¿Quién les puede creer a quienes destruyeron Nicaragua? Por Rosario Murillo (*), Vicepresidenta de Nicaragua

¿Quién les puede creer a quienes destruyeron Nicaragua? Por Rosario Murillo (*), Vicepresidenta de Nicaragua

Esta Nicaragua nuestra y de todos; Nicaragua para los nicaragüenses, Nicaragua de los nicaragüenses. Nicaragua, donde vivimos caminos de paz, recorremos caminos de paz entre nicaragüenses. Somos, por gracia de Dios, este pueblo de Dios que vive sus procesos sin injerencias, sin intromisiones, sin vozarrones, sin serviles que, como decía el Comandante Daniel, no son nicaragüenses: nacieron aquí, pero piensan, suspiran por lo que les indica su amo.

Aquí vivimos los nicaragüenses, familias, hogares, familias trabajadoras. En nuestra Nicaragua la familia entera trabaja y por eso el Primero de Mayo nosotros celebramos a las familias trabajadoras, que levantan esta economía, que levantan este país, con sueños, con aspiraciones legítimas, con la esperanza cierta de avanzar, trabajando y prosperando, y con el respaldo de un proyecto, un programa, un estado, un gobierno que le sirve con amor, con orgullo, que respalda todos sus esfuerzos, y que piensa, sobre todo, en la obligación que tenemos en esta patria de luchar contra la pobreza para dejarla atrás.

La miseria espiritual todavía existirá en unos cuantos, pero la miseria material que es sacrilegio, que es pecado, tiene que erradicarse con el esfuerzo y el concurso de todos.

“Arriba los pobres del mundo” es una frase, un himno, una entonación, un grito de libertad de los pueblos y de las familias trabajadoras del mundo. “De pie los esclavos sin pan…”. Tengamos pan, el pan que se debe multiplicar, gracias a ese Padre Nuestro, a Jesucristo, nuestro redentor, nuestro salvador, que nos permite contar con un país fértil, de tierras fértiles, sagradas, con aguas, con patrimonios, y capacidad.

El mayor patrimonio es la capacidad de trabajo de los nicaragüenses, y nos permite entonces cultivar y cosechar para multiplicar los panes, y también cultivar amor, cultivar concordia, sembrar todos los días, para cosechar los triunfos que ineludiblemente vendrán, porque la historia marca esos caminos de victorias de los excluidos, de esos hermanos que los serviles de siempre desprecian; los indiferentes de siempre, los egocéntricos, los ególatras, desgraciadamente desprecian.

¡Cómo quisiéramos todos aprender a ser cada día mejores, abrir el corazón, abrir la mente, y usar nuestra inteligencia para reconocer que sólo juntos es que podemos llegar a buen puerto!

O nos salvamos todos, o no se salva nadie

Decía ayer, anteayer, que oía al Santo Padre hablando al pueblo venezolano: aquí, en este mundo, frente a todos los problemas, propios de la familia humana, o nos salvamos todos, o no se salva nadie. Por eso nosotros insistimos todos los días, que es juntos que podemos salir adelante y dejar atrás a quienes están en otros tiempos viviendo, desgraciadamente, afanes de esclavitud. Tiempos idos, trascendidos. Tiempos que no volverán.

Hay quienes quieren tener a las familias nicaragüenses como esclavas. Eso no es posible. Este pueblo creció, todos crecimos, todos hemos aprendido, y suenan ridículas las voces que quieren condenar a la esclavitud, a la miseria, a las familias nicaragüenses, implorando agresiones económicas para Nicaragua. Eso es lo que van a pedir, eso es lo que van a buscar.

¡Qué clase de corazón tienen aquellos! ¡Qué clase de inutilidad tienen aquellos, que tienen que ir a buscar “padrinos”, porque no son capaces, por ellos mismos, de articular propuestas creíbles! ¿Quién les va a creer, después de todo el mal que hicieron en abril? ¿Quién va a creerles cualquier propuesta? ¡Nadie! Porque la verdad es que, este pueblo nuestro es sabio, nosotros sabemos de dónde venimos, como pueblo nicaragüense sabemos hacia dónde vamos.

