Los Kanak luchan por su libertad contra el agónico imperio francés París/Numea. Sputnik y otras fuentes.

Los Kanak luchan por su libertad contra el agónico imperio francés París/Numea. Sputnik y otras fuentes.

Los indígenas de la colonia francesa de Nueva Caledonia en el suroeste del Pacífico (situada a unos mil 200 kilómetros al este de la costa de Australia) se rebelaron ante el intento de París de dar derecho a voto a todos los colonos de larga duración, incluso europeos, ya que lo ven como continuación de la política colonial y temen estar en minoría.

Los kanaks (los franceses les llaman despectivamente “Canaque” o canacos) son los habitantes indígenas melanesios de Nueva Caledonia. Los pueblos kanaks hablan tradicionalmente diversas lenguas austronesias, que pertenecen a la rama neocaledonia del oceánico. Según el censo de 2019, los kanaks representan el 41.2 por ciento de la población total de Nueva Caledonia, lo que corresponde a unas 112 mil personas. Cuando los franceses invadieron sus tierras, vivían por lo menos 100 mil kanaks.

En el sexto día de disturbios en Nueva Caledonia por una reforma electoral cuestionada por los pueblos originarios, el sábado murió otra persona, lo que eleva a seis el número de personas fallecidas en relación con los disturbios que han afectado al archipiélago esta semana.

La fiscalía reveló que el fallecido es un hombre de 51 años que disparó contra los manifestantes antes de ser abatido mortalmente en un intercambio de disparos. Según la investigación inicial, el hombre llegó al volante de su vehículo “a gran velocidad” en dirección a “un control de carretera ocupado por manifestantes”.

Los independentistas se defendieron de la embestida que pretendía el hombre. “Una piedra fue lanzada contra el vehículo, rompiendo una ventanilla. Muy enfadado por este apedreamiento, el conductor regresó a su domicilio y cogió dos fusiles”, explicó la fiscalía en un comunicado. De vuelta al control, “abrió fuego varias veces en dirección a los manifestantes”. El hombre fue alcanzado “por un proyectil en el costado izquierdo, que le causó la muerte”, precisó. Su hijo de 17 años, que estaba presente en el momento del incidente, también resultó herido de bala, al igual que otra persona.

Francia redobla feroz represión

Desde el domingo 12 de mayo, más de doscientas personas han sido detenidas y veinte comercios de alimentación han reabierto”, según admite el régimen de ocupación.

El gobierno imperial francés ha anunciado una operación para recuperar el control de la carretera que conduce de la ciudad de Numea al aeropuerto de La Tontouta, en Nueva Caledonia, anunció este sábado el ministro francés del Interior, Gérald Darmanin.

Declaró que más de 600 policías participarán en la operación y otros 100 del GIGN, la unidad antiterrorista de élite de la Gendarmería francesa, los cuales han llegado desde Francia. Además, agregó, hay policías del RAID (siglas en francés de Búsqueda, Asistencia, Intervención, Disuasión), sumándose a los mil 700 que ya se encontraban en la colonia.

La carretera principal entre la capital y el aeropuerto tiene 60 kilómetros de longitud. Los vuelos hacia y desde Nueva Caledonia están suspendidos desde el lunes debido a los disturbios en el archipiélago. “Sabemos que aún quedan muchas barricadas por despejar para imponer el orden “republicano” (colonial): se han dado órdenes firmes”, ha escrito el Ministro.

¿Por qué la rebelión?

Nueva Caledonia es una colonia francesa que incluye docenas de islas en el Pacífico Sur. Es conocida por sus playas bordeadas de palmeras y su laguna con abundantes especies marinas que, con sus 24 mil kilómetros cuadrados, se encuentra entre las más grandes del mundo. Una extensa barrera de arrecifes rodea la isla principal, Grande Terre, un importante destino para el buceo. La capital, Numea, alberga restaurantes de influencia francesa y lujosas tiendas de moda que venden prendas parisinas.

La Asamblea Nacional francesa votó el 15 de mayo a favor de ampliar el derecho a voto a las personas que lleven 10 años viviendo en Nueva Caledonia. El hecho desencadenó en el archipiélago la rebelión de los pueblos originarios que causaron víctimas, lo que obligó al régimen del imperio francés encabezado por Emmanuel Macron a declarar el estado de sitio.

