Guerra en el Cáucaso sur Por Pablo Jofré Leal. Segundo Paso, España

Guerra en el Cáucaso sur Por Pablo Jofré Leal. Segundo Paso, España

Gracias a la mediación del gobierno ruso Azerbaiyán y Armenia acordaron un alto al fuego humanitario, que entró en vigor a partir del mediodía del sábado 10 de octubre. Una buena noticia para una región que lo necesita.

Sin embargo, a pesar de lo positivo, el análisis internacional tiene la responsabilidad de comentar, dar a conocer y profundizar el por qué se llegó a un enfrentamiento entre países vecinos. Azerbaiyán y Armenia se enfrascaron en combates en una región donde se conjugan distintos elementos de análisis: geopolíticos, riquezas energéticas, influencias de potencias occidentales con empresas petroleras y gasíferas, sin poseer ninguno de esos recursos, pero deseosas de controlar una región “bisagra” y sobre todo influir sobre la cadena de reservas, explotación, distribución y comercialización de gas y petróleo de la zona del Cáucaso sur.

Algunos antecedentes inmediatos

El estado de beligerancia entre Azerbaiyán y Armenia, que no ha tenido la firma de un acuerdo de paz definitivo, sino de un simple cese del fuego considerado humanitario y que debería permitir un intercambio de prisioneros de guerra y de cuerpos de las víctimas, tiene como centro el conflicto por la región de Nagorno Karabaj y los siete distritos adyacentes. Ocupados por Armenia hace tres décadas y que en este año 2020 constituye la situación más grave, desde la guerra de los cuatro días del año 2016. Un foco de inestabilidad y posibilidades de ampliación de la guerra, en una región geopolítica donde se conjugan intereses energéticos y políticos derivados de la presencia de gas y petróleo, con sus gasoductos y oleoductos, rutas comerciales que comunican el continente asiático y Europa, además de la presencia fronteriza de tres potencias como Rusia, Irán y Turquía.

Antes del estallido de esta guerra iniciada el día 27 de septiembre (con cese del fuego el día 10) hubo, en este mismo año 2020, entre los días 12 al 16 de julio una serie de escaramuzas, principalmente con fuego de artillería y uso de drones, que no se dieron en la zona de conflicto de Nagorno Karabaj, sino que al norte, en la región en la noroccidental provincia azerbaiyana de Tovuz. Allí, fuerzas de Armenia bombardearon los pueblos de Agdam y Dondar Kuscu, causando una decena de muertos entre las tropas azerbaiyanas además de cinco civiles. Por el lado armenio las bajas fueron de 6 militares del Ejército de ese país. Un estallido extraño, desde el punto de vista, que el teatro de operaciones fue distinto y distante al que habitualmente ha sido la zona origen del conflicto.

Suele ser una conducta crónica, de los analistas internacionales, el tratar de dilucidar los conflictos actuales buscando razones religiosas, en el marco del cuestionable campo de estudio del llamado “choque de civilizaciones” que suele esconder las verdaderas razones de las luchas que aquejan a los países. La idea de Choque de Civilizaciones es una teoría sobre relaciones internacionales, elaborada por el politólogo estadounidenses, Samuel Huntington, que en el año 1996 publicó el Libro con este título. Allí divide al mundo en 8 civilizaciones, afirmando que: tras el fin de la segunda guerra fría, las raíces del conflicto habría que buscarlas en los aspectos culturales de la humanidad y la identidad religiosa. Su visión era que el mundo occidental y el mundo del islam se confrontarían en el futuro. Desde el mundo del islam, el ex presidente iraní, Mohamad Jatami, desafió esta teoría en su discurso ante la Asamblea General de la ONU en 1998. Presentó el «diálogo entre civilizaciones» y recomendó que el año 2001 fuese el año internacional del diálogo entre civilizaciones.

