Cuba: el show de San Isidro (fotos, video) Diario Granma y Cuba Debate

Cuba: el show de San Isidro (fotos, video) Diario Granma y Cuba Debate

El Presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, participó en el encuentro Tángana en El Trillo, convocado por jóvenes revolucionarios indignados con la farsa de San Isidro y la secuencia de manipulaciones y hechos asociadas a él.

La convocatoria para este encuentro, circulada a través de Facebook de manera espontánea, no preveía la presencia del presidente del país, quien apareció de improviso para respaldar su mensaje. Jóvenes por la democracia socialista, decía el slogan de la convocatoria, como parte de la cual se produjo un mitin concierto. En sus palabras a los presentes, Díaz-Canel resaltó que la Revolución siempre ha sido de los jóvenes. También hizo énfasis en que la defenderemos sin aceptar injerencias.

Diaz-Canel señaló que “la emoción no cabía en mi pecho y tenía que venir acá. Algunos me aconsejaban que no viniera para que no se manipulara la espontaneidad de esta manifestación. Ustedes saben todo lo que nos han querido montar. Y que seguramente se repetirá, porque los planes contra la Revolución continúan”.

Además, señaló: “creían que podían destruir la Revolución antes de terminar la administración Trump, pero se quedaron y siempre se quedarán con las ganas. Diálogo para mejorar y perfeccionar el socialismo siempre”. El Presidente pidió cantar Pequeña serenata diurna, en homenaje a Silvio, cuyo cumpleaños ha sido este 29 de noviembre.

La mañana del domingo, el mandatario escribió en su cuenta de Twitter una serie de mensajes en los cuales dejó clara la posición oficial de Cuba ante la provocación de San Isidro. “Quienes diseñaron la farsa de San Isidro se equivocaron de país, se equivocaron de historia y se equivocaron de cuerpos armados. No admitimos injerencias, provocaciones ni manipulaciones. Nuestro pueblo tiene todo el valor y la moral para sostener una pelea por el corazón de Cuba”, escribió.

En varios post sobre el tema, en los cuales comparte artículos de la prensa revolucionaria y de algunos intelectuales, el Presidente refuerza ideas como el empeño enemigo de lastimar al país, en especial este año, marcado por una pandemia y el endurecimiento del bloqueo.

San Isidro, un acto de reality show imperial

Por Enrique Ubieta Gómez, diario Granma

Se va Donald Trump. Pero unos cubanos, que provocan vergüenza ajena, lo reclaman como “su” presidente. “¡Trump 2020!”, gritan. Como presidente hizo casi todo para ahogar al pueblo de Cuba y tuvo el cinismo de decir que lo ayudaba. Cuando impedía, retrasaba o aumentaba el costo de la llegada de los barcos con petróleo, o impedía el comercio o las transferencias de dinero al país, decía socarrón: no saben gestionar la economía. Cuba, sin embargo, gestionó ejemplarmente los efectos de la pandemia y de la crisis económica internacional –y en un derroche de humanismo envió 53 brigadas médicas a países pobres y a países ricos–, creó sus medicamentos y ensaya sus propias vacunas, amortiguó los cuantiosos daños de las intensas lluvias… y no dejó a nadie desamparado.

Esos trumpistas nacidos en Cuba son “¡(…) desertores que piden fusil en los ejércitos de la América del Norte, que ahoga en sangre a sus indios [y a sus negros], y va de más a menos!” en palabras de José Martí. Después de más de siglo y medio de luchas, ¿alguien duda que al imperialismo estadounidense le interesa Cuba y no la libertad o el bienestar de Cuba?

Existe una controvertida referencia histórica: la Malinche. Una esclava náhuatl que fue amante y traductora de Hernán Cortés, y contribuyó con sus consejos a la conquista del territorio mexicano. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, malinche, hoy, es toda “persona, movimiento, institución, etc., que comete traición”, no importa si es hombre o mujer. El llamado Movimiento San Isidro es un acto del reality show en que Donald Trump convirtió su presidencia. Los allí reunidos son llamados “colegas” en un tuit del Encargado de Negocios de la Embajada de los Estados Unidos en Cuba.