El 13 de mayo estalló la violencia en el archipiélago de Nueva Caledonia, sacudida por disturbios sin precedentes. Tres jóvenes kanaks perdieron la vida durante los disturbios, al igual que dos gendarmes como consecuencia de las manifestaciones, encabezadas por los independentistas.

Para el régimen del imperio francés encabezado por Macron, esta violencia es “intolerable y será objeto de una respuesta implacable para garantizar el retorno del orden republicano”. El Gobierno ha tomado la decisión de prohibir el uso de TikTok en el país, debido a su influencia entre los caledonios.

En la capital rige un toque de queda desde el martes por la noche. El jueves se amplió a todo el territorio. A pesar de esta medida, el archipiélago sufrió nuevos saqueos e incendios.

Sobre el terreno, la vida es cada vez más difícil para los residentes locales, a pesar de una situación “más tranquila” en la mayor parte del archipiélago. Más del 80 por ciento de los comercios sufrieron daños, lo que dificultó cada vez más la vida cotidiana de los habitantes de Nueva Caledonia. Los daños, cada vez mayores, obstaculizan el aprovisionamiento de los comercios y el funcionamiento de los servicios públicos, especialmente los sanitarios.

Las protestas de Nueva Caledonia están siendo muy seguidas en el resto de las colonias del imperio francés, con el apoyo de gran parte de la opinión pública. Más de 3,4 millones de personas viven en los territorios coloniales, que están representados por 27 diputados y 21 senadores.

Los presidentes de las colonias francesas Guadalupe, Martinica, Guayana Francesa (territorios del Caribe) y Reunión (isla de África oriental, en el océano Índico occidental, al Este de Madagascar) pidieron el domingo la “retirada inmediata” de la reforma del cuerpo electoral en Nueva Caledonia.

“Sólo una respuesta política pondrá fin a la creciente violencia y evitará la guerra civil. Nosotros, representantes electos de ultramar, pedimos solemnemente al Gobierno que retire inmediatamente el proyecto de reforma constitucional destinado a modificar el cuerpo electoral para las elecciones en Nueva Caledonia-Kanaky, como condición previa para la reanudación de un diálogo pacífico”, escriben los firmantes de la carta.

El texto está firmado por Huguette Bello, Presidenta del Consejo Regional de la Reunión, que fue una de las iniciadoras, y por sus homólogos de Guadalupe, Ary Chalus; de Martinicam Serge Letchimy; y Guayana Francesa, Gabriel Serville. También lo han firmado casi una veintena de parlamentarios de esas colonias, así como de la Polinesia Francesa, San Martín y San Bartolomé.

Los antecedentes

En el archipiélago de Nueva Caledonia, de 270 mil habitantes, están representadas varias comunidades. Más del 40 por ciento son Kanaks, descendientes de los habitantes originales antes de la invasión francesa de 1853. Una cuarta parte de los residentes son “europeos”. Por un lado, están los descendientes de invasores, o “caldoches”, y por otro, personas llegadas más recientemente de la Francia continental, conocidos como “métro” o “zoreill”.

Los primeros vestigios de asentamientos humanos en Nueva Caledonia se remontan a la cultura lapita, hacia el año 3000 a.C. y 1000 a.C. Además, los marinos polinesios se han cruzado con los kanaks en los últimos siglos,

Aunque las antiguas alfarerías de Lapita se remontan al año 1000 a.C. Los habitantes de la isla llevan mucho tiempo dedicados a las artes, la artesanía Kanak es de gran calidad y muy popular entre los turistas y los colonialistas. Son muy apreciadas las tallas de madera con forma de halcón, dioses antiguos, serpientes y tortugas, así como la flèche faîtière (flecha de cresta), una talla que se asemeja a un pequeño tótem con formas simbólicas. La música, la danza y el canto forman parte de muchas funciones ceremoniales kanaks y durante las reuniones tradicionales se baila con el objetivo de cimentar las relaciones dentro del clan y con sus antepasados.

Estas son tres imágenes de una Casa kanak con aguja en la cresta: exterior, interior y un pilar.

Con la colonización europea, los Kanaks o canacos siguieron sometidos al régimen de “indigenato” (hasta 1946) y no se les permitía salir de las reservas. Azotados por las enfermedades, el alcoholismo, la población local estimada en unos 100 mil habitantes en 1853, bajó a 20 mil en 1920.

