2021: Año del final de la era del dólar Por Wim Dierckxsens y Walter Formento | Agencia ALAI, Ecuador

2021: Año del final de la era del dólar Por Wim Dierckxsens y Walter Formento | Agencia ALAI, Ecuador

Introducción

Todo demuestra que estamos en el año 2021 ante una crisis sistémica. Crisis sistémicas hemos observado ya en la Antigüedad en la crisis y caída del Imperio Romano, la vimos con la crisis y caída de la Unión Soviética en 1989-91 y la estamos observando, por lo menos desde septiembre del 2019, nuevamente ante nuestros ojos en Estados Unidos.

Observamos también, que rara vez se percibe el borde del acantilado e incluso el fondo del abismo, antes que éste se haya “tragado” ya a un imperio por completo. Por ello, tampoco se ve hoy que Estados Unidos, en tanto imperio financiero que se consolidó como tal en el periodo 1930-70, se encuentra ya transitando su propia “Perestroika” o “Caída”, con la eminente crisis y fin del dólar como moneda internacional de referencia.

Con la Gran Depresión del Siglo XXI, se revela un momento particularmente crítico del capitalismo. El capital financiero especulativo, basado en trabajo improductivo, se impone hoy más que nunca al trabajo productivo y puja por llegar a límites extremos. Nos encontramos en una mega-burbuja especulativa en la bolsa de valores y todo hace prever que el próximo colapso podría ser el último y, además, el cierre de este periodo.

La pregunta central es si el capital podrá o no revertir esta situación, una vez más en su historia, imponiéndose con una nueva forma (ej.: capital financiero global) y retornar al ámbito productivo para poder seguir acumulando capital, o si seguirá buscando realizar ganancias sin fin a partir de la redistribución y concentración de riqueza en cada vez menos corporaciones financieras. Pero, si el escenario que se impone es el de “no poder regresar y reconectarse al ámbito productivo”, entonces nos encontramos no solo ante una crisis del modelo financiero neoliberal sino ante la crisis sistémica del capitalismo mismo.

En enero de 2021, fue claro el hecho que entramos en un nuevo momento de la crisis sistémica del capitalismo, cuyo inicio ya habíamos caracterizado en marzo-abril del 2020. La crisis sistémica sucede cuando el sistema en su conjunto entra en crisis, esto es, cuando el sistema colapsa por incapacidad, sobrepasamiento y/o por falta de instrumentos para resolver los problemas o desastres creados por su propia dinámica.

Después de cuatro años sin guerras militares, hubo todos los tipos, formas y modos de contradicciones internas entre las tres facciones de capital financiero en EEUU: la Globalista transnacional (la red de bancos centrales y megabancos de inversiones integrados con el Banco Central de los bancos centrales en Basilea, Suiza), la Continentalista multinacional (bancos relacionados con el NAFTA) y el capital financiero localista que se expresa en un nacionalismo oligárquico (representado por Trump durante su administración 2016-2020). Las tres formas de capital financiero son el capital financiero global, el capital financiero multinacional (continental) el capital financiero local y sus tres personificaciones económicas de las fracciones de oligarquía financiera: la oligarquía financiera globalista y su moderna aristocracia de CEO (Director Ejecutivo de una empresa); la oligarquía financiera continentalista; y la oligarquía financiera local-nacionalismo oligárquico.

Luego, en las elecciones de noviembre de 2020 logró imponerse a Biden como presidente (2020-2024), en una elección tan “opaca” y cuestionada por muchos dentro y fuera del país, como “manipuladas”, etc. En 2016 la elección de Hillary Clinton, como presidenta de EEUU, hubiera conducido a una confrontación directa y casi segura con Rusia. La administración Trump ha resultado expresarse en un período de cuatro años sin guerras militares, lo cual ha debilitado al capital financiero unipolar globalista y su brazo militar la OTAN, durante 2017-2020, en su capacidad ofensiva. Este período sin verdaderas amenazas de guerra se cerró al finalizar la administración Trump.

