La infame OEA Por Pablo Emilio Barreto Pérez

La infame OEA Por Pablo Emilio Barreto Pérez

Como Ministerio de colonización yanqui definió el Comandante Fidel Castro Ruz a la llamada Organización de Estados Americanos (OEA), criatura monstruosa, infame, injerencista, enemiga de los pueblos y organizaciones progresistas de América Latina, anticomunista feroz, representante genuina de las oligarquías norteamericana y latinoamericanas y del gobierno criminal genocida de Estados Unidos del Norte de América.

La OEA ha hecho daños mortales, infames, cruelísimos a numerosos pueblos latinoamericanos desde que fue creada por intereses geopolíticos del gobierno de Estados Unidos, desde 1948, dejándola, además cautiva, encarcelada en su propio patio en el Distrito de Columbia, en Washington, capital norteamericana.

Todo dirigido por Estados Unidos, la OEA fue fundada por 21 naciones el 30 de abril de 1948, en Bogotá, Colombia, en medio del colosal escándalo por el asesinato conspirativo de Jorge Eliécer Gaitán Ayala, quien era abogado, escritor, activista social popular, orador insigne, político liberal progresista, catedrático universitario, de tendencia socialista, politólogo, cuya tesis universitaria para graduarse fue titulada “Ideas socialistas en Colombia”; fue candidato presidencial por el Partido Liberal cuando fue asesinado, mientras el presidente de la República era el extremista conservador de derecha Mariano Ospina Pérez.

Sí, la OEA nació en Bogotá en momentos en que las protestas populares por el asesinato conspirativo de Gaitán Ayala eran gigantescas en todo el país, especialmente en la Capital colombiana, se produjo el llamado “Bogotazo”, identificado así por historiados colombianos debido precisamente a que las protestas populares eran masivas, muy violentas en contra del sistema derechista de gobierno en Colombia.

En esas protestas estuvo presente el Comandante Fidel Castro Ruz cuando todavía era estudiante universitario en Bogotá, Colombia.

Debido a las protestas populares los representantes de las 21 naciones americanas, incluyendo de Estados Unidos y de Colombia, tuvieron que ser trasladados “a un lugar más seguro”, llamado “Campos del Gimnasio Moderno”.

La oligarquía norteamericana y el gobierno criminal genocida de Estados Unidos estudiaron cuidadosamente la fundación de la OEA, pues ésta fue heredera de lo que los gringos agresores, invasores miliares, saqueadores de recursos naturales ajenos en América Latina, llamaron inicialmente, en 1890, “Primera Conferencia Internacional Panamericana” y “Unión Panamericana”, organizada en 1910.

La oligarquía y su gobierno imperialista genocida siempre estuvieron convencidos de su misión de geodominio, basados en la “Doctrina Monroe”, elaborada por John Quincy Adams y proclamada por James Monroe en 1823, cuando éste era presidente de Estados Unidos de Norteamérica.

En esencia la doctrina Monroe quiere decir: “América, todo el Continente Americano, Latinoamérica es de Estados Unidos, es nuestro patio trasero, es nuestra colonia”, y además, inmediatamente acuñaron el concepto malvado, perverso, de “América es para los americanos”, es decir, “nosotros, Estados Unidos es dueño de toda América desde Alaska hasta Tierra del Fuego”, pasando por el Río Bravo y la Codillera de los Andes, de siete mil 200 kilómetros de extensión.

Estados Unidos creó la OEA con fines de geodominio, los cuales comenzaron con sus agresiones militares y robo de dos millones de kilómetros cuadrados a México (Texas y California, entre otros), conspiraron contra la Unidad de la República Federal Centroamericana, después enviaron a sus filibusteros esclavistas y racistas, los cuales representaban planes de apoderarse de todo México, Centroamérica y Colombia, con el fin de establecer su “Imperio del Círculo Dorado”, según proclamaban los esclavistas del Sur de Estados Unidos.

Feroz instrumento anticomunista

Cuando se funda la OEA por las oligarquías norteamericana y latinoamericanas en 1948, estaban en su apogeo rabioso el llamado “Plan Marshal”, las amenazas de usar más bombas atómicas contra países considerados enemigos y una campaña anticomunista feroz, mortal contra la Unión Soviética y todo lo relacionado al socialismo europeo, el imperialismo yanqui había iniciado su “Guerra Fría” violenta contra la URSS, todo dirigido por el gobierno de Estados Unidos y su aparato de inteligencia ideológica, propagandístico y militar estadounidense.