¿Quién puede creer a los destructores? ¿Quién les puede creer que van a construir? ¿Quién les puede creer que van a compartir? Esa es la esencia del cristianismo: compartir, como hermanos, amor al prójimo, convivir armoniosamente, en paz y bien. Pero hay que ser coherentes, consecuentes: no podés hacer una cosa, decir otra, en afán de lucro. Además, lo que dicen es absurdo, y nadie les cree.

¿Cómo podemos pensar que, sin las maldiciones –porque no son bendiciones– de su amo, no pueden hacer nada en el sentido de procurar ser creíbles? Pero ya no pueden ser creíbles, puesto que esta patria iba bien, aquí íbamos ganando para todos, creciendo económicamente para todos, y ahora, incluso oír, escuchar, ver, a quienes fueron parte de ese modelo, despotricar. ¡No tienen vergüenza! Es que no hay coherencia. Ayer un discurso, pasado mañana otro discurso, anteayer otro discurso, siempre buscando lucro personal, ambiciones egoístas, egocéntricas, y eso ni los hace creíbles, ni los puede hacer creíbles ya.

Un día como hoy, que recordamos a Tomás en su espléndida humanidad, que recordamos a Tomás con sus enseñanzas, y sobre todo esa lealtad a toda prueba, a nuestro pueblo, a las familias… Esa firmeza con la que estuvo días enteros en huelga de hambre, una huelga de hambre que se conoció en todas partes. Vimos la figura de Tomás, debilitado, y sin embargo su alma, su espíritu, su corazón, invicto. Ese era Tomás: ¡fuerza de alma, fuerza de victoria!

Un día como hoy, nuestro camino, con todos los desafíos, está allí y lo estamos recorriendo: bienestar para nuestro pueblo, victorias sobre la pobreza, victorias sobre la maldad, la perversión. Amor al prójimo, victorias para el trabajo, la seguridad, la estabilidad y la paz. Victorias de la paz. Eso es lo que todos queremos. Eso es lo que estamos haciendo. A eso nos estamos convocando.

Y estamos seguros, compañeros, que vamos adelante, y es un compromiso de todos, por el bien de todos: ir adelante, y que a aquellos confusos los ilumine Dios, que les permita abrir el entendimiento, y a lo mejor aprender a ser nicaragüenses, con amor a Nicaragua, amor a la Patria. ¡Nicaragüenses por gracia de Dios! Mientras tanto, los que amamos Nicaragua, ahí estamos, y vamos adelante, con valentía, con valor, con vigor, sabiendo que la gloria es de este pueblo al que nos debemos cada instante de nuestras vidas.

Que sepamos en todo momento distinguir la continuidad de las mentiras, la continuidad de las calumnias, la continuidad del espíritu del mal, de la maldad… Distinguir, no creer, porque no podemos creerles a quienes han perdido precisamente toda credibilidad, porque pertenecen a otra Nicaragua que no es la nuestra, esa Nicaragua que desgraciadamente ellos han inventado en un mundo de fantasía, que sólo les beneficie a ellos. Quieren sus beneficios y excluir, de los beneficios de esta Patria de todos, a las familias que son las generan la riqueza, trabajando duro, en esta Nicaragua bendita y siempre libre.

(*) Declaraciones ofrecidas el 30 de abril.

Un comentario en «¿Quién les puede creer a quienes destruyeron Nicaragua? Por Rosario Murillo (*), Vicepresidenta de Nicaragua»

  1. Nadie les cree a los destructores de la paz y la economía de nuestro país. Son peleles vendepatria, que sólo buscan enriquecerse, todos los opositores luchan por la silla presidencial.

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