Con la administración Biden 2021-2024 (que bien puede no terminar su mandato por razones de “salud”) como representante de los intereses transnacionales globalistas, vuelve un gobierno estadounidense que tiene la necesidad y posibilidad de poner en riesgo al mundo al poder darle, mediante su control de la OTAN, un carácter bélico a su política exterior. Agudizado, además, por la situación de pérdida de capacidades de maniobra durante la administración Trump, durante la crisis del Brexit en la UE y durante la crisis de Hong Kong, en el terreno de la guerra económico financiera y en el terreno de la política internacional en el Consejo de Seguridad, tanto como en la Asamblea General de la ONU.

El fin del dólar como moneda de intercambio internacional

Han pasado escasas semanas desde la asunción de su administración en el gobierno de Estados Unidos y Biden ya ha bombardeado Siria e Irak. Putin describió acertadamente esta amenaza en enero de 2021 en el Foro Económico Mundial de Davos (virtual en esta oportunidad), al afirmar que “existe la posibilidad de encontrar un colapso real en el desarrollo mundial, plagado de una lucha de todos contra todos, con intentos de resolver contradicciones urgentes mediante la búsqueda de enemigos ‘internos y externos’, con la destrucción no solo de los valores tradicionales (…) ‘como la familia’ sino también las libertades básicas, incluida la de elección y la privacidad”.

La respuesta de las fuerzas globalistas, que hoy conducen a los Estados Unidos, al creciente éxito económico y político de China y los países de la Nueva Ruta de la Seda, que en décadas recientes eran sus antiguas colonias, es reorganizar a sus propios aliados “históricos”, especialmente a los países de habla inglesa, pero ahora para poder convertirse en una alianza comercial y militar global que pueda resistir y oponerse al proyecto multipolar y obligar a todas las naciones no alineadas, incluyendo a la Unión Europea, a tener que elegir entre aliarse con Estados Unidos, ser conquistadas o destruidas. Los principales ‘enemigos’ (los “Ellos”) son, principalmente, los mismos países que se opusieron a Estados Unidos durante la Guerra Fría de 1950-a-1999, Rusia y China.

El método de conquista cada vez más utilizado por Estados Unidos es el método que se utilizó por primera vez contra Irak a partir de 1991: sanciones internacionales, seguidas de intentos de golpe de estado que, si no tienen éxito, son seguidos por bombardeos masivos y luego, una invasión militar directa, con o sin la aprobación de la ONU. Más recientemente, este método escalonado (sanciones, golpe fallido, luego invasión) se utilizó contra Siria. Claro que Estados Unidos ya no ‘instrumenta’ a sus propias tropas militares, en su lugar, utiliza fuerzas contratadas (mercenarios) y que aparecen con diferentes nombres, en Siria por ej.: Isis, Estado Islámico, Al Qaeda, etc., que son contratados en todo el mundo y pagados por fondos que provienen del “petróleo saudí”. También se instrumenta a kurdos que han querido establecer su “propio territorio o país” en lo que hoy es Irak, Siria y Turquía, para establecer su propia nación en lo que fue el Kurdistán, pero en ese “camino” pasan a estar “controlados” e “instrumentados” como base de maniobras y choque por la OTAN, más directamente desde Washington y/o Londres.

En este momento, Estados Unidos está asumiendo una posición defensiva, forzando a todas las demás naciones a unirse a ellas (como nación vasalla) o sino a “convertirse” en enemigo iniciando su destrucción, como ya lo han intentado y/o hecho con Siria, Yemen, Palestina, Ucrania, Venezuela, Bolivia, Irán, Irak, Libia, Afganistán, Colombia, Argentina, Perú, Chile, etc. Ahora las excusas son “defensa nacional” (que también fue la principal excusa de Hitler), “democracia” o “derechos humanos”.

La nueva era

En otras palabras: “Estados Unidos” como nación está tratando de no caer, ser degradado y convertirse en un país de segunda clase en términos de poder frente a los objetivos que tiene el poder transnacional globalista. Las transnacionales del complejo de Inteligencia Artificial que componen las GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft) con megabancos detrás como Blackrock, HSBC, Citibank, etc. están detrás de esto. Incluso la administración Biden está controlada por ellos, particularmente Kamala Harris, Pelosi, Clinton, Obama son del staff político de esta fracción de poder del Deep State o Estado Profundo.

