Cuba enfrenta la campaña mediática contrarrevolucionaria Por Karima Oliva Bello | Diario Granma, Cuba

Cuba enfrenta la campaña mediática contrarrevolucionaria Por Karima Oliva Bello | Diario Granma, Cuba

(Introducción por Prensa Latina) Cuba está alerta ante los intentos de desestabilización ocurridos el 11 de julio, que generaron el rechazo de amplios sectores de la ciudadanía en todo el país. Durante la jornada dominical numerosos cubanos salieron a las calles para expresar su respaldo a la Revolución, en respuesta a las provocaciones ocurridas en diferentes puntos de la geografía nacional, instigadas a través de las redes sociales.

El presidente Miguel Díaz-Canel, en comparecencia televisiva, rechazó la actuación de quienes alientan esos actos y los calificó de oportunismo y doble moral, pues aprovechan las difíciles circunstancias del pueblo debido a la pandemia de Covid-19 y el recrudecido bloqueo económico de Estados Unidos. No quieren el bienestar de la gente, denunció el mandatario, y agregó que incitar a ese tipo de desorden en las circunstancias excepcionales del país es una perversidad.

El jefe de Estado, quien estuvo junto a otros dirigentes en San Antonio de los Baños, en la provincia de Artemisa (occidente), uno de los sitios donde se produjeron concentraciones de personas con diversos reclamos, recorrió las calles de esa localidad en unión de la población. Allí se refirió a la campaña mediática organizada desde el exterior para convocar a manifestaciones en la isla, y dijo que algunos confundidos participaron de esas acciones, mientras otros tenían preocupaciones y dudas legítimas.

No obstante, acotó, también estuvieron mercenarios pagados por agencias estadounidenses, frente a los cuales reafirmó que las calles del país son de los revolucionarios. No vamos a permitir que ningún contrarrevolucionario vendido, que recibe dinero norteamericano, provoque una desestabilización en el país, enfatizó Díaz-Canel durante su intervención en la televisión local, y convocó a salir en defensa de la Revolución.

Artistas, representantes de las organizaciones políticas y de masas, trabajadores y pueblo en general, respondieron con concentraciones populares en diferentes espacios públicos del país, a los cuales acudieron con banderas y coreando frases a favor de la Revolución y el Gobierno. Asimismo, diversas personas se unieron a un llamado popular a colocar enseñas nacionales y del 26 de Julio en los balcones y ventanas, como muestras de respaldo al proceso social cubano.

La campaña mediática que ahora sufre Cuba posiblemente tenga las horas contadas, pero algunas lecturas interesantes podemos hacer.

Cuando sigues el comportamiento que han tenido las redes sociales en Cuba en los últimos tiempos y tomas en cuenta los mecanismos de influencia subjetiva que han estado utilizando en la guerra comunicacional contra nuestro país, el sos, el llamado a un corredor humanitario y la subida de tono con la viralización de un reclamo de intervención humanitaria, eran previsibles.

Ante un escenario de desgaste sicológico condicionado por más de un año de pandemia, carencias materiales y el despunte del número de contagios y muertes, se presenta un clima idóneo que no iban a desaprovechar quienes gestionan la guerra comunicacional. Al contrario, lo están capitalizando.

Pautas para enfrentar guerra mediática

Tres pautas de comportamiento en redes pueden marcar la diferencia en cuanto a no seguirle el juego a la guerra mediática que se nos hace en estos momentos, pero que también podemos transferir a otras ocasiones, ya que lo realmente interesante es ir creando una cultura crítica para defender a Cuba en el territorio virtual:

Lo primero es no replicar publicaciones o cadenas de mensajes que como sos, la solicitud de intervención humanitaria, entre otras, induzcan el estado de opinión de que el país está en una situación de crisis de ingobernabilidad y debe ser intervenido. En su lugar producir y/o compartir contenidos que comuniquen en sentido contrario, ahora, por ejemplo, reforzando la importancia de la solidaridad y del no a la intervención.

También hay que evitar compartir expresiones de angustia, desespero, caos, proclives a generar contagios emocionales negativos. En su lugar, se debe promover pautas de enfrentamiento centradas en el cumplimiento de las medidas higiénico-sanitarias y en brindar el apoyo que necesite nuestra población y nuestro Estado en la gestión que está haciendo del enfrentamiento a la pandemia. Por otra parte, mantenerse informados y compartir toda la información posible proveniente de nuestros medios, actores sociales conocidos y/o fuentes seguras para contrarrestar las fake news que seguramente estarán circulando.

¿Por qué no a la intervención humanitaria?

La matriz de opinión que están induciendo ahora es la misma de todas las campañas anteriores que hemos visto, y la seguiremos viendo, variando su contenido temático, según el contexto: el Estado cubano colapsó, la gestión del Gobierno es ineficiente y el sistema no funciona. Argumentos en contra de esa tesis sobran. Paradójicamente, uno de los argumentos lógicos más evidentes lo aporta la propia política de bloqueo, ya que, si estuviesen tan seguros de que nuestro sistema no funciona, jamás hubiesen gastado ni un minuto de los últimos 60 años en bloquearnos.

Cuba no necesita ser intervenida por tropas militares de instancias internacionales que, con alta probabilidad, estarían supeditadas al país que es responsable de gran parte de la crisis que estamos viviendo.

