Vigencia ética del General Augusto C. Sandino Por Ricardo D. Avilés Salmerón, docente del Departamento de Historia UNAN–Managua

Vigencia ética del General Augusto C. Sandino Por Ricardo D. Avilés Salmerón, docente del Departamento de Historia UNAN–Managua

Mientras Nicaragua tenga hijos que la amen tanto como yo, Nicaragua será libre”

A.C. Sandino

La globalización –que parte de las grandes potencias capitalistas– ha impuesto a través de sus poderosísimos medios de comunicación “valores” que nos conducen como pueblos a la sumisión, la indiferencia, la apatía, el individualismo y la falta de identidad cultural frente a la avalancha globalizada que para muchos es inevitable. Máxime, ahora que se está planteando un “reseteo” del mundo post–pandemia, en lo que llaman desde el poderoso grupo de Davos, “la IV revolución industrial”.

En este contexto, el General Augusto C. Sandino, constitucionalmente Héroe Nacional de Nicaragua, debe ser algo más para nuestro país de lo que ya representa, no sólo por su gesta heroica del pasado, sino porque el significado de proeza está hoy más vigente que nunca no solamente desde el punto de vista de inspiración o paradigmático, sino además para la sobrevivencia de Nicaragua como nación independiente, como pueblo que merece y debe exigir por lo menos respeto.

Se ha dicho que Sandino, a manera de rebeldía, es de todos los nicaragüenses, sobre todo para quienes siguen fielmente los principios y acciones de su ética, de su verticalismo antimperialista. Si la ética es el fundamento teórico de las ideas morales y de la forma de vida adquirida o conquistada por el ser humano, entonces cumplir con la ética del General de Hombres Libres implica –en este contexto nacional e internacional– tomar conciencia de una serie de elementos y valores propios de su quehacer histórico. Los antivalores impuestos por el sistema capitalista deben ser no solo criticados, sino rechazados y combatidos claramente.

En este sentido, frases de escritos o declaraciones del General, tienen una vigencia única. Por ejemplo, “hay hombres en la tierra quienes creen que viviendo ellos bien, es locura sacrificarse por el bien colectivo”.

Otro bien, en este mundo de globalizadores y de globalizados, sobre el tema del progreso Sandino expresó: “el progreso y la civilización no deben estar estancados; pero no lo deseamos en la forma de conquista”.

Esta es una posición clara y enérgica de exigir respeto, a los vendepatria y a los foráneos, como le manifiesta Rubén Darío a Estados Unidos, que nos tratemos en iguales condiciones: “Águila, existe el Cóndor, él es tu hermano en las grandes alturas”.

Sandino declara que “personalmente, no tengo nada contra los norteamericanos. Que vengan a trabajar aquí, pues. Sin embargo, no aceptaré que vengan como otros amos… Envío mis saludos al pueblo norteamericano”. En otros escritos, también critica a ese pueblo de ser “tan imperialista como su gobierno” al creer todo lo que sus medios masivos de información les dice.

La posición de Sandino no es más que defender los intereses soberanos de Nicaragua frente a la potencia del Norte que quiere extraer hasta la última de nuestras riquezas, como lo hizo desde la época de Sandino y por lo cual se levantó en armas.

En esos momentos, hubo quienes desde la clase oligárquica y hasta algunos que se decían de izquierda, afirmaron que enfrentar al coloso del norte, era un absurdo y Sandino les responde: “Queremos probarle, a los pesimistas, que el patriotismo no se invoca para alcanzar prebendas y puestos públicos; se demuestra con hechos tangibles ofrendando la vida en defensa de la soberanía de la patria, pues es preferible morir antes que aceptar la humillante libertad del esclavo”.

Esa misma oligarquía solo habla de democracia y de libertad si ambas están sometidas a las políticas de EEUU, sin importar quién sea el inquilino de la Casa Blanca. Por eso Sandino recalca que el poder lo tienen otros: “Esos banqueros escogieron a tales desnaturalizados con el fin de celebrar tratados y pactos que les dieron la apariencia de legalidad y así apoderarse de Nicaragua”.

