Bruselas elige a Macron para los franceses Por Elena Karaeva | Sputnik en ruso

Bruselas elige a Macron para los franceses Por Elena Karaeva | Sputnik en ruso

Noticia de la era de la desvinculación universal: la Unión Europea y sus dirigentes han salido en apoyo directo del presidente en funciones en las elecciones francesas.

Y no con palabras, sino con hechos: aunque hay discusiones en Bruselas (aunque no con tanto ímpetu como hace un mes, cuando las sanciones se vertieron sobre Rusia como carne picada de una poderosa picadora), pero la decisión sobre el siguiente –el sexto paquete– ha quedado en suspenso. La razón: la UE y sus dirigentes no quieren dar a la líder del partido Rassemblement Nationale (Encuentro Nacional), Marine Le Pen, una posible ventaja con su decisión.

Noticia deliberadamente censurada

Como las perspectivas políticas, que se refieren a una Europa unida, se han hundido hasta un punto mínimo, es decir, han tocado un fondo que ya ni siquiera se toca, esta noticia no ha causado el más mínimo revuelo.

Tampoco en la sociedad, cuya vida no se verá simplemente afectada, sino que se romperá de la manera más ordinaria.

Tampoco en la prensa, que sigue, sin pudor, formando un “frente republicano contra la ultraderecha fascista”, perdón, contra la líder de un partido que funciona de acuerdo con la Constitución vigente y está sometido a las leyes del Estado.

Ha pasado prácticamente desapercibido para la opinión pública y para el debate público este juego evidente a favor del candidato favorito de la UE para el cargo más alto de Francia –la única potencia nuclear de la comunidad y el único propietario de un grupo de portaaviones, así como de cazas Rafale extremadamente avanzados desde el punto de vista tecnológico– con todo lo que tiene de escandaloso (imaginen por un momento lo que pasaría si Moscú se comportara así) en una situación en la que el Occidente colectivo se dispara constantemente,

E incluso así se informó al otro lado del Atlántico. El New York Times, que es rápido (en comparación con sus homólogos europeos) y que tiene otras fuentes de información más impresionantes, como quiera que se perciba, lo afirmó sin tapujos. También reprendió a los políticos europeos en el titular: se mostraron “reacios a preparar este sexto paquete de medidas restrictivas”.

Los expertos expresan su opinión, mientras el Palacio del Elíseo y todos sus compinches guardan un rígido silencio sobre el embargo de los transportes energéticos rusos (Macron, como banquero de inversión y experto en fusiones y adquisiciones, sabe lo excitados que pueden estar los mercados a la menor insinuación, y cómo pueden subir los precios del petróleo y del gas, y, sobre todo, lo instantáneo que puede ser).

“Un embargo de las importaciones de gas ruso tendría consecuencias muy profundas para la economía europea, sería un golpe monstruoso para la industria del continente”. El hombre que lo dijo es difícil de no creer: Jean-Pierre Clamadier, quien preside el consejo de supervisión de Engie (antes Gaz de France), donde el Estado, léase Macron, tiene alrededor de un tercio de las acciones con derecho a voto.

Y los investigadores y expertos independientes que se ganan el pan estudiando el impacto de las sanciones en las economías de los países contra los que se imponen, confirman lo dicho por el Clamadier.

La «mala Rusia»

Resulta que el régimen de medidas restrictivas casi nunca produce los resultados esperados. Hay un pequeño número de casos en los que alguien ha conseguido algo, pero como no se dan los nombres de los estados y países, supondremos que esta información puede ponerse entre paréntesis.

Y esto es lo que no se puede tolerar y en lo que todavía vale la pena centrarse.

Durante los últimos cinco años hemos estado viendo y escuchando cómo la “mala Rusia” ha estado tratando de “influir en el resultado de las elecciones” por todos los medios.

La “pista rusa” se intentó por primera vez en Estados Unidos en las elecciones de 2016, cuando ganó Trump. Y cuánto dinero de los contribuyentes se destinó a las investigaciones para que todos los fiscales se quedaran con, bueno, la nariz larga. Porque era imposible encontrar algo –incluso teniendo en cuenta el poder del sistema legal estadounidense– que no estuviera allí.

Luego, seis meses más tarde, se celebraron las elecciones francesas, y allí también se encontró cierto “rastro ruso” (según la prensa). Aunque sólo sea por un segundo, aunque sólo sea por un momento, casi podrían haber detectado al Kremlin colectivo conspirando secretamente para favorecer la victoria de un candidato no deseado por el establishment globalista, jugando al juego de los trapos sucios. Y de nuevo el anuncio de una investigación, un nuevo despilfarro de dinero público, no propio, y de nuevo cero resultados.

Luego vino el referéndum de independencia en Cataluña. Y allí la misma prensa logró ver un “rastro ruso”.

La verdad es enemiga de Macron

Y ahora y hoy todo el aparato de la inmensa Unión Europea admite (aunque de forma anónima) que están retrasando deliberadamente la introducción de la nueva ronda de medidas restrictivas para no “poner en peligro las posibilidades de reelección de Emmanuel Macron”.

En realidad, Macron tiene ciertamente mucho que temer. Y concretamente debe temer a la verdad.

La verdad sobre la situación del país, en lo que respecta, por ejemplo, al crecimiento de la pequeña delincuencia callejera, uno de los temas que preocupan a los franceses, pero que casi ha desaparecido de la agenda de la campaña electoral.

La verdad sobre cuánto dinero se gasta del erario y en quién, y cuántos impuestos se gastan.

La verdad sobre lo que significa “ser verde”. Si significa, por ejemplo, que tanta gente se niega a conducir por los precios desorbitados de la gasolina y el gasóleo y el aumento inimaginable del precio de absolutamente todo, sin excepción, que es una condena a la pobreza para cientos de miles de franceses más.

El temor de Macron es comprensible: si los votantes tienen acceso a la información más que a lo que se les permite saber, pueden llevarse una gran sorpresa. Por ejemplo, que a pesar de todos los gritos de los funcionarios europeos como si estuvieran dispuestos a “abandonar el petróleo y el gas rusos”, la UE depende en un 43% de la energía rusa, lo que significa que es teórica y prácticamente imposible asumir y sustituir inmediatamente esa cuota.

Francia, sierva de Bruselas

Y si se filtra siquiera una palabra sobre los contornos de un posible embargo, no sólo los precios tocarán techo (y los políticos tocarán fondo con sus acciones), sino que pondrá a toda la UE en una posición que los adultos y las personas sensatas evitan.

Hasta ahora parece que, si es elegido, Macron no deberá su mandato a sus conciudadanos sino a la burocracia de Bruselas. Y esto significará que la confianza que un político en una configuración democrática tiene en los que votan, dejará de jugar ningún papel para el futuro líder (en funciones) de Francia. Y Macron –si es que sale elegido– lo hará todo no por el bien del país y de la sociedad, sino para pagar a los que le han apoyado tan sustancialmente.

Francia, la fundadora de la UE, estará totalmente sometida al establishment de Bruselas.

Un país que antes impulsaba el progreso y creaba valores civilizatorios puede convertirse en un siervo de las élites globalistas.

Y este es el principio del fin de un mundo que no quiso y, por lo tanto, no pudo defenderse, aunque tuvo todas las oportunidades para hacerlo.

Normal… conmigo todo el mundo está en la misma página