El planteo de fondo que opera en modo de “justificación o fundamentación” es que solo Estados Unidos es “indispensable”: todas las demás naciones son “prescindibles”. Claro que este discurso no coincide con los intereses globalistas. Es relevante saber que Hitler también se expresaba de esa manera con respecto a todas las demás naciones. Así como la mayoría de las fracciones de poder en Alemania (y otros) respaldaron ese supremacismo entonces (1929-1950), la mayoría de los estadounidenses lo apoyan hoy (Zuesse, 15 de mayo 2021).

Lo anterior nos lleva a una Nueva Era que se anuncia y que comenzó en la práctica con la inauguración de la Nueva Ruta de Seda. Que coincide con el momento del golpe de estado de la OTAN en Ucrania, llamado el Maidan, organizado por las fuerzas globalistas y la OTAN, su brazo armado (Escobar, 14 de mayo 2021). A partir de Maidan en Kiev en 2014, China está en condiciones de reevaluar como EEUU ha “utilizado” su alianza, para poder operar en la Perestroika Soviética desde los setentas, en tiempos de Mao Tse Tung, y ahora contra Rusia y en proyección contra China. Pero no sólo reevaluar sino también de evaluar la proyección de las implicancias que tiene el Maidan sobre el proyecto nacional en China.

En los mismos tiempos (2014) del golpe de estado contra Yanukovics y el proyecto nacional en Ucrania, la flota estadounidense se lanza a controlar las rutas comerciales de China por mar. En 2014, China no solo anuncia la Nueva Ruta de la Seda y la nueva arquitectura financiera multipolar de los BRICS, sino también es el momento cuando China estrecha relaciones con Rusia, año que probablemente será considerado como el inicio real del siglo XXI.

El siglo XIX inicia a partir de la derrota de Napoleón en Waterloo en 1815. La batalla de Waterloo fue el último gran evento que marcó el final del Imperio napoleónico y se restauró la monarquía francesa, a la cual Napoleón había derrotado. Según Eric Hobsbawm, el tardío siglo XX comenzó con el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, la que finalmente causó la caída o el hundimiento de los imperios alemán, otomano, austrohúngaro y dio origen a la revolución bolchevique en Rusia.

El derrumbe de la URSS y Vladimir Putin

¿Cómo llego a su fin la Unión Soviética? El país contando con un PIB de menos de la mitad de EEUU, ya no podía sostener la carrera armamentista y menos aún con el bajón de ingresos por petróleo en 1985. El Estado Profundo de EEUU decidió en los años ochenta derrumbar el precio del petróleo, con el objetivo estratégico de debilitar económicamente a Rusia. El precio del crudo, que había alcanzado en 1980 los 35 dólares por barril, bajó a 27 dólares en 1985, cayendo luego a 8 dólares el barril en 1986, con lo que redujo a la mitad el presupuesto soviético. La economía del país mostraba una tasa negativa de crecimiento económico con un espiral hacia abajo.

Mijaíl Gorbachov, un mes después de que asume el gobierno inicia, el 23 de abril de 1985, la Perestroika. También conocida como la reforma económica destinada a desarrollar la economía civil y a reducir el gasto militar. El desarrollo de la economía civil requería una mayor soberanía de los estados que integraban la URSS. Al obtener mayor autonomía, una buena cantidad de naciones se separaron de la URSS, y el proceso conllevó a la desintegración oficial de la URSS en 1991, que simbólicamente fue representada por la Caída del Muro de Berlín en 1989, que en realidad fue el principio de la caída.

El bombardeo de Belgrado en marzo de 1999 durante 78 días despertó a Rusia y ya era obvio para Putin como jefe de gobierno que la intención final era bombardear Moscú hasta destruir toda capacidad y reducirla también a la condición de Estado Vasallo. A fines de diciembre de 1999, Yeltsin renunció y Putin se convirtió en presidente interino, conservando el puesto de jefe de Gobierno. Al inaugurarse el siglo XXI, Rusia comenzó no solo una fuerte remilitarización sino también un acercamiento a China que se consolida en 2014. Pero era también China, que había comprendido estratégicamente los objetivos de la OTAN-Globalista, en el Maidán en Ucrania, quién también tomo la decisión de consolidar una relación estratégica con la Rusia presidida por Putin.