No evado el hecho concreto. Un policía, de uniforme, lleva una citación al ciudadano Denis Solís. El receptor lo insulta, con palabras que no puedo reproducir, y lo amenaza. El policía no lo esposa, no lo golpea, no le coloca la rodilla en el cuello. Hay un video tomado por la supuesta víctima que lo atestigua. Denis es detenido por desacato. Ha recibido con anterioridad varias multas administrativas por alteración del orden y dos advertencias oficiales por asedio al turismo. El delito de desacato está previsto en el artículo 144.1 del Código Penal. Denis acepta los cargos y no apela. Pero antes grita que Trump es su presidente y se convierte en “disidente”.

Los “huelguistas” de San Isidro exigen su liberación. Se declaran en huelga de hambre y de sed, pero al séptimo día Alcántara, el líder de la provocación –el que ha mancillado la enseña nacional en otros actos de esta extraña obra de teatro–, aparece en un video tomado por sus colegas –para usar el mismo término que el diplomático imperial–, impetuoso, mientras impide la actuación de las autoridades sanitarias, y no desfallecido en su cama (como la lógica médica indica).

Siempre existen los crédulos y los sinceramente preocupados por la salud de los “huelguistas”. Y también los que sugieren que no nos conviene que se mueran, como si la Revolución no peleara cada día y cada hora por la vida de todos sus ciudadanos, estén o no con ella, frente a los intentos imperiales por rendirlos de hambre y enfermedades. Si Denis está preso y no hospitalizado o fallecido, es porque en Cuba no existen desaparecidos, y la policía que hace cumplir el orden, como debe ser, no asesina ni tortura.

El reclamo es tan poco serio —digo, para los cubanos— que abundan los “ni, ni”. No estoy de acuerdo con los de San Isidro, pero tampoco con la actuación del Gobierno, dicen. Si somos serios en el análisis, debiéramos dejar a Denis (el pretexto), y buscar las verdaderas razones.

Aquí me salto cualquier suposición monetaria –aunque Denis confesó haber recibido dinero de una persona relacionada con atentados realizados en Cuba–, prefiero discutir ideas. Y no conozco los motivos del extraño viaje del escritor-periodista que para llegar a Cuba desde México, tuvo antes que pasar por Estados Unidos.

Pero los equilibristas ofrecen pistas: no se trata de un Decreto o de una decisión que alguien ha considerado errónea –en las declaraciones se mezclan todas y si mañana mismo el Gobierno decide algo más, será incorporado al saco–, no se trata de la libertad de expresión (mucho menos de la artística), sino de la construcción de una oposición política claramente auspiciada ya por el imperialismo, de la reinstauración de la democracia burguesa y de la muerte de cualquier atisbo de democracia popular.

Aunque quizás muchos de los demandantes no lo sepan, el verdadero propósito es la restauración de la Cuba neocolonial. Para que no quepa duda, altos funcionarios del Gobierno de Trump han salido de inmediato a defender a sus actores de reparto. Saben que la función está por acabarse y necesitan clavar los últimos puñales.

Por eso es tan indignante leer algunos textos mercenarios que comparan a los heroicos combatientes de la clandestinidad durante la dictadura de Batista con estos desertores que piden fusiles en el ejército invasor, parafraseando a Martí. Sí, ya se unen las voces de cierta prensa trasnacional, atenta al último estertor trumpista.

Dicen que vivimos en la era de la posverdad, una “situación en la que los hechos objetivos influyen menos que las emociones o a las creencias cuando se trata de definir la opinión pública”, según un Diccionario. Pero la Revolución cubana no acostumbra a mentir ni a disfrazar las verdades. A no mentir jamás, nos enseñó Fidel, el hombre que vive en cada revolucionario cubano.

¿Quién está detrás del show anticubano en San Isidro?

Por Raúl Antonio Capote, diario Granma

Desde fines del siglo XIX, el barrio de San Isidro, en La Habana Vieja, se convirtió en “zona de tolerancia”.

Barrio de gente humilde, vejado por la presencia de marines yanquis que desembarcaban en busca de diversión y sexo barato. Su vida cambió al triunfar la Revolución en 1959.

La otrora escarnecida barriada habanera cuenta hoy con 14 consultorios médicos, una clínica de medicina tradicional, una clínica veterinaria, tres círculos infantiles, un jardín infantil y cuatro escuelas.

