¡Nadie está por encima de la ley! Por Rosario Murillo Zambrana, Vicepresidenta de Nicaragua

¡Nadie está por encima de la ley! Por Rosario Murillo Zambrana, Vicepresidenta de Nicaragua

Nuestra Nicaragua: ¡cuánto orgullo sentimos de ser nicaragüenses, por Gracia del Señor! ¡Cuánto orgullo sentimos de ser parte de la historia grande, noble, valiente, digna, de nuestro pueblo! ¡Cuánto orgullo y cuánta alegría de ser forjadores de paz y bien! Esos son los principios que nuestro pueblo defiende: dignidad, decoro, paz, derechos, bien común!

Cuánto orgullo sentimos de ser parte de este tiempo en el que vivimos todos los desafíos con entereza, preparando los nuevos tiempos… Tiempos para la vida buena, tiempos donde el terrorismo, la usurpación, el afán de dominio, desaparezcan de nuestras vidas. Tiempos para ratificar nuestra legítima, genuina, verdadera independencia. Tiempos para celebrar el nombre poderoso de Jesús, que nos mandata a amarnos los unos a los otros, y a vivir como Familia y como Comunidad.

Tiempos de encuentro son los que vamos preparando. Tiempos para consolidar esa cultura de paz, de concordia, de derechos, porque tenemos derecho a vivir con dignidad nuestra soberanía nacional, y tenemos derecho a caminar, creando ese porvenir de trabajo, seguridad, estabilidad, prosperidad, que todas las familias nicaragüenses queremos y merecemos.

Y bueno, en todas las circunstancias que son parte de la vida, nosotros decimos, vamos adelante. Ante todas esas circunstancias decimos, ¡vamos adelante! Porque estamos formados para ir, con visión de futuro, trascendiendo las circunstancias y los tiempos que pueden parecer difíciles, pero no son difíciles, solamente nos exigen trabajar más y mejor. Dedicación, esmero, eso es lo que no exige el tiempo difícil.

Tiempos difíciles como los que vive el mundo, una pandemia que nos ha arrebatado millones de seres humanos en todas partes, y no nos ponemos a pensar, se nos olvida a los seres humanos, que el hombre pone, pero es Dios el que dispone. Y Dios es amor, y Dios es justicia, y Dios es omnipotente, misericordioso. Dios no habla con voces de odio, Dios no habla para someter a los pueblos, Dios no habla a través de medidas ilegales, arbitrarias, coercitivas, unilaterales. Dios habla como padre, ¡y habla con amor!

Y bueno, leyendo las Sagradas Escrituras, sabemos que la justicia tarda, pero llega. la justicia, los procesos de justicia que se están viviendo hoy, tanto tiempo y tanta paciencia y tanta prudencia que ha tenido nuestro pueblo, que nos ha reclamado, como comunidad, como fraternidad nicaragüense, justicia, frente a tanta tropelía, tanto atropello, tanta indignidad, tanta condición de vasallo… ¡Qué terrible!

¿Cómo pasás a la Historia? Cómo héroe, como trabajador, como ciudadano y ciudadana digna y esforzada, o pasás a la historia como vasallo, como servil, como lacayo, como instrumento de otros, para sembrar odio, terror, sangre, crímenes, destrucción, a un pueblo bueno y en un país bueno. Un país con una larga historia de valentía, larga historia, y esa valentía crece todos los días.

Cuánta expresión de satisfacción por la justicia que avanza… ¡Justicia y reparación! ¡Tarda, pero llega! ¡Justicia y reparación!

¡Cuántos millones han invertido los que se creen dueños del mundo, en pretender destruir a las familias nicaragüenses! ¡Cuántos millones han invertido enriqueciendo a sus súbditos, a sus siervos, a sus sirvientes! Cuántos millones se han robado, millones ensangrentados, esos sirvientes, esos lacayos, esos súbditos que nos quieren convertir a todos en lo que ellos son: serviles, siniestros serviles, siniestros, tenebrosos serviles, que interrumpieron los caminos de encuentro y de concordia y de progreso que veníamos transitando en esta nicaragua nuestra, nuestra, y sólo nuestra, y que hemos recuperado a punta de trabajo, de determinación, de valor. Porque somos un pueblo valiente.