Pekín observó que la OTAN había cerrado sus accesos marítimos y la “caída” de Rusia cerraría sus accesos al mundo por tierra. Por ello Pekín comprendió también que Rusia podría ser el próximo en ser bombardeado. La creciente presencia de barcos de guerra estadounidenses en aguas chinas fueron argumentos contundentes para comprender que en tal caso la OTAN, y los intereses unipolares globalitas, controlarían todos los recursos naturales, razón suficiente para estar juntos como sostén del proyecto de la Nueva Ruta de la Seda.

La ofensiva de China

La Ruta de la Seda tendría como propósito el integrar el continente de Eurasia para garantizar la obtención de recursos naturales por vía terrestre (petróleo y gas natural en primer lugar con Rusia) y no depender de la vía marítima en lo inmediato, controlada por buques de guerra de EEUU. Con Rusia como principal productor de energía fósil, China garantizaría el abastecimiento de su energía. Con la integración progresiva de países a la Nueva Ruta de la Seda, China se aprovisionaría no solo de recursos naturales para no solo lograr mayor soberanía, sino incluso una posición estratégica para controlar Eurasia entera y poder tener acceso al mundo. Pero estos objetivos son solo posibles planteando una concepción multipolar de las relaciones internacionales. Respetando, integrando y potenciando a cada una de las naciones y regiones en un todo multipolar poliédrico, plurinacional y pluriversal.

La crisis provocada por la OTAN en Ucrania y la Crimea, deberían servir también como una cortina de humo para obligar a la Unión Europea (UE) a firmar el Tratado de Libre Comercio con EEUU e imponer a partir de esa plataforma que rusos y chinos acepten, sí o sí el nuevo sistema monetario global “planteado” por la elite financiera globalista. Rusia respondió muy hábilmente al golpe de Estado occidental en Ucrania, tomando Crimea sin disparar un tiro y dejando a sus adversarios con los serios problemas económicos y políticos de Ucrania. Con el referéndum en Crimea, por vez primera un pueblo ex soviético decide libremente reconocer la autoridad de Moscú. El regreso de Crimea a la Federación Rusa y el voto masivo de la población a favor de ese paso han confirmado el fracaso de los planes de Estados Unidos y su principal objetivo: sacar a los rusos de Sebastopol y cerrarles, a la vez, la puerta al Medio Oriente. Washington quedó en ridículo al ver que Bruselas no adopto ninguna sanción económica significativa contra Moscú. Presenciamos como la élite financiera globalista de Wall Street/Londres/Hong-Kong ha creado en Ucrania su propio ‘Waterloo’.

En el siglo 21, China se transforma en el primer importador de petróleo y Rusia como el mayor exportador de energía fósil. Rusia e Irán le venden petróleo a China fuera del ámbito del dólar. A partir de 2014, el control del precio del petróleo en particular y de la energía en general, estaba cada vez más en manos de China y Rusia. China celebró acuerdos “swap” (contratos por fuera del dólar) con Rusia, Brasil, el Reino Unido, Australia, Japón, Chile, los Emiratos Árabes Unidos, Corea del Sur, y para finalizar, hasta con la Eurozona. De esa manera, Rusia y China “impulsan” a la Eurozona a salir de la zona del dólar, que de hacerlo estaría cayendo otro pilar occidental que aún lo sostenía. Estos cambios anuncian ya el fin del petrodólar.

2014: año para la historia

Los historiadores afirmarán que el siglo XXI se inició en el año 2014 con la cooperación entre ambos países y el anuncio de la integración de Eurasia y la Nueva Ruta de la Seda. Significando el lanzamiento público del proyecto multipolar en Sudamérica-Latinoamérica, el consecuente inicio del declive del imperialismo norteamericano y la confrontación con el proyecto de imperio global ascendente. Por lo tanto, podría considerarse que las fuerzas globalistas de la OTAN cometieron un error estratégico al provocar el “golpe de Estado Global” en Ucrania en 2014. Pero, tal vez, el mismo despliegue del proyecto globalista unipolar ya no dejaba márgenes más que el de tener que lograr una derrota estratégica sobre las capacidades nacionales de Rusia. Pues, la derrota estratégica de Rusia también lo sería para la China multipolar para el desarrollo de multipolarismo, observado en las reuniones del BRICS (grupo de países integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).

