La derecha peruana ya maniobra para destituir a Pedro Castillo Por Carlos Noriega y Hedelberto López Blanch | Página/12 y Rebelión

La derecha peruana ya maniobra para destituir a Pedro Castillo Por Carlos Noriega y Hedelberto López Blanch | Página/12 y Rebelión

El maestro rural Pedro Castillo lleva menos de dos semanas en el cargo y la derecha ya maniobra para destituirlo de la presidencia. Parlamentarios fujimoristas y de otros grupos de extrema derecha, como el partido fascista Renovación Popular, le han declarado una guerra abierta al recién estrenado gobierno de izquierda del sindicalista Castillo. Conspiran para una destitución del presidente recurriendo a la ambigua figura de la “incapacidad moral”, que da para deponerlo sin otro argumento que la fuerza de los votos. Ahora no tienen los dos tercios del Parlamento unicameral de 130 bancas para sacar al presidente, pero buscan generar un escenario de crisis que les permita sumar a otros grupos de derecha y de centroderecha para llegar a los votos que necesitan. Los medios hegemónicos le dan entusiasta cobertura a quienes promueven un golpe parlamentario. Errores iniciales del gobierno, como algunos cuestionados nombramientos, le ha dado armas a esa derecha golpista.

El nombramiento

Castillo se ha abierto un flanco al nombrar como presidente del Consejo de Ministros al congresista del oficialista Perú Libre, Guido Bellido, cuestionado por la derecha, pero también por aliados del gobierno. Bellido es una figura que confronta y aleja posibles acuerdos que le permitan al gobierno ampliar su base de apoyo. Por el contrario, ha alejado a aliados iniciales. Ha tenido declaraciones homofóbicas y machistas, por lo que su designación no ha caído bien en los aliados progresistas del presidente. Ante las críticas, ha asegurado haber cambiado de opinión en estos temas y en un comunicado se comprometió a respaldar políticas de igualdad de género y de derechos para las minorías sexuales.

La derecha dispara contra Bellido por otras razones, y con otras intenciones. Con ese lenguaje macartista que exhibió en la campaña, y que ahora domina los medios, lo acusa de terrorista, por una investigación que le ha iniciado la fiscalía por supuesta apología al terrorismo -una cuestionada figura legal que condena las opiniones y se presta a abusos- por unas declaraciones consideradas por sus acusadores como “condescendientes” con el grupo armado maoísta Sendero Luminoso, derrotado hace más de dos décadas. Es una práctica común de la derecha peruana señalar como terrorista a quienes se identifican con la izquierda para buscar descalificarlos. Lanzan esa misma acusación contra otros miembros del gabinete. Ya se pide declarar la “incapacidad moral” del presidente y destituirlo por haber nombrado como ministros a supuestos “simpatizantes del terrorismo”. Esa es la estrategia golpista.

Sin luna de miel

“Ha sido un inicio del gobierno sin la luna de miel que se acostumbra dar a los nuevos gobiernos. Apenas llegado al gobierno, a Castillo no se le está dejando ni respirar. La derecha y los poderes fácticas, sobre todo la gran prensa, no aceptan el triunfo electoral de Castillo, no lo reconocen como presidente, y han formado una coalición para vacarlo (destituirlo). La derecha no quiere perder el gobierno, que siempre lo ha tenido. Y hay errores de saque del gobierno, como nombrar a Bellido. La situación es complicada, difícil”, le señaló a PáginaI12 el sociólogo Sinesio López, profesor de ciencias políticas de las universidades de San Marcos y Católica.

Bellido es muy cercano al fundador y secretario general de Perú Libre, Vladimir Cerrón, un marxista-leninista que ha atacado a la centroizquierda aliada de Castillo. Cerrón, que tiene una sentencia por corrupción por una pasada gestión como gobernador, es un factor que complica al gobierno. Es un blanco contra el que dispara la derecha para golpear a Castillo. El presidente se mueve entre las presiones de Cerrón por acumular poder y sus aliados progresistas ajenos a Perú Libre. El gabinete ministerial es expresión de esas tensiones internas.

