Rusia avanza; Europa y EEUU se «cansan» Nueva Delhi. Por M. K. Bhadrakumar, Indian Punchline
Un manto de tristeza se cernió sobre Europa cuando el fin de semana se desató la tan temida incertidumbre sobre hasta cuándo el Occidente colectivo financiaría la guerra por poderes en Ucrania. Para levantar el ánimo, algunos ministros de Asuntos Exteriores europeos tomaron improvisadamente el tren a Kiev para pasar el lunes con el Presidente Zelensky. Fue un espectáculo extraordinario de desafío a la llamada del destino, cuando la guerra supera la marca de los 19 meses.
Un acuerdo en Washington que evitó de momento el cierre del gobierno pero recortó la financiación para Kiev; la campaña electoral polaca en la que el partido gobernante Ley y Justicia, hasta hace poco uno de los más firmes partidarios de Ucrania, ha jugado con diversas medidas como cuestionar más entregas de armas y bloquear los productos agrícolas de su vecino para cortejar a los votantes; y los sorprendentes resultados de las elecciones parlamentarias en Eslovaquia, que han catapultado al poder a un partido político de izquierdas prorruso y han supuesto la primera encarnación política real de la “fatiga de Ucrania”: de repente, el mantra de Occidente de estar al lado de Ucrania “todo el tiempo que haga falta” parece seriamente cuestionado.
Críticos meses venideros
La CNN exageró, quizás, al comentar que los acontecimientos anteriores “parecen haber tirado a Ucrania y su guerra con Rusia debajo del autobús” –pero sólo un poco. La política de la guerra de Ucrania ha cruzado un punto de inflexión y se prepara para cosas mayores en los críticos meses venideros.
La Casa Blanca ha prometido intentar aprobar rápidamente un proyecto de ley independiente de ayuda a Ucrania por un total de 20 mil 600 millones de dólares que, según el gobierno de Biden, es esencial para luchar contra Rusia, pero es probable que siga encontrando una oposición decidida, sobre todo por parte de los republicanos en el Congreso. En la raíz de todo ello está la feroz polarización de la política estadounidense, que ahora amenaza con sacudir el equilibrio de poder en el Congreso en un año electoral sin cuartel que se avecina.
Esto no significa detener la ayuda estadounidense a Ucrania. La administración tiene recursos suficientes para apoyar a Kiev durante el próximo mes y medio y, sobre todo, es demasiado descabellado esperar cambios serios en la dirección ucraniana de la política exterior estadounidense antes de las elecciones de 2024. Pero la relevancia reside en otra parte, a saber, el tema de la ayuda a Ucrania está echando espumarajos en el hervidero de disputas entre republicanos y demócratas y se está convirtiendo en inseparable de las tendenciosas cuestiones de los programas sociales que desgarran a la sociedad estadounidense y se convierten en forraje para sus combativos políticos.
A poco más de un año de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, la guerra de Ucrania se ha convertido en un balón de fútbol político, con interrogantes cada vez mayores sobre la ayuda aprobada por el Congreso, que hasta ahora asciende a 100 mil millones de dólares, incluidos 43 mil millones en armamento. Sencillamente, para los republicanos de derechas, financiar a Kiev se está convirtiendo en una herramienta de manipulación política de la Administración de Biden a través de la cual esperan obtener ventajas y concesiones. Y Donald Trump está esperando entre bastidores.
Políticos europeos nerviosos
Mientras tanto, en el propio Partido Republicano se está desarrollando una viciosa subtrama en un intento de desbancar al presidente republicano de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, la próxima semana, por parte del republicano de línea dura Matt Gaetz, uno de los miembros del núcleo de extrema derecha del partido que se opone implacablemente a cualquier ayuda adicional a Ucrania.
Para sobrevivir, McCarthy ha tratado de vincular la ayuda a Ucrania a la financiación para impedir que los inmigrantes crucen la frontera con México, una exigencia clave de los republicanos. “Voy a asegurarme de que se proporcionen armas a Ucrania, pero no van a recibir un gran paquete si la frontera no es segura”, dijo McCarthy a la CBS de forma inquietante.
Y lo que es más importante, la señal que se envía al mundo es perjudicial. Las capitales europeas ya están observando con nerviosismo la posibilidad de un regreso de Trump a la Casa Blanca. Josep Borrell, jefe de política exterior de la Unión Europea y uno de los principales socios de Estados Unidos en la entrega de ayuda a Ucrania, expresó su sorpresa y lamentó la decisión de Estados Unidos “profundamente, verdaderamente”.
