René Núñez, el que habita en nosotros Managua. Por Leonel Espinoza, Radio La Primerísima.

Hoy quiero hablarles de René, no de sus hazañas –que fueron muchas y sin publicación. Quiero hablarles de René el que habita en nosotros, los militantes curtidos por los años y vivos aún.
Hoy vengo a hablarles de sus pensamientos y obras, de lo que es eterno, imperecedero, de lo que siempre estará entre nosotros. Con nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos si hemos sabido trasmitir el legado del sandinista.
Hoy vengo a hablarles de Santos René Núñez Téllez. El hijo de don Carlos Núñez y doña Matilde Téllez, el hermano del comandante de la revolución Carlos Núñez Téllez, padre de nuestra constitución; de Ligia Fátima, de Filemón, y de Milena.
Hoy vengo a hablarles del compañero de vida de Leana Vivas de Núñez, su esposa… ¡pero qué digo! Leana fue su soporte espiritual y la militante convertida en la secretaria privada del secretario de la Dirección Nacional. Fue la jefa del Estado mayor de su retaguardia, de su bunker familiar y político. Mujer valiente que vive su soledad con estoicismo; orgullosa de su pasado y de su compañero de vida, con el que siempre comparte sus pensamientos y su quehacer. La poseedora de las llaves de su cofre.
Vengo hablar también del padre amoroso de sus hijos: Róger Leonel, Carlos René y de Maya Alejandra Núñez Vivas, a contarles de él, que más que un militante, compañero y amigo fiel, sigue siendo el hermano, con la infinita paciencia –en su escaso tiempo– para prestarte su atención a todos, hombres y mujeres, y escucharte atentamente, cosas de trabajo, temas personales hasta asuntos íntimos, porque con él, en el recinto de su memoria, todo se convertía en un secreto de confesión.
Lo que se decía en esa intimidad ahí quedaba para siempre. Era una de las facetas más sobresalientes de René, pues como secretario de la Dirección Nacional era el depositario de todos los acuerdos, secretos de Estado y comentarios sueltos, escritos y no escritos, que jamás salieron de ese recinto.
René ha pasado a formar parte de la Asamblea General Permanente, atemporal y sabia del FSLN, con la que nuestro presidente de Nicaragua Daniel y su vicepresidenta Rosario, los convocan para que les aconsejen en sus decisiones y actos en beneficio de nuestro pueblo.
El convive ahora entre los más ilustres sandinistas de todos los tiempos, Junto a Sandino, el gen de nuestra sangre, de nuestro ADN antimperialista, la sangre de patriota, el hijo más sublime de esta tierra, Nicaragua.
Junto a Rubén Darío, nuestro más grande poeta y antiimperialista que definió a Estados Unidos como los bárbaros del norte, a Santos López y al Estado Mayor de Sandino.
Junto a Carlos Fonseca, el padre de nuestra Revolución por habernos dado la ideología política de la victoria a la organización que la llevó a cabo, el FSLN. Y su vida.
Junto a Silvio Mayorga y el comandante Tomas Borge, maestro de la agitación, autor de “La paciente impaciencia” y de “Un grano de maíz”, una bomba atómica espiritual porque es el pensamiento de Fidel, que leía y releía el Comandante Hugo Chávez en su cautiverio.
Con Patricio Arguello Ryan, con el héroe inmortal Rigoberto López Pérez, Edwin Castro, y Ausberto Narváez, con Félix Pedro Carrillo, Marcos Somarriba y Fanor Urroz, con Arnoldo Quant (El Chino) y con William Ramírez, con René y David Tejada Peralta.
Con el Chele Marcos, con Luis Manuel Toruño, “Charrasca”, nuestro bandolero, nacido de la barriada, creador de tácticas innovadoras de guerrilla urbana, y sus actos revolucionarios han quedado grabados para eterna memoria.
Con Gaspar García Laviana, quien en su carta a los nicaragüenses escribió: “Y como nuestros jóvenes honestos, los mejores hijos de Nicaragua están en guerra contra la tiranía opresora, yo he resuelto sumarme como el más humilde de los soldados del Frente Sandinista a esa guerra. Porque es una guerra justa, una guerra que los sagrados evangelios dan como buena, y que en mi conciencia de cristiano es buena, porque representa la lucha contra un estado de cosas que es odioso al Señor, Nuestro Dios”.