Mito fundacional fuera de toda lógica

No es la excepción, en esta contienda que enfrenta a azerbaiyanos y armenios. Unos serán cristianos ortodoxos (armenios) y otros musulmanes (azerbaiyanos) donde los armenios suelen argumentar ciertos derechos atávicos derivados de la cultura, la historia e incluso las mismas creencias religiosas, tejiendo cierta línea argumentativa, que suele apelar a esa idea del irredentismo. Si bien es cierto el término irredentismo da cuenta de un concepto político italiano, posterior a la unificación de la península que reivindicaba la necesidad de rescatar para Italia las tierras irredentas sujetas al dominio austrohúngaro, Dalmacia, Istria, Trentino, principalmente y por extensión a todos aquellos que se consideraban italianos. Esta idea se asume como parte, también de aquellos movimientos que asumen como suyos, aquellos territorios considerados como propios ya sea por razones étnicas, culturales, religiosas o históricas. Un ejemplo clásico de este pensamiento lo encontramos en el sionismo y su idea que palestina les pertenece por ser una tierra prometida para los judíos, considerados un pueblo elegido. Parte de un mito fundacional absolutamente fuera de toda lógica.

Para Azerbaiyán se trata de la recuperación de un territorio que le pertenece y que está ocupado en forma ilegal por Armenia. Así reconocido internacionalmente, con cuatro resoluciones emitidas por el Consejo de Seguridad de la ONU. Recordemos que bajo la ex URSS el año 1923, la región del Alto Karabaj fue creada como óblast (un distrito con categoría subnacional) autónomo dentro de la entonces República Soviética de Azerbaiyán. Nagorno Karabaj, es una zona, que si bien es cierto tiene una población mayoritariamente armenia no ha estado nunca bajo el dominio o soberanía de ese país bajo los cánones del derecho internacional.

Para Armenia se trata de mantener un territorio al cual considera “liberado” considerándolo parte de su acervo histórico, cultural y hasta religioso. Es la idea de la gran Armenia, que en el plano de las ideas políticas se denomina, por parte de la historiografía relacionada, irredentismo, signando esa región como un territorio que está en “manos ajenas” lo que da paso a la construcción de mitos fundacionales, como es el que observamos, por ejemplo, en Palestina bajo la colonización y la ocupación sionista, respecto a considerársele una tierra prometida para un pueblo elegido. El mero hecho de poseer una población mayoritaria, desde el punto de vista étnico en un país, no implica la aceptación per se, que ese espacio le pertenece de facto a ese grupo mayoritario y por tanto, proceda al uso de la fuerza, para generar un proceso de ocupación territorial.

Lo concreto, comprobable y refrendado jurídicamente es que existió una acción separatista de los habitantes armenios de Nagorno Karabaj, que crean artificialmente una república a la cual denominan Arsaj, el año 1988 cuando Armenia y Azerbaiyán pertenecían a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (ex URSS). Tras el fin de las URSS el año 1991, tanto Armenia como Azerbaiyán declaran su independencia y se enfrascan en una guerra entre los años 1991 a 1994, donde las fuerzas de Armenia, además de apoyar a los grupos separatistas, ocuparon siete distritos adyacentes a Nagorno Karabaj: Agdam, Fizuli, Jebrail, Zangelan, Gubatlin, Lachin y Kelbajar, que significan la adquisición por medio de la guerra de un 20 % del total del territorio azerbaiyano. Se generó, como resultado de aquellos enfrentamientos, el desplazamiento de ciudadanos de ambos países

Dura Lex Sed Lex

La acción de ocupar Nagorno Karabaj y los siete distritos a partir del año 1991 desarrolla, desde el punto de vista del derecho internacional, el principio de la legítima defensa ante un ataque armado, según lo expresa el Artículo N° 51 de la Carta de las Naciones Unidas. El marco jurídico sobre el cual se asienta el reclamo de Azerbaiyán respecto a la región de Nagorno Karabaj se sustenta, principalmente, en una premisa: el uso de la fuerza entre armenios y azerbaiyanos respecto a Nagorno Karabaj, entre los años 1988 y 1991 (años previos a la independencia de ambas repúblicas), debe considerarse en la categoría de conflictos armados no internacionales, que se dieron en el interior de las fronteras de un único Estado soberano, hasta entonces reconocido, como era la ex URSS.