El “Plan Marshal”, ideado y promovido por el feroz anticomunista general George Marshal, canciller de Estados Unidos, consistente en financiar con veinte mil millones de dólares a naciones europeas destrozadas por los nazi-fascistas alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, con la finalidad no confesada de que Europa quedara subordinada a los intereses geopolíticos del imperialismo yanqui. Así fue. Y ¡claro!, Estados Unidos le dio muchísimo más dinero prestado onerosamente a sus compinches ingleses (Reino Unido), Francia y Alemania Occidental.

El contenido de la Carta de la OEA parece muy bonito frente a la realidad histórica que ha venido ocurriendo desde 1948 hasta hoy. Entre esas obligaciones, menciona: Lograr un orden de paz y justicia, fomentar solidaridad, robustecer la colaboración, defender las soberanías nacionales, la seguridad territorial e independencia de los Estados miembros.

La OEA no tiene más facultades que las otorgadas expresamente en su Carta, “ninguna de cuyas disposiciones la autoriza a intervenir en asuntos de la jurisdicción interna de los Estados miembros”, más bien la obliga a promover la democracia representativa dentro del respeto de no intervención, asegurar la solución pacífica de controversias que surjan entre los Estados miembros, erradicar pobreza crítica, entre otros.

Plaga de dictaduras militares

Pronto, muy pronto, aparecieron las dictaduras militares genocidas, organizadas, dirigidas, entrenadas, educadas, conducidas militar e ideológicamente por el gobierno criminal de Estados Unidos, todo con la complicidad plena de la OEA, la cual siempre fue controlada totalmente por el gobierno norteamericano, y por eso, ¡claro¡, la ubicó, la encerró en su patio de Washington. Y casi todas las dictaduras militares llegaron al poder mediante golpes de Estado, matanzas de ciudadanos y destrucción de sus países.

Sí, fue una plaga de dictaduras militares en toda casi América Latina: Rafael Leónidas Trujillo Molina en República Dominicana, 1930-1961; Anastasio Somoza García, e hijos Luis y Anastasio, Nicaragua, 1937 a 1979; Alfredo Stroessner en Paraguay, 1954-1989; Fulgencio Batista, Cuba, 1952-1959; Gustavo Rojas Pinilla, Colombia, 1953-1957; Marcos Pérez Jiménez, Venezuela, 1952-1958; Junta Militar-dictadura en Brasil, 1964-1985; Haití, François “Papa Doc” Duvalier, 1957-1971; el reinado del terror lo continuó su hijo “Baby Doc”; Bolivia, 1971-1977; Chile, 1973-1990; Argentina, 1976-1983.

Dejé en párrafo aparte a la dictadura militar genocida de El Salvador, la cual se sostuvo en el poder político, usando el terror estatal y opresión mortal generalizada, con seis golpes de Estados desde: 1931, 1944, 1948, 1960, 1972 y 1979.

Esta dictadura militar genocida salvadoreña comenzó con la matanza de 32 mil obreros, campesinos y pobladores urbanos, incluyendo a Agustín Farabundo Martí, sí, registrada esta masacre colosal en 1932.

Estas matanzas generalizadas, las ejecutaron nuevamente la oligarquía salvadoreña y su ejército gorila en 1979 y finalizaron hasta en 1992, cuando se afirmaron los Acuerdos de Paz entre Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el gobierno genocida salvadoreño, en México.

El papel de subordinación total de la OEA al gobierno de Estados Unidos ha sido francamente vergonzoso. En todos los casos de las dictaduras militares mencionadas, sus autoridades “se hicieron las locas” y en otras hasta participaron de los golpes de Estado.

Expulsaron de su seno a Cuba porque allí triunfó la Revolución Cubana. Callaron totalmente en abril de 1961 cuando Cuba fue agredida por contrarrevolucionarios cubanos y mercenarios entrenados por la CIA y enviados por John Kennedy, con el fin de derrocar a la Revolución Cubana. Luego vino el bloqueo, ya son más de 60 años, de Estados Unidos contra Cuba. La OEA ha sido siempre cómplice de estas agresiones a Cuba, uno de los Estados de América. Cuando esta agresión a Cuba, las tropas mercenarias yanqui-cubanas gusanas fueron despachadas desde Puerto Cabezas, Nicaragua, por Anastasio Somoza Debayle.

