Maldivas, el ejemplo de un país pequeño que se alza con dignidad Nueva Delhi. Por M. K. Bhadrakumar (*), Indian Punchline

Maldivas, el ejemplo de un país pequeño que se alza con dignidad Nueva Delhi. Por M. K. Bhadrakumar (*), Indian Punchline

Nota de la redacción: La República de Maldivas es un archipiélago de 298 kilómetros cuadrados, constituido por unas 1,200 islas de las cuales 203 están habitadas, y 580 mil habitantes situado en el océano Índico, a 770 kilómetros al sureste de Sri Lanka y a 450 de la India. Su territorio está organizado en 26 atolones. La capital y, a la vez, la ciudad más poblada es Malé, con una población de 105 mil habitantes.

Es una de las naciones que corre mayor riesgo de quedar sepultada bajo las aguas debido a la subida creciente del nivel del mar. Tiene un clima tropical, con lluvias anuales que superan los dos mil milímetros.

Es el país menos poblado de Asia cuyos habitantes profesan en su mayoría la religión musulmana. El Islam es la religión oficial de Maldivas y está prohibida la práctica abierta de cualquier otra religión.​ La Constitución de 2008 dice que la república “se basa en los principios del Islam” y que “no se puede aplicar ninguna ley contraria a cualquier principio del Islam”. Los no musulmanes tienen prohibido ser ciudadanos.

Fue una colonia portuguesa (1558), holandesa (1654) y británica (1887). En 1953 intentó establecerse una república pero pocos meses después se reimpuso el sultanato. Obtuvo la independencia en 1965 y en 1968 fue reinstaurada la república. En 2018 el país dio un giro en su política exterior dando su apoyo a Occidente, más precisamente a Arabia Saudita al romper relaciones con Irán y al reincorporarse a la Mancomunidad Británica de Naciones en 2020 de la cual se había retirado en 2016.

Maldivas explora la vida fuera del Indo-Pacífico

Era de esperar un bombardeo masivo de los medios de comunicación occidentales caricaturizando el resultado de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Maldivas en términos binarios como “ganancia” de China y “pérdida” de India.

Además, lamenta que la democracia esté en peligro en Maldivas bajo la presidencia entrante de Mohamed Muizzu, el actual alcalde de la capital, Malé, un brillante tecnócrata de formación que posee un doctorado en ingeniería por una universidad británica y entró en política hace más de diez años para servir como ministro del gabinete en sucesivos gobiernos y ganó prominencia por su participación fundamental en la supervisión de importantes proyectos de infraestructura. En particular, el emblemático puente de Sinamale, que servía de conexión vital entre la capital y el aeropuerto internacional de Velana, en Hulhulé, y se extendía hasta la nueva ciudad de Hulhumalé, y que fue tachado de “prochino” por los países occidentales y los medios de comunicación indios.

Ambas suposiciones sobre Muizzu son profundamente erróneas, ancladas en la llamada estrategia Indo-Pacífica de Estados Unidos y sus ramificaciones geopolíticas. Atribuyen a Maldivas un puesto en la estrategia Indo-Pacífica, que se espera que habite sin cuestionar, y niegan a ese pequeño país la libertad de elección en un mundo en transición.

Mohamed Muizzu, Presidente electo de Maldivas, y su esposa, Sajidha Mohamed

Población alfabetizada y con poder político

Maldivas acaba de mostrar un emocionante final en sus elecciones presidenciales, tan reñidas que fue necesaria una segunda vuelta y la oposición, que no partía como favorita, derrotó al presidente en funciones por un convincente margen del 8% de los votos escrutados.

De hecho, la vitalidad del proceso democrático que se desarrolla en el Majlis del Pueblo avergüenza profundamente a todos los países de la región del sur de Asia, incluidos Pakistán y la autoproclamada “madre de la democracia”, la vecina India.

El régimen constitucional de Maldivas se remonta a 1932, cuando se redactó una constitución que abría perspectivas de régimen democrático, pero el sultán reinante se sintió amenazado y se instigó a las turbas a romper públicamente el documento. Desde entonces, la Constitución se ha revisado varias veces. Por cierto, Maldivas está considerando la posibilidad de pasar al sistema parlamentario, que considera una forma de gobierno más representativa y un baluarte contra el peligro de concentración de poder en manos de un individuo autoritario.

Lo cierto es que Maldivas cuenta con una población muy alfabetizada y con poder político. Sólo Sri Lanka se le acerca en este aspecto en la región. Lo paradójico es que estos dos países también tienen algo en común: lidiar con un vecino masivo como India, que les enseñó el arte de navegar por una política exterior sólidamente independiente para equilibrar la hegemonía india.

Ha habido momentos en los que Malé y Colombo mostraban un engañoso aspecto de sumisión pero, en realidad, en lo que respecta a intereses vitales se mantenían sólidos y firmes jugando con el tiempo. En la situación actual, obviamente, consideran a China como un equilibrador. Los indios, con su mentalidad de suma cero, no entienden que estos pequeños países no son ni “pro-India” ni “pro-China”, sino que quieren ser amistosos con ambos y se esforzarían por aprovecharse de ello para salvaguardar sus propios intereses, principalmente en la esfera económica.

