China y EEUU se disputan América Latina Por Alfredo Zaiat | Sputnik, Rusia

China y EEUU se disputan América Latina Por Alfredo Zaiat | Sputnik, Rusia

América Latina también es un territorio económico y financiero de disputa hegemónica entre EEUU y China.

Es una puja que irrumpió con fuerza después de la crisis financiera global de 2008. Ahora, con la pandemia de COVID-19, se han intensificado esa competencia geoestratégica entre las dos potencias.

Una, EEUU, tiene como arma de influencia económica y financiera el programa ‘América Crece’. La otra, China, ofrece “La Iniciativa de la Franja y la Ruta”.

La respuesta de la Administración Trump fue presentada el año pasado para contrarrestar el avance de los proyectos de China en la región con su programa de asistencia financiera e infraestructura.

Punto de inflexión

Las relaciones entre China y América Latina han registrado distintas etapas en las últimas décadas, y la actual crisis del coronavirus ha sido un nuevo punto de inflexión en esos vínculos.

Los EEUU con Trump agudizó las presiones en la región, dejando en claro que la estrategia de “seguridad y defensa” estadounidense tiene en China –y también en Rusia– a su rival estratégico.

Para Washington, esta disputa global es un capítulo clave en su denominado “patrio trasero”, como considera a Latinoamérica.

Desde la década pasada, la cooperación de China en la región ha aumentado con beneficios mutuos, aunque en una evidente relación asimétrica entre una potencia emergente y países que van esquivando sus respectivas crisis económicas.

Pamela Aróstica, directora de la Red China y América Latina: Enfoques Multidisciplinarios (REDCAEM), afirma que “la crisis actual ha puesto de manifiesto no solamente el crecimiento estrecho de estas relaciones asimétricas en distintos planos, también ha derivado en un nuevo pragmatismo” de China hacia la región.

Para luego preguntar cómo se manifiesta ese “nuevo pragmatismo”, a lo que se responde: “se plasma en el despliegue de una ofensiva diplomática más frontal”.

Cooperación

“La Iniciativa de la Franja y la Ruta”, propuesta por China en 2013, se ha propuesto como una plataforma para la cooperación internacional con el objetivo de una globalización inclusiva.

Tiene el objetivo de construir una red de comercio e infraestructura que conecte a Asia con Europa, África y América Latina a lo largo de las antiguas rutas comerciales de la Ruta de la Seda para buscar el desarrollo y la prosperidad.

En la segunda Reunión Ministerial del Foro de China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Foro China-CELAC), en enero de 2018, en Santiago de Chile, el ministro chino de Relaciones Exteriores, Wang Yi, definió medidas concretas relativas a la cooperación en ámbitos clave:

Política y seguridad
Comercio e inversión
Infraestructura y transporte
Lucha contra la corrupción y las drogas
Combate contra los crímenes relacionados con el ciberespacio
Además destacó los nuevos conceptos de innovación y desarrollo a aplicar en la relación sino-Latinoamérica. China ha propuesto cinco ejes de La Franja y La Ruta:
La conexión de la tierra y el mar fortaleciendo la construcción de infraestructura
La apertura de un gran mercado facilitando el comercio y la inversión
La formación de un gran sector avanzado acelerando la cooperación de capacidad de producción
El desarrollo ecológico e innovación
Los intercambios culturales con base de igualdad y confianza ampliando los estudios de ambas partes.

Oportunidad

La iniciativa de la Franja y la Ruta es una oportunidad para los países de América Latina y el Caribe para avanzar “en temas de comunicaciones, innovación y conocimiento que la región es tan dependiente y deficitaria”, afirmó la politóloga chilena Constanza Jorquera.

La académica de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad Diego Portales recordó que 19 países latinoamericanos y caribeños han firmado memorándums de entendimiento con China para la construcción conjunta de la Franja y la Ruta.

Además, bajo el actual contexto de pandemia, Jorquera destacó la cuestión sanitaria de la iniciativa, ya que existe interés de China y los países de la región de acceder a la vacuna para combatir el COVID-19, acceder a equipamiento médico y tratamientos farmacológicos.

“Me parece que [hay que] aprovechar esto porque el COVID-19 ha reconfigurado la noción de la Franja y la Ruta y así se pueden aprovechar todos los proyectos que ya existen o que van a venir. Pienso que también se va a reorientar mucho el tipo de relaciones y cooperación que vamos a tener con China en el caso de la región”, afirmó la académica.

Jorquera subrayó que, como China también tiene un desarrollo auspicioso en el campo de la biomédica, sería interesante que pudiera ayudar con formación de expertos, intercambio de experiencias, capacitación y recursos para proyectos en el área de salud.