Por tanto, el análisis jurídico y político internacional respecto a un conflicto de tipo internacional y el uso de la fuerza entre bandos estatales en disputa se tiene que situar, obligatoriamente, a fines del año 1991. Fecha en la cual ya ambos países constituían entes internacionales independientes, realidad que inscribe entonces el conflicto entre ambos en una guerra con resultado de ocupación de territorios, que es el que hay que tener en cuenta hoy. Constatado esto, lo importante es buscar mecanismos de arreglo que pongan fin a una guerra que está incrementando el número de muertos, heridos y la adición de bombardeos a más y más ciudades, blancos de esos ataques.

El gobierno de Azerbaiyán, ante el bombardeo de sus ciudades en la profundidad del territorio azerbaiyano ha declarado que presentará ante los organismos internacionales evidencias satelitales sobre el lanzamiento de misiles, por parte de Armenia desde sus bases a ciudades de Azerbaiyán. Igualmente Bakú, consigna que no tiene objetivos militares en Armenia pero el gobierno de Ereván, al lanzar misiles a las ciudades azerbaiyanas de Ganja, Tartar, Mingachevir, Barda, Dashkasan, deseaba provocar una respuesta que implique ataques a ciudades armenias y de esa forma argumentar la violación de su territorio para involucrar a terceros y a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) firmada con Rusia. El denominado OTSC creado el año 2002 tiene como miembros actuales: Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Federación Rusa, Tayikistán, Uzbekistán (negrilla: miembro fundador); exmiembros: Azerbaiyán, Georgia. Adhesión pendiente: Ninguna

Azerbaiyán sostiene, que Nagorno Karabaj y los 7 distritos adyacentes son parte integral de su país reconfirmado en las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, por tanto al atacar posiciones armenias en la república separatista, ha operado en sus territorios y dentro de sus fronteras internacionalmente reconocidas, aplicando, por ende, el derecho a la legítima defensa tras el ataque armenio el día 27 de septiembre, dos meses después del ataque a Tovuz en el mes de julio. Finalmente, Bakú esgrime, que actúa de acuerdo con las resoluciones de la ONU donde se exige retirada de las tropas ocupantes de todos los territorios de Azerbaiyán. Armenia, por su parte señala que es víctima de una agresión de Azerbaiyán.

Las fórmulas diplomáticas de Moscú

Hasta ahora las fórmulas diplomáticas, para contender con este conflicto (al margen de la acción propiciada por Moscú que logró un cese del fuego humanitario), las podemos sintetizar en:

Primero. El denominado Grupo de Minsk de la OSCE: Grupo copresidido por Rusia, Estados Unidos y Francia, que ha expresado la necesidad de llevar adelante los denominados Principios de Madrid, establecidos a partir de la solución pacífica de los conflictos, que debe descansar, sobre todo, en la restitución de todos los territorios ocupados y el derecho al retorno de los refugiados. Con la posibilidad de un intercambio de una autonomía para los armenios residentes, con una garantía de seguridad que incluya operaciones de mantenimiento de la paz y un corredor de unión entre Nagorno Karabaj y Armenia que podría ser el distrito de Lachin.

Todo ello discutible, puesto en la mesa de negociaciones, pero donde la exigencia primera es la salida de las tropas ocupantes de Nagorno Karabaj. Al cabo de 26 años de trabajo este grupo ha mostrado su ineficacia donde no ha podido o no ha querido ayudar a resolver este problema. La interrogante que surge es lógica ¿es necesario que siga gastando energía, dinero y tiempo un grupo con resultados nefastos para la gestión y resolución de esta crisis?

En segundo lugar la llamada Fórmula de Kazán: Refiere a la idea. Primero, de lograr un intercambio mutuo donde Armenia entregue los siete distritos ocupados a Azerbaiyán alrededor de Nagorno-Karabaj y que Bakú ponga fin al bloqueo económico a esa región. Y, también habla de la posibilidad de crear un corredor terrestre para la comunicación con Armenia a través del distrito de Lachin que fracasó, pues la parte armenia, después de llegar al poder como resultado de la «revolución de color» del político pro-occidental Nikol Pashinián, rechazó este compromiso.

