«Venezuela ha sido expuesta a una guerra híbrida» Caracas. Por Laura Mercedes Girálde, diario Granma, Cuba
La Casa Blanca y sus secuaces lo han vuelto a hacer. El miércoles, junto a 11 gobiernos más, convocaron una reunión urgente de la Organización de Estados Americanos (OEA) para aprobar un proyecto de resolución que, esencialmente, exigía la verificación integral de los resultados de los comicios en Venezuela, y mostraba su “apoyo” a quienes se manifiestan de forma pacífica.
Diecisiete votos a favor, 11 abstenciones, cinco ausencias y ninguno en contra fue el resultado. No pudieron salirse con la suya, aun cuando, otra vez, dejaron fuera de la decisión al país sobre el que se debatía. La conciencia de algunos de los miembros de esa organización con sede en Washington permitió que fracasase esta nueva intentona injerencista sobre la autodeterminación del pueblo venezolano.
Desconocer la institucionalidad del país y deslegitimar el proceso bolivariano forma parte de la estrategia permanente del imperio contra la Revolución, que en 1998 invirtió las reglas de la política nacional para hacer al pueblo protagonista de su destino.
Sin embargo, el ataque no es solo diplomático. La tierra de Bolívar y Chávez es blanco de una agresión multidimensional que se ha agudizado, luego de las recientes elecciones.
“Estados Unidos pretende usar a Venezuela para construir, en su patio trasero, un Gobierno afín a sus intereses. Hasta ahora no han podido”, asegura el politólogo Martín Pulgar, máster en Ciencias en Filosofía de la Guerra, quien tuvo a bien conversar con la prensa cubana sobre algunas de las vías de intervencionismo en los asuntos internos de esta nación, para atacar áreas neurálgicas como el orden y la estabilidad.
“Venezuela ha sido expuesta a una guerra híbrida, claramente diseñada por potencias extranjeras y con aliados internos. Se trata, en primer lugar, de una construcción hegemónica mediática internacional”, que impone una narrativa de odio en contra de la capacidad de movilización del chavismo.
Estamos, a todas luces, ante una estrategia de propaganda de guerra, que busca forzar el quiebre de las fuerzas populares, del empuje de la gente de las comunidades que ha visto devuelta su dignidad durante estos 25 años del proyecto social bolivariano.
Precisamente, al interior de la nación se dirige el ataque más duro. “Se ha tratado de torcer, insiste, la voluntad del pueblo a favor de la victoria que tuvo el presidente de la República. Y, por otro lado, han usado grupos violentos y delincuenciales financiados por fuentes exógenas, y dirigentes políticos, para generar una sensación de caos y de insurrección popular ante el supuesto fraude presentado por el candidato derrotado, Edmundo González Urrutia”.
El también analista internacional explica que estas acciones van dirigidas a quebrar “el rumbo de la Revolución Bolivariana”. Una de las vías esenciales ha sido “intentar encrespar los sentimientos y la emociones del pueblo venezolano” para fomentar el caos y crear un clima de inestabilidad, que luego jugaría a su favor. Es este un claro ejemplo de la batalla cognitiva a la que está expuesta la nación sudamericana.
A partir de esa sensación de inestabilidad e incapacidad del Estado de controlar un supuesto estallido social, “construirían un relato internacional que imponga la visión de cambio anhelado desde hace mucho tiempo, por parte de las fuerzas imperialistas”.
Sin embargo, el juego no les ha salido bien. “Estos intentos de violencia no han pasado de ser focos perfectamente controlables: algunos con mucho ruido desde el punto de vista de las redes y de algunos medios que han magnificado la realidad”, apunta.
Ante estos hechos, el pueblo tiene una premisa que lo mantiene firme. Ya lo dijo Chávez: “Al imperio no hay que subestimarlo, pero tampoco hay que temerle. Quien pretenda llevar adelante un proyecto de transformación, inevitablemente chocará con el imperio norteamericano”.
¿Por qué no acuden las vías legales?
Ser impaciente se ha vuelto tendencia. Un obrero fue reelecto para su tercer mandato como presidente en un país rico en recursos. A partir de ese momento, algunos personajes y organizaciones de la vida política de dentro y fuera del patio, se “desesperan” por ver las actas que confirmen el resultado dado a conocer por el Consejo Nacional Electoral (CNE).
Más de cinco millones de venezolanos votaron por el proyecto bolivariano con Nicolás Maduro a la cabeza. Y tras ser declarada la irreversibilidad de ese escrutinio, hay quienes han puesto en tela de juicio su veracidad, aun cuando Elvis Amoroso, presidente del CNE, ha explicado en varias ocasiones que el sistema electoral de este país es el más seguro del mundo.
Se trata de un sistema 100 por ciento automatizado, que evita la suplantación de identidad y que cuenta con un alto estándar de confiabilidad y eficiencia. El software utilizado en los procesos de votación, escrutinio y totalización fue previamente auditado. En esa fase participaron técnicos representantes del excandidato presidencial Edmundo González Urrutia, el mismo que hoy lidera el supuesto descontento con la transparencia del proceso.
Las auditorías realizadas sirven para verificar que la máquina registre y cuente de forma correcta los votos.
De acuerdo con la abogada constitucionalista, experta en el ámbito electoral, Olga Álvarez, tanto el voto como el escrutinio y la totalización son electrónicos. Tras efectuar el sufragio, la máquina imprime un comprobante que se le entrega al elector para efectos de la auditoría ciudadana, la cual se hizo sobre el 54 por ciento de las mesas.
Tal proceso se lleva a cabo dentro de las 48 y 72 horas posteriores. Como bien se cumplió.
Con el fin de ralentizar ese proceso, hubo un ataque al sistema el propio domingo, desenmascarado públicamente por el fiscal general de la República, Tarek William Saab. De igual forma, el CNE explicó que su página web fue hackeada, por lo cual no han podido publicar en ese espacio la totalización de los datos y los disgregados.
Para mayor claridad, estuvieron presentes en la jornada comicial más de mil 300 observadores internacionales de unos 107 países.
La extrema derecha nacional e internacional, al fracasar en sus intentos de vulnerar el sistema, ha centrado su discurso en exigir que sean presentadas las actas de escrutinio, a la par de que insisten en el supuesto vencimiento del lapso de publicación de los resultados.
Lo que desconocen o no quieren ver los “desesperados” que insisten en descalificar la robustez del sistema electoral venezolano, es que los tiempos legales están determinados por la Ley Orgánica de Procesos Electorales, que en su artículo 155 establece: “El CNE ordenará la publicación de los resultados electorales en la Gaceta Electoral de la República Bolivariana de Venezuela, dentro de los treinta días siguientes a la proclamación de los candidatos electos”.
Por otra parte, la legalidad instituye que el CNE no está obligado a publicar copias de actas de escrutinio, porque son solo comprobantes. Lo que se noticiará, explicó Olga Álvarez, es el escrutinio automatizado.
De igual forma, todo el material electoral resultante en la jornada del 28 de julio se encuentra en manos del CNE, conformando el expediente administrativo que se entrega en caso de haber impugnaciones ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).
Luego, para impugnar actas de escrutinio, debe presentarse ante el TSJ la certificación de estos documentos. Entonces, ¿por qué los desesperados no van por la vía legal establecida y solo lanzan acusaciones sin validez jurídica?