Vaticinio sobre el conflicto de EEUU con China y Rusia Por Leonid Savin | Katehon, Rusia

Vaticinio sobre el conflicto de EEUU con China y Rusia Por Leonid Savin | Katehon, Rusia

A finales de marzo de 2022, la Corporación RAND de Estados Unidos publicó un estudio titulado “Understanding Competition. Great Power Rivalry in a Changing International Order – Concepts and Theories” (Comprender la competencia. La rivalidad entre grandes potencias en un orden internacional cambiante – Conceptos y teorías).

El autor es el RAND Senior Fellow Michael Mazarr, conocido por sus publicaciones sobre la guerra híbrida, la seguridad, la estrategia militar y la teoría de la disuasión. Anteriormente ha comentado y contribuido regularmente a los informes sobre la rivalidad, pero el nuevo material viene con un ajuste a la operación militar especial de Rusia, por lo que es interesante el replanteamiento actual de la forma en que los analistas estadounidenses abordan la conducción de los asuntos globales.

Los pronósticos previos

Los estudios de la RAND se utilizan generalmente como doctrinas teóricas con objetivos tanto para los militares como para los políticos, por lo que es posible predecir posibles escenarios para el comportamiento futuro de Washington y sus satélites.

RAND ya ha abordado el mismo tema en varias ocasiones. Un informe de noviembre de 2021 elaborado por un grupo de autores sobre la estabilización de la rivalidad entre grandes potencias señalaba que, según un análisis de los factores clave, la confrontación de Estados Unidos con China y Rusia no hará más que aumentar.

Entre las recomendaciones para el gobierno de Estados Unidos estaba la de tomarse en serio la necesidad de desarrollar reglas de compromiso formales e informales, y buscar oportunidades de transparencia mutua, notificación y control de armas. También se habló de tratar de dar a los rivales (es decir, Rusia y China) un estatus mejorado a cambio de crear un espacio comercial para acuerdos que sirvan a los intereses de EEUU y mejoren la estabilidad.

Pero a juzgar por la negativa de Washington a considerar las propuestas de Rusia de diciembre de 2021, estas recomendaciones fueron ignoradas o los responsables no tuvieron tiempo de leerlas.

Un estudio anterior de 2018 sobre un tema similar tenía más que decir sobre China.

Se ha dicho que “el punto clave de la contienda será la relación entre el arquitecto del orden basado en reglas (Estados Unidos) y el principal competidor revisionista implicado en las disputas más específicas (China)…

Es probable que la competencia sea más intensa y persistente en los ámbitos no militares de interés nacional, y dirigir esos medios a otras sociedades plantea riesgos de escalada emergentes y poco conocidos”.

Ahora Mazarr, ante la crisis de Ucrania, señala que “es probable que esto tenga un profundo impacto en el sistema internacional y en la rivalidad paralela entre Estados Unidos y China, de formas aún poco claras”. Pero se mantendrá una importante dinámica competitiva a largo plazo, lo que agravará la necesidad de que Estados Unidos comprenda qué significa exactamente una estrategia de seguridad nacional basada en la competencia estratégica”.

Citando conceptos aceptados entre los académicos, Mazars identifica cuatro niveles o tipos de competencia. Se trata de un grado constante de competencia interestatal para maximizar el poder o la influencia; una competencia más aguda entre Estados que buscan el liderazgo sistémico; una competencia totalmente militarizada entre Estados agresivos dispuestos e incluso deseosos de utilizar la fuerza; y el concepto de competencia más discutido hoy en día: campañas de acción organizadas para obtener ventajas sin llegar a la gran guerra.

Competencia y estrategia

El autor hace la importante observación de que, en su forma, la competencia es una condición o situación, no una política o estrategia. La realidad básica del sistema internacional es que los países compiten de diferentes maneras, con diferentes objetivos. Cómo lo hacen, es decir, los objetivos que eligen, el conjunto de herramientas que utilizan para alcanzar estos objetivos, es una cuestión de estrategia. Y la naturaleza del sistema internacional de cualquier época establece el contexto de la competencia.