Está al lado de Ricardo Morales, el que nos dijo: “Un pueblo anuncia su historia. El viento del norte es rojo y aquí sopla con un rojo intenso”.
De nuestro poeta, Leonel Rugama quien nos preguntó: “¿Conociste a Selim? ¿Sabías que una vez verguió a un agente de la Seguridad en la propia Oficina de la Seguridad? Si no sabías eso, no conociste a Selim. Cuando llegó a vivir por nosotros murió en la perfecta manera que nació, pero ya desde antes desde hacía siglos era eterno”.
A su lado también está Richard Lugo, Róger Deshon, Hilario Sánchez, el Padre Miguel Descoto, quien fue distinguido con la “Gran Cruz de la Orden El Sol” del Perú, con el “Premio Lenin de la Paz” y “Premio Thomas Merton”; y que con el comandante Daniel Ortega, promovieron la demanda ante La Haya contra Estados Unidos.
Con Jacinto Suárez, querido por todas las fuerzas revolucionarias y guerrilleras de América Latina por su gran espíritu de solidaridad y colaboración con las causas de sus pueblos.
Con Óscar Pérez Casar (Pin) que durante la crisis de las tendencias supo comportarse con un alto espíritu revolucionario, de respeto y comprensión para con todos los compañeros, sin sectarismo.
Con Pikín Guerrero, Hugo Medina, Edmundo Pérez, Roberto Amaya; con Casimiro Sotelo, a quien Ricardo le dijo: “no te preocupes camarada que hay más cristos de tu talla”. El mismo que le dijo en el auditorio a Somoza “antes de que termine de hablar y antes de que siga haciéndole ese tipo de ofertas al pueblo de Nicaragua, haga una cosa que va a hacer felices a todos los nicaragüenses: entréguele los restos del general Sandino”. Testigo presencial; Jacinto Suárez.
Están también Mauricio Hernández y Julio Buitrago, el único que nació en el mundo superando a Leónidas el de las Termópilas, y nació cuando trataban de matarlo.
Con Juan José Quezada (“El Niño”, le decían), y Jonathan González, Oscar Turcios, (El Ronco), José Benito Escobar, Julián Roque Cuadra, Félix Pedro Picado, y Germán Pomares, El Danto, maestro del guerrero sandinista.
Con Jorge Navarro, que murió el mismo día que resucitó, “el mismo día y por todos lados”, nos dijo Leonel en su poema. Carlos Roberto Huembes, Eduardo Contreras, Pedro Arauz Palacio, Carlos Agüero, con Israel Levites y Luis Guzmán Luna (El Chiri), con Filemón Rivera, (Macario) y su hermano Francisco Rivera, el legendario, Zorro. Juan de Dios Muñoz, con Walter Ferretti (Chombito), con Luis Alfonso Velázquez, Áyax Delgado, Walter Mendoza, Camilo Ortega el apóstol de la unidad; Fernando Gordillo, el que le pidió a Andrés Castro que lanzara la piedra después de 100 años, porque el enemigo era el mismo; y miles de compañeros más que sería interminable la lista.
En ese recinto sagrado están embelleciendo con su presencia las mujeres sandinistas, las guerreras, las amazonas que hombro a hombro con los militantes y a su pueblo, también tejieron el pabellón rojo y negro y el azul y blanco de la Patria.
Ahí está Blanca Arauz, secretaria del Estado Mayor del EDSN. Conchita Alday, Teresa Villatoro, y sus hermanas, Alicia y Amalia, las mísquitas que recobraron las armas del Río Coco para Sandino y las legiones que hacían inteligencia para el Ejercito Defensor de la Soberanía Nacional.
Ahí, con ellas, Luisa Amanda Espinoza, Mildred Abaunza, Aura Ortiz, Saidy Rivas, Claudia Chamorro, Norita Astorga, Charlotte Baltodano, guerrera temeraria y audaz, pero también sensible al amor y al arte.
La compañera Rosy López, Las Mujeres del Cuá, Petrona Irías, esposa de Abrahán Rivera, cofundador de las cooperativas del Río Coco.