A partir de la crisis en Ucrania, Rusia y Alemania avanzan en construir el gasoducto Nordstream-2 por el Mar Báltico. Evitando que el flujo de gas sólo pueda llegar a Alemania y la UE, a través de Ucrania y Polonia. Estados Unidos, particularmente los intereses globalistas en la OTAN, implementan fuertes sanciones contra las compañías y países que financian y/o construyeran el gasoducto, presionando sin mucho éxito a la UE para que implemente sanciones contra Rusia. Sin embargo, en realidad esta política no es sólo contra Rusia sino también contra la propia UE, y Alemania en particular. Para destruir toda capacidad e intereses para integrarse al proyecto multipolar en Eurasia. Es claro que la Unión Europea pos Brexit ha fortalecido la decisión de integrarse, por beneficios económicos, tecnológicos, de seguridad, etc., a China y a Rusia, al mundo multipolar y potenciarlo.

La Unión Europea post Brexit deja de nuevo solo al globalismo en EEUU y en Gran Bretaña en 2021 con sus planes bélicos sobre Ucrania, al entender que el continente podría ser de nuevo el escenario de una guerra de gran envergadura con Rusia. Con esta decisión se aleja de EEUU y se acerca aún más a Rusia. Putin a partir de la primera crisis de Ucrania realizó una jugada acertada para acercar a la Unión Europea. Solo la Rusia de Putin era capaz de frenar las oleadas de migraciones, que todos los países europeos juntos no lograron: destruir el proyecto de la OTAN de construir el “Califato” con tropas de mercenarios, a partir de tomar y ocupar Siria, causando y organizando grandes oleadas de migración de refugiados hacia la Unión Europea. Rusia al acabar en buena medida con las fuerzas mercenarias de la OTAN en Siria, hizo posible que el gobierno sirio de Bashar al-Ásad controle, reduzca y revierta notoriamente la oleada migratoria.

El bumerang yanqui

Son precisamente las sanciones de EEUU contra Rusia, las que han acelerado al Multipolarismo en los años posteriores a 2014, hasta 2020. En 2021, los globalistas (el verdadero poder tras del trono de Biden) vuelven al gobierno y aparentemente no han aprendido la lección. Al imponer en la presidencia a Biden, se despliega un nuevo intento de la OTAN de provocar una guerra con Rusia, usando a Ucrania y Polonia como plataformas punto de apoyo. Provocaron al presidente de Ucrania a iniciar una guerra contra las provincias del Este del país, del Dombás. Rusia dejaba muy en claro que la administración Biden no debería “cruzar las líneas rojas” de Moscú, ya que al hacerlo Rusia respondería de manera desproporcional.

Más allá de la cacofonía desinformativa de las plataformas comunicacionales occidentales, existían firmados desde 2014 los “Acuerdos de Minsk” entre EEUU y Rusia, el acuerdo para poner fin a la guerra en el este de Ucrania, firmado por representantes de Ucrania, la Federación Rusa, la República Popular de Donetsk (DNR) y la República Popular de Lugansk (LNR) el 5 de septiembre de 2014. Fue firmado después de extensas conversaciones en Minsk, la capital de Bielorrusia, bajo los auspicios de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).

Ese protocolo básicamente versa sobre tres aspectos fundamentales que constituyen la línea roja:1) la redacción de una nueva constitución en Ucrania, que definirá los siguientes parámetros: el idioma ruso será oficial junto al ucranio y las dos regiones dispondrán de amplia autonomía; 2) la Federación Rusa protegerá a los rusófilos de la parte oriental de Ucrania, y 3) la neutralidad de Ucrania entre Estados Unidos y Rusia. Fue el momento en que la administración Biden buscaba el conflicto con China en torno a Taiwán, a pesar que bien saben de la existencia internacionalmente aceptada de ‘Una sola China’