En 1931 un grupo de indígenas Kanaks fue expuesto dentro de una jaula durante la Exposición Colonial Interracial de París. Tras la Segunda Guerra Mundial, los Kanaks esperaban beneficiarse del movimiento de descolonización para liberarse del dominio francés.

En 1946 el código del “indigenato” fue suprimido y los indígenas de Nueva Caledonia obtuvieron la ciudadanía francesa, aunque no obtuvieron completamente el derecho al voto hasta 1957. Nueva Caledonia adquirió el estatuto de Territorio de Ultramar –eufemismo inventado por Francia para disfrazar a los territorios ocupados como colonia– con mayor autonomía.

Tras el surgimiento de los acontecimientos y fenómenos ideológicos y sociales de mayo de 1968, en Nueva Caledonia apareció una reacción a la centralización colonial bajo el mandato del entonces presidente Charles De Gaulle, que había puesto fin a los principios de autonomía de la ley de 1956.

El movimiento independista fue fomentado por la aparición de países independientes en el Pacífico: Samoa (1962), Nauru (1968), Fiyi y Tonga (1970), Papúa-Nueva Guinea (1975), Islas Salomón y Tuvalu (1978), Kiribati (1979), Vanuatu (1980).

Este escenario provocó la aparición de varios movimientos radicales kanaks que comenzaron a reivindicar la independencia, especialmente los “Foulards Rouges” (Pañuelos Rojos) y el “Groupe 1878” reunidos en el Comité de Coordinación por la independencia.

El líder kanak y del Frente Socialista de Liberación Nacional (FLNKS) Jean Marie Tjibaou en Kanaky/Nueva Caledonia, 1985

Ambas agrupaciones se unieron en el congreso de Temala en diciembre de 1975 en el seno del Partido de Liberación Kanak (Palika). Bajo el liderazgo de Jean-Marie Tjibaou comenzó el movimiento de la identidad Kanak.

En 1984, el Estado francés reconoció el derecho a la independencia del territorio, y cinco años más tarde debía celebrarse un referéndum de autodeterminación. El movimiento independentista arremetió contra el gobierno que trataba una vez más de imponer sus criterios en la política local.

Los enfrentamientos entre los colonos franceses y los pueblos originarios partidarios de la independencia degeneraron pronto en una guerra civil entre 1984 y 1988. El 5 de mayo de 1988, el escuadrón de intervención de paracaidistas emprendió la “operación Víctor” con la muerte de 19 independistas.

La guerra duró cuatro años hasta que en 1988 el imperio francés impuso los llamados Acuerdos de Matignon. El principal problema es que ese convenio si bien da el derecho a los pueblos originarios a convocar a un referéndum para optar a la independencia, no establece plazo. Y al final, el régimen imperial de Francia dijo que tenían que esperar 20 años.

Tjibaou, el líder Kanak

Al año siguiente de la firma de los acuerdos, Jean-Marie Tjibaou, líder kanak del movimiento independentista, fue asesinado en una acción aparentemente organizada por los servicios de inteligencia de Francia, durante el mandato en París del Presidente François Mitterrand.

Jean-Marie Tjibaou es sin duda el líder oceánico más importante posterior a la Segunda Guerra Mundial desde sus comienzos en las montañas del norte de Nueva Caledonia y sus estudios en la Sorbona hasta su liderazgo del movimiento independentista en el Territorio. Su capacidad intelectual, su agudo conocimiento de las civilizaciones melanesias y europeas, su talla como estadista, su compromiso con la no violencia y su visión de las posibles contribuciones de Melanesia a la comunidad mundial han contribuido a crear un legado notable y duradero.

Tjibaou tenía un elevado sentido del servicio y propugnaba por las convergencias y divergencias que él identificaba entre las civilizaciones melanesia y occidental, y al impacto de la política colonialista francesa en la situación de su nación.

Hijo de un jefe tribal, Tjibaou se ordenó sacerdote católico, pero abandonó su vocación religiosa para dedicarse por entero a la causa de la independencia del pueblo Kanak. Fue alcalde de Hienghène en 1977 y en 1979 consejero territorial del recién creado Frente de la Independencia. Fue electo jefe del Frente Kanak y Socialista de Liberación Nacional en 1984.

