Entre guardatinajas y guatusas: un batallón en la guerra de los 80 Por Marcos Antonio Casanova Fuertes

Entre guardatinajas y guatusas: un batallón en la guerra de los 80 Por Marcos Antonio Casanova Fuertes

En el 87 aniversario de la expulsión de la marinería gringa
de suelo nicaragüense, el dos de enero de 1933

Las imágenes en este reportaje son de carácter ilustrativo.
Ninguna corresponde a los hechos aquí narrados

En este relato leerás algunas anécdotas que sucedieron cuando un Batallón de Infantería de Reserva (BIR), mismo que, desarrolló el rol de defensa de un pedazo de la costa del Pacifico Sur de Nicaragua y en la línea fronteriza con Costa Rica, en el departamento de Rivas. Este acontecimiento sucedió ante un inminente desembarco de la 82 división aerotransportada del ejército de Estados Unidos de América, a finales del año 1983.

Es de saber, que cada una las movilizaciones de cualquier unidad militar sandinista en aquellos años, tuvo su propia particularidad, la aquí narrada no fue la excepción, diversas de las cosas que pudiesen haber pasado en la movilización que nos referimos en este relato, al igual que las de muchas otras unidades, nunca serán escritas.

Esta narrativa es muy cercana a los hechos sucedidos, pero también lleva consigo las involuntarias omisiones que, a veces, ocasiona el pasar del tiempo en los recuerdos de un relator, siendo a la larga   la única fuente en las partes testimoniales del relato como lo es en este caso, más aún donde narramos estas agitadas vivencias transcurridas hace ya muchos años, talvez por ello el autor optó por omitir los nombres de protagonistas.

Antes que leas el cuerpo de esta historia, quisiera hacer referencia a dos especies del reino animal representativas de la vida silvestre de Nicaragua, ya que, al estar implícitos en partes sustantivas de esta historia, consideramos útil explicar un poco de su biología y ecología, para mayor ilustración de la lectura.

Las especies referidas son: la guardatinaja y la guatusa, ambos animales han sido por años víctimas de la caza por el ser humano, quien ha visto en ellos una fuente de proteínas y además uno; la guardatinaja, se dice que los pueblos originarios le asignaron un rol mítico en sus tradiciones.

También, la palabra guatusa, fuera de las ciencias naturales, tiene una connotación en la idiosincrasia del nicaragüense, por ello hacemos una breve aclaración del significado de la misma en los párrafos subsiguientes.

La Guardatinaja o Tepezcuintle (GUARDA)

La Guardatinaja o Tepezcuintle (Agouti paca) es un mamífero roedor, su tamaño varía; en Áreas Protegidas y en lugares donde se conserva muy bien su habitad se han llegado a observar especímenes de hasta de 85 centímetros.

La población de guardatinaja ha sido muy mermada en nuestra región, debido al deterioro de su habitad y la presión de caza indiscriminada, al ser su carne preciada por el valor comercial y para autoconsumo, esto a causa de su exquisito sabor. Se obtiene hasta 20 libras por animal en pie, dado que, en ciertos lugares hoy se puede observar zoocriaderos, cuya reproducción tiene por objeto el comercio y la liberación de una parte de la crianza.

En la vida silvestre, la disminución de esta especie también se debe en parte a su lenta reproducción; paren al año una sola cría, aunque con la ventaja que no tienen fecha definida de apareamiento. La Guarda, –como es mencionado su nombre abreviado– es de color marrón, a veces oscuro, aunque en dependencia de la zona el color es más claro inclinándose a lo amarillo sobre todo en la parte baja de su vientre, su pelaje grueso y corto también lo adornan pronunciados puntos y manchas blancas de todo tamaño.

Vive en sitios boscosos, se alimenta de semillas y frutos, jugando a veces, el rol de dispersadores de semillas en el bosque, son buenos excavadores y nadadores, es indispensable que exista agua en su habitad, en cuyas cercanías cava su cueva la que, por características tiene varias entradas y salidas, esta madriguera una vez abandonada por alguna razón por la guardatinaja, será muy apreciada por otras especies que habitan en el bosque, radicando ahí también su importancia en el ecosistema, además de ser parte de la cadena alimenticia, al ser presa de serpientes, felinos y canes salvajes.

El vocablo tepezcuintle procede del náhuatl tépetl, monte–cerro, e itzcuintli, perro (perro de monte). El tepezcuintle fue domesticado por varios pueblos originarios, pasando incluso a tener sentido mítico, esto en parte por el rol que llegó a tener en la dieta del indígena, igual que, el xolo (perro sin pelo y mudo). A la llegada de los españoles la tradición de domesticar al tepezcuintle se extinguió junto al xolo el que, se extinguió de Nicaragua por completo.

Es posible, que el origen de la palabra guardatinaja esté en la tradición oral siguiente: varios pueblos indígenas consideraban que, al momento de la muerte, al ser humano lo debía acompañar una “deidad”, en su viaje a la eternidad, por ello al momento de depositar el cuerpo del fallecido en la tinaja–vasija o waca “dios de la casa” o sepulcro de los antiguos indios, además de colocar junto a él objetos de valor, también depositaban el cuerpo sin vida de un tepezcuintle.

Habrá que preguntarse entonces, si la tradición oral tiene su origen en el sincretismo religioso, al pasar a jugar el tepezcuintle el rol de los perros del río Jordán.

Algunos han reforzado está tradición oral al manifestar que se han encontrado huesos de tepezcuintle junto a los restos humanos en las tinajas o sepulcros indígenas, y de ahí el origen de la palabra guardatinaja. Por ser el roedor guardián en la tierra del sepulcro y ser también su espíritu acompañante del alma en un viaje a lo desconocido.

La Guatusa

El término guatusa viene de las palabras náhuatl “quauh”, que significa “monte” y “tozan”, que quiere decir “topo”.

La Guatusa (Dasyprocta punctata) es un mamífero, roedor de menor tamaño que la guardatinaja, mide hasta 65 centímetros y llega a pesar en ocasiones hasta 8 libras y media. Las guatusas se reproducen en parejas de por vida, lo cual puede durar hasta 17 años. Una pareja tendrá de 1 a 2 crías por parto, las que nacen cubiertas de pelo y pueden empezar a comer plantas a tan solo una hora de haber nacido y quedándose normalmente con sus progenitores hasta que nazca la próxima camada.

Se alimenta de frutas, hierbas y semillas, las que entierra en época de abundancia para almacenar alimento que comerá en épocas de escases, ayudando con ello a la vida del bosque, ya que muchas de estas semillas germinan dando origen a una nueva planta.