Desde los inicios mismos del siglo XXI, Rusia y China ya habían comenzado un proceso de desdolarización en su comercio internacional. Con el golpe de Estado de la OTAN en Ucrania en 2014, Putin ve la oportunidad y percibe a partir de la experiencia propia en tiempos de la URSS, para “desencadenar” la Perestroika en Occidente ya en marcha. La Organización de Países Exportadores de Petróleo más Rusia (OPEP+1) acordaron en 2014 inundar el mercado de petróleo, provocando una caída de los precios por varios años. El resultado fue la quiebra de muchas empresas norteamericanas relacionadas con la extracción de gas de esquisto (no fósil), bajo control de las transnacionales globalistas (ej.: Chevron) y al ex presidente Obama. En setiembre de 2017, el presidente Vladimir Putin dio instrucciones para que el dólar deje de ser moneda de pago en todos los puertos del Rusia.

Para esquivar las sanciones norteamericanas por medio de bloqueos a las transferencias bancarias vía el sistema SWIFT (bajo control de las transnacionales globales) Rusia, en 2021, anuncia tener instalado su propio sistema de intercambios bancarios por fuera del dólar y ofreció el uso del mismo a otras naciones incluso a México, vecino de EEUU. Esta hazaña junto al sistema chino de transferencia bancaria (que desarrolló incluso antes que Rusia) constituirán un golpe letal para el dólar. Los rusos y chinos ya tienen una respuesta financiera propia y multipolar al sistema SWIFT y lograr así una desdolarización cada vez más generalizada del comercio internacional. El dólar como moneda de intercambio universal ya es cosa del pasado.

Fin del dólar como moneda internacional de reserva

El mundo que China y Rusia, con los países de la Nueva Ruta de la Seda, plantean inaugurar no es chino, sino multipolar. El sistema monetario internacional estabilizado que los chinos plantean es un sistema multi-monetario en el cual las diferentes monedas estarían vinculadas al oro con el respaldo del petro-yuan-oro, y sin a priori excluir al dólar ni a ninguna otra moneda. Los bancos centrales chino, indio y ruso, que se encuentran en pleno proceso de desdolarización de sus reservas internacionales, han apostado fuertemente por la compra de oro. El oro físico opera como valor de refugio ante la inminente devaluación del dólar como moneda internacional de reserva. Cuanto más descienda el dólar más subirá el precio del oro, así como la mayoría de las materias primas. Igualmente, cuando el apetito mundial de comprar bonos del Tesoro tiende a la baja, como es el caso en la actualidad, tiende a subir el precio del oro. La manipulación del precio de oro hacia la baja lo han logrado los grandes bancos, mediante la oferta de promesas de oro en papel. Pero en los últimos años no han podido detener el precio de oro físico, ya que China tiene mayor control sobre el precio del oro que Occidente.

El flujo masivo de oro a China, desde hace más de una década, evidencia que las autoridades chinas están en un esfuerzo de internacionalizar su divisa y no solo evitar depender del dólar sino reducir su capacidad de manipulación a partir del mismo. La venta cada vez más masiva de los bonos del Tesoro indica la pérdida de confianza en el dólar. China, India y Rusia más otros países de la Nueva Ruta de la Seda han acumulado grandes cantidades de oro.

La desconfianza en el dólar se ha manifestado también a partir de las apuestas al Bitcoin y otras cripto-monedas no controladas por algún banco central. Al no aceptar el uso de Bitcoin como moneda de intercambio, China propinó un fuerte golpe a las criptomonedas. La confianza en el dólar ha llegado al punto que expertos en temas financieros (Kaiser Report) han anunciado que el fin de la era del dólar (como moneda hegemónica de reserva internacional) podría darse este mismo 2021 e incluso algunos se atreven poner fecha para el mes de agosto.

