Fracasó con Rusia y ahora Occidente pierde a Eurasia Beirut. Por Alastair Crooke (*), Eurasia Review

Fracasó con Rusia y ahora Occidente pierde a Eurasia Beirut. Por Alastair Crooke (*), Eurasia Review

Tal vez hubo un momentáneo encogimiento de hombros en Washington esta semana al leer el relato de la gestión de Sergei Lavrov ante el embajador de Estados Unidos en Moscú: Rusia le estaba diciendo a Estados Unidos: “¡Ya no estamos en paz!

Y no sólo “ya no estamos en paz”, sino que Rusia responsabilizaba a Estados Unidos del “ataque con bombas de racimo” en una playa de Crimea el pasado domingo, festividad de Pentecostés, en el que murieron varias personas (incluidos niños) y muchas más resultaron heridas. Estados Unidos “se convirtió así en parte” de la guerra delegada a Ucrania (fue un ATACM suministrado por Estados Unidos, programado por especialistas estadounidenses y basado en datos de Estados Unidos), decía la declaración de Rusia.

Evidentemente, en algún lugar una luz ámbar parpadeó con matices rosas y rojos. El Pentágono se dio cuenta de que algo había sucedido: “No hay vuelta de hoja; esto podría agravarse considerablemente”. El Secretario de Defensa estadounidense (tras una pausa desde marzo de 2023) cogió el teléfono para llamar a su homólogo ruso: “Estados Unidos lamenta la muerte de civiles; los ucranianos tenían plena discreción para apuntar”.

Sin embargo, la opinión pública rusa está furiosa.

El mundo nunca volverá a ser el mismo

El argot diplomático de que “ahora hay un estado intermedio; ni guerra ni paz” no es más que “la mitad de la cuestión”.

Occidente ha “perdido” a Rusia mucho más profundamente de lo que se cree.

El Presidente Vladimir Putin, en su declaración ante la Junta Directiva del Ministerio de Asuntos Exteriores tras el choque de espadas del G-7, detalló cómo habíamos llegado a esta coyuntura crucial (de inevitable escalada). Putin indicó que la gravedad de la situación exigía una oferta de “última oportunidad” a Occidente, una oferta que Putin dijo enfáticamente que no iba a ser “ningún alto el fuego temporal para que Kiev prepare una nueva ofensiva; ni una congelación del conflicto, sino que tenía que tratarse de la finalización definitiva de la guerra”.

En general, se ha entendido que la única forma creíble de poner fin a la guerra de Ucrania sería un acuerdo de “paz” surgido de la negociación entre Rusia y Estados Unidos. Sin embargo, esto tiene sus raíces en una visión familiar centrada en Estados Unidos: “A la espera de Washington”.

Lavrov comentó (parafraseando) que si alguien se imagina que estamos “esperando a Godot” (personaje de una tragicomedia en dos actos, obra perteneciente al teatro del absurdo) y que “saldremos corriendo”, se equivoca.

Moscú tiene en mente algo mucho más radical, algo que conmocionará a Occidente. Moscú (y China) no se limitan a esperar los caprichos de Occidente, sino que planean invertir por completo el paradigma de la arquitectura de seguridad: crear una arquitectura “Alt” (todo incluido) para el “vasto espacio” de Eurasia, nada menos.

Se pretende salir de la confrontación de suma cero del bloque existente. No se prevé una nueva confrontación; sin embargo, la nueva arquitectura pretende obligar a los “actores externos” a reducir su hegemonía en el continente.

En su discurso ante el Ministerio de Asuntos Exteriores, Putin anticipó explícitamente el colapso del sistema de seguridad euroatlántico y la aparición de una nueva arquitectura: “El mundo nunca volverá a ser el mismo”, dijo.

¿A qué se refería? En el Foro de Lectura Primakov, el principal asesor de Putin en política exterior, Yuri Ushakov, aclaró la “escasa” alusión de Putin. Dijo que Rusia ha llegado a la conclusión de que no va a haber una remodelación a largo plazo del sistema de seguridad en Europa. Y sin una remodelación importante, no habrá una “conclusión final” (en palabras de Putin) del conflicto en Ucrania.