María Castil, Arlen Siu, la chinita que nació cuando murió en El Sauce, con Auxiliadora Cruz (la Chilo) con Julia Herrera Pomares, Merceditas Avendaño y Angelita Morales Avilés, Luz Marina Silva y Candelaria Ocampo, Martha Angélica Quezada y Genoveva Rodríguez; Aracely Pérez e Idania Fernández, Yelba María Antúnez (Verónica), María Pilar Gutiérrez, Lucrecia Lindo, María Linnettte Martínez, Bertha Diaz y Martha Gioconda García; Laura Sofia Olivas, Laura Caridad Espinoza, Lila Velásquez Garay, Martha Lucia Corea, Miriam Tinoco, etc.
Todas se enfrentaron a grandes peligros, hicieron enormes sacrificios y dieron su vida, por amor a la Patria y a la Revolución.
René habita hoy en el paraíso del pueblo sandinista, el paraíso que nos descubrió y describió Leonel Rugama, ahí, con su mística revolucionaria blandiéndola a los que aún estamos con vida para que no la olvidemos; está ahí, donde se llega a platicar con los santos, los que han conquistado esa posición a punta de ejemplo y sacrificio y con su práctica y su verbo a fundar la Revolución Sandinista.
Son los compositores del más alto de los cantos, el canto que une el verbo con la práctica, donde practica y verbo, verbo y práctica es uno. Una sola unidad que identifica a quien la canta con la armonía de la lira y de la música.
Son los que poseen el poder especial de la intercesión entre el pasado y lo por venir, Son la sabia del árbol de la vida que nos alimenta con su néctar.
¡Qué dichosos nosotros los sandinistas que tenemos esa fuente eterna de sabiduría y de luz!
Todos ello tiene de común la fe y la virtud, de anteponerlo todo y como primera obligación, el bien común de su pueblo, de la Patria, Nicaragua. Todos piensan en ayudarse mutuamente y cada cual aportar en beneficio de los demás lo que tengan de suyo, todos buscan el beneficio para los desposeídos.
Ninguno de ellos persigue la vana gloria, sino la gloria verdadera compuesta por la benevolencia que caracteriza a quien quiere el bien, de modo correcto, y dirige su voluntad hacia nobles acciones.
Nuestros santos tienen el poder especial de estar siempre presentes, 24/7 hasta la eternidad; atentos, vigilantes del curso de nuestros actos y de nuestra Revolución, inyectándonos fe y cuidando las virtudes que ellos nos inculcaron con su ejemplo.
Debemos reconocer que el pasado, la historia, es depositaria de la verdad; el presente es el hoy y es fugaz, y el futuro está por construirse. Como sandinistas debemos tener confianza en el futuro de nuestra Revolución. Siempre sí, leyendo en el libro del pasado, nuestro pasado, nuestra historia, nuestra verdad.
Desde ese sitio privilegiado en este día, René nos conmina a tener Fe en la organización y en sus dirigentes. En sus objetivos y en sus propósitos, en su ideología política. Fe en el pueblo, motor de toda transformación y de todo cambio, para decirlo con las palabras de René. Fe en el futuro.
Triunfamos contra la dictadura de Somoza apegados al pueblo, con la participación y la sangre del mismo pueblo que fue arrastrado en masa por el torbellino de la fuerza abrasadora de la lucha final y se vio no solo incitando a sus hijos al combate, sino también apoyando, informando, recuperando armas y combatiendo con lo que tenía a mano.
Así, con esa mística de la que nos habla René, se construyó la segunda Revolución en América, después de la cubana. La herencia de Sandino definió el ADN de este pueblo antimperialista. Es el sustrato ideológico que fortaleció el nervio de esta raza indómita.
Y para que nadie olvide, porque nosotros no podemos olvidar, todo lo mejor de nuestra historia se lo difundiremos a nuestros descendientes. ¡Y recuerden que la palabra es un arma de guerra!
Patria Libre o Morir
(*) Militante del FSLN desde 1971. Palabras pronunciadas en la misa para el compañero René Núñez Téllez en el 7º aniversario de su partida. 10 de septiembre de 2023.