El 4 de mayo de 1989, fue asesinado junto con su adjunto, Yeiwéné Yeiwéné, por Djubelly Wéa, supuesto opositor a los acuerdos firmados entre los independentistas y el imperio francés, quien a su vez murió a tiros por los guardaespaldas de Tjibaou tras el ataque. Los testigos afirmaron que había otros pistoleros implicados, pero el magnicidio jamás fue esclarecido plenamente.

El magnicidio ocurrió en la isla de Ouvéa, escenario de la masacre de 19 kanaks el 5 de mayo de 1988, a manos de las fuerzas imperialistas francesas.

La masacre de Ouvéa

El australiano Max Uechtritz, director general de Kundu Productions Pty Ltd., escribió en 2019, a propósito del 30 aniversario de la masacre de Ouvéa:

«El sábado de 1988 olí la muerte por primera vez, literalmente. Un hedor nauseabundo, casi asfixiante, asaltó mis fosas nasales en una cueva húmeda donde 21 hombres –19 militantes canacos y dos militares franceses– habían sido asesinados el día anterior en lo que perdura infamemente como la “masacre de la isla de Ouvéa” en Nueva Caledonia.

Nuestros pies se hundieron profundamente en la capa suelta de marga húmeda que los gendarmes habían paleado desde la selva exterior hasta el suelo de la cueva para cubrir la sangre y los desechos de los muertos. Era imposible saber qué pisábamos. Tuve náuseas secas.

Mi camarógrafo de ABC, Alain Antoine, el sonidista Stewart Palmer y yo fuimos los primeros del primer grupo de periodistas a los que se permitió entrar en el complejo de cuevas de Gossannah, en Ouvéa, donde los kanaks habían muerto en un asalto de las fuerzas especiales francesas.

Nos habían trasladado desde la capital, Numea, en un helicóptero militar francés. Cuando llegamos a la pista de Ouvéa, nos topamos con un prisionero canaco gigante, con pantalones cortos rojos, camiseta amarilla y grilletes, que era conducido en sentido contrario por militares franceses (foto de abajo).

Las fuerzas de seguridad francesas se llevan esposado a un militante kanak en la isla de Ouvéa en mayo de 1988.

El suceso de Ouvéa sigue envuelto en la polémica. El presidente francés, Emmanuel Macron, visitó Ouvéa el sábado 5 de mayo de 2018 con motivo del 30 aniversario pero, presionado por las familias de los fallecidos, se abstuvo de depositar una corona de flores ante las tumbas de los 19 kanaks».

Foto de archivo tomada el 8 de mayo de 1988 en Ouvéa. Los kanaks presentan sus respetos ante las tumbas de los militantes independentistas asesinados por las tropas francesas de ocupación en la cueva de Gossanah. El asalto del 5 de mayo de 1988 causó 21 muertos, 19 kanaks y dos soldados colonialistas. El ex comandante del GIGN Philippe Legorjus, que estuvo en el centro de las negociaciones con los canacos en Ouvéa, considera que “las negociaciones eran más que posibles antes del asalto”, según reveló el 10 de noviembre de 2011.

Asesinados a sangre fría

La acción y su contexto son descritos por periodista y maestro David Robie, nativo de Nueva Zelanda, en la Revista de Periodismo Pacific (2012, pp. 214-215):

“El viernes 22 de abril de 1988, dos días antes de las elecciones, estalló la tensión a medida que las fuerzas de seguridad francesas se iban concentrando en Nueva Caledonia hasta alcanzar los 9 mil 500 efectivos. Militantes kanaks, posiblemente la primera verdadera guerrilla del territorio, tomaron un puesto de gendarmes de Fayaoué, fuertemente armados, en Ouvéa, en las Islas de la Lealtad.

Armados con machetes, hachas y un puñado de pistolas deportivas ocultas bajo la ropa, mataron a cuatro gendarmes que se resistieron, hirieron a otros cinco y tomaron a 27 como rehenes. Trasladaron a la mayoría de sus prisioneros a una cueva de tres niveles en una zona de matorrales escarpados cerca de Gossanah, en el noreste de la isla; el resto fueron llevados a Mouli, en el sur.