La carne de guatusa es menos preciada que la de la guardatinaja, pero tiene presión severa por el autoconsumo y porque también se alimenta de cultivos como el maíz, siendo considerada plaga por algunos productores. El pelo que la cubre es tupido de color amarillento y rojizo; en la picardía del nica es común ponerles sobre nombre de guatuso o guatusa a las personas con cabello crespo y de color rojizo.

Otra utilización del vocablo guatusa

El denominado símbolo de higa en otras latitudes, en Nicaragua, se le llama guatusa y no es más que deslizar el dedo pulgar entre los dedos índice y el medio de cualquier mano, sobre todo con la que se pueda hacer el gesto con más fuerza. En Nicaragua hay dos formas de utilizarla:

La primera: se dice que, muchos acostumbran acompañarse de ella al escuchar al interlocutor, pero con la mano metida en el bolsillo, otros la dibujan en su mente, ambas cosas, cuando no le crees lo que te están diciendo; pero, asientas positivamente con la cabeza para hacerle creer, que te ha engañado, aun a sabiendas que tu interlocutor te está mintiendo.

De ahí se deriva en el léxico del nicaragüense el verbo guatusear o el calificativo de guatusero, como sinónimo de engañar y de ser falso, dice Pablo Antonio Cuadra “que lo extraordinario es la amplitud del ámbito de significados que tiene este signo, este jeroglífico del engaño o de la falsedad, entre nosotros los nicaragüenses: en la política, en la economía, en el juego, en las relaciones sexuales, etc.”

La segunda: la forma sincera de increpar en la cara del que te quiere engañar, haciéndole el símbolo con el puño bien cerrado y mencionándole de frente y viéndole a los ojos la palabra TOMÁ.

En este escrito, no hay ánimo de profundizar en el origen del guatuserismo en Nicaragua, ni mucho menos profundizar en la temática relacionado con dicho vocablo, pero si, valga aprovechar el tema de la intervención gringa en Nicaragua, para mencionar el nombre del Dictador Anastasio Somoza García, quien hasta hizo de la guatusa un símbolo, en una de sus farsas electorales, era claro que intentaba hacer mofa del magnánimo acto de asesinar a Sandino a traición, hecho cometido por él y sus secuaces, siguiendo órdenes de la embajada estadounidense de la época en Managua.

Más allá de la profundidad del término y la connotación que muchos intentan darle para configurar al nicaragüense como persona falsa y volátil en sus convicciones, intentando con ello hacer apología de lo negativo, que pudiesen tener ciertos comportamientos en lo cotidiano y llevarlo así con mal sana intensión a un plano político ideológico, que procura manosear nuestro sagrado decoro de patriotas francos y leales.

En el tema de la dignidad nacional, el General Sandino representa todo lo opuesto, él decía: “Soy nicaragüense y me siento orgulloso de que en mis venas circule, más que cualquiera, la sangre india americana que por atavismo encierra el misterio de ser patriota leal y sincero…pues tened presente que a todos se puede engañar con el tiempo, pero con el tiempo no se puede engañar a todos”.

Valga mencionar los versos del poema HORA CERO, cuya metáfora intenta describir el momento preciso que Sandino, ya víctima de la traición está resignado a su fatal destino “… /Como la guardatinaja que salió del matorral / a la carretera y es acorralada por los perros / y se queda parada delante de los tiradores / porque sabe que no tiene para donde correr/…”

La inminente invasión norteamericana en 1983

La invasión directa a Nicaragua por fuerzas militares estadounidenses siempre estuvo presente en los planes de la política exterior de Estados Unidos de América de los años ochenta, dicha política tenía su sustento en el llamado documento de Santa Fe (1), el cual tenía un claro lineamiento; derrotar por la fuerza militar a la revolución sandinista.

Durante los diez años de gobierno sandinista, los planes de defensa de Nicaragua siempre contemplaron la posibilidad de la intervención militar estadounidense, pero al analizar ciertos hechos se puede decir que el segundo semestre del año 1983, esta posibilidad pareció las más latente de toda la década.

En la jerga nicaragüense de la época, en medio de la psicosis de guerra, muchos nicas en jodarria comenzaron a referirse a la inminente invasión militar gringa, como la llegada o invasión de los Gringos, de los Cheles, de los Jhonnys.

Hay que destacar que, para esa fecha, ya las fuerzas militares de la contrarrevolución, aunque no en su punto álgido ya estaban bastante estructuradas, bajo la conducción de la Central de Inteligencia Americana (CIA) en territorio hondureño y costarricense, territorios que de forma guatusera y servil; los gobiernos catrachos y ticos de la época los convirtieron en santuarios de agresión a Nicaragua, país con el cual mantenían relaciones diplomáticas, aunque oficialmente ambas naciones negaban la presencia contra en sus territorios a pesar de las contundentes evidencias.

Para 1983, en territorio hondureño, con la asesoría gringa directa y con apoyo de la junta militar golpista de la República de Argentina se había organizado la columna vertebral de la Contra con ex guardias de Somoza, fundando la Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN) y la organización, Misquitos Sumos y Ramas MISURA que se convertirían posteriormente en YATAMA / KISAN.

En esa época, la contra fue organizada en Fuerzas de Tareas, que eran fuertes agrupaciones armadas que se infiltraban desde Honduras, para realizar acciones de terrorismo y de reclutamiento forzoso en el campo y la selva nicaragüense, regresando una vez repelidos por fuerzas sandinistas a sus bases en territorio hondureño.

Por el sur, el gobierno costarricense de la época por instrucciones de la CIA y el Departamento de Estado de Estados Unidos, siempre intentó sin éxito encubrir el evidente apoyo a la contra amparándose en el término neutralidad activa.

En Costa Rica la CIA creó la Alianza Revolucionaria Democrática (ARDE), su estrategia fallida fue ejecutar una burda copia, salvo por pocas omisiones del plan del Frente Sur Benjamín Zeledón y de la columna Jacinto Hernández del FSLN en la insurrección final de 1979. Pero que se resumió en la práctica a algunos ataques frontales en la parte fronteriza del Pacífico, la creación de campamentos en el margen fronteriza y despoblada del río San Juan y lograron antes de su derrota total, disputar base social y crear terror en las selvas de Zelaya Central y en el Caribe Sur.

Las fuerzas de la contra, con el apoyo de los gobiernos hondureño y costarricense y bajo la conducción de la CIA mantuvieron el objetivo –el cual nunca lograron– de tomarse algún poblado estratégico en territorio nicaragüense, que sirviera de cabeza de playa, para ahí instalar un gobierno provisional que, pidiese la intervención directa de fuerzas militares de Estados Unidos.

Las fuerzas armadas sandinistas o el pueblo en armas en su conjunto, llamaron a los miembros de cualquiera de las agrupaciones contras, simplemente como la Guardia, en clara alusión a la Guardia Nacional o Guardia de Somoza, ya que como ya dijimos, las principales fuerzas y la columna vertebral de la contrarrevolución fueron los ex miembros de la antigua GN, y quienes ya como contras abanderaron y ejecutaron los mismos métodos criminales de ensañarse, contra la población civil o prisioneros capturados en sus zonas de influencia.