En 1954, Estados Unidos agredió militarmente y derrocó al gobierno progresista de Jacobo Árbenz Guzmán en Guatemala, debido a la Reforma Agraria emprendida por el gobierno guatemalteco. Estados Unidos con su rabioso anticomunismo, alegó con sus medios propagandísticos masivos, privados y del Estado, que la “Cortina de Hierro del Comunismo soviético” se estaba apoderando de Guatemala. La OEA no protestó por el derrocamiento del gobierno legítimo de Árbenz Guzmán.

Derrocamiento de Juan Bosch

En abril de 1965, después de mandar a derrocar al presidente constitucional dominicano, Juan Bosh, Estados Unidos y la OEA participaron juntos para exterminar a los rebeldes constitucionalistas, encabezados por Francisco Camaño Deñó.

Es conocidísimo cómo la CIA, el Pentágono genocida yanqui, el gobierno de Richard Nixon, empresas trasnacionales norteamericanas, la oligarquía fascista chilena y el ejército gorila terrorista de Chile, participaron juntos para derrocar y asesinar al presidente constitucional chileno, Salvador Allende Goussen, en septiembre de 1973, mediante la llamada “guerra relámpago”, consistente en el exterminio masivo de toda la Unidad Popular, organizada por Allende y el poeta Pablo Neruda. La OEA guardó total silencio cómplice frente a este golpe de Estado y asesinatos masivos, como si se tratara de Hitler nazi-fascista alemán trasladado a Chile.

También fue escandaloso el golpe de Estado de la Junta Militar, encabezada por Jorge Rafael Videla y Emilio Masera, en Argentina, para derrocar al gobierno constitucional de María Isabel Martínez de Perón, viuda del general Juan Domingo Perón. Luego esta dictadura militar terrorista hizo mancuerna con el general Augusto Pinochet (Chile) para poner en práctica el conocido “Plan Cóndor”, creado, desarrollado, ejecutado en combinación con el gobierno criminal genocida de Estados Unidos, encaminado al exterminio total de la Unidad Popular en Chile y del peronismo en Argentina. La OEA guardó silencio.

Las injerencias, las intromisiones descaradas de la OEA en asuntos internos de Estados con gobiernos progresistas han sido extraordinariamente descaradas como su participación directa en el golpe de Estado en Bolivia contra el gobierno de Evo Morales Aymara.

En el caso del golpe de Estado en Honduras contra el presidente constitucional, Juan Manuel Zelaya, los golpistas allí quedaron intactos, sin castigos, gracias la participación deshonesta y funesta de la OEA.

Cuando los intentos de golpes de Estado violentísimos en Venezuela y Nicaragua (2018), organizados, dirigidos, financiados, sostenidos por el gobierno criminal genocida de Estados Unidos y traidores, vende patrias locales, la OEA guardó silencio. No condenó esos intentos de golpes de Estado.

El caso más reciente, digamos, en relación a las elecciones legítimas en el Estado de Nicaragua, lo que ha hecho la OEA es sumarse al coro imperialista norteamericano, de neocolonizadores europeos y de oligarquías latinoamericanas y caribeñas vendidas al imperio capitalista de Estados Unidos, para desconocer el proceso electoral nicaragüense, todo porque Nicaragua exige no injerencias en sus asuntos internos, de respeto a su Soberanía Nacional, de respeto a su Autodeterminación como Estado Soberano e Independiente de América Latina.

Por todos estos motivos arriba expuestos, y muchísimos otros, salirse de la OEA es ya una necesidad histórica impostergable, para que no nos siga agrediendo, tal como lo hizo hace rato contra el Estado y gobierno de Venezuela.

Además, la OEA es ya un cadáver mal oliente, como dijo Raúl Castro Ruz. Es preciso, más bien, consolidar el ALBA y la CELAC, para estrechar realmente la colaboración mutuamente beneficiosa para los Estados latinoamericanos y caribeños.

Por tanto, en mi calidad de nicaragüense, defensor de la Patria de Rubén Darío, del General Sandinista y del Comandante Carlos Fonseca Amador, respaldo la decisión de la Asamblea Nacional, de la Corte Suprema de Justicia, del Consejo Supremo Electoral y del gobierno revolucionario sandinista, legítimamente electo conforme nuestras leyes nacionales, encabezado por el Comandante Daniel Ortega Saavedra y Rosario Murillo Zambrana, sí, de abandonar la OEA, la cual sólo ha servido a los intereses de dominación y agresiones de Estados Unidos en contra de nuestros pueblos en América Latina.