Sandino, igual que todo aquel dirigente o personaje político que atente contra esos intereses imperiales, también fue acusado por esos poderosos y peleles, de bandolero. El héroe de Niquinohomo señalaba que “los verdaderos y legítimos bandoleros están en las cavernas de la Casa Blanca de Washington, desde donde dirigen el saqueo y asesinato de nuestra América española”. América española, dice Sandino, como la llamaba Rubén.

Hay quienes dicen reconocer los méritos de Sandino, pero para despojar su pensamiento  de todo contenido social, afirman que el Héroe Nacional no fue comunista, sino nacionalista, limitando su lucha a la expulsión de los marines y encubriendo que también se oponía radicalmente al sistema colonial de dominación. Tal es el caso de Pedro Joaquín Chamorro, por ejemplo.

Si bien es cierto Sandino no compartía algunas posiciones de los comunistas de la época, como con Farabundo Martí, sus perspectivas no eran antagónicas. En una ocasión afirma sobre el héroe salvadoreño que “insistía en transformar mi lucha en una lucha por el socialismo. Estaba de acuerdo con todas sus ideas y admiraba su talento, pero le explicaba que por el momento no era eso lo que cabía”.

José Román relata en «Maldito país», que en el fondo, Sandino valoraba que Farabundo Martín tenía grandes méritos pero desgraciadamente combinados a un carácter sumamente rebelde: “Tuve que expulsarle del Ejército por haberme querido enmarañar en México en un enredo con los comunistas que me costó muchos dolores de cabeza. Después continuó dedicándose a esas actividades, por las que fue fusilado en El Salvador por el déspota Martínez. Realmente, yo nunca tuve ninguna disputa ideológica con él, pero por su rebeldía no pudo comprender las limitaciones de mi misión en México, ni su categoría de subordinado”. Y sin embargo, antes ser fusilado, Farabundo lanzó vivas al comunismo internacional y antes de morir exclamó: «¡Viva el general Sandino!».

En determinado momento, algunos dirigentes comunistas de la época le negaron ayuda a Sandino y eso explica la posición política del Héroe.

El propio Joseph Stalin, líder de la Unión Soviética, al enterarse de las posiciones de esos dirigentes, pidió una reunión del Secretariado de la Internacional Comunista y dijo con amargo sarcasmo: «Yo tenía entendido que el General Augusto César Sandino era un patriota que defendía a su país de la invasión de tropas extranjeras. Según parece he estado equivocado. Conforme esta resolución (aprobada por el congreso de la Internacional), se trata de un vulgar «aventurero pequeño burgués». Pidiendo a continuación: «Camaradas: quisiera saber a nombre del PC de la Unión Soviética, quiénes son los culpables de tan grave error que hemos cometido».

Sandino declaró tiempo después que “estamos, pues, con los mejores propósitos de que nuestra lucha contra el imperialismo yanqui en Nicaragua tome el carácter de lucha antiimperialista en una firme acción revolucionaria de masas a escala continental y mundial, de acuerdo con las resoluciones del Congreso Mundial Antiimperialista de Fráncfort”.

El Congreso Mundial Antimperialista de Fráncfort en 1929, califica al General de Hombres Libres como internacionalista y lo vincula solidariamente a los pueblos oprimidos del mundo. En ese evento, Sandino envía un mensaje dirigido a un dirigente de China en el que le sugiere quem además de atender a los rusos en Manchuria, nunca buscase la mediación de los soldados extranjeros: “Debe preferir sucumbir con todos sus partidarios –se leía en un cable de 1929– antes que entregarse a Inglaterra, Japón o los Estados Unidos”, (R. Siempre…) le indicaba el rebelde nicaragüense.

Este es un mérito emulado en la actualidad por la dirigencia revolucionaria, empezando por el Comandante Carlos Fonseca y la dirigencia del FSLN encabezado por el Comandante Daniel, Sandino rechaza los extremismos y opta por las alianzas, proclama en México a finales de 1929, la creación en el exterior, de un Frente Único Anti–imperialista, conformado por amplios sectores sociales, alejado de la concepción sectaria de los Partidos Comunistas Latinoamericanos de ese momento, adheridos a la Tercera Internacional; obedeciendo a la necesidad de su praxis, que hacía imprescindible la solidaridad internacional y su unidad frente a su lucha por la liberación de Nicaragua de las tropas del imperialismo yanqui: “Ni extrema derecha ni extrema izquierda, sino Frente Único, es nuestro lema. Siendo así, nos resulta lógico que en nuestra lucha procuramos la cooperación de todas las clases sociales, sin clasificaciones istas”.