Ushakov explicó que este sistema de seguridad unificado e indivisible en Eurasia debe sustituir a los modelos euroatlántico y eurocéntrico que ahora están cayendo en el olvido. “Este discurso [de Putin en el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso], diría yo, establece el vector de las futuras actividades de nuestro país en la escena internacional, incluida la construcción de un sistema de seguridad único e indivisible en Eurasia”, dijo Ushakov.

El antecedente de Sudáfrica

Los peligros de una propaganda excesiva quedaron patentes en un episodio anterior en el que un Estado importante se vio atrapado por su propia demonización de sus adversarios: La arquitectura de seguridad sudafricana para Angola y el suroeste de África (ahora Namibia) también se había desmoronado en 1980 (yo estaba allí por aquel entonces).

Las Fuerzas de Defensa sudafricanas aún conservaban un residuo de inmensa capacidad destructiva al norte de Sudáfrica, pero el uso de esa fuerza no estaba produciendo ninguna solución o mejora política. Más bien, estaba llevando a Sudáfrica al olvido (tal y como Ushakov describe hoy el modelo euroatlántico). Pretoria quería un cambio; estaba dispuesta (en principio) a llegar a un acuerdo con la SWAPO, pero el intento de aplicar un alto el fuego se vino abajo a principios de 1981.

El mayor problema era que el gobierno sudafricano del apartheid había tenido tanto éxito con su propaganda y la demonización de la SWAPO como “marxista Y terrorista” que su público retrocedió ante cualquier acuerdo, y pasaría otra década (y haría falta una revolución geoestratégica) antes de que finalmente fuera posible un acuerdo.

Hoy en día, la “élite” de la seguridad de Estados Unidos y la UE ha tenido tanto “éxito” con su propaganda antirrusa igualmente exagerada, que también ellos quedaron atrapados. Incluso si quisieran (que no es el caso), una arquitectura de seguridad de reemplazo podría simplemente resultar “innegociable” en los años venideros.

Así pues, como ha subrayado Lavrov, los países euroasiáticos han llegado a la conclusión de que la seguridad en el continente debe construirse desde dentro, libre y lejos de la influencia estadounidense. En esta conceptualización, el principio de indivisibilidad de la seguridad –una cualidad que no se aplica en el proyecto euroatlántico– puede y debe convertirse en la noción clave en torno a la cual pueda construirse la estructura euroasiática, especificó Lavrov.

En esta “indivisibilidad” se encuentra la aplicación real, y no nominal, de las disposiciones de la Carta de la ONU, incluido el principio de igualdad soberana.

El camino de Eurasia

Los países euroasiáticos están aunando esfuerzos para contrarrestar conjuntamente las pretensiones estadounidenses de hegemonía mundial y la injerencia de Occidente en los asuntos de otros Estados, declaró Lavrov el miércoles en el Foro de Lectura Primakov.

Estados Unidos y otros países occidentales “intentan interferir en los asuntos” de Eurasia, trasladando infraestructuras de la OTAN a Asia, realizando simulacros conjuntos y creando nuevos pactos.

Lavrov vaticinó: “Se trata de una lucha geopolítica. Siempre lo ha sido, y quizás dure mucho tiempo, y quizás no veamos el final de este proceso. Sin embargo, es un hecho que el rumbo hacia el control desde el océano de todo lo que ocurre en todas partes se ve ahora contrarrestado por el rumbo hacia la unión de los esfuerzos de los países euroasiáticos”.

El inicio de las consultas sobre una nueva estructura de seguridad no indica todavía la creación de una alianza político-militar similar a la OTAN; “En un principio, bien podría existir en forma de foro o mecanismo de consulta de los países interesados, no cargado con excesivas obligaciones organizativas e institucionales”, escribe Ivan Timofeev, Director General del Consejo Ruso de Asuntos Internacionales.

Maria Zajárova (vocera de la cancillería rusa) explica que en sus parámetros, este sistema “no sólo garantizará una paz duradera, sino que también evitará grandes convulsiones geopolíticas debidas a la crisis de la globalización, construida según los patrones occidentales. Creará garantías político-militares fiables para la protección tanto de la Federación Rusa como de otros países de la macrorregión frente a amenazas externas, creará un espacio libre de conflictos y favorable para el desarrollo, eliminando la influencia desestabilizadora de los actores extrarregionales en los procesos euroasiáticos. En el futuro, esto significará reducir la presencia militar de potencias externas en Eurasia”.

