El futuro con Vietnam sigue siendo incierto Katehon, Rusia

Vietnam siempre ha sido un país especial.

Un Estado socialista que prefirió a la Unión Soviética antes que a China, mucho más cercana en términos de territorio, y que a lo largo de su historia ha tenido que enfrentarse a las ambiciones de varias superpotencias a la vez.

Un “tigre asiático” de nueva ola que no ha abandonado su línea socialista y al mismo tiempo no ha copiado ciegamente la experiencia china. Un país antaño pobre y asolado por la guerra que está forjando cuidadosamente su propio y distintivo camino hacia el estatus de potencia regional.

Y –ya podemos hablar de ello– uno de los “pilares” más probables de un mundo multipolar en el Sudeste Asiático.

Con el lanzamiento de la Operación Militar Especial de Rusia en Ucrania, el “mundo multipolar” ya no es un mero concepto especulativo: encontrar a los futuros legisladores de este mundo venidero aquí y ahora se convierte en una tarea de vital importancia para Rusia. Y la reciente visita del Ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, a Vietnam parece indicar que la dirección política de nuestro país entiende esta tarea.

Dos conflictos clave

El camino de Vietnam hacia la independencia ha sido muy difícil. En distintos momentos han tenido que defender su independencia de franceses, japoneses y británicos, superar contradicciones internas y defender su derecho a la identidad frente a Estados Unidos y China. En medio del colapso del sistema colonial y la redistribución de la influencia en el sudeste asiático, Vietnam se enfrentó a enormes desafíos que enseñaron a los dirigentes del país a seguir una política multivectorial combinada con la autosuficiencia.

Los dos conflictos clave que definieron la política exterior de Vietnam en la segunda mitad del siglo XX fueron la Guerra de Vietnam propiamente dicha y la guerra de Vietnam contra China y los Jemeres Rojos.

La primera, que duró 20 años (1955-1975), la libró Vietnam del Norte contra Estados Unidos y los antiguos imperios coloniales, Francia y Gran Bretaña. Para Vietnam, esta guerra se complicó por el hecho de que además de los invasores extranjeros tenían que luchar contra “los suyos” (Vietnam del Sur), y los aliados a menudo se mostraron “fríos” ante su lucha debido a sus propios obstáculos geopolíticos y situacionales. Por ejemplo, tras la ruptura con la URSS, China redujo drásticamente su ayuda a Vietnam, sobre cuyo territorio ya tenía sus propias reivindicaciones. También Camboya ha cambiado repetidamente de bando en ese conflicto.

La URSS resultó ser un verdadero aliado de Vietnam en esa guerra, y el pueblo vietnamita recuerda y agradece esa ayuda hasta ahora. Serguéi Lavrov dijo lo mismo: “Vemos lo bien y profundamente que el pueblo vietnamita recuerda la contribución de nuestro país a la integridad territorial y a la unidad del pueblo vietnamita”.

La segunda guerra, también conocida como la guerra chino-vietnamita (1979), se desencadenó por el descontento de China con la acción militar de Vietnam contra el gobierno de los jemeres rojos en Camboya y algunas reivindicaciones territoriales. China conserva algunas de ellas hasta el día de hoy. En este singular conflicto (también conocido como la “Primera Guerra Socialista”), las acciones de China fueron paradójicamente apoyadas por Estados Unidos. Aunque las relaciones entre Vietnam y China han mejorado considerablemente desde el final de la Guerra Fría, Vietnam sigue siendo muy cauto. En 2016, por ejemplo, Vietnam desplegó sus sistemas de misiles en varias islas del Mar de China Meridional que China sigue considerando suyas.

Ambas guerras mostraron el espíritu indestructible del pueblo vietnamita, su valiente intención de llevar una línea propia e independiente. En resumen, entre la Escila estadounidense y la Caribdis china, el Vietnam socialista ha caminado con firmeza y cautela en el camino de convertirse en una potencia regional distintiva con sus propios intereses y opiniones sobre el equilibrio de poder en la región (Escila y Caribdis son dos monstruos marinos de la mitología griega situados en orillas opuestas de un estrecho canal de agua).

Los «Tres Noes»

El compromiso de Vietnam con este camino es particularmente evidente en la doctrina de los “Tres Noes”, a la que sigue adhiriéndose formalmente hasta el día de hoy:

1. No entrar en alianzas militares, no ser aliado militar de ningún país.

2. No permitir que los países extranjeros establezcan bases militares en territorio vietnamita.

4. No aliarse con ningún país contra un tercer país.

La actual situación global que conduce a un mundo multipolar plantea nuevos retos al pueblo vietnamita, a la dirección política del país y a las doctrinas geopolíticas establecidas.