Tuve la oportunidad de compartir con los vecinos del lugar, en un barrio-debate organizado por los CDR hace unos dos años, en homenaje al Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz.

Nos reunimos, sin tribunas ni discursos pre-elaborados, al pie de la Ceiba del parque. Recuerdo dos intervenciones, una en la que, a nombre de todos los vecinos, un compañero, desde su fe religiosa, declaró su apoyo incondicional a la Revolución.

La otra fue la de un anciano, quien llamó a sus conciudadanos a recordar lo que era aquel lugar antes del 59 y cómo muchos de ellos, siendo niños, conocieron casos de mujeres que fueron ultrajadas por los marines yanquis.

Sin embargo, estas historias conmovedoras de transformación social no son las que trascienden a los medios transnacionales de prensa y las redes virtuales que por estos días han fijado su atención en este populoso barrio.

Nuevo show anticubano

La cotidianidad en esta barriada se ha visto alterada por un grupo de personas –14 en total, cuatro de ellas pertenecientes al llamado Movimiento San Isidro–, quienes se han convertido en centro de un nuevo show contrarrevolucionario, auspiciado y apoyado por el gobierno estadounidense.

El espectáculo es muy similar al que, en otras oportunidades, han escenificado otros grupos mercenarios o títeres al servicio del gobierno de Estados Unidos. No olvidemos la connotada, por ridícula y falsa, “huelga del aguacate”, en la que su promotora fue sorprendida degustando apetitosos menús.

No todos desempeñan el mismo papel en el performance: unos dicen estar en huelga de privación de comida y de agua, otros de comida y varios guaracheando, según se puede apreciar en las transmisiones en vivo, especie de reality show que acostumbra a realizar el “movimiento” por las redes sociales, en actos de autopromoción o de reportes a quienes los financian.

El grupo, por el momento, exige dos cuestiones: la primera, la liberación de Denis Solís González, presentado como un joven artista censurado, quien según alegaban estaba desaparecido después de ser detenido por la Policía.

Denis Solís actualmente se encuentra sancionado a ocho meses de privación de libertad por el delito de desacato a las autoridades. Este ciudadano no presentó recurso de apelación contra la pena.

Video YouTube: Testimonios de Denis Solís González sobre su vínculo con terrorista en EEUU, San Isidro, Cuba

La Agencia Cubana de Rap, institución cultural de reconocimiento internacional, desmontó el burdo argumento que esgrimen los manipuladores sobre su relación con el arte: “La voz de un principiante sin obra consolidada no puede invocarse como representativa de nuestro hip hop, mucho menos cuando se conoce que los intereses que defiende hacen parte del plan subversivo orquestado contra la Revolución Cubana”.

La naturaleza de esta trama no demoró mucho en ser esclarecida hasta por el propio Solís González, quien, en un video difundido en las redes sociales, reconoció tener vínculos con personas que han financiado actos violentos contra Cuba, como es el caso de Jorge Luis Fernández Figueras, acusado por la justicia cubana por pertenecer a un grupo terrorista radicado en Miami, quien le prometiera el envío de 200 dólares si cumplía con sus instrucciones.

¿Qué es el supuesto Movimiento San Isidro?

El fabricado Movimiento San Isidro, centro de un boom mediático orquestado por la articulada red de medios al servicio de los intereses de EEUU, no representa para nada al barrio humilde, laborioso y revolucionario del que han tomado el nombre y que repudia la presencia de personas que viven del escándalo, cometen acciones degradantes e incluso manipulan a menores de edad para sus performances groseros y provocadores.

Luis Manuel Otero Alcántara, a quien identifican como cabecilla del grupúsculo, tiene un abultado expediente de provocaciones, aupadas y arropadas por Mara Tekach, cuando fungía como encargada de negocios de la embajada estadounidense en La Habana. Entre los políticos a los que profesa admiración destacan congresistas que han impulsado el arreciamiento del genocida bloqueo en contra del pueblo de Cuba.

En los reality shows que acostumbran a hacer se puede apreciar la degradación existencial y cultural de su grupo y el vínculo con terroristas de Miami, que han ejecutado acciones violentas contra nuestro país.

