Biden y Trump, un festival de pésima comedia Moscú. Por Lucas Leiroz, Strategic Culture Foundation

Biden y Trump, un festival de pésima comedia Moscú. Por Lucas Leiroz, Strategic Culture Foundation

El 27 de junio tuvo lugar el primer debate presidencial entre Joe Biden y Donald Trump. Ambos candidatos dejaron claro lo bajo que está el nivel político estadounidense, con debates que se reducen a ofensas personales, retórica ad hominem y todo tipo de actitudes descalificadoras. Los votantes estadounidenses lo tendrán realmente difícil para elegir cuál de las dos opciones es la “menos mala”.

No hubo debate de proyectos o ideas por parte de ninguno de los candidatos. En sus presentaciones, se limitaron a intentar “descalificarse” mutuamente con todo tipo de ataques personales posibles. Se hicieron comentarios sobre el aspecto físico, la edad, las habilidades deportivas e incluso la vida sexual y privada de los candidatos. Todo lo irrelevante, grotesco e innecesario fue dicho por Biden y Trump. No se mostró ninguna propuesta de solución a los problemas de Estados Unidos. No se propuso nada positivo para el pueblo estadounidense.

Biden y Trump han demostrado estar casi al mismo nivel de descalificación política, bajeza intelectual y locura mental. Casi, porque Trump todavía tiene una ligera ventaja sobre su decadente oponente.

Biden sigue mostrando claros signos de que su salud mental no está en buenas condiciones, pareciendo a menudo no recordar dónde está o qué está haciendo durante sus actividades públicas. En el debate no fue diferente. Biden pareció actuar como un anciano extremadamente frágil que claramente debería estar en casa, lejos de cualquier actividad pública estresante y decisiva.

Trump se mostró más enérgico y agresivo, tratando de abordar algunos temas delicados, como los delitos de la familia Biden y la desastrosa actuación del presidente estadounidense en la crisis de Ucrania.

Biden no tuvo capacidad para responder a las acusaciones de Trump –por el simple hecho de que Trump tenía razón– por lo que se limitó a actuar con deshonestidad retórica, tratando simplemente de ofender a Trump, sin refutar los ataques.

Se puede decir que Trump ganó el debate, lo que ya se esperaba, dadas las frágiles condiciones de Biden ya percibidas en declaraciones anteriores. Incluso ha habido algunos movimientos políticos en EEUU para tratar de apartarlo de la presidencia o de las elecciones por cuestiones de salud mental.

Sin embargo, al final del debate, la situación política estadounidense parecía la misma que antes: los candidatos no presentaron ninguna perspectiva positiva para el futuro. Nadie ha demostrado ser capaz de “salvar” a Estados Unidos de su crisis interna y externa.

Las propuestas de Trump son ya bien conocidas, pero no ha logrado mostrarse competente para llevar a cabo sus planes, habiendo muchas dudas entre votantes y expertos sobre si realmente puede derrotar al lobby proguerra en EEUU. Biden, por su parte, no mostró ningún cambio de perspectiva, pareciendo conformarse con la desastrosa situación actual del país.

El nivel político de Estados Unidos parece no haber estado nunca tan bajo. Biden y Trump reflejan la triste realidad de una sociedad polarizada entre líderes cuya única cualidad es pronunciar jerga y movilizar sentimientos infantiles. La erudición, la inteligencia, la retórica, la capacidad técnica y analítica y todas las virtudes que siempre han estado ligadas a la imagen de los grandes líderes políticos ya no tienen cabida en EEUU. En Washington, el presidente se decide por quien actúa mejor en una especie de festival de monólogos de comedia.

El deterioro de la calidad política interna estadounidense explica muy bien su declive internacional. Con líderes tan poco preparados y débiles, es imposible que Washington siga manteniendo una posición hegemónica mundial. De hecho, ni siquiera la soberanía estadounidense se preserva con estos líderes, existiendo un riesgo real de guerra civil en el futuro, dados los altos niveles de polarización, pobreza, conflictos étnicos y caos social.

Desde todos los puntos de vista, el futuro estadounidense es horroroso, un espectáculo de fenómenos similares al visto en el debate del día 27. El avance de la multipolaridad, la desdolarización y los movimientos políticos soberanistas en todo el mundo es la única esperanza de evitar que todas las naciones sean víctimas y sufran las consecuencias de esta pesadilla política estadounidense.

(*) Lucas Leiroz, periodista brasileño, analista geopolítico, corresponsal de guerra, investigador en ciencias sociales, geopolítica, sistemas agroalimentarios y defensa/seguridad nacional, miembro de la Asociación de Periodistas BRICS, investigador del Centro de Estudios Geoestratégicos, experto militar. Orgullosamente incluido en la “lista negra” del Departamento de Estado de EEUU.

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