La rebelión contra las ratas que dominan Perú Lima. Agencias.

La rebelión contra las ratas que dominan Perú Lima. Agencias.

Cinco días después de la destitución del presidente Martín Vizcarra, en medio de la brutal represión desatada por la policía contra las masivas protestas populares, su sustituto Manuel Merino anunció su renuncia la mañana del domingo, sumiendo a Perú en una profunda crisis institucional.

Tanto Vizcarra como Merino (un poderoso empresario, diputado en varios períodos), son de derecha y postulan el neoliberalismo como su ideología.

Pero algo ocurrió esta vez, pues jóvenes peruanos de clase media, usualmente apáticos, individualistas y sin ningún interés político, y sectores populares de los empobrecidos barrios de la periferia de Lima, decidieron salir a las calles y protestar contra la clase política peruana enquistada en las instituciones desde hace casi 40 años.

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Desde el lunes, cuando Vizcarra fue destituido, los jóvenes peruanos realizaron protestas diarias en todo el territorio contra los políticos peruanos individualizados en Merino, quien se convirtió en uno de los políticos más impopulares del país y debió renunciar, tras haber orquestado la destitución de Vizcarra cuando era presidente del Parlamento.

Un país lleno de ratas de la política

Perú es el único país de América que tiene a todos sus expresidentes de los últimos 35 años manchados en asuntos de corrupción. Uno de ellos, Alan García (2006-2011), se suicidó en 2019 para evitar que la policía lo apresara por sus nexos con la constructora brasileña Odebrecht. Otro, Alberto Fujimori (1990-2000), está preso con tres sentencias por corrupción y otra más por el asesinato de 25 peruanos, entre ellos, nueve jóvenes universitarios y un niño de ocho años.

García ya había sido presidente entre 1985 y 1990 y dejó al país con una inflación de 397% el último mes de su mandato. Lizbeth dice que, por sus estudios, recuerda muy bien esa cifra. “Gente irresponsable no puede llegar al poder”, dijo.

Entre los dibujos que los jóvenes mostraban más en sus carteles abundaban los retratos de roedores con trajes y corbatas. También de ratas recibiendo puñetazos en la cara, enjauladas, comiendo un queso u oliendo con una pícara sonrisa un gordo fajo de dólares.

“Las ratas son los políticos, los congresistas, los presidentes, ése es el animal para representarlos en el Perú”, explicó Janeth Benítez, una estudiante de fotografía que llevaba un cartel que decía “ni de izquierda, ni de derecha, soy de los de abajo y voy por los de arriba”.

La joven de 23 años asistió con su madre, Ofelia Mena, una ama de casa de 51 años que protestó llevando una sartén y un cucharón de aluminio. La mujer, que usaba espejuelos como su hija, comentó que al ver a tantos jóvenes con sus carteles sintió ganas de llorar.

“Ellos no están ciegos, están viendo, sintiendo todo lo que uno mayor ya ha sentido”, dijo. Ofelia recordó que los jóvenes también protestaron durante la década de Fujimori, pero que la protesta fue criminalizada y muchos fueron acusados de forma injusta de ser miembros de Sendero Luminoso, un movimiento de extrema izquierda que cometió actos terroristas y desprestigió la protesta legítima y las opciones revolucionarias en Perú.

Las marchas fueron las primeras en ocurrir tras una atenuación de las infecciones por el nuevo coronavirus. Los contagios convirtieron a Perú en uno de los países con los mayores números de muertes per cápita del mundo y han sumido a la economía en una recesión con una proyección de pérdida en 2020 de 14 puntos del Producto Interno Bruto, según el Fondo Monetario Internacional.

Represión salvaje

La policía reprimió con dureza las protestas de quienes sí rechazaban la salida de Vizcarra arrojando gases lacrimógenos, perdigones y varazos. Algunos manifestantes respondieron arrojando piedras y apuntando a los agentes con punteros láser color verde.

Miles de jóvenes con mascarillas y algunos con protectores faciales se lanzaron a las calles y gritaban “¡Merino, escucha, el pueblo te repudia!”, cargaban bocinas y levantaban carteles con frases como “Merino te metiste con la generación equivocada”.

Una de las peruanas que portaba un cartel con ese mensaje era Lizbeth Obregón, estudiante de administración bancaria de 22 años, quien dijo que no marchaba por Vizcarra, sino por “la independencia de poderes” y que le preocupaba que Merino “dirigiera con sus amigos” no sólo la presidencia, sino también el Congreso.

Lizbeth dice que lloró cuando vio por la televisión –en la sala familiar– cómo Merino dirigió el proceso de destitución de Vizcarra. “Mi papá me decía que siempre ha sido así, que el país está tomado por las ratas, pero yo creo que somos una generación que no tiene miedo”. Lizbeth vive a pocas cuadras del centro histórico de la capital, en una zona colonial llamada Barrios Altos, por lo que protesta desde el lunes.

Vizcarra fue acusado de recibir más de 630 mil dólares en coimas hace seis años, cuando era gobernador regional. Aunque muchos peruanos piensan que debe ser investigado y eventualmente sancionado, opinan que se le debió permitir concluir su mandato hasta julio de 2021, pues las elecciones están previstas para abril próximo.