En una de las transmisiones en vivo que hicieron, uno de los miembros del pretendido Movimiento saludó al terrorista William González Cabrera, responsable de financiar acciones contra instalaciones y establecimientos en Cuba, como fueron los intentos de incendio de una cafetería, de una barbería y de una bodega, y otro integrante del grupo preguntó por acciones que se realizarían con cocteles Molotov.

Mientras se tejía el guion del montaje de la solidaridad con Denis Solís, a sus “hermanos” de causa se les pudo ver fiesteando en un video que circularon por las redes, actitud que contrasta con el martirologio que, con horas de diferencia, montaron.

El segundo pretexto que inventaron, para ganar popularidad con su provocación, es la eliminación de las tiendas en MLC, medida necesaria para enfrentar el recrudecimiento del cerco económico implantado por la administración de Donald Trump, agravado por la crisis generada por la COVID-19.

Llama la atención que a los mismos individuos que hacen esta exigencia les compran alimentos desde el extranjero en estas tiendas a través de una plataforma online, en medio de la huelga de hambre y sed que dicen sostener.

Ultraje de Luis Manuel Otero Alcántara a la bandera cubana Foto: Tomada de Internet

¿Quién mueve los hilos?

El nuevo show, instrumentado desde Washington y Miami, forma parte de los planes de subversión contra Cuba, y tiene antecedentes en otras acciones similares organizadas, ejecutadas y financiadas por ese gobierno en el afán de destruir la Revolución.

Si analizamos el modus operandi del llamado Movimiento San Isidro, encontraremos muchas regularidades presentes en la estrategia de Golpe Suave del manual del politólogo norteamericano Gene Sharp, al advertir varias similitudes entre los planes ejecutados en el Maidán ucraniano, las guarimbas venezolanas y las acciones de grupos de delincuentes durante el golpe de estado contra Evo Morales en Bolivia…

Se observa, como tendencia, que recurren a bandidos y a personas de baja catadura moral que se prestan para servir como agentes de un gobierno extranjero, con el fin de promover el caos y alimentar la narrativa de la violencia y la represión, propalada por una financiada y articulada red de medios digitales y tradicionales.

Funcionarios del gobierno de Estados Unidos no han escondido su complicidad con lo acaecido en La Habana, hecho que contrasta con la actitud de nuestro gobierno de no interferir en los asuntos internos de otros países.

Michael Kozak, subsecretario interino de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de Estados Unidos, ferviente promotor del bloqueo y del cierre de remesas, ha realizado varias declaraciones de apoyo al Movimiento San Isidro, al igual que el senador republicano por la Florida, Marco Rubio, cuyo prontuario anticubano es bien sabido por nuestro pueblo.

Encuentro de contrarrevolucionarios con Luis Almagro Foto: Tomada de Internet

Tampoco podía faltar, si de injerencia se trata, Luis Almagro, secretario general de la desprestigiada OEA, quien no tardó en mostrar su apoyo a esta nueva acción anticubana.

 

A los funcionarios yanquis, congresistas anticubanos y al secretario general de la OEA no les interesa la afectación a la salud que una actitud irresponsable pudiera tener para algunos de los involucrados. Lo que buscan a toda costa es desacreditar la trayectoria limpia y ejemplar de la Revolución, reconocida recientemente con la elección de Cuba como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, y apoyar las justificaciones del gobierno de EEUU para el mantenimiento del bloqueo genocida que afecta a todo nuestro pueblo.

Esta acción provocadora, cuyos hilos se mueven desde Washington y Miami, pretende desconocer la rica historia de la Revolución, que no admite ceder a las presiones del imperio, ni de un puñado de marionetas. El pueblo cubano conoció en enero de 1959 el valor de la independencia, de la soberanía y del culto a la dignidad plena del hombre: a esas conquistas que tanta sangre gloriosa han costado no está dispuesto a renunciar.

San Isidro, editorial de Cuba Debate

Hay un grupo empeñado en lastimar a un país. Hay gente haciendo todo para que este año, marcado por las angustias de una pandemia mezclada con las mil vueltas de tuerca que ha experimentado el bloqueo, termine mal para Cuba. Es el modo que han encontrado para sacarse dos espinas en un acto: la desafiante resistencia cubana y la sonora derrota trumpista.

