La democracia en Europa es un simulacro corrupto Estelí. Por Stephen Sefton, Consejo de Comunicación y Ciudadanía.

La democracia en Europa es un simulacro corrupto Estelí. Por Stephen Sefton, Consejo de Comunicación y Ciudadanía.

Cuando concluyó la Segunda Guerra Mundial, en Europa las poblaciones esperaban crear un nuevo mundo de paz y prosperidad. En Francia e Italia, los partidos comunistas gozaron de amplio apoyo para la implementación de sus programas radicales a nivel nacional. En el Reino Unido el Partido Laborista ganó las elecciones de 1945 por una mayoría abrumadora con un programa de nacionalización de las industrias clave y de medidas de bienestar para toda la población.

Pero ese breve momento de esperanza no sobrevivió la realidad política del dominio de las élites occidentales y su feroz determinación de mantener ese dominio a toda costa. Se veía esta realidad en la guerra civil en Grecia entre 1946 y 1949 donde Estados Unidos y Reino Unido apoyaron a las fuerzas derechistas a prevalecer contra las fuerzas comunistas.

El natural instinto imperialista de los gobiernos europeos se observaba en la manera en que Bélgica, España, Francia, Holanda, Reino Unido y Portugal luchaban para mantener sus respectivas colonias en África y Asia.

También pudo advertirse en las dos principales crisis de la posguerra. Primero, los países occidentales despojaron al pueblo palestino de su derecho a la autodeterminación con la injusta imposición de un Estado sionista basado en el terrorismo y la limpieza étnica de la población nativa. Segundo, validaron la campaña genocida contra toda la población coreana para destruir a la República Popular Democrática de Corea.

Andamiaje para asegurar poder imperialista

Desde luego el imperativo de las élites norteamericanas y europeas en ese momento fue la creación y consolidación de las estructuras adecuadas para asegurar y defender su poder global político militar y su acceso y control de los recursos naturales mundiales esenciales para poder seguir con su acostumbrado pillaje económico del mundo mayoritario

Para lograr esos objetivos, ya habían creado la Organización de las Naciones Unidas con un Consejo de Seguridad sesgado a favor del Occidente y sin la República Popular China. Procedieron a garantizar su control financiero del mundo con la creación en 1944 del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.

Para enfrentar el desafío militar de la Unión Soviética, en 1949 crearon la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Para profundizar su control político de Europa, las élites occidentales acordaron iniciar el proceso de la integración europea por medio del Tratado de Bruselas de 1948, el Acuerdo de Carbón y Acero de 1951 y el Tratado de Roma de 1957, entre otros acuerdos.

Todo el proceso fue parte de una coherente iniciativa norteamericana y europea de crear un bloque de los países occidentales capaz de imponer los intereses de sus élites gobernantes a nivel nacional e internacional, especialmente contra las naciones del mundo mayoritario.

Es cierto que siempre hubo una corriente de opinión política entre las élites europeas, más que todo en Francia, que quería mayor autonomía. Pero la realidad del dominio norteamericano se hizo clara en 1956 durante la crisis de Suez, cuando Estados Unidos vetó una operación militar por Reino Unido y Francia para volver a tomar control del Canal de Suez de Egipto, lo cual no correspondía a los intereses estadounidenses en ese momento.

Pero, en última instancia, todos cerraron filas contra la Unión Soviética y para suprimir en lo posible las aspiraciones de los pueblos de sus antiguas colonias alrededor del mundo hacia un mundo más justo y equitativo. La historia de los últimos setenta años está repleta de ejemplos de esta realidad.

Vocación de vasallos de EEUU

El desarrollo de la Unión Europea ha seguido una lógica natural desde sus orígenes como la estructura política contraparte de la estructura militar de la OTAN. Ambos fueron diseñados con el doble propósito de servir en conjunto como baluarte y cabeza de puente contra la Unión Soviética.