Socialismo vietnamita

En la década de 1990, Vietnam comenzó a aplicar reformas de mercado graduales, mientras mantenía el rumbo de una posible mayor independencia económica y la ideología socialista formal bajo el sistema de partido único. El resultado no tardó en llegar, y Vietnam pronto se encontró en el club de los “nuevos tigres asiáticos”, junto con Malasia, Indonesia, Filipinas y Tailandia. La economía vietnamita sigue creciendo a un ritmo del 7% anual. Vietnam sigue siendo el líder del crecimiento económico entre los países de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN).

Al igual que los demás tigres de la segunda ola, la clave del rápido desarrollo económico de Vietnam ha sido la transición demográfica (fenómeno demográfico de rápido crecimiento asociado a la urbanización y al descenso de la mortalidad infantil), la mano de obra barata y la apertura de los mercados al comercio internacional. Además, Vietnam es un país rico en muchos tipos de recursos (incluidos el petróleo y el gas), con un enorme potencial agrícola y vastos recursos marinos. La posición de Vietnam en el mapa de los centros comerciales internacionales es, en muchos sentidos, clave. Pero a pesar de las fuentes de crecimiento económico comunes a otros tigres, Vietnam es una raza especial entre ellos.

Desde la perspectiva de los sistemas mundiales, el destino del “tigre asiático” no es realmente envidiable. El país se incorpora a la división global del trabajo, ofreciendo su nueva especialización al sistema económico mundial. A cambio de la oportunidad de recibir a su disposición una parte de los flujos financieros mundiales, el país renuncia esencialmente a su soberanía económica.

En las condiciones modernas, esto suele significar también la pérdida de la soberanía política. Este fue el caso después de la Segunda Guerra Mundial con Japón y Corea del Sur. Sin embargo, los “Tigres de la primera ola” obtuvieron una especialización relativamente prestigiosa: la ciencia, la medicina y la producción tecnológica. A los “nuevos tigres”, como Tailandia o Indonesia, se les ofrece ahora un trabajo mucho más “sucio”: la agricultura en bruto y las manufacturas sencillas (por ejemplo, la ropa). Y a pesar de las buenas cifras globales del PIB o del PNB, los habitantes de estos países se enfrentan en realidad a la pobreza, a un bajo nivel de vida, a una mala ecología y a unas condiciones de trabajo espantosas cada día.

Por supuesto, Vietnam no podía permitirse anteponer el crecimiento económico a la autonomía geopolítica. Por ello, optó por una vía de crecimiento ligeramente diferente.

Soberanía económica

La estructura económica de Vietnam es, en todos los sentidos, multieconómica. Esto le permite desarrollarse armoniosamente sin caer en la habitual trampa de los “tigres” de la sobreespecialización, y mantenerse independiente del poder económico de cualquier otro país.

En 2020, cerca del 16% de la economía vietnamita se basaba en la agricultura, el 30,5% en la industria y el 26,2% en los servicios. Todos los ámbitos de la economía se desarrollan de forma relativamente proporcional.

Las exportaciones vietnamitas también son diversas: cerca del 27% de las exportaciones se dirigen a Estados Unidos, el 17% a China, cerca del 18% a países asiáticos desarrollados (Japón, Corea del Sur), etc.

Los artículos exportados son también muy variados: arroz, café, elementos de tecnología y equipos digitales, coches ensamblados bajo licencias extranjeras, ropa e incluso reactores nucleares (alrededor del 6,7% de todas las exportaciones).

Todo esto descarta la posibilidad de dictar las condiciones a Vietnam confiando en los mercados: Vietnam siempre puede cambiar a otro comprador de sus productos a su propia discreción. Es precisamente la economía multivectorial de Vietnam la que protege su soberanía económica.

Y es precisamente este enfoque multivectorial el que permitió a Vietnam rechazar explícitamente las sanciones económicas contra Rusia tras el inicio de la Operación Militar Especial. Con esta decisión, Vietnam demostró su verdadera soberanía en materia económica y apoyó las aspiraciones de nuestros países a un mundo multipolar común.