Para un poblador o combatiente sandinista, escuchar frases tales como: ahí viene la guardia, atacó la guardia o simplemente escuchar la guardia era sinónimo de alerta.

La invasión a Granada

El 25 de octubre de 1983, bajo el código Urgent Fury (Furia Urgente) un descomunal destacamento de combate compuesto por 7,000 efectivos de las fuerzas armadas estadounidenses, invadió militarmente Granada; un diminuto país insular perteneciente a las Antillas Menores, el cual tiene 340 kilómetros cuadrados de superficie, con una minúscula costa de 121 km de longitud.  Varias decenas de soldados granadinos, ya sin liderazgo y acompañados de obreros cubanos los cuales construían un aeropuerto civil en la isla resistieron varios días, muy a pesar de la superioridad naval, área y preparación, de las fuerzas invasoras, compuestos también por tropas elites, boinas verdes, y de la 82 división aerotransportada (2).

En Nicaragua la invasión a Granada consternó y alarmó; ambas se consideraban revoluciones hermanas; el depuesto y asesinado primer ministro de la isla, Maurice Bishop, líder de la Revolución Granadina había visitado Nicaragua.

Desde el punto de vista militar, meses antes de la invasión el Frente Sandinista valoró, que las señales de preparación del ataque a Granada, indicaban una inminente embestida militar gringa directa a Nicaragua, de igual forma una vez desarrollada la operación furia urgente se reflexionó que, dado el optimismo demostrado por la administración de Reagan por los resultados positivos a su favor, se consideró muy posible, se diera la orden de desviar las mismas tropas invasoras a Granada hacia territorio nicaragüense.

El Gobierno Sandinista a pesar de solo tener escasos cuatros años de ejercicio en el poder, contaba con relativa experiencia de varios intentos de invasión estadounidense, por ejemplo, ya se había vivido las maniobras conjuntas entre los ejércitos de Estados Unidos y Honduras denominadas Halcón Vista 1 y 2, las que sirvieron, para apertrechar con armamento moderno, tecnología y logística militar a los ex guardias somocistas radicados en campamentos en Honduras, y para establecer más bases permanentes gringas en territorio hondureño, todo en la búsqueda de cualquier justificación provocadora de un desembarco de tropas militares estadounidense en Nicaragua, pero en el caso de 1983 se activó la alerta máxima, tanto en el campo diplomático, como a lo interno donde se intensificaron los planes militares nicaragüenses de defensa. Estos últimos incluían:

En primer lugar, la estrategia de activar el plan de defensa nacional ante una invasión naval y aéreo –transportada; ya sabiéndose, que el principal objetivo de la misma era la toma de Managua y las principales ciudades.

En segundo lugar, mantener los acelerados planes de fortalecimiento de las Fuerzas Armadas Sandinistas, para la defensa de los territorios montañosos, ya que para esa fecha varios lugares de la selva se consideraban en disputa, producto de las infiltraciones de la contra desde Honduras y Costa Rica.

Milicias Populares Sandinistas (MPS)

Los preparativos de defensa nacional en las ciudades, ante la inminente invasión gringa de 1983 contemplaron armar a la mayor cantidad de población, fortaleciendo las denominadas Milicias Populares Sandinistas creadas en 1979, las cuales tenían improvisados cuarteles en cada barrio, como así se les llamaba a los puntos de concentración, pero en la práctica generalmente era la casa de un poblador a donde estaba convocada la población armada, al darse una alerta.

Las MPS se conformaron con hombres, mujeres de todas las edades, en cuyo esfuerzo se involucró a toda la fuerza sandinista territorial de las ciudades y el campo; además, de la activación de planes de aviso, simulacros, definición de roles combativos y logísticos, las tareas variaron desde cavar zanjas defensivas, pozos de tiradores, construcción de refugios antiaéreos en los barrios, en establecimientos educativos  y en centros de trabajo; también implicó la preparación combativa: reconocimiento del terreno, infantería, orden cerrado, prácticas de tiro etc.

Los Batallones de Infantería de Reserva (BIR)

Los Batallones de Infantería de Reservas (BIR), se componían de las fuerzas sandinistas civiles voluntarias de todas las edades, sus integrantes eran varones, aunque algunos cargos no operativos lo ocupaban compañeras, en el caso de Managua, se formó el batallón Herlinda López integrados únicamente de mujeres.

Los BIR se formaron desde 1979 y se fueron consolidando, en el mes de agosto de 1980, ya al finalizar la Cruzada Nacional de Alfabetización comenzó el proceso de movilización de estos batallones a cubrir militarmente territorios a las Zonas: Norte, Sur, Central y Caribe de Nicaragua, generalmente lo hacían por tres meses o más, luego regresaban a sus labores cotidianas como civiles a sus ciudades de origen.

En un inicio, más que tener gran efectividad combativa, dado el poco actuar operacional del enemigo, las movilizaciones de los BIR permitían el fogueo político–militar a una gran cantidad de voluntarios sandinistas de todo el país.

A estas unidades se les identificaba con la abreviatura BON y un número generalmente de tres o cuatro cifras en el caso de Masaya, Granada, Carazo y Rivas a varias de estas unidades se les antepuso el número 80, En el departamento de Rivas se formaron tres BIR; el 8012, el 8010 y el 25 52.

Los acelerados planes de defensa, incluyeron la aprobación en julio de 1983 de la Ley del Servicio Militar Patriótico, la cual implicó, la inscripción obligatoria en agosto de 1983 de todos los ciudadanos varones entre las edades de 18 a 25 años de edad, los cuales de forma escalonada iniciarían a ser llamados a prestar su servicio militar obligatorio por dos años, desde finales del 83 y a inicios de 1984.

El BON 80–10 de la ciudad de Rivas

En 1983, el Batallón de Infantería de Reserva 80–10 (Ochenta Diez) de la ciudad de Rivas, ya tenía varias movilizaciones de entrenamiento y dos misiones combativas; una a la hoy Región Autónoma de la Costa Caribe Norte y otra a Rio San Juan, ambas de no menos de tres meses, al darse la alerta general de ese año, al igual que a muchas unidades, a este BON se le ordenó movilización con la diferencia que, esta vez, su misión no era la lucha contra bandas contrarrevolucionarias, ahora en la lógica de la defensa de la soberanía ante la inminente invasión estadounidense, al BON 8010 se le asigna la defensa del litoral del Pacifico Sur, el cual inicia en la Bahía de Salinas y extendía sobre puntos estratégicos de defensa ante un amenazador desembarco de marines gringos. También formaba parte de la misión cubrir el borde fronterizo y sitios estratégicos hacia la profundidad del territorio.