Bajo el paraguas del arte, del presunto vínculo de algunos de ellos con actividades intelectuales y artísticas, ese grupo lo ha intentado todo: enlodar la bandera, dañar el patrimonio, burlar la ley, provocar a las autoridades, violar normas y protocolos sanitarios, distraer a los que aportan, “hacer explotar la olla”, como han llegado a escribir sus hinchas desde la otra orilla.

¿Con qué derecho puede alguien, que no tiene ninguna obra intelectual o artística o, incluso, si la tuviera, que no es el caso, ofender, escupir, herir de obra o de palabra el cuerpo o los sentimientos de la mayoría y aun así, pretender que se le reconozca o admita sus exigencias, aunque sean descabelladas e ilegales?

Las acciones del grupo, exhibidas por ellos mismos en las redes, tienen tanto carácter antisocial, de irrespeto y provocación como de banderas de las barras y las estrellas. ¿Y el arte? Por ninguna parte. Pero hay que hacer creer que sí lo hay. Por eso la convocatoria a la solidaridad del gremio, primero en las redes y luego en la calle, como manda el Manual de Gene Sharp sobre la guerra no convencional.

La puesta en escena del llamado MSI, con una demanda hoy y otra mañana y cada una más absurda que la anterior, tiene todas las señas de identidad de las maniobras que históricamente han desplegado los enemigos de la paz, la tranquilidad y la convivencia respetuosa.

Las demandas de los acantonados en una casa del barrio San Isidro de La Habana Vieja, en una farsa que no se puede creer -según los expertos nadie sobrevive a privación de agua por cinco días y mucho menos en el estado evidentemente saludable de Luis Manuel Otero Alcántara y otros, quienes dicen haber pasado siete días de ayuno total-, se caen por el peso de la mentira, el absurdo de las pretensiones y la maldad del propósito.

Exigir algo, conociendo de antemano la imposibilidad de que se conceda, es una provocación más, sino la central de este episodio. Se pretende mostrar al mundo un gobierno represor, que no escucha a sus ciudadanos.

Los vulgares y groseros epítetos y las amenazas, lanzados por Denis Solís contra el policía que llega para advertirle de las consecuencias de su ausencia a una citación a declarar sobre sus presuntos vínculos con terroristas basificados en La Florida, son muy elocuentes. Bajo el mandato del Trump, del que se declara entusiasta partidario, pero de cualquier otro gobierno y en cualquier otro país con duras leyes antiterroristas, otra sería la secuela de esta historia.

Más aún. En un país que lucha por sobrevivir al cerco económico en medio de una pandemia y, donde por demandas populares, se reforzaron medidas de control y se aplican multas de hasta 2 000 cup y más, para garantizar la disciplina indispensable a ese control, ¿en nombre de qué derechos, un recién llegado de México y Estados Unidos, donde cunden los contagios, se puede negar a cumplir las exigencias del protocolo sanitario?

No han faltado en las redes los entusiastas defensores de una equivalencia entre la actuación del Estado y quienes lo atacan con saña y después pretenden que se están defendiendo. La postmoderna equivalencia de todas las verdades aquí es derrotada por los hechos. De una provocación tras otra, de una transgresión tras otra, las “víctimas” de San Isidro han emergido vivos, sanos y salvos.

Además de la visible conducta antisocial de algunos de ellos, sus actitudes traslucen una certeza: en Cuba no se tortura, no se asesina, ni se desaparece a nadie desde 1959. Por eso enardece tanto y se recibe como otra provocación premeditada el llamado de algunos a que los quieren vivos. San Isidro no es el lugar de la sufrida Latinoamérica por donde sobrevoló y aun sobrevuela el Cóndor de la Transnacional del Crimen que Estados Unidos bendijo y que dejó más 30 000 desaparecidos en Argentina y cifras aun por calcularse en Chile, Uruguay, Brasil, Paraguay…

Quienes diseñaron la farsa de San Isidro se equivocaron de país, se equivocaron de historia y se equivocaron de cuerpos armados. Por supuesto, también se equivocaron al elegir a sus “líderes” para el eterno proyecto de destruir a la Revolución cubana. Los seleccionadores y los elegidos carecen de moral para sostener una pelea por el corazón de Cuba.

Programa especial de televisión sobre el show de San Isidro