En una rueda de prensa posterior a las conversaciones con el ministro de Asuntos Exteriores vietnamita, Bui Thanh Son, el 6 de julio, el canciller ruso Serguéi Lavrov afirmó que “las empresas vietnamitas ven perfectamente su interés, su beneficio, en un mayor desarrollo de las relaciones económicas y de inversión con Rusia. Tenemos una cooperación muy estrecha y estructurada en el sector energético. Hay empresas conjuntas en el ámbito de la producción y el suministro de hidrocarburos a los mercados internacionales y hoy hemos hablado de que estas empresas continuarán su trabajo”.

Según el diplomático, el volumen de negocios entre Rusia y Vietnam creció una cuarta parte el año pasado y esta tendencia ha continuado frente a las sanciones.

Los tres caminos de Vietnam

Dada la cautela multidireccional de la política exterior vietnamita, puede decirse que el futuro de Vietnam sigue siendo incierto. Sin embargo, en términos generales, hay tres escenarios más obvios. Considerémoslos por separado.

La primera vía posible para Vietnam es la vía “china”. A pesar del gran número de contradicciones existentes entre los países y de la evidente cautela de las élites vietnamitas, los países siguen unidos por intereses económicos comunes y por la oposición a la influencia de Estados Unidos en el Pacífico y el Sureste. Ya en 2002, Jiang Zemin realizó una visita oficial a Vietnam, donde firmó numerosos acuerdos para ampliar el comercio y la cooperación, y desde la década de 1990, el comercio entre los países ha crecido exponencialmente.

Por supuesto, a China le gustaría ver este “tándem chino-vietnamita” como una herramienta para sus propios planes geopolíticos. Por lo tanto, es muy probable que siga considerando a Vietnam como su “esfera de influencia” y no como un socio igualitario. En cualquier caso, el camino “chino” de la política exterior de Vietnam resultaría muy ventajoso para Rusia y peligroso para Washington.

La segunda vía para Vietnam, la “vía americana”, sería una gran vergüenza para Rusia, un duro golpe para China y, muy probablemente, el principio del fin del sueño de independencia vietnamita. Los analistas geopolíticos estadounidenses llevan tiempo sugiriendo que una alianza entre Vietnam y Estados Unidos es la única salvación para este país frente a las ambiciones del imperialismo chino.

Por supuesto, una alianza así difícilmente sería aceptada abiertamente por los actuales dirigentes del CPV, pero ¿no están los estadounidenses acostumbrados a cambiar de gobierno en estos casos?

El interés de China y Rusia –para evitar el “escenario americano”– nos obliga a trabajar positivamente en la diplomacia, hacer ofertas favorables y –si es necesario– salvaguardar directamente la independencia de Vietnam. China parece estar dispuesta a realizar este tipo de acciones incluso a pesar de sus propios intereses.

Para Rusia o China, un estado independiente (aunque no “a su lado”, como es deseado) sigue siendo mucho mejor que una marioneta estadounidense.

El singular rumbo de Vietnam también ha dado al país una tercera opción: la “vía vietnamita”, que implica una completa independencia geopolítica y la búsqueda de nuevos amigos en todo el mundo.

El mundo actual está lejos del “Fin de la Historia” de Fukushima, y por ello la India, los países latinoamericanos, algunas élites del sudeste asiático, etc., tienen ahora también sus propios intereses geopolíticos. Y entre ellos, Vietnam puede encontrar amigos fiables, útiles y fuertes.

Y, por supuesto, Rusia no es el menor de esos amigos. La visita diplomática de Sergei Lavrov a Vietnam los días 5 y 6 de julio de este año demuestra que ambas partes están considerando esta posibilidad de una amistad fuerte y constructiva.

Es importante señalar que desde 2016. Vietnam es miembro de la zona de libre comercio de la (Unión Económica Euroasiática) UEEA. Fue el primer Estado que se unió a este formato de cooperación.

El pueblo vietnamita ha derramado mucha sangre y sudor por su futuro independiente y distintivo. Me parece que todo el mundo en Rusia debería entender y sentir esto –especialmente ahora, cuando nuestro país se encuentra en una situación de “fortaleza asediada”.

Y sobre la base de este entendimiento, tenemos el deber de ayudarnos y apoyarnos mutuamente, aunque al principio el punto de partida de esta cooperación sea el interés propio. Es importante demostrar que dos naciones dignas ya pueden valerse por sí mismas en el mundo moderno y sin ningún “mundo civilizado”.