Generalmente los BON, contemplaban únicamente personal militar profesional a nivel de Plana Mayor y jefes de compañía y una que otra especialidad llegando a sumar unos 30 compañeros permanentes, como se le denominaba a profesionales del ejército, el resto eran civiles, una vez movilizados se completaba la estructura de mando con los compañeros reservistas más destacados.

Al darse la alarma de 1983 se presentó una situación particular para el BON 8010; se levantó Plan de Aviso y orden de movilización, habiendo relativa dificultad para completar el personal meta exigido por las circunstancias de alerta generalizada, una de las causas de tal problema posiblemente era que no había pasado mucho tiempo desde la desmovilización del BON 8010 de la zona de Río San Juan.

Es de considerar, que al darse aquella orden de movilización, muchos de los tradicionales integrantes del BON 8010 ya estaban movilizados o designados a distintas tareas, para esa época se presentaba  mucho el caso que, un mismo nombre aparecía en las distintas estructuras revolucionarias; en las listas mucho personal, pero al darse situaciones de emergencia, realmente era un mismo poblador enlistado en las MPS, en la Policía Voluntaria, en los BIR, como Persona de Confianza de la Seguridad del Estado en su barrio o centro de trabajo, etc. Es decir, en cierta medida las distintas estructuras buscaban personal para las tareas particulares asignadas, (cada organismo sandinista jalaba agua para su molino, habiendo un noble pirateo de personal), esto, era también ocasionado por las mismas condiciones particulares de alerta total, ya mencionadas.

Dada la anterior dificultad, para la fecha prevista el personal se iba completando poco a poco, pero era un hecho que no se completaría, al evaluar la situación, solo una compañía estaba completa y aun con personal de sobre número, al preguntársele al diestro jefe de esa compañía como había hecho para sobre cumplir la meta, el solo dijo “si el mando me da la orden yo completo este batallón rápidamente”. No se discutió más la habilidad y experiencia de quien siempre se destacó en las misiones combativas de mayor riesgo, incluso a veces hizo en la práctica hasta de jefe del batallón, de tal manera que, no estaba en discusión y se le confió una vez más aquella que, para muchos pareciese imposible misión.

Solo se le vio salir, rápido de la reunión y se hizo acompañar de “el Guatuso”, un reservista y jefe de pelotón quien podría decirse era un cercano colaborador en muchas misiones combativas y no combativas de aquel jefe de compañía, quien desde ya queremos perfilar como destacado protagonista de esta historia.

Poco tiempo después de aquella reunión, el BON 80–10 compuesto por unos de 800 reservistas partió a la misión de enfrentar la agresión gringa en cualquier lugar de Nicaragua, pero ¿Cómo logró cumplir la misión de completar la meta de movilización el jefe de compañía? Lo que hizo fue lo siguiente: con autorización de alguien, él tenía en su poder la lista de los jóvenes inscritos en el servicio militar y se fue de casa en casa explicándoles a los jóvenes y sus padres que, el llamado de la patria había llegado.

Es de saber, que, para esa fecha, la Ley de servicio militar no había sido objeto de la descomunal campaña en su contra, orquestada posteriormente y la mayoría de los jóvenes en aquel momento tenían en alguna medida claridad del cumplimiento del servicio militar, por lo que no hubo mayores objeciones de su parte.

Aquella forma sui generis de completar en parte el BON con jóvenes que supuestamente cumplían su SMP con el tiempo vino causando inquietud en sus integrantes; ellos se fueron dando cuenta que el hecho de estar ahí no descalfaba días a sus dos años de servicio, como pícaramente se les indicó al momento del levantamiento. Aun así, la moral de la tropa fue alta y todo mundo iba patria libre, a cualquier lugar de Nicaragua.

La Segunda Zona Militar

En 1983, la defensa militar de todo el departamento de Rivas estaba a cargo de Novena Brigada Sur de Infantería, su Estado Mayor funcionaba en la comunidad de La Virgen, localizada en la intersección de la carretera Panamericana y la vía hacia San Juan del Sur. La Novena Brigada se subordinaba a la Segunda Zona Militar, teniendo esta última su base en Diriamba, municipio del departamento de Carazo y cubría los departamentos de: Rivas, Carazo, Masaya, Managua, Boaco, Chontales y Río San Juan.

A finales de 1983, como parte de los preparativos contra la invasión gringa, la Novena Brigada Sur entre otras misiones, organizó la defensa en el borde rivense fronterizo con Costa Rica, estos planes contemplaron dividir en tres sectores militares dicho territorio, asignándoles un número en orden de prioridad estratégica.

El Sector Uno o Sector de Peñas Blancas, se extendía desde Pueblo Nuevo hasta el Lago Cocibolca en la desembocadura del Río Sapoa, siendo considerado el más importante, cubría la Panamericana; se sabía de los planes de ARDE de hacer algo similar a lo que hizo el FSLN en 1979, aquí se dislocó una tropa de más de un millar de hombres originarios de la zona de Chontales y Zelaya Central, conformaban un batallón de soldados permanentes, el Batallón 9010, el jefe de este batallón pasó a ser el jefe del Sector uno. Este sector lo cubría también la tropa permanente de la Novena Brigada y las denominadas Unidades de Reserva del Alto Mando, a estas últimas pertenecía quien escribe.

Al BON 8010, se le asignó un vasto territorio denominado Sector 2, el cual cubría el litoral Pacífico sur de Nicaragua y la faja fronteriza con Costa Rica localizada desde la bahía de Salinas, hasta puntos cercanos al lugar conocido como Pueblo Nuevo, los reservistas de mayor suerte, si así se les podría decir, los insertaron en los entonces puestos guardafronteras, esto les permitió estar en lugares más boscosos y no consumirse a fuego lento bajo el inclemente sol marino, y también tenía un margen de pequeños privilegios (uniformes presentables y cierta dotación de ración fría), dado que las Tropas Guarda Fronteras (TGF) se subordinaban a su propia jefatura en Managua. El jefe del BON 8010 pasó a ser jefe del Sector 2.

El sector tres que abarcaba la angosta faja fronteriza desde La Boca de Sapoa hasta Colón pasando por el poblado de Cárdenas cubierto por el BON 8012.

Los tres Sectores fueron reforzados por los BIR, 2552 de la isla de Ometepe, 8016 de Carazo y 2019 de Nandaime y otras unidades de Masaya, Granada y Carazo.

Como podemos ver, dada la situación especial de aquellos meses, este punto geográfico concentró un considerable arsenal militar (humano, armamento, municiones y logística), desde armamento liviano y artillería terrestre y antiaérea y medios blindados, muchos de estas armas completamente nuevas recién habían sido ingresadas a la zona de forma directa, desde el puerto Arlen Siu ubicado en el municipio del Rama, el cual como se conoce se conecta al litoral Caribe por el río Escondido.