Mientras casi 300 gendarmes desplazados a Ouvéa les buscaban, los militantes exigieron que se abandonaran las elecciones regionales y que se enviara un mediador desde Francia para negociar la celebración de un verdadero referéndum de autodeterminación bajo la supervisión de las Naciones Unidas. Amenazaron con matar a sus rehenes si no se cumplían sus exigencias.

Declarando en Radio Djiido que estaba consternado por el ataque, Tjibaou lo achacó a la «política de violencia» adoptada por el gobierno de Chirac contra el pueblo Kanak. «Los saqueadores [coloniales] se niegan a reconocer su protagonismo que subleva», declaró. «Desde el momento en que robaron nuestro país, han intentado eliminar a todo aquel que denuncie sus maldades. Ha sido así desde que comenzó el colonialismo».

(El presidente francés) Mitterrand hizo un llamamiento a la calma y al cese de la espiral de violencia; (el primer ministro) Chirac condenó la «salvaje brutalidad» del ataque, afirmando que los guerrilleros estaban «probablemente llenos de drogas y alcohol».

Los guerrilleros liberaron a 11 rehenes, pero permanecieron ocultos en su escondite de Wadrilla con los demás. Otro rehén, que estaba enfermo, fue liberado más tarde.

Bernard Pons, ministro francés de Asuntos Territoriales, describió al líder de la guerrilla, Alphonse Dianou, como un «fanático religioso entrenado en Libia». En realidad, se había formado en un seminario católico romano de Fiyi y la gente que le conocía le consideraba «un hombre reflexivo, aficionado a los libros y no violento». Pasó horas explicando a sus cautivos por qué habían sido capturados.

Al amanecer del jueves 5 de mayo, militares franceses y fuerzas especiales lanzaron su ataque contra la cueva de Ouvéa y mataron a 19 kanaks en lo que, según las autoridades, fue una feroz batalla. Los rehenes fueron liberados con la única pérdida de dos soldados franceses. Si hemos de creer a las autoridades militares, sus bajas pertenecían a la 11ª Unidad de Choque de la DGSE.

El asalto se produjo sólo tres días antes de la crucial votación presidencial, y horas después de que tres rehenes franceses fueran liberados en Líbano tras el pago de un rescate masivo por parte del gobierno de Chirac.

Los dirigentes del partido independentista FLNKS cuestionaron inmediatamente la versión oficial del atentado. Léopold Jorédie emitió un comunicado en el que cuestionaba que la «masacre de Ouvéa dejara 19 muertos entre los nacionalistas y ningún herido» y la ausencia de marcas de bala en los árboles y de cartuchos vacíos en el suelo del lugar.

Yéiwene Yéiwene insistió en que en ningún momento los secuestradores tuvieron intención de matar a los rehenes: «toda esta masacre fue urdida por Bernard Pons, que sabía muy bien que nunca se trató de matar a los rehenes». Nidoish Naisseline también condenó la acción: «Pons y Chirac se han comportado como asesinos. Les acuso de asesinato. Podían haber evitado la carnicería. Prefirieron comprar votos de los amigos del líder del Frente Nacionalista Le Pen con sangre kanak»”. Hasta aquí el relato del periodista David Robie, nativo de Nueva Zelanda.

Un francés admite los crímenes

El siguiente extracto resume las reclamaciones y reconvenciones:

Según un informe posterior del capitán Philippe Legorjus, entonces jefe del GIGN: “Los militares franceses han cometido actos de barbarie en contradicción con su deber militar”. De varias autopsias se desprendió que 12 de los activistas canacos habían sido ejecutados y que el líder de los guerrilleros, Alphonse Dianou, gravemente herido por un disparo en la pierna, había quedado sin atención médica y falleció unas horas más tarde.

Con anterioridad a este informe, el capitán Philippe Legorjus fue acusado por muchos de los agentes del GIGN que participaron en la operación de debilidad en el mando y de haber tenido “ausencias peligrosas” (algunos llegaron a decir que huyó) en las fases finales del caso. Tras esta operación, se vio obligado a dimitir del GIGN, ya que nadie le quería como jefe ni luchar más a sus órdenes.