Cuando la Comunidad Económica Europea se transformó en la Unión Europea con el Tratado de Maastricht de 1992, se inició un proceso de ampliación y de intensificación todavía mayor del control antidemocrático de las élites europeas sobre sus pueblos. Con sucesivas medidas administrativas de la Comisión Europea, que no está elegida por el voto popular, y nuevos tratados como los de Amsterdam en 1997, de Niza en 2001 y de Lisboa en 2007, las oligarquías europeas iban afianzando su estatus como gerentes de una Unión Europea vasalla de la élite norteamericana.

Quizás la expresión más contundente de la falsedad de la democracia europea y de la corrupción de sus estructuras de gobernanza fue la reacción de las élites europeas al colapso del sistema financiero occidental en 2008 y 2009. En vez de seguir la receta del libre mercado para entidades en bancarrota, que implica disolverlas y reorganizar sus activos remanentes de una forma sana, los gobiernos acordaron rescatar al corrupto sistema de la banca privada con fondos públicos.

Luego se argumentó que el gigantesco costo de ese rescate justificaba fuertes medidas de austeridad y grandes recortes en el gasto público. En efecto, fue un asalto en plena luz de día contra el bienestar de sus poblaciones para hacer un traslado de millones de millones de Euros a la clase gobernante del continente.

Pero aun antes de ese extraordinario despilfarro del patrimonio de las poblaciones europeas, la hipocresía de los dirigentes europeos había quedado en evidencia por la manera en que los países poderosos violaron el llamado Pacto de Crecimiento y Estabilidad. Este acuerdo, vigente desde 1998, supuestamente aplicaba a todos los países de la Unión Europea, estipulando los niveles de deuda y de déficit presupuestaria permitidos a cada gobierno con el fin de mantener finanzas sanas en toda Europa. Sin embargo, cuando estas normas resultaron inconvenientes para los países más poderosos –como Alemania o Francia– sencillamente se ignoraban por años de una manera tan grosera, que en 2005 –ante fuertes reclamos de los demás países de la Unión– se hizo una enmienda para hacer los criterios menos exigentes.

Hipócritas y cínicos

El profundo cinismo y la hipocresía de las élites europeas quedaron demostrados con especial claridad entre 2010 y 2015 cuando Grecia estuvo constantemente a punto de declarar que no iba a poder cumplir con el pago de su deuda externa. De hecho, se había acumulado la deuda en gran parte por la presión financiera y económica de Alemania y otros países europeos que sabían que la economía griega no iba a poder sostener ese desequilibrio regional. Y fueron los hipócritas alemanes quienes empujaron de la manera más despiadada que Grecia pagara su deuda sin conceder ningún alivio. Las élites europeas junto con el Fondo Monetario Internacional impusieron un programa punitivo contra el sector público en Grecia que la población rechazó, en vano, en un referéndum.

Así quedó expuesta la realidad de la democracia europea. La gran mayoría de economistas están de acuerdo que desde un inicio un problema fundamental de la Unión Europea ha sido la falta de soberanía monetaria y fiscal. El caso de Grecia demuestra que en efecto los países y pueblos de la UE padecen de la misma dependencia neocolonial que los países del mundo mayoritario endeudados en monedas extranjeras, especialmente en dólares, por supuesto.

Este sistema antidemocrático ha llegado a tener un carácter casi feudal por la manera en que una pequeña casta gerencial, notoriamente narcisista, mantiene su dominio sobre una población de alrededor de 450 millones de personas. La única entidad donde sus miembros se eligen por el voto popular es el Parlamento Europeo con un papel meramente de adorno para ratificar y sellar las decisiones ya tomadas en las otras instituciones europeas.

Entra tantos ejemplos más de la naturaleza feudal de la gobernabilidad de la Unión Europea, se destacan los recientes nombramientos a puertas cerradas del Presidente de de la Comisión Europea, del Alto Representante de la Unión Europea para los Asuntos Exteriores y la Política de Seguridad y del Presidente del Consejo Europeo. Las tres personas seleccionadas son Ursula von der Leyen, Kaja Kallas y Antonio Costa.