La Novena Brigada en Campaña ubicó su Puesto de Mando en un punto boscoso y estratégico, cercano al sitio conocido como Las Pampas, entre San Juan del Sur y la Virgen, y distintos jefes de la Segunda Zona Militar con todos sus medios técnicos se mantuvieron en Campaña en puntos estratégicos de acuerdo a su especialidad y en los Puestos de Mando de Avanzada, en los momentos más álgidos de aquella emergencia.

EL BON 8010, listos a combatir a ARDE

Desde el primer momento de la movilización, cuando una oscura noche la caravana de camiones giró hacia el sur y luego hacia el mar, la tropa tuvo claro su lugar de destino, la zona fronteriza de Ostional, El Naranjo y el Pochote, hubo euforia al saberse que se combatiría en los mismos puntos donde lo hizo el Frente Sur Benjamín Zeledón en la ofensiva final de la guerrilla sandinista en 1979.

Estando sabidos de la misión, las unidades del Batallón 8010 reforzadas con otras unidades y especialidades militares comienzan con disciplina y fervor a cumplirla, el grueso de la tropa además de las cansadas jornadas de entrenamiento, inician un proceso de cavar profundas zangas que se comunicaban bajo tierra entre sí, eran pozos de tiradores, trincheras y casamatas, estructuradas con grandes trozas y trocos de madera rustica, estas de previo había que cortarlas, trasladarlas jalándolas con sus propias manos o cargarlas sobre sus hombros a los puntos donde se necesitaban, todo eso bajo las inclementes condiciones geográficas de los empinados puntos y bajo caluroso sol o de lluvia.

Todo eso funcionó, cuando se estaba bajo la tensión de la llegada de la invasión de los Jonnys o de los tan esperados ataques de la Guardia, desde Costa Rica.

Al concluirse el proceso de la preparación combativa en toda una extensa zona sin presencia enemiga, y cuando la actividad comenzó a limitarse a la espera de la invasión de los cheles, fue normal que la tropa comenzara a relajarse y la indisciplina comenzó a ser parte de la rutina en algunos casos.

La estadía se convirtió en un automatismo diario limitado a: esperar y devorar los alimentos calientes que se les hacía llegar a sus puestos de combate asignados, mantener enmascarada la posición mediante la revisión y colocación del camuflaje todas las mañanas, la limpieza del armamento y mantenimiento de la técnica, el cuidado de las municiones de todo tipo, donde los miles de proyectiles a granel de fusiles y ametralladoras entregados a los soldados, comenzaron a ser una verdadera tentación, para probar la efectividad de los AKA 47, hay que tomar en cuenta que, mucho de aquel armamento estaba recién llegado de Corea del Norte, Alemana Democrática y de la Unión Soviética.

Para algunos, atrás había quedado el uso de los fusiles soviéticos PPSh–41, con su tambor de 71 cartuchos, arma de fácil disparo y extraordinaria cadencia de tiro. Es sabido que en la segunda guerra mundial fue el arma oficial del Ejército Rojo, en Nicaragua su uso en combate fue mínimo y se le consideró posteriormente un arma de reserva, ya que al probarse en acción y con tropa en movimiento, se convirtió en una verdadera exposición al peligro de la vida del soldado que la portaba y la de su compañeros, en buen nica, el PPSh–41 era un arma celosa y con un débil seguro, haciendo que, a veces se le disparase involuntariamente con facilidad a su portador en el trajín del movimiento en campaña. Fue un hecho que, para 1983 era un arma en decadencia.

Igual destino tuvieron los fusiles semi automáticos VZ–52 de fabricación checoslovaca, arma obsoleta con cargador unicamente de diez proyectiles, su recuerdo no es grato, para quienes la usaron en combate en Nicaragua, esta arma entre muchos defectos, además de su gran peso, se trababa su mecanismo de tiro –enconchaba– con facilidad en fatales momentos de acciones combativas.

En aquella movilización, ciertos compañeros entre reservistas y permanentes del ejército estrenaron relucientes AKA M y AKA MS, estos fusiles los complementaban en algunos casos, livianos cargadores de aluminio y baquelita u otros materiales vistos por vez primera, por la generalidad de la tropa; en ocasiones los reservistas más aventados, incluyeron en su rutina escaparse cazar y pescar, también afinar su puntería disparando a un blanco fijo o imaginario apuntando al mar o la nada del aire, ante la escases de un invisible enemigo que siempre estuvo por verse.

En dependencia de la posición que se ocupaba, contemplar el mar debió ser única rutina de aquellos improvisados y abnegados soldados, dispuestos a dejar el pellejo en un combate, pero su disposición no llegaba a estar asándose en un lugar,  donde la guerra no se miraba por ningún lado desde aquellas líneas y líneas de trincheras en los riscos y acantilados ubicados en las sinuosidades del pacifico sur, donde el viento desde el final hasta inicio de año sopla a grandes velocidades, empeorándose las condiciones cuando  en ocasiones no había ni un árbol que brindará alguna frescura de amparo.

En los Sectores 1 y 3 fue muy diferente, ahí si se observaba aumento de actividad enemiga en territorio tico, donde permanecía el fantasma del ataque y quema del puesto de control de frontera de Peñas Blancas, realizado meses atrás por las fuerzas de ARDE provocada en complicidad con la guatusería de la política gubernamental tica, también se dieron los ataques al poblado de Cárdenas, siendo contantes también, los hostigamientos fundamentalmente nocturnos desde el otro lado de la frontera, esto hizo que los denominados Sectores 1 y 3 se mantuviera en mayor estado de alerta y por lo tanto mayor actividad de las tropas.

Una Guarda o la Guardia

En una ocasión, una larga columna de tropa del Sector 2 estaba en movimiento, pero en lógico contacto con los puntos fijos, un destacado soldado reservista, quien era a la vez uno de los mejores cazadores; muy conocedor de la fauna silvestre y tirador de muy buena puntería, dio la voz de alerta a los compañeros de su escuadra y gritó, UNA GUARDA, la voz de alarma no se hizo esperar y salieron a la caza del mencionado animal, –como hemos dicho, decir guarda es la forma corta de llamar a la Guardatinaja o Tepezcuintle–, los que estaban cerca supieron el origen de la alerta y porque la columna se detuvo, pero, las dos palabras pasadas de boca en boca en las distintas direcciones de aquella interminable columna pasaron de ser una guarda, a la guardia.

Al correrse a la velocidad de un rayo las palabras la guardia, gran parte del Segundo Sector se puso en total estado de alerta, ayudó a esta reacción la ansiedad y deseos de combate, provocando que aquellos portadores de fusiles y operadores de armamento pesado pusieran bala en boca sus armas, las que apuntaban en todas direcciones, sobre todo en dirección al país vecino.