La reacción de EEUU

Mat Youkee en “América Crece, la respuesta de EEUU a la Franja y la Ruta en América Latina” reveló que el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Robert O’Brien, afirmó al culminar su visita a Panamá, en agosto pasado, que “los verdaderos amigos están ahí cuando los tiempos se ponen difíciles… gracias a China, desafortunadamente, estos días son muy retadores”.

América Crece, cuya versión ampliada se lanzó en diciembre de 2019, propone un “enfoque de todo el gobierno” para ayudar a los países latinoamericanos a acceder a la inversión privada para proyectos de energía, carreteras, puertos y aeropuertos.

Una institución de apoyo de América Crece es la recientemente creada Development Finance Corporation (DFC), que forma parte de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), que ha aumentado los límites para la inversión en el extranjero de 60.000 millones de dólares en comparación con los 29.000 millones de dólares de su versión anterior, la Corporación de Inversión Privada en el Extranjero (OPIC).

Youkee menciona la afirmación de R. Evan Ellis, profesor de Estudios Latinoamericanos en el Instituto de Estudios Estratégicos de Estudios de Guerra del Ejército de los Estados Unidos: “América Crece no trata de competir con empresas estatales chinas para construir infraestructura”.

Ellis agrega que “Estados Unidos quiere aprovechar la inversión del sector privado para traer prosperidad y, a través de la transparencia y el buen gobierno, demostrar que es una opción mejor y más sostenible para la región que las prácticas a veces depredadoras de China”.

Elegir a un socio

Youkee destaca un documento de agosto de 2020 de GuoYu, investigador asistente del Ministerio de Comercio de China, quien pronosticó que América Crece tendría efectos limitados, pero que debería ser visto como parte de una estrategia más amplia por parte de la Administración Trump para “formar un grupo, que está destinado a afectar las políticas de China y los desarrollos futuros en América Latina y el Caribe”.

Contrario a la promesa de América Crece de mejorar la gobernanza, la iniciativa parece forzar a los países latinoamericanos a elegir a un socio de desarrollo, según Sun Hongbo, investigador asociado del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia China de Ciencias Sociales.

Vale recordar que el papel de China en el comercio mundial se ha incrementado significativamente en las últimas décadas, transformándose en uno de los principales jugadores globales en el comercio de bienes y servicio internacional.

El auge de las cadenas globales de valor derivó en un aumento de la interdependencia entre los participantes, pero sobre todo de China, que se ha convertido en el epicentro de la producción mundial y de la red de suministros mundiales.

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) estima que un 20% del comercio global de insumos intermedios proviene de China, frente al 4% que representaba en 2002.

Esta fortaleza es la base material de China en la disputa con EEUU, más allá de la contraofensiva del programa América Crece.

Argentina

Uno de los países que refleja esa dinámica estructural es Argentina. Los expertos en la relación con China Gustavo Ng y Néstor Restivo explicaron que desde que irrumpió el COVID-19, el mayor intercambio entre Argentina y cualquier otro país para enfrentar la emergencia fue con la República Popular China.

Detallan que primero fue con envíos desde Argentina a China, cuando en ese país comenzó la crisis, y luego por medio de la cooperación a través de donaciones de China, compra de Argentina de insumos médicos, contactos ente profesionales de la salud y hospitales en modo online, y la posibilidad de contar con una de las vacunas en desarrollo.

En estos meses de pandemia, China pasó a ser el principal socio comercial de Argentina, desplazando al tradicional número uno: Brasil.

Además, se renovó la cooperación financiera entre ambos bancos centrales y se retomaron planes de grandes inversiones chinas (represas hidroeléctricas, energías tradicionales y alternativas, puertos e hidrovías).

Ng y Restivo agregaron que “la sintonía política entre ambos gobiernos y ambos partidos de gobierno [Justicialista y Comunista] se afinó en reuniones regulares en formato online”.

“Diplomacia de las mascarillas”

Con la excepción del Gobierno de ultraderecha de Brasil, liderado por Jair Bolsonaro, que salió a acusar a China por la expansión de virus, la mayoría de los países de la región agradeció la ayuda China para enfrentar la pandemia.

Uno de los primeros en recibir ayuda fue Venezuela, con la entrega de unos 4000 tests de COVID-19 a mediados de marzo poco después de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) negara los 5000 millones de dólares que el Gobierno de Nicolás Maduro había pedido al organismo.

El apoyo de Pekín también fue recibido con entusiasmo por otros países como Bolivia, Ecuador, México, Argentina o Chile, que incluso mandó a expertos a China a estudiar su respuesta a la epidemia.

Donaciones de equipos médicos, expertos y consejos para combatir el COVID-19 forman parte de la “diplomacia de las mascarillas” de China en esta nueva etapa de disputa hegemónica en el territorio de Latinoamérica.