Borrell dijo: “Tengo la esperanza de que no sea una decisión definitiva y Ucrania siga contando con el apoyo de EEUU”. De hecho, existe un problema más amplio: la fatiga por la guerra entre los votantes estadounidenses, golpeados por la inflación.
En muchos sentidos, la victoria del partido Smer del ex primer ministro Robert Fico en las elecciones parlamentarias de este fin de semana en Eslovaquia también debe atribuirse a la fatiga de la guerra. Fico ha dicho que no irán más armas a Ucrania; ha cuestionado la lógica de las sanciones de la UE a Rusia; ha elogiado a Moscú; y ha culpado a la OTAN de causar la guerra, que según él, comenzó después de que “nazis y fascistas ucranianos empezaran a asesinar a ciudadanos rusos en Donbass y Luhansk”. Las ansiedades económicas agravan aún más la fatiga social de Ucrania y el giro dramático de la política eslovaca, que probablemente repercutirá en las relaciones de Occidente con Kiev.
Bloque anti guerra en expansión
Dentro de la UE, Hungría y Austria tendrán ahora un aliado en Eslovaquia, un Estado de primera línea, que aboga por el cese inmediato de las hostilidades en Ucrania y las negociaciones de paz. El propio Fico es un estrecho aliado del Primer Ministro húngaro, Viktor Orban, y a ellos podría unirse Polonia si el partido gobernante Ley y Justicia obtiene un nuevo mandato, lo que parece probable, en las elecciones parlamentarias del 15 de octubre.
Todo parece indicar que Polonia se está apartando de su posición proucraniana de siempre. El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, declaró recientemente: “Ya no transferimos armas a Ucrania porque ahora nos estamos armando con las armas más avanzadas”.
Luego, como escribió la CNN, “más allá de la UE, dentro de la OTAN existe un temor equivalente a las consecuencias de un bloque anti-Ucrania en expansión… Y tanto el húngaro Orban como el eslovaco Fico se han declarado rotundamente contrarios a cualquier medida para acoger a Ucrania en la alianza… La realidad es que la contraofensiva ucraniana, que tendrá que disminuir con la llegada del invierno, ha logrado hasta ahora pocos avances sustanciales en el frente de batalla. La llegada de partidos antiucranianos de nuevo cuño a los estados de primera línea, junto con las vacilaciones de los principales enemigos del Kremlin, como Estados Unidos, forman una mezcla verdaderamente tóxica”.
Orban, Fico, Austria: bloque antiguerra
De cara al futuro, cabe esperar una mayor erosión del apoyo a la guerra de Ucrania e incluso un posible colapso del apoyo a Ucrania en todo Occidente colectivo en los próximos meses, especialmente si los dirigentes del Kremlin deciden finalmente dar un golpe de gracia al ejército ucraniano y/u ordenan a las fuerzas rusas que crucen el Dniéper y tomen Kiev y Odessa.
Aun así, el momento decisivo llega con las elecciones al Parlamento Europeo del 6 al 9 de junio de 2024. Existe una clara posibilidad de que los partidos contrarios a Ucrania obtengan un bloque sustancial de votos en las elecciones. Si eso ocurre, la insidiosa conspiración planteada por Alemania y Francia para abolir la regla de la unanimidad necesaria para tomar decisiones importantes de la UE (por ejemplo, las sanciones a Rusia y su renovación semestral) fracasará.
Tanto Orban como Fico han declarado su oposición a las sanciones rusas. Baste decir que la política de la guerra de Ucrania y las sanciones a Rusia está entrando en aguas desconocidas, ya que Hungría, aliada con Eslovaquia –y potencialmente con Polonia– estaría en condiciones de complicar los esfuerzos proucranianos y antirrusos del resto de la UE.
En el arte de la política, los políticos estadounidenses patentaron originalmente el “filibusterismo”, un procedimiento político en el que uno o varios miembros de un órgano legislativo prolongan el debate sobre una propuesta legislativa para retrasar o impedir por completo la decisión, y los políticos europeos están inventando ahora su propia variante.
Orban lleva ya una década practicándolo, y con creciente destreza, para impulsar su programa nacionalista de “democracia soberana” en Hungría. De ahí que las elecciones eslovacas del fin de semana y el regreso de Fico al poder puedan convertirse en un momento decisivo en la política de la guerra de Ucrania.
(*) M. K. Bhadrakumar, diplomático jubilado, es uno de los más prestigiosos analistas de Asia sobre geopolítica mundial. Ocupó numerosos cargos relevantes en distintos gobiernos de India.