“Bellido y Cerrón representan una estrategia de confrontar y de ir al choque, cuando la correlación de fuerzas en el Congreso no es favorable para el gobierno. Esa estrategia de ataque frontal, que supone medidas muy radicales y entrar al golpe, es equivocada. A esa estrategia se opone una de hacer grandes cambios sobre la base de formar una gran voluntad colectiva, una gran coalición basada en ciertos consensos. Este es uno de los países más conservadores de América Latina y es muy difícil que la izquierda sola pueda gobernar, tiene que armar alianzas y tener una apertura hacia el centro, pero desde la izquierda hacia el centro, no al revés, lo que le da un tono especial. El gobierno debe cambiar a Bellido y poner en su lugar a alguien de centroizquierda que convoque a sectores de centro, formar un gabinete que abra la posibilidad de ampliar la coalición de gobierno, lo que debilitaría la coalición para destituir a Castillo. Con Cerrón y Bellido se corta esa apertura desde la izquierda al centro y se apuesta a una izquierda radical. Eso lleva al aislamiento y a la derrota”, opina López. “Castillo no tiene experiencia política, pero es inteligente y creo va a terminar reubicándose bien. Ojalá tenga el tiempo para hacerlo”, agrega.

La complicidad de los grandes medios

Bellido debe pedir al Congreso, dominado por diversos grupos de derecha, un voto de confianza para el gabinete que encabeza. Si se lo niegan debe renunciar. La mayoría de legisladores no lo quieren, pero si niegan la confianza a dos gabinetes el presidente queda habilitado para disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones legislativas. La derecha teme que, si sacan a Bellido, Castillo podría reemplazarlo por alguien que les genere un fuerte rechazo para forzar una segunda negativa al voto de confianza del gabinete y así poder disolver el Congreso. Por eso, podrían darle la confianza a Bellido, pero operar para boicotear al gobierno y buscar su caída. Al boicot, la desestabilización y el golpe es a lo que apuesta la extrema derecha, con la complicidad de los grandes medios.

De los 87 votos que el golpismo parlamentario requieren para destituir al presidente, tendrían 43; hay otros 36 de tres grupos de derecha opositores al gobierno y que exigen el cambio del gabinete ministerial, pero que, al menos por ahora, no se han sumado al abierto golpismo; y hay otros nueve parlamentarios del centro y la centroderecha que respaldaron a Castillo, pero ahora se han alejado del gobierno por discrepar con el gabinete. El golpismo espera sumar todos esos votos para tumbar al gobierno. El oficialismo tiene solo 42 bancas, 37 de Perú Libre y cinco de sus aliados de izquierda de Juntos por el Perú.

Más allá de críticas legítimas contra Bellido y algunos otros integrantes del gabinete, para la derecha que busca la destitución de Castillo eso es una excusa para atacar al presidente. Los golpistas de hoy son los mismos que no reconocieron la victoria electoral del profesor andino e intentaron impedir su llegada al poder alegando un inexistente fraude electoral. No pudieron evitar que asuma la presidencia, ahora buscan sacarlo del poder. Gritando “no al comunismo”, la derecha golpista se moviliza por las calles. No son marchas masivas, pero sí con gran cobertura en los medios.

Castillo se ha convertido en un líder popular que ha recogido y que expresa las esperanzas de cambio e inclusión. Los sectores históricamente marginados, desposeídos, se han identificado con el maestro rural y andino, a quien ven como uno de ellos, y han encontrado en él esa representación que nunca han tenido. Esa es la principal fuerza de Castillo para enfrentar las intenciones golpistas.

“El poder de Castillo está en los ciudadanos movilizados. Tiene que decirle a la población ‘no me dejan gobernar’ y movilizarla. Si moviliza al campo, a las provincias, a los barrios populares de Lima, entonces puede parar la intención de destituirlo. Para eso tiene que corregir el error en la formación del gabinete, cambiar a Bellido”, indica Sinesio López.

Perú, un país rico lleno de pobres

Por Hedelberto López Blanch | Rebelión

Enormes escollos tendrá el flamante presidente peruano Pedro Castillo desde los primeros momentos de su mandato para llevar a cabo su programa de gobierno pues el Parlamento está controlado por una mayoría ultraderechista y neoliberal atada por un cordón umbilical a Washington, que hará todo lo posible por bloquear cualquier iniciativa que beneficie al pueblo.

Ya los primeros ataques se han llevado a cabo contra varias personas nombradas para integrar el Gabinete Ministerial como la de Verónica Mendoza, Roger Najar o Guido Bellido. La oposición, junto con toda la prensa controlada por la derecha arremetió contra ellos.