Traición a los electores

La agencia Tass reporta las palabras del destacado político derechista italiano Matteo Salvini quien comentó al respecto: “Lo que está ocurriendo con los nombramientos en la UE parece un golpe de Estado. Millones de europeos votaron y pidieron un cambio en Europa. ¿Y qué se les ofrece? Las mismas personas… Lo considero el colmo de la falta de respeto”. De hecho, la coalición de partidos social demócratas y centristas tendrá mayoría en el Parlamento Europeo y entre chantajes y sobornos se va a asegurar la aprobación de los tres candidatos a pesar de las controversias que los rodea.

En el caso de Ursula Von der Leyen se trata de repetidos episodios de tráfico de influencias y abuso de poder, especialmente en relación a los contratos de miles de millones de euros negociados en privado sin el debido proceso de licitación con la empresa farmacéutica Pfizer para decenas de millones de dosis de vacunas anti Covid-19 los cuales nunca se ocuparon.

Al inicio de la Operación Militar Especial de Rusia en Ucrania, Kaja Kallas abogó vehementemente para cortar toda relación comercial con Rusia. Pero su marido continuó enriqueciéndose por medio de sus acciones en una empresa que seguía activa en la economía rusa mucho después de febrero 2022.

Por su parte Antonio Costa está bajo investigación en Portugal por tráfico de influencias y abuso de poder en relación con contratos estatales vinculados a proyectos de litio e hidrógeno.

La corrupción es común en la vida pública europea. Siempre ha habido escándalos de corrupción que han involucrado a destacados políticos como Helmut Kohl en Alemania, Bettino Craxi o Silvio Berlusconi en Italia, Alain Juppe, Edith Cresson y Nicolás Sarkozy en Francia. Y es muy conocido que las decisiones cuestionables de altos dirigentes luego se recompensa con jugosos beneficios en el sector empresarial privado occidental.

Entre otros escándalos de corrupción, es famoso que Tony Blair vetó una investigación de pagos corruptos multimillonarios de parte de la empresa British Aerospace a funcionarios de Arabia Saudita. Al salir de la política se benefició de puestos lucrativos de parte de empresas transnacionales como el Carlyle Group, una influyente empresa norteamericana.

Que se joda la Unión Europea

Pero es el conflicto que la OTAN ha provocado con la Federación Rusa el que más destaca el estatus vasallo de la Unión Europea. Desde 2014, políticos como Angela Merkel y François Hollande mintieron al Presidente Vladimir Putin que querían facilitar la paz en el Donbass. Ahora han admitido que fingieron querer la paz para ganar tiempo y permitir a la OTAN armar las fuerza armadas de Ucrania hasta los dientes para luego conquistar militarmente el Donbass.

La destrucción del gasoducto Nord Stream y las medidas para cortar el suministro a Europa de los hidrocarburos baratos de Rusia han conducido prácticamente a la desindustrialización de Alemania porque los precios mucho más altos que deben pagar por la energía que necesitan.

En una conversación grabada y difundida en 2014, Victoria Nuland, ex subsecretaria de Estado de EEUU, sobre a quién iba a imponer su gobierno como presidente de Ucrania, ella dijo “que se joda la UE”. Parece que lo quería decir literalmente.

Igual que las élites norteamericanas, sus sirvientes de las clases gobernantes europeas pueden encontrar cientos de miles de millones para financiar la guerra de la OTAN contra Rusia, pero no hallan dinero para garantizar las necesidades y derechos de sus propias poblaciones. Igual que Estados Unidos, los países de la Unión Europea dependen de la migración para mantener a flote su economía mientras desprecian y discriminan contra las y los migrantes y sus familias.

Las elecciones europeas demuestran que la mayoría de la población europea no quiere la guerra con Rusia y tampoco está de acuerdo con el apoyo de la Unión Europea al genocidio sionista en Palestina. Pero el simulacro corrupto de la democracia que es la UE no está diseñado para promover los intereses o los deseos de sus pueblos, sino para obedecer las órdenes de sus amos norteamericanos.

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