En una carta a Hernán Laborde, secretario del Partido Comunista de México, concibió la unificación antiimperialista de América Latina a través del referido Frente Único: “…que incluiría a todos los elementos cuyos intereses vitales son contrarios a los intereses de los imperialistas, para que, pasando sobre sus divergencias particulares, se unifiquen formando un solo ejército, con un mismo programa, una misma táctica, un objetivo común y una misma disciplina”.

Esta posición de izquierda, responde a un rechazo a la clase política tradicional, esos mismo que hoy reclaman a Sandino como un simple liberal, claro, su lucha inicia con las fuerzas liberales en la Guerra Constitucionalista, y es lo más lógico, los liberales representan en ese momento el nacionalismo y el anti intervencionismo, desde Zelaya y Zeledón. Obviamente después del Pacto del Espino Negro, el mismo Sandino fue claro al señalar: “Moncada nos traicionó en Tipitapa. Allí quedó sepultado mi liberalismo. Tomé la decisión de luchar contra esos politicastros […] corrompidos y zánganos y construir una nueva Nicaragua sin toda esa podredumbre”.

Queda claro que el proyecto del Héroe de Las Segovias no se limita a la salida de los marines o a la mera defensa de la soberanía nacional, sino al bienestar y progreso de los sectores más humildes del país. Sandino era claro al decir: “Este movimiento es nacional, antimperialista, mantenemos la bandera de la Libertad para Nicaragua y para toda Hispanoamérica, por lo demás en el terreno social este movimiento es popular y preconizamos en el sentido de avance en la inspiración social”. Inspiración que parte precisamente de la injusticia y la miseria en que viven los sectores populares.

Sandino siempre estuvo orgulloso de su identidad de clase. Por eso su proyecto iba más allá y en dirección hacia el bienestar de los desposeídos, Por eso este héroe no es de todos, sino de los que defienden a los sectores mayoritarios, los cuales Sandino les señalaba que: “Nuestros pueblos, por la ignorancia, han sido tan envilecidos que ni liberales ni Conservadores saben lo que discuten, al extremo que hay muchos Liberales de nombre que son más Conservadores de hecho, que los que dicen que son Conservadores”.

Lo anterior, demuestra a un Sandino beligerante ante la desgracia de su pueblo, pero esta no le sirve de excusa para algún tipo de ambiciones personales, fue claro y contundente contra la corrupción, –parte intrínseca de las actuales políticas neoliberales– al decir: “solo el respeto a la moral y la práctica de la justicia, son la base de estabilidad y prosperidad de las naciones” (…) “Los bienes de la Nación deben ser sagrados, y deben respetarse, porque el ser partidario no amerita ningún derecho para medrar al amparo de la causa que se invoca”.

Nunca quiso ser presidente pero nunca negó alcanzar o poseer, para los intereses de las mayorías oprimidas, alguna influencia de poder. Incluso, en determinado momento durante las negociaciones de paz, manifestó su propósito de crear un nuevo partido, el Partido Autonomista ¿Para qué se forma un partido político?

Otro importante y vigente aspecto que hace de la ética de Sandino un elemento muy necesario, es su posición latinoamericanista, bolivariana. El General afirma: “El gran sueño de Bolívar está todavía en perspectiva. Los grandes ideales, las ideas todas, tienen sus etapas de concepción y perfeccionamiento hasta su realización”, coincidiendo con tantos otros pensadores que han significado una inspiración por la justicia y la libertad, desde los procesos revolucionarios y progresistas de nuestro continente frente al gran depredador de nuestra raza como es EEUU.

También concuerda plenamente con Rubén Darío, al cual nunca leyó, teniendo como punto en común a Bolívar, e insistía en esa gran alianza: “los Latinoamericanos formamos una solo nacionalidad, la Nacionalidad Latinoamericana… Es el pueblo latinoamericano, por tanto y no los gobiernos, el llamado a resolver en última instancia la suerte del mismo pueblo”.