EEUU se reorganiza

La respuesta de la administración Biden al creciente éxito económico de China y otras naciones, que eran antiguas colonias empobrecidas hasta décadas recientes, es organizar a sus propios aliados. Especialmente los países e islas de habla inglesa, para convertirlos en una alianza comercial y militar global totalmente separada (recordar los Five Eyes y el Commonwealth, el legado del Imperio Británico, mediante el cual Reino Unido sigue vinculado a sus antiguas colonias y promueve la cooperación económica y cultural a través de este organismo), que se oponga a China como líder del proyecto multipolar y obligar a todas las naciones no alineadas, incluyendo a la Unión Europea, a tener que elegir entre aliarse con Estados Unidos o ser conquistadas por Estados Unidos y sus aliados. Es “Nosotros” o “Ellos”,

El 10 de abril de 2021, Strategic Culture publicó un editorial: “Ucrania, Taiwán… Agresión estadounidense de dos puntas hacia Rusia y China”. Y señaló: «Biden está impulsando (…) una acumulación militar cerca del territorio de China. Esta semana, el cuarto destructor de misiles guiados de Estados Unidos pasó por el Estrecho de Taiwán desde que Biden asumió el cargo. Ese mar angosto separa la isla separatista del continente de China. Beijing tiene un reclamo territorial soberano sobre Taiwán, que es reconocido por la gran mayoría de las naciones, incluido hasta hace poco por Estados Unidos bajo su política llamada “Una China”» (Zuesse, 18 de mayo). Ya vimos que con Rusia no pudieron imponer condiciones. Biden se reunirá con Putin en Suiza, dejando en claro su derrota en Ucrania.

Biden ahora está erosionando deliberadamente la política de ‘Una China’ al enviar delegados a la isla en visitas oficiales, aumentando las ventas de armas y al hacer declaraciones públicas provocativas que Estados Unidos “defenderá” a Taiwán en caso de “una invasión” por las fuerzas chinas. La segunda semana de mayo, un alto funcionario advirtió que las fuerzas de la isla derribarían los aviones chinos que se acerquen al territorio. Esto no es más que un desafío flagrante a la integridad territorial y la soberanía de China.

Como en el caso de Ucrania y Rusia, son las palabras y acciones de Washington las que están avivando las tensiones entre Taiwán y China. Aquí hemos de entender que la movida de China de no aceptar el Bitcoin como moneda de intercambio, podemos esperar una fuga al Bitcoin como modalidad de fuga del dólar como moneda de reserva. Estamos ante el momento que el dólar deja de ser moneda internacional de intercambio y de reserva internacional y con ello finaliza la era del dólar. Sin más aceptación de los bonos del Tesoro, el complejo industrial y militar de EEUU carecería de financiamiento y con ello no habrá otro camino que la Perestroika en Occidente en general y de EEUU en particular.

Objetivamente no hay ninguna razón por la que Estados Unidos no pueda ser amigo de Rusia y China para resolver las diferencias. Sin embargo, un imperio en decadencia busca salvarse como imperio totalitario y lo primero de un régimen totalitario, junto con la confiscación y mutilación de la realidad, es la confiscación de la historia y la confiscación de la cultura y todo ocurre casi simultáneamente. Lo que parecía ser inimaginable está ahora sucediendo en Estados Unidos. Se observan ya aspectos del totalitarismo tipo nazifascista afirma Evelyn Markus.

Vemos autoritarismo a partir de la pandemia en el mundo Occidental entero. En EEUU hay obsesión por la raza, declarar colectivamente a una etnia culpable, avergonzar, humillaciones por etnia, saqueos, incendios provocados, violencia racista, intimidación de opositores, cancelar cultura, controlar la difusión de noticias y adoctrinamiento de los niños en las escuelas. Abundan noticias falsas, teorías de la conspiración, una revisión de la historia, un nuevo lenguaje impuesto y un robo no procesado. Todo en nombre de una ‘cultura más justa’. Los Nazis reprimieron la disidencia, controlaron la difusión de noticias y controlaron la cultura. La “noche de los cristales rotos” comenzaron los saqueos, incendios provocados y la humillación pública, por motivos étnicos.

El paralelo con lo que está pasando en EEUU no deja de ser sorprendente. Sin embargo, EEUU se aislará de esta forma cada vez más en el mundo y no hablamos todavía de la desintegración interna en el país como hemos señalado en otros artículos. Los estados republicanos están cada vez más distanciados de los estados demócratas en muchos sentidos. Hay fuerte migración hacia los estados republicanos e incluso de Silicón Valley de personas y empresas hacia Texas. Las campañas de elecciones de término media en 2022 se acercan y no hemos de excluir un escenario de un camino hacia la secesión de los Estados republicanos, hecho que haría completa la Perestroika en EEUU.