El domingo Merino anunció su renuncia, cinco días después de haber reemplazado a Vizcarra, tras masivas protestas en su contra que dejaron hasta la noche del sábado dos muertos. Pocos países habían felicitado al nuevo líder, y muchos le habían pedido que mantuviera las elecciones presidenciales previstas para abril. El Congreso lo había exhortado a dimitir, bajo amenaza de destituirlo de todos modos.

No todos piensan que Vizcarra es un paladín en la lucha anticorrupción. Merino lo comparó con un “ladrón” y en una entrevista el jueves a la colombiana W Radio dijo que la destitución fue un “acto de responsabilidad absoluta. Es como decir tengo al ladrón en casa y dejémoslo que termine para después apresarlo”.

A su vez, un grupo de medio centenar de abogados, políticos conservadores y militares retirados había emitido, tras la destitución, una carta abierta en la que había saludado al nuevo mandatario y había rechazado que calificaran la vacancia como un “golpe de Estado”. También había enviado un mensaje a la comunidad internacional informando que “el sistema constitucional” peruano “ha funcionado y ha fortalecido nuestra democracia”.

Dudas sobre alcance de las protestas

Las protestas se producen un año después de una ola de manifestaciones que han sacudido América latina. En Ecuador, Colombia, Chile y otros lugares la gente también salió a las calles para protestar contra sus gobiernos y exigir mejores condiciones para la clase trabajadora.

Al igual que en esos países, las manifestaciones de Perú están organizadas de manera poco rigurosa, impulsadas por avisos publicados en las redes sociales y alimentadas por las demandas de los jóvenes.

Carlos Fernández, profesor de ciencia política de la universidad jesuita Antonio Ruiz de Montoya, dijo que los jóvenes peruanos “se identifican con el movimiento anticorrupción” y “están en las calles presionando”. Afirmó que son audaces y recordó cómo apenas iniciado el gobierno de Merino un joven golpeó en la cara al legislador Ricardo Burga, muy cercano al nuevo presidente. “Ese es el aviso de la juventud… es el aviso, de ‘toma, esto te espera'”.

El jueves, la policía antimotines formó una barrera para impedir que los manifestantes llegaran hasta el Parlamento y el palacio presidencial. Los manifestantes gritaban “¡Merino cobarde, la concha de tu madre!” y de pronto unos cuantos comenzaron a arrojar botellas de plástico y piedras a los policías.

Eso fue suficiente para que los uniformados comenzaran a disparar decenas de bombas lacrimógenas y perdigones. Dos manifestantes recibieron disparos de armas de fuego y otro recibió un perdigón en el ojo izquierdo. Los tres son menores de 27 años. La Defensoría del Pueblo indicó que hubo otros 19 heridos y 18 detenidos trasladados a sedes policiales. Llorando, tosiendo y escapando de la neblina de humo de las bombas, Abigail Calluque, una joven menuda y delgada de 20 años, arrastraba su cartel que decía “golpe de Estado”.

Sus cinco amigos -algunos de pie, pero a punto de desvanecerse y otros sentados sobre una vereda y entristecidos- se limpiaban la cara con trapos empapados en vinagre y bebían agua. “Me tiene harta esta situación”, dijo con los ojos rojos y mirando a lo lejos cómo un policía perseguía a un joven y le golpeaba con su vara. “A cada rato hacen lo que quieren y nosotros siempre nos hemos quedado callados. Eso ya no va más”.

40 desaparecidos

El Tribunal Constitucional (TC) de Perú exigió a la Policía Nacional del país que entreguen antecedentes acerca de la ubicación e identificación de más de 40 personas desaparecidas en el marco de las manifestaciones ciudadanas que se producen desde hace varios días en la nación incaica.

Las Fuerzas de Seguridad del Estado han sido cuestionadas y denunciadas por diversos organismos internacionales por incurrir en actos de violencia innecesaria y represión contra los manifestantes que han colmado las calles de diversas ciudades del país por la reciente destitución por parte del Congreso del ex Mandatario Martín Vizcarra y contra el gobierno de transición de Manuel Merino, quien dimitió a su cargo este domingo.

“El Tribunal Constitucional exige a la PNP la inmediata ubicación, identificación y puesta a buen recaudo de los más de 40 desaparecidos durante las recientes protestas”, expresó.

En esta línea el TC recordó que el recurso de “hábeas corpus» ante los tribunales «puede ser utilizado como un mecanismo para obligar a una actuación institucional conjunta hasta la ubicación de personas desaparecidas”.

Por otra parte el Ministerio Público abrió una investigación preliminar en contra de los que resulten responsables del “homicidio en agravio” de Inti Sotelo y Jack Pintado, quienes fallecieron en medio de las protestas.

“El caso está a cargo de la Tercera Fiscalía Penal Supraprovincial Especializada en Terrorismo y Derechos Humanos, que también abrirá investigaciones por lesiones leves y lesiones graves en agravio de los heridos, y en torno a los casos de desaparecidos en la movilización social”, detalla el Ministerio Público peruano.