Sandino estaba convencido que su lucha apenas sería el inicio de una larga jornada, que él moriría pero las hormiguitas llegarían hasta su tumba a contarle la buena nueva de la libertad: “No me importa que se me venga el mundo encima, pero cumpliremos con un deber sagrado”. O bien, “quiero convencer a los nicaragüenses fríos, a los centroamericanos indiferentes y a la raza indo-hispana que hay un grupo de patriotas que sabrán luchar y morir como hombres”.

Y lo logró. Después continuó, con enorme determinación, con la construcción de la paz, que pasaba por la estabilidad y la constitucionalidad de las fuerzas armadas, es decir, la Guardia Nacional. Por eso murió. Él sabía de los riesgos, pero con su firme formación espiritual, cumplió a cabalidad su misión, asumiendo plenamente como guía, él y su Ejército, al amor y su hija predilecta, la justicia divina.

A José Román le dijo: “Aunque ya se lo he dicho en otra ocasión, aunque quizá con otras palabras, me permito repetírselo porque en algo que considero de fundamental importancia para el futuro de Nicaragua. Estoy absolutamente convencido que no hay semilla que no fructifique si se planta en buena tierra. No hay en el mundo quien pueda dudar de la excelencia de la semilla que hemos plantado y no tengo la menor duda que el pueblo de Nicaragua es tierra fértil y generosa y sépalo usted que esta semilla, aunque habrá que regarla con abundantes lágrimas y sangre de nuestro pueblo un día, quizá lejano, fructificará inesperada e irresistiblemente y tanto más largo sea el periodo de germinación tanto más hermoso sería el fruto. ¡No Pierda nunca la fe! ¡Usted lo verá!”.

Sandino nos hace el llamado a seguir luchando, que ante las adversas condiciones no hay que cruzarse de brazos, hay que unirse: “ja América Latina unida se salvará; desunida, perecerá”. Y también exhorta a que “Nicaragua debe abandonar su falsa timidez, para ser la heroica sultana de los lagos”.

Esa posición de frente al coloso, esa “utopía” debe estar vigente en nuestras conciencias; las grandes obras parten de los sueños, por eso la ética del General de Hombres Libres debe inspirarnos para seguir en la lucha por una Nicaragua mejor, por un Mundo mejor.

Llamarse “sandinista”, debe conllevar a trabajar, a comprometerse con las mayorías, a respetar, a ser buen ciudadano, a soñar, a estudiar, a sentir y luchar por aquello por lo que el héroe luchaba.

Ya José Martí señalaba algo que hay que retomar para que la lucha sandinista siga siendo vigente, aunque la tumba del héroe sea desconocida, pero toda Nicaragua es su tumba, en todos los corazones fervientes, ahí está Sandino. Dijo el poeta, prócer de la independencia de Cuba y de América: “El hombre es superior a la palabra. Recojamos el polvo de sus pensamientos, ya que no podemos recoger el de sus huesos y abrámonos camino hasta el campo sagrado de sus tumbas para doblar ante ellos la rodilla y perdonar en su nombre a los que olvidan o no han tenido el valor de imitarlos”.

Porque Sandino, el General de Hombres Libres, el patriota, el visionario, luchó por sus ideales, y sigue luchando, sigue viviendo, sigue inspirándonos. Él lo sabía, sigamos entonces ese ejemplo, desde el lugar donde cada quien se desempeña, con ese compromiso de ser con orgullo, sandinista.

José Román publicó en su obra cómo Sandino estaba consciente de su destino: “Soy fatalista y optimista. Nadie se muere el día antes ¡Me asesinan! ¿Y qué? ¿Acaso no he andado entre balas y el peligro durante siete años de guerra y contra los propios Estados Unidos? Si yo buscara la paz y la tranquilidad, más me valdría no haber empezado esta empresa y haberle hecho caso al borrachito mexicano, pero una vez que uno emprende algo de esta magnitud, tiene que atenerse a todas sus consecuencias. Es bien sabido que todo aquel que inicia una reforma, no vive para ver los resultados y quizás sea mejor así, pues no es fácil ser héroe para siempre estando vivo, sólo muerto se puede ser héroe para siempre y ser además símbolo. O sea que muerto también se contribuye y quizás más”.

No es vano gritar: ¡Sandino vive, la lucha sigue!