Disputa geopolítica

Esto es especialmente cierto últimamente, ya que el sur de Asia se está convirtiendo en un escenario de rivalidad entre grandes potencias (lo que nunca ocurrió durante la Guerra Fría) y ha aparecido un nuevo actor en la región para imponer su voluntad: Estados Unidos.

No sólo Maldivas y Sri Lanka, sino todos los países de la región, grandes y pequeños, incluido últimamente también Pakistán, se encuentran hoy bajo la presión de Occidente para que tomen partido. Si Estados Unidos se siente envalentonado para tratar de imponer su hegemonía sobre la región del sur de Asia, se debe principalmente al apoyo tácito que le presta India, el eterno “Estado pendular”.

El cambio en las posiciones indias en el contexto de la creciente transformación de las relaciones entre Estados Unidos e India se remonta a algún momento alrededor de 2006, con la disolución del antagonismo entre Estados Unidos e India tras su acuerdo nuclear. Uno de los factores estructurales que entraron en juego en este cambio de paradigma –la cooperación y coordinación entre Washington y Nueva Delhi en Asia Meridional– fue el deseo indio y estadounidense de forjar una nueva asociación basada en la promoción del equilibrio geopolítico en Asia frente al ascenso de China. El resultado es que India se convirtió efectivamente en parte de los esfuerzos estadounidenses por manipular los regímenes del sur de Asia con vistas a alinearlos con su estrategia Indo-Pacífica.

Baste decir que la actual lamentación de que “el candidato Mohamed Muizzu, apoyado por China, derrotó al presidente pro indio Ibrahim Solih”, entre otros, es un completo disparate. No nos equivoquemos, el “pro-India” Solih nunca dio la espalda a China. Tampoco su decisión de no poner fin a los proyectos chinos en Maldivas negociados por su predecesor “prochino” le impidió buscar una relación “India primero” con Delhi.

Los políticos recurren a la retórica para atraer votos, que rara vez se cumple. Tampoco se trata de un fenómeno del sur de Asia: Estados Unidos negocia actualmente un tratado de seguridad con Arabia Saudí, un país al que el candidato Joe Biden había calificado no hace mucho de “paria”.

India está profundamente implicada en las finanzas de las Maldivas, el comercio, el crecimiento de las infraestructuras, etc., que son tan fundamentalmente importantes para el crecimiento de las Maldivas que será muy muy difícil detener todo eso, es decir, incluso si el presidente electo Muizzu quiere hacerlo.

En segundo lugar, no nos equivoquemos, la geopolítica no es una preocupación candente para la población de Maldivas, aunque existe un fuerte trasfondo de sentimiento antiindio (como en todos los países del sur de Asia) que los políticos explotan durante las reñidas elecciones.

Expulsar a los militares de India

Podría decirse que India podría haber evitado el enfrentamiento con el predecesor “prochino” de Solih, Abdullah Yameen, si los poderosos grupos de interés de las élites y de la clase dirigente no hubieran saltado a la palestra por la decisión adoptada en 2012 por el Gobierno de Yameen de cancelar el contrato de 511 millones de dólares del grupo GMR para modernizar el aeropuerto internacional Ibrahim Nasir de Male. Por desgracia, la historia sigue sin contarse, y probablemente sea mejor así.

Esperemos que la historia no se repita, pues el presidente electo Muizzu ya ha manifestado públicamente su intención de cumplir su promesa electoral de retirar al personal militar indio estacionado en Maldivas. “El pueblo nos ha dicho que no quiere militares extranjeros aquí”, declaró. Delhi debe evaluar con calma y racionalidad lo que implica el compromiso de Muizzu.

Un despacho de AP afirma: “Es un duro golpe para India en su rivalidad geopolítica con China en la región del Océano Índico”. ¿Es realmente así? Al parecer, 75 soldados indios y dos helicópteros inclinarían la balanza geopolítica en el océano Índico a favor de India.

Y lo que es más importante, Muizzu también afirmó que Maldivas está en contra de cualquier forma de presencia militar extranjera en su suelo, por parte de cualquier país. ¿No fue una insensibilidad rayana en la idiotez estacionar a nuestro personal militar en Maldivas? Delhi debería haber previsto un choque de trenes en algún momento,

Este es el tipo de extralimitación estratégica que EEUU suele cometer en su arrogancia – por ejemplo– “meter mierda por la garganta” de la Rusia de Boris Yeltsin, como Bill Clinton admitió una vez en privado a su ayudante Strobe Talbott durante una visita a Moscú en enero de 1996 (con el objetivo de asegurar que Yeltsin ganara un segundo mandato), al tiempo que predijo con gran clarividencia que en algún momento se produciría una reacción violenta.

Clinton dio en el clavo: se produjo a los seis meses, cuando Vladimir Putin se trasladó a Moscú desde San Petersburgo para incorporarse a la administración del Presidente Yeltsin. El resto es historia.

(*) M. K. Bhadrakumar, diplomático jubilado, es uno de los más prestigiosos analistas de Asia sobre geopolítica mundial. Ocupó numerosos cargos relevantes en distintos gobiernos de India.