Y bueno, esos millones ensangrentados, tendrán que decir adónde los tienen escondidos y tendrán que devolverlos al pueblo, en estos procesos que vemos que son de justicia, que nuestro pueblo nos ha reclamado. Al fin, dice la gente. Cuánto se tardó, pero llegó el día, y decíamos que en las Sagradas Escrituras vemos que siempre llega el día para la Justicia, y siempre Dios escucha el clamor de los Pueblos.

Y bueno, por muy acompañados que se sientan en sus instintos y actos criminales, la verdad es que, la justicia es de Dios Padre, y Dios todo lo ve, y Dios sabe lo que hacemos y sabe lo que hace. Y ahí vamos, caminando sin perder la alegría; todo lo contrario, crece en nosotros la alegría de estar cumpliendo con los sagrados deberes, los mandamientos de las leyes de Dios: amar al prójimo, servir al prójimo, y ver en cada hermano y hermana, el rostro de Cristo.

Y si por eso creen que van a condenarnos… ¡No! A nosotros no nos condenan, a nosotros Dios nos juzga, a todos los seres humanos, y Dios sabe, quién y quiénes se comprometen alrededor del bien común, y de luchar afanosamente para vencer la pobreza impuesta, y quiénes arrebatan el pan, los derechos, de la boca y de la vida de tantos nicaragüenses, creyéndose impunes. ¡Nadie está por encima de la ley!

Recuerdo a la doctora Miriam Argüello, diciendo: dura es la ley, pero es la ley! la recuerdo en estos días de manera especial, cuando se está aplicando la ley, la justicia, como ha pedido el pueblo nicaragüense incansablemente, para ubicar a los criminales, a los terroristas, y a los que han andado por el mundo denigrando a Nicaragua, como lo que son: ciudadanos de última categoría, y no sabemos si son nicaragüenses.

Porque un nicaragüense ama a su país, ni la desprestigia, ni desprestigia a su Patria, ni denigra a su Patria. Todo lo contrario, ofrece lo mejor de sí mismo, para que su Patria prospere. Esos somos los ciudadanos que amamos a Nicaragua, los otros no sabemos de dónde son, su mentalidad es de otras culturas.

Aquí nos han querido imponer el aborto, por ejemplo. Aquí nos han querido imponer maneras de vivir, de sentir, que no corresponden con nuestra tradición o con nuestra cultura. Y cuánto nos amenazaron y cuánto nos arrebataron de esas limosnas que dan las potencias, creyéndose

Muy generosos, porque no se aprueba el aborto, o porque no se aprueba el matrimonio entre personas del mismo sexo. Cuánto nos han quitado! Ah, pero hemos estado firmes, defendiendo la tradición y la cultura, y los valores de la tradición y la cultura nicaragüense.

Hemos sido coherentes y firmes, y seguimos siendo coherentes, firmes, valientes, nobles, dignos, porque sólo así se puede tener una conciencia tranquila. Ser coherentes con esa historia de vida, esa historia de resurrección del pueblo nicaragüense.

¡Cuántos hemos perdido..! Cuántos hermanos y hermanas hemos perdido a lo largo de nuestras luchas de independencia, de soberanía nacional, de dignidad nacional. Esa es nuestra historia. Cómo no ser coherentes con esa historia de entrega de lo mejor de nosotros, de nuestras vidas, a la defensa de un país bueno, de un pueblo bueno que merece, como estamos alcanzando, lo mejor. Que merece lo mejor y eso es lo que estamos alcanzando, y seguimos alcanzando, todos juntos.

¡Adelante, compañeros, y es nuestro el porvenir! Dios es grande y es misericordioso y fortalece todos los días nuestro espíritu, nuestros corazones y nuestros afanes de vencer la pobreza, que es lo que nos demanda nuestro pueblo y las familias, que merecen lo mejor, que merecen la alegría, de la prosperidad.