Para Mazarr, la respuesta de la comunidad mundial (y en realidad de los países occidentales -nota del autor-) a la operación en Ucrania demuestra hasta qué punto la mayoría de los países comparten normas y valores básicos y, en muchos casos, están dispuestos a tomar medidas decisivas para coordinar acciones en su defensa.

Las grandes estrategias más completas siempre han tratado de promover los intereses nacionales, aprovechando al máximo todo el espectro del comportamiento global, desde la cooperación hasta la competencia y el conflicto. Continúa señalando que “hoy en día, muchos países destacan explícitamente la importancia del orden basado en normas en sus estrategias de seguridad nacional. Especialmente para las potencias pequeñas y medianas, las instituciones y normas que proporcionan una mayor estabilidad y previsibilidad en la política mundial son muy deseables”. Sin embargo, Mazarr pasa por alto el hecho de que muchos países han rechazado y siguen rechazando la hegemonía estadounidense. Por lo tanto, la supresión del llamado orden basado en normas sería bien recibida y apoyada por ellos.

A continuación, resume su evaluación de otros aspectos importantes de la rivalidad internacional. Entre ellas se encuentran las siguientes:

✔️ La presencia de disputas “espaciales” o “posicionales”, o ambas. Algunas rivalidades se caracterizan principalmente por la rivalidad por el territorio o la soberanía (cuestiones espaciales), pero entre las verdaderas grandes potencias las rivalidades suelen centrarse en disputas posicionales más amplias sobre el control o “cuestiones de estatus, influencia y jerarquía en un orden o sistema determinado”. Este tipo de disputas son “excepcionalmente difíciles de resolver” y sólo suelen terminar cuando uno de los rivales se niega a luchar por la superioridad del sistema.

✔️ El riesgo de “proliferación de disputas insolubles”. Con el tiempo, las rivalidades pueden generar múltiples disputas sobre muchos temas, desencadenando una espiral de hostilidad.

✔️ Una tendencia a desestabilizar la carrera armamentística. La rivalidad a menudo estimula la acumulación militar mutua, lo que exacerba la percepción de la amenaza y aumenta el riesgo de guerra.

✔️ El riesgo constante de disputas militarizadas. La rivalidad suele caracterizarse tanto por una historia de conflictos armados como por el riesgo constante de crisis que amenazan con convertirse en una guerra.

Así, según el autor, la operación de Rusia en Ucrania encaja en el patrón clásico de comportamiento de rivalidad entre grandes potencias. “Estas rivalidades han ido a menudo acompañadas de disputas militarizadas, agresiones locales y guerras indirectas.

Pero Ucrania no puede ser una gran potencia en principio, de ahí que la disputa sea entre Rusia y los Estados Unidos/OTAN/UE, donde Ucrania no es más que un peón de Occidente que ha sido deliberadamente un irritante geopolítico para Rusia, incluyendo una carrera armamentística, que ha elevado a Ucrania a un nivel de amenaza crítico a ojos de Moscú. En consecuencia, se trata de un conflicto entre Rusia y Occidente.

Cómo se desarrolla la rivalidad

A continuación, Mazarr pasa a una teoría del tránsito de poder y examina las relaciones sino-estadounidenses en un sistema mundial en el que el papel y la función de EEUU está disminuyendo y el de China, por el contrario, está aumentando. Un concepto relacionado es el de potencias revisionistas, al que el autor incluye al Irak de la época de Saddam Hussein, China y Rusia. Pero en la escala detallada del revisionismo están también India, Brasil y el propio Estados Unidos, que se posicionan como una potencia excepcional.

La cuestión es entonces cómo se desarrolla la rivalidad. Para determinar su naturaleza, se sugieren cinco factores clave.

✔️ 1. La naturaleza de la propia rivalidad. Algunas rivalidades históricas han estado vinculadas a factores territoriales (o espaciales) como el dominio de una masa de tierra continental, como la rivalidad británico-francesa o franco-alemana por la hegemonía en Europa. Otras estaban relacionadas principalmente con influencias ideológicas: la rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría fue una lucha por establecer un sistema de ideas dominante en la política mundial. Algunas rivalidades tenían que ver más con la reputación y el prestigio de una manera menos sistémica.