Pese a toda la virulenta y agresiva campaña desatada por la derecha peruana, que domina empresas, comercios, latifundios, bancos y medios de comunicación, Castillo, candidato de la izquierda, logró alcanzar la presidencia de la nación andina después de 42 días de haberse realizado la segunda vuelta electoral.

Fueron largos y tensos días de espera en los que el pueblo montó una vigilia permanente mientras la candidata ultraderechista Keiko Fujimori, derrotada y pendiente a una condena de 30 años por corrupción, interponía constantes trabas para impugnar la limpieza de los comicios.

Tras la toma de posesión de Castillo el pasado 29 de julio, la derecha se ha lanzado a tratar de debilitar y denostar al gobierno y minar su base social para que a mediano o largo plazo promover la vacancia del mandatario y sacarlo del poder.

También los peruanos de a pie están abrumados y cansados de oír promesas de políticos que le han ofrecido villas y castillas y no las han cumplido como sucedió con el gobierno de Ollanta Humala, por lo que la actual gobernación deberá legislar y avanzar en sus proyectos sociales para no crear apatía en la población que lo apoyó.

El maestro Castillo ha prometido, entre otras cuestiones, luchar contra la pandemia de covid-19, impulsar la educación y la salud pública para todos los ciudadanos, hacer una segunda reforma agraria, disminuir los privilegios de las transnacionales que saquean la mayor parte de las riquezas y llevar a referendo una Nueva Constitución que elimine la Carta Magna neoliberal establecida en 1989 durante la dictadura de Alberto Fujimori

Castillo ha expresado en varias ocasiones la frase de “no más pobres en un país tan rico” que antes de la pandemia había crecido como promedio anual un 5 % pero que esa cifra no representó mejoría alguna para la población pues el 1 % de los ricos concentra el 30 % de los ingresos.

Perú esta ubicado como la quinta economía de América Latina con un PIB de unos 240 000 millones. Exporta cobre, oro, plomo, zinc, estaño, molibdeno, plata, petróleo, gas natural, café, frutas, pescado y derivados, productos químicos, entre otros.

Organismos internacionales señalan que el 66 % de la población rural es pobre y más de un tercio vive en la extrema pobreza, a la par que en los últimos años se amplió la brecha entre ricos y pobres.

De los 32 millones de peruanos, el 60 % se encuentra por debajo de los índices de pobreza que se hace más profundo, entre 74 y 88 %, en las regiones sureñas de Ayacucho, Puno, Apurimac o Huancavelica.

Como los males marchan juntos, un informe del Instituto Nacional de Estadística e Informática indicó que el 58 % de la población económicamente activa está desempleada o subempleada y no cuenta con ningún tipo de seguro social, por tanto no tiene derecho a retiro, atención sanitaria o educación, mientras el 68 % carece de servicio de saneamiento. Esa precaria situación se ha incrementado por los desastres provocados por la pandemia.

Recordemos que tras la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, impulsado por el ex presidente Alejandro Toledo y firmado por su sucesor Alan García en diciembre de 2007 se incrementaron las diferencias sociales en la nación andina al ampliarse las políticas neoliberales y de privatizaciones.

La nueva administración peruana con Castillo a la cabeza, lidiará con enmiendas anti soberanas como el capítulo 10 del TLC que posibilita a las compañías estadounidenses proceder legalmente contra el gobierno y exigir compensaciones extraordinarias, en caso de que se promulguen leyes que atenten contra sus intereses económicos.

Entre éstas se destacan la imposibilidad de promulgar normas de protección del medio ambiente o contra productos nocivos que afecten la salud de los ciudadanos si eso dificultara el desarrollo de las operaciones productivas y las ganancias de las empresas transnacionales.

El TLC le prohíbe al gobierno peruano acudir a los tribunales nacionales ante cualquier problema surgido con compañías extranjeras.

La derecha peruana está bien asentada en puestos claves de la nación con control absoluto de los medios de comunicación e intentará con falsas noticias y artimañas aislar a Castillo para iniciar un golpe (parlamentario y hasta militar) que lo saque del poder.

Fundamental para el presidente será mantener la unidad con el pueblo que en definitiva es el que podrá evitar cualquier acción desestabilizadora en su contra.