Que en la campaña por el SOS, entre otras, participen personas pagadas o no, bien intencionadas o no, contrarrevolucionarias o no, es conveniente solo a la agenda intervencionista de Estados Unidos. Son sus términos, es su pauta. Preguntemos a los pueblos de los países que han intervenido humanitariamente en los últimos años cómo les ha ido con la «libertad» que le han llevado y con todo aquello de prosperidad y sueño americano.

¿Qué hacer con la preocupación y el deseo de ayudar?

Las inquietudes, preocupaciones y deseos de contribuir que son tan legítimos, pueden encontrar otras vías para realizarse. Se puede solicitar y brindar ayuda a través de los mecanismos habilitados por nuestras instituciones, o al menos, sin menoscabar la estabilidad social que precisamos como país para salir adelante. Es momento de unirse, no de ser disruptivos buscando protagonismos individuales.

En lugar de un sabotaje, nuestro Estado necesita apoyo, porque está librando una batalla fuerte por nuestras vidas. Se están batiendo con todo el personal de Salud, estudiantes de Medicina, médicos, científicos y científicas y están cansados.

En plena e intensa fase de vacunación, con bloqueo encima y una crudísima carencia de recursos, nuestro país ha garantizado pruebas de PCR para todo el que lo ha necesitado, ha tenido una cama para, incluso, quienes han sido solo sospechosos de contagio. Y sostiene todo este esquema de afrontamiento al virus y protección a nuestra población por más de un año ya. ¿Sabemos en cuántos países del mundo ha estado garantizado eso? Me atrevo a asegurar que en muy pocos.

¿Por qué no alentar el desaliento?

Duelen las cifras y cada persona que muere. No estamos acostumbrados a las imágenes de los pasillos con camas y pacientes. ¿Nos hemos preguntado por qué nos impacta tanto cuando ese ha sido, desde el comienzo, el día a día de los países, incluso del llamado primer mundo? Porque no lo habíamos visto en Cuba, a pesar de que llevamos más de un año manejando una situación epidemiológica tensa. Y eso habla a favor de nuestro sistema.

Solo en noticias nos hemos enterado de que en otros lugares grupos de ancianos han muerto abandonados en instituciones de cuidado. O de los muertos literalmente tirados en las calles. O que han elegido entre salvar a un joven o a un adulto mayor. Hechos lamentables que en Cuba no se han dado.

No estamos en las circunstancias que mediáticamente se fabrican. Es duro lo que vivimos, porque este virus lo ha sido para todos los países, para los ricos y para los empobrecidos, a cuyas poblaciones vulnerables les ha tocado la peor parte, pero es muy posible que estemos en uno de los lugares del mundo en donde la gestión del Gobierno ha puesto mayor empeño y ha logrado mayor eficacia en salvar vidas. Esa es la realidad objetiva, no hay otra.

Basta mirar las cifras al alcance de todos y lo que ha estado pasando en los propios Estados Unidos y en el resto del mundo para darnos cuenta de que en lo que se está diciendo sobre la necesidad de intervenir Cuba, hay una gran dosis de manipulación.

Las mismas cifras de nuestro país que nos asustan, paradójicamente ponen en evidencia que nuestra situación no es la más crítica, sino todo lo contrario, sin que podamos pecar de triunfalismo ni dejar de reconocer lo grave del momento.

Que quiten el bloqueo si quieren ayudar. Asedio que recrudeció la pasada administración estadounidense y que la actual se está gastando deliberadamente todo el tiempo del mundo en «revisar», con calumnias mediante, en medio de una crisis sanitaria.

Si no desean abandonar el doble rasero de la política exterior hacia nuestro país por conocidos intereses geopolíticos y económicos, a nosotros al menos nos asiste tomar la decisión de no bancarnos la desfachatada hipocresía. Lo sostengo pensando en la postura de nuestro Gobierno, que siempre ha sido clara al respecto, pensando en la postura nuestra como ciudadanas y ciudadanos, compelidos por las circunstancias a una participación cívica responsable en el escenario de debate político que estamos viviendo. A Estados Unidos lo que le corresponde hacer es eliminar el bloqueo, no hay más vueltas que dar al asunto. Y con esto no estamos pidiendo clemencia. Es a lo que tenemos derecho.

Mientras, apostemos por los canales de solidaridad internacional que históricamente han estado acompañando a nuestro pueblo.

Agradezcamos a cada persona, organización, movimiento social, gobierno o grupo de solidaridad que se nos una. Apoyemos con todo a quienes están dando lo mejor de sí en esta hora tan dura por ganarle la batalla a la pandemia. Una ruta para hacernos fuertes subjetiva y comunicacionalmente hablando.

Veo utilidad en hacer frente a las campañas en lugar de servirlas, sin desgastarnos en trifulcas personales. La mejor estrategia está en deconstruir sus matrices de opinión y posicionar nuestros propios contenidos. Salir al frente a tanta desinformación y manipulación mediática. Viralizar las verdades sobre nuestra realidad para inundar el territorio virtual con ellas. Ya hay compañeros de la izquierda internacional creyéndose la historia de que aquí hay un caos por todas las fake news que les llegan.

Estas campañas que no nos tomen por sorpresa. Seguirán produciéndose. Esta pasará en unas horas, no nos quede la menor duda. Vendrán otras. Necesitamos modelar escenarios mediáticos a futuro, cada vez, para impulsar agendas comunicacionales nuestras, proactivas, de contención y neutralización de los mecanismos de sujeción propios de la guerra comunicacional que se nos hace. Pero eso ya es tema de otro análisis.