La comunicación de la supuesta presencia de la guardia se hizo también por radio, y al confirmarse como falsa, después de la alarma inicial, no dejó de causar cierto ruido en esferas superiores de mando, habiendo llamados de atención por lo considerado como un descuido de los jefes en el terreno, hecho correcto en razón de las circunstancias; exagerando o no, aquel hoy chistoso acontecimiento pudo haber tenido consecuencias impredecibles.

Cuando el mando llamó al soldado protagonista del supuesto hecho, entre las cosas que   ingenuamente dijo: “sino era una guarda era una guatusa, mi jefe el Guatuso hizo el escándalo, yo miré el animal y grité solo una vez… UNA GUARDAAAA”.

Navidad y fin de año 1983

Para finales del mes diciembre, la tropa ya estaba habituada al terreno y clara de la misión, por un lado, había tensión por los hostigamientos provenientes de Costa Rica, en los sectores uno y tres, pero al mismo tiempo en el Sector 2 había relajamiento dado la forma como se desarrollaban los acontecimientos en ese calmo Sector.

Los disparos al aire desde un inicio se sancionaban de forma severa, pero los días 24 y 31 de diciembre, cercano a las doce de la noche, a nadie se sancionó porque de hacerlo se hubiera sancionado a centenares de soldados incluyendo a jefes, dado que al calor de tragos de licor que algunos lograron introducir de forma furtiva, se había comenzado desde temprano horas a realizarse disparos al aire; el día 24 muchos se abstuvieron, pero el 31 de diciembre en silencio colectivo muchos rellenaron los cargadores de sus fusiles de balas trazadoras, esperando las doce de la noche.

Algunos dicen que, los primeros disparos iniciaron en las colinas del Sector 1, entre Sapoa y Cárdenas, donde se había vuelto rutina de todas las noches, el hostigamiento de parte de la Guardia desde territorio costarricense a nidos de ametralladoras nicaragüenses,  las ordenes eran,  no contestar el fuego, si este provenía del lado tico, para evitar provocaciones, pero el 31 de diciembre, en total libretazo de los ametralladoristas nicas, la lluvia de trazadoras de grueso calibre provenientes del territorio costarricense fue rechazada con un contundente vendaval de fuego, que de hecho hizo que ARDE suspendiera por varios días esa práctica, que era provocada en parte por la guatusería tica de darle  guarida en su territorio.

Esa noche, si sumamos los tres sectores, aquel fin de año fue despedido con millones de municiones disparadas al aire, dado que la balacera de trazadoras se extendió desde la Bahía de Salinas salvo algunos puntos hasta Colón, encendiendo el cielo con pequeñas líneas de fuego que en similitud de rayos láseres se dirigían al vacío en distintas direcciones.

Cualquiera que haya observado desde el lado costarricense tal cadencia de balas trazadoras danzando en los cielos, se pudo dibujar en su mente, la magnitud del poder de fuego y la inmensa cantidad soldados que descubrieron sus posiciones, haciendo con ello, que cualquier observador desde territorio tico se convenciera que si la guardia intentaba tocar una pulgada de tierra nicaragüense en esa parte de la frontera, no saldría fácil con vida.

Sancionado y preso

Lo vinculado a los miles de disparos al aire del 24 y 31 de diciembre, en cada Sector el Mando lo abordó a su manera, pero en el denominado Sector 2, el tema podría decirse que, en parte se le incriminó de forma injusta al Jefe de Compañía, que ya mencionamos en el tema vinculado a los reclutas del SMP. También a este jefe se le vinculaba a la responsabilidad del hecho relativo a la Guarda, ya que él estaba a cargo de la misión, y como ya dijimos las repercusiones del hecho tuvieron que ver hasta con el alto mando, dado que recién se había dado el ataque en Cárdenas y se estuvo a punto de armar una balacera disparada al vacío con repercusiones incalculables.

En la práctica, el mencionado jefe de Compañía, era un conocedor del estado moral de una tropa que esperaba haberse movilizado a una zona de guerra, y que por las circunstancias objetivas estaba estacionada y sin mayores misiones, que las ya mencionadas.

Se le achacaba, de actuar en forma paternalista y consentidora de travesuras y correrías, como las de caza de fauna silvestre y pesca, de las que se decía, que solo él y su tropa disfrutaban de “carnita de monte, pero en la práctica hasta la jefatura consumió dicha carne, cuando esta aparecía.

También, se le imputaba la permisión de visitas de los soldados a los poblados más cercanos a comprar cigarrillos,  y de hacer del personaje del cuento de la mamá zorra con su tropa, ante los hechos mencionados, cuestión que en parte era cierta, pero también muchas de estas cosas las justificaba aduciendo que, sus soldados reservistas habían venido cumplir una misión, la cual estaban haciendo de muy buena manera, y que además, esos gringos no se les veía por ningún lado y que después de la balacera del 31 de diciembre, la guardia en el Sector 2 amparada en el territorio tico no aparecería nunca, esto último resultó cierto, dado que el único ataque de la Contra al Sector 2 se redujo a una incursión marina con lanchas pirañas procedentes de Costa Rica, las cuales dispararon varios misiles que no dieron en el blanco, que era el tanque de almacenamiento de combustible del puerto de San Juan del Sur.

El caso es que el mando del Sector 2, decide sancionarlo; separarlo temporalmente del mando de la Compañía e indefinidamente recluirlo en un sitio aislado o cárcel improvisada para los indisciplinados. Error o no, ahí paso la última parte del tiempo que duró aquella siu generis movilización el carismático fundador del Batallón 8010, que además de ser un líder natural, siempre lo caracterizó la habilidad de enfrentar las dificultades con sorprendentes iniciativas, cumplir las misiones combativas más peligrosas y la facilidad de conexión con su tropa de civiles armados.

La cisterna de concreto

En los montosos potreros baldíos de una finca cercana, la tropa encontró un gigantesco recipiente con capacidad para almacenar centenares de galones de agua, que de seguro en tiempos normales le daban buena utilidad en las labores propias del campo, el hallazgo rápidamente fue del conocimiento del jefe de Sector, al que de inmediato se le ocurrió la “magistral idea” de darle una ocupación a la tropa, y al mismo tiempo abastecer al puesto de mando y la cocina de agua sin el costo de moverse a los criques, quebradas y ríos que eran las fuentes desde donde se proveían.

La idea de construirse un acueducto que condujera el agua al puesto de mando y la cocina, parecía lógica, pero presentaba dos problemas que inquietaban a la tropa y a los líderes naturales o jefes inmediatos que, en su mayoría también eran reservistas, es decir pobladores y vecinos movilizados conocidos entre sí, cosa que no siempre fue comprendida por motivo de inexperiencia de ciertos compañeros jefes, al ser ellos de la planilla permanente de ejército  y por lo general no originarios de la ciudad de donde era el grueso de la tropa reservista.