✔️ 2. Los objetivos de los participantes. ¿Tienen intenciones agresivas de dominar la política mundial o buscan al menos la hegemonía regional? ¿Sus objetivos son principalmente defensivos? ¿Buscan el poder económico más que el militar? Un aspecto clave de esta cuestión es el uso y la justificación de la fuerza militar.

✔️ 3. A partir de estas dos, surge una tercera pregunta: ¿cómo definimos el éxito en una determinada competición? Obviamente, el éxito en la competición en general no requiere el éxito en cada batalla, guerra o competición de nivel inferior.

✔️ 4. La cuarta pregunta definitoria pretende describir el grado de intensidad de la rivalidad. Esta dimensión evaluaría lo extrema e inútil que es la rivalidad, medida por indicadores como el historial de conflictos violentos, el nivel de agravios mutuos expresados públicamente, el grado de nacionalismo hostil en uno o ambos bandos, el efecto agravante de los grupos de interés internos propensos a la guerra, el número de intereses y agravios incompatibles y otras variables.

Se puede decir que la rivalidad bilateral es muy intensa cuando ambas partes creen que no pueden realizar sus intereses vitales o sus objetivos importantes sin perjudicar a la otra parte, y cuando ambas partes están dispuestas a emprender acciones complejas y potencialmente violentas para conseguirlo.

✔️ 5. La quinta y última característica se refiere al grado de estabilidad de la competencia o rivalidad según los factores objetivos que determinan la estabilidad. La competencia estable es aquella en la que los rivales rara vez, o nunca, entran en guerra o están al borde de la misma, aunque se perciban a sí mismos como una competencia feroz y traten de socavar el poder del otro de forma continua.

Este factor se solapa en cierta medida con el problema de la intensidad, pero no es lo mismo: las rivalidades pueden ser intensas pero se mantienen estables, con tendencia a recuperarse de las crisis y a no llegar al borde de la guerra.

Los objetivos de EEUU

El informe concluye que, incluso antes del reciente conflicto en Ucrania, la rivalidad entre EEUU y Rusia y entre EEUU y China se había vuelto muy volátil. Ahora, con las sanciones y los consiguientes efectos en la economía mundial, la estabilidad es aún menor.

Por último, ¿cuáles podrían ser los objetivos y los medios de Estados Unidos en esta rivalidad? Mazarr se limita a cuatro puntos:

✔️ 1. Garantizar la seguridad dentro de los Estados Unidos, incluidas las instituciones políticas y el entorno de la información;

✔️ 2. mantener las ventajas y fortalezas tecnológicas y económicas suficientes para garantizar que uno o varios competidores importantes no se conviertan en dominantes en la economía de la información del siglo XXI;

✔️ 3. El mantenimiento de un sistema global y de órdenes regionales que representen la libre elección soberana y la ausencia de influencia hegemónica y coercitiva de los rivales estadounidenses;

✔️ 4. Lograr un equilibrio sostenible de competencia y cooperación con los competidores estadounidenses, incluyendo los elementos básicos de un statu quo coherente y común y las fuentes importantes de equilibrio en la relación.

No hay nada nuevo aquí. Estas disposiciones se detallaron en las estrategias de seguridad nacional y defensa de EEUU tanto bajo la administración de Trump como de Biden. En otras palabras, Washington quiere mantener su orden mundial unipolar hegemónico e impedir que otros Estados lo desafíen. Y las palabras sobre la elección soberana son argumentos hipócritas, al igual que los derechos, las libertades, la democracia y la otra serie de frases de obligación que escuchamos constantemente de los funcionarios del Departamento de Estado y de la Casa Blanca.

Los objetivos de Rusia y China

Mazarr también intenta definir lo que China y Rusia quieren en la competencia actual:

“China aborda la actual competencia o rivalidad desde la perspectiva de un país que se considera a sí mismo como la legítima potencia dominante en el mundo o como una de un pequeño puñado de potencias dominantes.