Las autoridades militares siempre han negado la versión de los hechos dada por el capitán Philippe Legorjus. Tras una investigación del mando, Jean-Pierre Chevènement, Ministro de Defensa del gobierno de Michel Rocard, señala que “ninguna parte de la investigación reveló que hubiera habido ejecuciones sumarias”. Además, según algunos participantes en la operación entrevistados por Le Figaro, no se oyeron disparos en la zona una vez finalizados los combates.

Legorjus afirmó que el primer ministro francés, Jacques Chirac, que se enfrentaba a Mitterrand en las elecciones presidenciales francesas, quería organizar el asalto. Y Pons dijo que había actuado durante todo el drama siguiendo órdenes de Chirac, que cree que el movimiento “separatista” debe ser ilegalizado.

Radio NZ dijo el día del 30 aniversario de la masacre: “La crisis de los rehenes, que duró dos semanas en 1988, fue un punto de inflexión en la campaña separatista de los indígenas canacos, porque dio paso a las conversaciones de reconciliación, que desembocaron en el Acuerdo de Matignon de 1988. El Acuerdo y su posterior Acuerdo de Noumea de 1998 permitieron la creación de un gobierno colegiado de poder compartido y la transferencia escalonada e irreversible del poder de Francia a Nueva Caledonia”.

Sea cual sea la verdad, la sangre de 1988 manchará este territorio durante mucho tiempo.

La bandera de la futura República Independiente Kanak

Qué dicen los expertos

“Los franceses no quieren renunciar a su imperio. Desean conservar sus colonias, y [el presidente de Francia] Emmanuel Macron no quiere ser quien pierda otro territorio”, opinó a Sputnik el experto en la región de Asia-Pacífico, KJ Noh, al comentar los acontecimientos en Nueva Caledonia.

En palabras del analista, con ley aprobada la semana pasada las autoridades en París no solo quieren permitir que voten “los nuevos colonos franceses”, sino que además pretenden seguir controlando la inmigración y decidir “quién puede entrar en Nueva Caledonia y quién puede, esencialmente, inclinar la balanza electoral”.

“Esto es esencialmente un plan para impedir la independencia”, aseveró.

El interlocutor recordó que Nueva Caledonia “originalmente fue una colonia de esclavos británica, y luego pasó a ser una colonia de esclavos francesa”, mientras que su población —los indígenas kanaks— “fueron esclavizados, y se les mantenía en reservas”. A continuación, el territorio intentó independizarse desde finales del siglo XX, pero Francia postergó el prometido referéndum de independencia, agregó.

“Al final, los franceses decidieron que llegarían a un acuerdo con el pueblo kanak para otorgarles la independencia, y en 1988 firmaron lo que se llama el Acuerdo de Matignon, según el cual en un plazo de 10 años celebrarían un referéndum para conseguir la independencia total. Pero en 1998, los franceses, en lugar de celebrar el referéndum, respondieron: ‘oh, tienen que esperar otros 20 años’. Es lo que se conoce como el Acuerdo de Numea, que en esencia supuso dar largas al asunto durante otros 20 años”, detalló Noh.

A su juicio, ese alzamiento de los kanaks es “otra señal del auge del mundo multipolar en el que los países colonizados acaban con el colonizador” y por eso debe ser comprendido en “el contexto global más amplio”.

“Ya no quieren ser vasallos coloniales o neocoloniales de Francia, sin importar cómo lo caractericen los franceses. Quieren sacudirse esos grilletes coloniales”, resumió.

A su vez, el analista geopolítico Steve Poikonen, refiriéndose a las ambiciones neocoloniales francesas, destacó los recientes fracasos de París a la hora de mantener el control sobre lo que solían ser sus territorios de ultramar.

“Les echaron de Níger, Malí y Burkina Faso. El níquel que desean obtener de Nueva Caledonia es solo un aspecto de la energía verde con la que intentan vender a la población un futuro sostenible basado en el hecho de que todos los demás minerales se extraerán del subsuelo y, de paso, se destruirá el planeta”, aclaró.

De acuerdo con Poikonen, los franceses “perdieron el 70% del uranio de Francia cuando les echaron de Níger”, y actualmente siguen “perdiendo contratos”.

“Por lo que están luchando en última instancia, creo, es por mantener algún tipo de influencia internacional en lo que respecta a las rutas marítimas. Y, aparte de eso, salvar las apariencias y tratar de no parecer que les están dando una paliza dondequiera que vayan, dondequiera que estén”, concluyó.