El primer dilema fue, como subir el pesado recipiente a la cúspide más elevada y llena de obstáculos naturales sin ningún tipo de maquinaria o medio para hacerla llegar hasta arriba.

La segunda dificultad se presentaría en el futuro, la llenada de agua del gran depósito de hecho le tocaría a la tropa, quien balde por balde la llenaría, para luego ser conducida por tubos de riego y de grueso diámetro encontrados también en los potreros. De hecho, de realizarse la obra cumpliría el doble propósito ya mencionado; mantener ocupada a la tropa y aminorar las dificultades de los miembros del Puesto de Mando en su estadía en aquel sitio, ya que en teoría solo le darían vuelta a una llave y el agua fluiría.

Sin discusión la orden comenzó a cumplirse, primero prácticamente tocó desenterrar donde se encontró el recipiente y luego hacerlo llegar empujado con sus propias manos y jalado por la tropa por rugosas cuerdas, desde aquellos potreros hasta el pie de la colina, no sin antes pasar obstáculos de todo tipo; la tortuosa tarea comenzaba desde el amanecer y concluía con la puesta del sol en el océano Pacífico, combinándose con las labores de guardia y rutina combativa.

Con gran dificultad se logró acercar al pie de la colina y se inició el proceso de intentar subirlo, la estrategia fue empujar con las manos y jalar con cuerdas hacia arriba, e ir colocando troncos y piedras que sirvieran de cuñas para evitar que se deslizara hacia abajo, y así ir manteniendo lo poquísimo que se lograba avanzar en la pendiente, llena de monte troncos y piedras; todo bajo el peligro que en algún momento se viniera hacia abajo y aplastará a los que empujaran.

Ante las dificultades que se presentaban, se comenzó a desarrollar iniciativas para hacer posible subir la gigantesca cisterna de concreto, una medida emergente fue obtener una yunta de bueyes en el poblado más adyacente, con estos animales se pudo llevar un poco más arriba, tiempo después se le sumó a la fuerza humana y a la de los semovientes la potencia de un destartalado tractor y se avanzó un poco más.

A pesar de todos los trances y lo imposible que parecía cumplir la misión, la jefatura del batallón mantuvo tajantemente la orden, y constantemente manifestaba delante la tropa, frases irónicas que herían el amor propio o ego de los reservistas a quienes los acusaba de “la verga, por no poder subir a esa lomita ese barrilito”.

Llegó el momento que, el insatisfecho se iba generalizando en la tropa y los principales líderes naturales decidieron visitar en la improvisada cárcel a su jefe de compañía, amigo y vecinos del mismo barrio, para escuchar sus acostumbradas sugerencias y les ayudara a salir del atolladero en el que se encontraban, nadie quería quedar como “la verga” sobre todo con una jefatura a la que con justificación o no, varios le iban perdiendo respeto.

El sancionado Jefe de Compañía los escuchó atentamente y después de preguntas, entre bromas y en serio les dijo: “háganle la Guatusa al jefe y sigan trabajando para subir ese barril a lo más alto que puedan y ya cuando estén seguros que no se pueda avanzar, suéltenla, quítenle las cuñas y la dejan que se venga hacia abajo”.

No se dijo más, se despidieron y salieron convencidos de la razón que tenía su amigo el sancionado, nadie hizo ningún comentario, días después ya persuadidos que, eso era lo más alto que podían subir a la pesada cisterna, bajo un limpio cielo y un sol marino de la una de la tarde, cuando todos estaban disfrutando de sus merecidos alimentos del almuerzo; en cumplimiento de lo que ya habían acordado, alguien sin ser visto quitó las cuñas, dejando prácticamente en caída libre el barril, el que, comenzó a dejarse ir por su propio peso por la pendiente, haciendo estruendos al pasar llevando cuanto encontraba en su viaje hacia el pie de la colina, despedazándose y causando el sobresalto que hizo que el oficial de guardia sonara la alarma de combate, provocando que todo el mundo dejara de comer y pasará a toda velocidad a ubicarse en sus puestos de tiro designados incluyendo a la jefatura, la única tropa que no se movió fue la que sabía lo que pasaba y en total complicidad había provocado algo que solo al jefe sancionado se le pudo ocurrir. Sin cisterna que subir a la elevada y escarpada colina se acabó el problema.

Las particularidades del retorno a casa

La desmovilización de la tropa en aquella ocasión no se realizó de la forma que regularmente se hacía, donde los reservistas se desmovilizaban en un solo contingente en un día determinado, siendo recibidos por centenares de personas entre pobladores y familiares.

Esta se hizo de forma escalonada, debido a la dispersión de todo el batallón en pequeñas unidades en los tres sectores, las que poco a poco fueron siendo diseminadas en distintos puntos de la frontera y conforme la tensión de la intervención directa fue disminuyendo, la lógica de la defensa cambio el concepto de Sectores, lo que trajo consigo la consolidación de ciertos puntos específicos de defensa que se mantuvieron como prioridad.

Un resultado positivo de aquel gigantesco esfuerzo de defensa de la soberanía nacional, además de ser una fuerza disuasiva ante la intervención militar directa de los gringos fue, el hecho que se logró foguear y entrenar militarmente mucho personal, factor de mucha utilidad en las jornadas de guerra que estaban por llegar, tanto en el movimiento de tropas de infantería, fogueo de mando, como en el emplazamiento en la zona de artillería reactiva (BM 21 y GRAD 1 P), antitanque, obuses (152 Y 122), parabólica y de tiro indirecto, carros de combate blindado, baterías antiaéreas de puntos fijos y de cohetes C2M Y C3M, técnica en comunicación y exploración, podría decirse también que pocas veces como aquellas se pudo observar  a soldados sandinistas con equipamiento de guerra convencional completo que, incluía cascos metálicos –cumbos como se les bautizó–, máscaras antigás, binoculares etc.

Aquella experiencia adquirida, fue decisiva, al darse movilizaciones inmediatas, que la mayoría tuvimos a otras zonas de combate, tanto al norte, centro, Caribe y a Río San Juan. También en posteriores misiones llegadas en todo el resto de la década. Digno destacar a muchos compañeros que, pasaron a ser una cantera de personal permanente del Ejército Popular Sandinista, incluyendo varios de aquellos jóvenes que guatuseramente se les llevó supuestamente a cumplir su Servicio Militar Patriótico y que luego se les hizo el llamado conforme lo establecido en la Ley y debieron cumplirla y aún mejor, ya no comenzaron de cero su entrenamiento.