Hacia una Guerra Mundial

Sin embargo, el Presidente Honorario del Consejo de Política Exterior y de Defensa de Rusia, Sergei Karaganov, inserta (en una entrevista reciente) su análisis más sobrio:

“Desgraciadamente, nos dirigimos hacia una verdadera guerra mundial, una guerra en toda regla. Los cimientos del viejo sistema mundial se están resquebrajando y estallarán conflictos. Es necesario bloquear el camino que conduce a esa guerra… los conflictos ya se están gestando y tienen lugar en todos los ámbitos.

“La ONU es una especie en extinción, cargada con el aparato occidental y, por tanto, irreformable. Pues que se quede. Pero necesitamos construir estructuras paralelas… Creo que deberíamos construir sistemas paralelos ampliando el BRICS y la OCS, desarrollando su interacción con la ASEAN, la Liga de Estados Árabes, la Organización para la Unidad Africana, el Mercosur latinoamericano, etc.

“En general, estamos interesados en establecer un sistema multilateral de disuasión nuclear en el mundo. Así que, personalmente, no me preocupa la aparición de nuevas potencias nucleares y el fortalecimiento de las antiguas, simplemente porque confiar en la razón de la gente no funciona. Debe haber miedo. Debe haber una mayor confianza en una “disuasión nuclear-temor, inspiración-soberbia”.

El aspecto de la política nuclear es un tema complejo y polémico hoy en día en Rusia. Algunos sostienen que una doctrina nuclear rusa demasiado restrictiva puede ser peligrosa, si provoca que los adversarios se vuelvan demasiado displicentes; es decir, que los adversarios se vuelvan poco impresionables o indiferentes al efecto disuasorio, hasta el punto de desestimar su realidad.

Otros prefieren una postura de último recurso. Sin embargo, todos están de acuerdo en que la arquitectura de seguridad euroasiática dispone de muchas fases de escalada, además de la nuclear.

Sin embargo, la capacidad de un “cerrojo de seguridad” nuclear en todo el continente frente a una OTAN equipada nuclearmente es evidente: Rusia, China, India, Pakistán –y ahora Corea Democrática– son todos Estados poseedores de armas nucleares, por lo que existe un cierto grado de potencial disuasorio.

Arquitectura «todo incluido»

Otros “pasos de escalada” estarán sin duda en el centro de los debates de la cumbre BRICS de Khazan el próximo mes de octubre. Porque una arquitectura de seguridad no es conceptualmente sólo “militar”. La agenda abarca cuestiones comerciales, financieras y de sanciones.

La simple lógica de invertir el paradigma militar de la OTAN para dar lugar a un sistema de seguridad euroasiático “todo incluido” parecería, por la sola fuerza de la lógica, argumentar que si se invierte el paradigma de la seguridad, también debe invertirse la hegemonía financiera y comercial occidental.

La desdolarización, por supuesto, ya está en la agenda, y es probable que en octubre se desvelen mecanismos tangibles. Pero si ahora Occidente se siente libre para sancionar a Eurasia a su antojo, también existe la posibilidad de que Eurasia sancione recíprocamente a Estados Unidos o a Europa, o a ambos.

Sí. Hemos “perdido” a Rusia (no para siempre). Y podemos perder mucho más. ¿No está ahora claro el propósito del Presidente Putin al visitar Corea del Norte y Vietnam en el contexto del proyecto de arquitectura de seguridad euroasiática? Forman parte de ella.

Y parafraseando el célebre poema de Konstantínos Kaváfis (poeta griego, una de las figuras literarias más importantes del siglo XX y uno de los mayores exponentes del renacimiento de la lengua griega moderna):

¿Por qué este repentino desconcierto, esta confusión? (Qué serios se han vuelto los rostros de la gente). / Porque ha caído la noche y los [rusos] no han venido. // Y algunos de nuestros hombres recién llegados de la frontera dicen / que ya no hay [rusos]… // “¿Y ahora qué va a ser de nosotros sin [los rusos]”? // “Eran una especie de solución”.

(*) Alastair Crooke es un antiguo diplomático británico, fundador y director del “Foro sobre Conflictos”, con sede en Beirut.

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