llamado desde la historia a la comunidad universitaria, al movimiento estudiantil, a reactivar y visibilizar la galería de los Héroes y Mártires, saqueada por los golpistas, pero que no estaba visibilizada antes de 2018.

Hay que estudiar en serio la historia

Hay que estudiar, pero en serio nuestra historia, rescatar sus lecciones, sus símbolos, sus protagonistas, que muchos ahí andan, en el anonimato. Hoy, deben ser los “espejos” que inspiren a nuestros jóvenes, principalmente los organizados, los que se dicen revolucionarios, retomar esos ejemplos, desempolvarlos y abrillantarlos con el estudio crítico de la Historia para retomar la lucha por un país mejor, por un continente mejor, por un mundo mejor.

Las Universidades están llamadas a forjar Profesionales bien preparados para dar la talla en el mundo de hoy pero también ciudadanos con conciencia crítica, gestores de cambio aún antes de salir de sus aulas. Ciudadanos claros y dispuestos a no ser de los muchos “globalizados” por unos cuantos “globalizadores”, más bien a llevar a nuestros países a “globalizar” nuestras luchas, nuestros desafíos, nuestras arrechuras, sobre todo desde la Redes.

Debemos recuperar la fe de la juventud, hacerlas generadoras y protagonistas de un cambio real, frente al oscurantismo, que no es como el medieval, que restringía la información; el actual es más bien el que deslumbra con tanta información, que al final tienden a confundir o a perder todo interés por obtener información. O peor aún, es el instrumento manipulador de conciencias.

Es una responsabilidad colectiva conocer nuestro pasado, la sociedad no puede vendarse los ojos. Las generaciones futuras y la nuestra que es el presente, se niegan a seguir ocultando el pasado. Al intentar conocer, buscamos poder marcar nuestra ruta del futuro sin problemas, con menores probabilidades de naufragar.

La Comunidad Universitaria debe ser beligerante en este sentido, pero desde un enfoque histórico militante, que no peque de “objetivista”, insípido, sino lo más claro y contundente, con “compromiso político”, como plantea Stone “…abrigar enfoques muy ingenuos acerca de la objetividad histórica y la historia libre de valores subjetivos; de subestimar la importancia, aunque sólo fuera como posibles opciones limitantes de las condiciones económicas fundamentales como si Marx jamás hubiera existido”.

La Comunidad Universitaria debe ser un actor y promotor de la Historia; de la Historia de un pueblo y de un país, o de una comunidad unida más allá de las fronteras geográficas, para que además de profesionales salgan de la Universidad intelectuales capaces de vivir e influir vitalmente según el tono de los tiempos y de las realidades vitales.

Es ésta una de sus funciones específicas que la universidad no debe desatender. Recordemos que, para tener voz propia, las universidades tienen que dirigir y encauzar la comunicación social como un factor determinante de estas actuales luchas, sacarle provecho al Internet, a la televisión, a la radio, que desde sectores locales ha demostrado su efectividad. Hay que insistir en este punto, hay que fomentar esperanzas, identidad, autoestima, interés político.

Salvador Allende, al referirse sobre la enseñanza superior en un famoso discurso en Guadalajara, estando de visita en México a finales de 1972 decía: “…el que es estudiante tiene una obligación porque tiene más posibilidades de comprender los fenómenos económicos y sociales y las realidades del mundo; tiene la obligación de ser un factor dinámico del proceso de cambio, pero sin perder los perfiles, también, de la realidad”.

Y es que, por ejemplo, para el estudiantado nicaragüense –no solo el universitario– las pasadas luchas son hechos o lejanos o casi desconocidos. El 23 de julio es el “Día del Estudiante” en Nicaragua, pero ha adquirido ribetes comerciales en muchos sectores, igual que los muchos “Días de” cualquier cosa. El mercado ha impuesto un toque perverso; todos se dicen ¡Felicidades! esperando un regalo. No puede celebrarse un día, que se rememora un hecho sangriento.

Y es que, la conciencia hay que consolidarla para no darle cancha a la manipulación, la universidad del siglo XXI debe tener claro que la revolución industrial necesitó de carbón y hierro para realizarse, para la revolución digital la materia prima esencial es la materia gris, donde la memoria colectiva, debe rescatar las utopías de un mundo mejor, y la universidad debe estudiar la utopía, y debe preparar para la utopía concreta, desde la formación política revolucionaria, para evitar que nuestra juventud –otra vez– caiga en las manipulaciones.