En la historia deberá prevalecer, que ni antes, ni después, en esa zona fronteriza, incluyendo otros momentos de tensión, hubo: tantos hombres armas, tal desplazamiento de técnica militar, ni tal cantidad de personal de mando movilizado en puestos de avanzada, ni se construyó tantas rudimentarias obras de ingeniería para la defensa, como en aquellos días de finales de 1983 e inicios de 1984.

«Los cheles» y «los jonnys» nunca llegaron

Años después de aquella movilización, ya a finales de los años 80, me detuve a saludar en su casa al jefe de compañía, que hemos mencionado en esta historia, ya estando en la vida civil, ¿Cómo te va? Le dije y, jocosamente me contesto, sin dejar de laborar y señalando un cajón de herramientas, donde de seguro entre sus herramientas de trabajo, también había un fusil AKA, con cargadores y municiones; “aquí esperando a los gringos que, nunca vinieron, ojalá vengan, si vienen o me matan o quedo rico”, nunca entendí que me quiso decir con aquello; si sobrevivimos la pandemia del COVID y lo veo de nuevo le preguntaré.

Ese mismo día, que saludé al jefe de compañía, me detuve a observar la humilde vivienda de una señora protagonista de la siguiente anécdota de aquellos años de psicosis de guerra provocadas por tantas amenazas de intervención militar imperial; sucedió, que varias humildes señoras de edad, iban corriendo buscando su armas o refugio y diciéndoles a los conocidos que se encontraban en su camino, “corran, corran, corran, los gringos ya están en Granada”, en una alusión equivocada, interpretada en la sencillez de gente humilde, que de esa manera interpretaron la noticia escuchada en la radio, de que los militares  invasores yanquis habían desembarcado en la ciudad de Granada, Nicaragua y no en el país insular mencionado en este relato.

Es muy posible que, en el subconsciente de aquellas pobladoras todavía estaba viva la imagen del letrero “Here was Granada” (Aquí fue Granada), que miraron sus abuelos en la incendiada y saqueada ciudad de Granada, el 24 de noviembre de 1856, cuando el General estadounidense “Charles Frederick Henningsen, tomaría al pie de la letra la orden del filibustero William Walker de incendiar Granada en un acto vengativo de los más cobardes que se registran en la historia”.

En 1860, el filibustero William Walker sobre la quema de Granada escribiría lo siguiente: “Conforme a las leyes de la guerra la ciudad había perdido el derecho a existir, y la conveniencia de destruirla era tan evidente, como la justicia de la medida, fue para los granadinos un golpe del que nunca se han repuesto. Amaban a su ciudad como a una mujer”.

Herederos del pequeño ejército loco

En 1928, Gabriela Mistral (poetisa chilena) denominó al Ejército de Sandino “ese pequeño ejército loco de voluntad de sacrificio”.

Aquel año de 1983, los gringos, los cheles, los jonnys no intervinieron militarmente en Nicaragua de forma directa, ni por tierra, ni por aire, ni por mar, de haberlo hecho, quien sabe cuál hubiesen sido las consecuencias, dada la inmensa cantidad de civiles nicaragüenses armados a los que se hubiesen enfrentado, todos se consideraban y consideran herederos de aquel “ejército loco”.

Para 1983, el ejército heredero de Sandino ya no era pequeño, eran miles de pobladores armados, con uno que otro conocimiento militar, pero, aun así, su poder material real era minúsculo en comparación con el de la potencia militar y económica más grande de la tierra.

El misterio de la prevaleciente firmeza que, despertó solidaridad, admiración y respeto en las naciones dignas del mundo por el denominado “pequeño ejército loco” es probable encontrarlo, en lo que solo una poetisa latinoamericana logró describir y elevar a tan alta imaginación, posiblemente interpretado por muchos como mágica realidad, la cual se resiste a dejar de ser real, pero sin abandonar la magia existente en el sub realismo del entorno latinoamericano; una locura posiblemente encerrada en el patriotismo y dignidad de la mayoría de los nicaragüenses, que a veces se niegan a entenderse entre los suyos, pero más aún que eso, sobresale y prevalece la inquebrantable voluntad de no rendirse ante la persistencia imperial de dominarnos, aunque para ello, como lo demuestra la historia, las piedras del suelo patrio sean sus únicas armas, frente a la superioridad militar extranjera.

Podría interpretarse que, los millones de chispeantes proyectiles trazadores disparados al aire por aquella  improvisada y “loca tropa” compuesta por orgullosos herederos del “Ejercito Defensor de la Soberanía Nacional” de Sandino, sin saberlo ni ellos ni nadie, tal vez impulsados por alguna fuerza espiritual, estaban recordándole con esa inmensa cortina de fuego, en aquel territorio fronterizo al gobierno de Reagan, que precisamente en la fecha del 2 de enero de 1983 se cumplían 51 años de la expulsión de la marinería gringa de territorio nicaragüense, una vez derrotada por el entonces “pequeño ejército loco” en 1933. También debió haber sido un misterioso recibimiento del año 1984, el mismo de la conmemoración del 50 aniversario del asesinato de Sandino.

Tanto la expulsión de los marines, como el magnicidio de nuestro héroe nacional son un apocamiento que el imperio estadounidense cargará por siempre y que, de seguro al saber lo esperado no se decidieron por una nueva intervención militar directa a Nicaragua, es un hecho que valoraron los costos a pagar: cargar con otra vergüenza; con la vergüenza de saquear e incendiar otra vez nuestras ciudades matándonos a todos o de salir derrotados.

De seguro, aquella última noche de diciembre de 1983, el noble espíritu de Sandino latía en el Corazón del pueblo armado, representado en sus indomables reservistas y demás tropas sandinistas, los que, sin mencionar una palabra con el fuego salido de sus fusiles le decían sin miedo alguno al imperio yanqui invasor: TOMÁ, vos y tus peleles no nos volverán a matar a traición, porque al igual que ayer, hoy, mañana y por siempre… “Preferimos hacernos morir como rebeldes que vivir como esclavos”

Notas

  • Documento de Santa Fe I, redactado en mayo de 1980 por el Grupo de Santa Fe – por la capital del Estado de Nuevo Méjico – y la Heritage foudation elaboraron un documento sobre las relaciones de Estados Unidos con América Latina. Estaba dirigido a Ronald Reagan en caso que ganara en las elecciones presidenciales de noviembre, como ocurrió. Bautizando como Santa Fe I, proponía líneas de acción que fueron aplicadas durante su gobierno. Bautizado como “Santa Fe I”, proponía líneas de acción que fueron aplicadas durante su gobierno.
  • Las fuerzas de E.E.U.U. sufrieron 19 víctimas mortales y 116 heridos. Granada sufrió 45 muertes militares y, también, al menos 24 civiles junto con 358 soldados heridos. Cuba tuvo 25 muertos en acción con 59 heridos y 638 tomados prisioneros.