China está decidida a recuperar un papel y una voz en el sistema internacional acordes con su grado de poder y, según muchos funcionarios y académicos chinos, con la superioridad inherente a la sociedad y la cultura chinas. En el proceso, China se está preparando para una rivalidad continua por la supremacía regional y global con Estados Unidos, una rivalidad que está incrustada en la estructura actual de la política mundial.

Sin embargo, las ambiciones de China en esta rivalidad tienen límites y, al menos por el momento, China no se acerca al nivel de revisionismo militarista que algunas grandes potencias del siglo XX…

Los planteamientos de Rusia sobre la rivalidad con Estados Unidos tienen mucho en común con los de China, pero también hay algunas diferencias. Está claro que Rusia tiene unas ambiciones globales más modestas que las de su poder potencial. Pero su disposición a asumir riesgos y su franqueza para desafiar las normas existentes parece haber aumentado considerablemente. En parte, esto puede ser el resultado de la insatisfacción de Rusia con el actual contexto mundial y su frustración con la trayectoria de su poder desde la Guerra Fría…

El sorprendente uso de la fuerza por parte de Rusia en Ucrania también abre la posibilidad de que su visión básica de la rivalidad y quizás sus ambiciones hayan cambiado de forma más radical, por ejemplo, que se esté convirtiendo en un revisionista militarista más clásico. Esto es ciertamente posible, aunque es demasiado pronto para saberlo. La incursión de Rusia en Ucrania refleja un acto de violencia extremadamente arriesgado destinado a promover un interés que ya está bien establecido en la competencia: el control del contexto de seguridad de su extranjero cercano. Podría decirse que los fundamentos del enfoque ruso de la rivalidad no han cambiado.

Aun así, la guerra conlleva peligrosos riesgos de escalada que podrían situar a Estados Unidos y a la OTAN en una senda de confrontación militar con Rusia de forma diferente a la naturaleza actual de la rivalidad y crear nuevos peligros para una guerra mayor. Estos riesgos, de nuevo, reflejan precisamente los peligros que suelen surgir en las rivalidades estratégicas que implican disputas militarizadas.”

Por ello, Mazarr se pregunta qué deben hacer los dirigentes estadounidenses para prepararse para una escalada de la rivalidad en la medida de lo posible. Escribe que “Estados Unidos carece actualmente de la capacidad institucional para organizar y aplicar un enfoque de campaña a la rivalidad, desde la zona gris o la fase de rivalidad hasta la planificación de la crisis y la guerra.

La falta de mecanismos sustanciales de planificación integrada entre agencias corre ahora el riesgo de tener un efecto devastador en los esfuerzos de Estados Unidos por tener éxito en misiones competitivas no bélicas. Estados Unidos cuenta con varios planes de compromiso específicos para cada país, desde estrategias de equipos de embajadas específicas hasta planes de cooperación en materia de seguridad. Pero a menudo no están integrados ni coordinados de forma centralizada.

Otros problemas radican en la forma en que los servicios planean utilizar sus capacidades: permitir una mayor flexibilidad y aplicar objetivos de misión específicos, incluso para un pequeño número de unidades, ayudaría a abrir espacio para funciones militares más eficaces y adaptables.

Mazarr habla de la debilidad institucional político-militar de EEUU. Tal vez deliberadamente para que el Pentágono y otros servicios obtengan más fondos y apoyo. También se toma su tiempo para valorar el papel y la situación de Rusia en el conflicto de Ucrania, probablemente para rebajar la valoración de la amenaza militar para Estados Unidos. Pero si se tienen en cuenta los cuatro puntos, que suponen un reto para EEUU, se puede llegar a la conclusión de que la resistencia continuada de Rusia al colectivo occidental socavará los objetivos de EEUU de una u otra manera.

China, sin llegar al mismo nivel de escalada, ya está haciendo lo mismo, aunque de forma diferente. Sería una ventaja añadida para los dos países si incorporasen más Estados a su alianza informal para luchar contra la hegemonía estadounidense.