En tercer lugar existe el llamado Plan Lavrov. Una propuesta rusa explicitada tras el alto al fuego de la guerra del año 2016. El 16 de mayo de aquel año los presidentes de Azerbaiyán y de Armenia se reunieron en Viena, para intentar solucionar el conflicto. Este encuentro fue un importante punto de inflexión, sobre el que se podría haber avanzado más allá de las buenas intenciones. Un mes después, las partes beligerantes se reunieron con el presidente Putin, que previamente, se había encontrado en forma separada con cada presidente, incluso con los representantes de la República separatista.

Fue en esta cumbre, donde se presentó el Plan Lavrov, cuyos detalles fueron dados a conocer por el ministro de Asuntos Exteriores de Azerbaiyán, Novruz Mamedov, quien detalló la propuesta, basada en la Declaración de Madrid, elaborada bajo la presidencia española de la OSCE del año 2007 y que se compone de cuatro fases. Las tres primeras encaminadas a lograr el retiro de las fuerzas armadas armenias de Nagorno Karabaj y de los siete distritos adyacentes y de una cuarta fase, que permitiría concretar una consulta sobre el estatuto final de Nagorno-Karabaj, que dé cuenta de los derechos de esa mayoría armenia y garantizar el pleno respeto a los derechos humanos para ambos pueblos.

Irán y su Propuesta por la Paz

La nación persa ha presentado una cuarta propuesta, que insistentemente ha hecho un llamado a mediar en el conflicto general, que afirma en forma permanente y consecuente que se deben buscar caminos de entendimiento en una región que lo necesita. Irán posee fronteras con ambos contendientes y trabaja porque no se intensifiquen las acciones bélicas, que no sólo pueden afectar al conjunto de la región, sino que al propio Irán. Esto, en el marco de la política de máxima presión que Estados Unidos ejerce sobre la nación persa y que puede encontrar nuevas alternativas para generar acciones de desestabilización. Irán destaca la importancia de preservar la seguridad y la estabilidad en sus fronteras del norte y se ha ofrecido para mediar en la resolución de este conflicto.

En una llamada telefónica realizada a su par azerbaiyano, Ilham Aliev, en los primeros días de octubre, el presidente de Irán, Hasan Rohani, advirtió que el conflicto y la continuidad de zonas fronterizas inseguras están abonando el terreno para el establecimiento de algunos grupos terroristas y eso no será aceptado, dando cuenta de la caída de proyectiles en suelo iraní. Se llamó a proteger las vidas de los residentes de las aldeas iraníes vecinas a Azerbaiyán y Armenia, y garantizar la seguridad de las regiones limítrofes. Esto es primordial pues no se puede utilizar un conflicto, incluso catalizado por la presencia de potencias extranjeras con sus propias agendas de desestabilización, para generar dificultades en el Cáucaso Sur. El cese al fuego muestra que el llamado iraní encontró terreno fértil.

El mandatario persa ha señalado con claridad que la República Islámica apoya la integridad territorial de Azerbaiyán pero además rechaza la confrontación armada en el disputado Nagorno Karabaj. “Hay que acabar con el conflicto ya que ningún problema puede resolverse por vía de la guerra o el derramamiento de sangre. Hay que buscar otras soluciones y para ello estamos dispuestos” sostuvo el presidente iraní. Irán afirma que se requiere una un trabajo del tipo 3+3: Irán, Rusia, Turquía como vecinos de los países del Cáucaso Sur y Georgia, Armenia y Azerbaiyán, países de esa región, donde se de paso a un mecanismo de mediación, para establecer un acuerdo de paz, iniciar las negociaciones y perseguir que se concrete esta iniciativa. Irán ha señalado que tiene una postura neutral pero aboga por el diálogo y la vía pacífica para resolver el conflicto.

Los pueblos son víctimas y postergados

Es evidente que no existe otra solución que las negociaciones y el acuerdo entre Azerbaiyán y Armenia para resolver esta crisis, más allá de un parcial cese de hostilidades (con acusaciones de violación de la tregua) se requiere una solución definitiva. Ciertamente, la continuación de la guerra no sólo no resuelve el problema, sino que lo atiza y empeora la situación. No podemos dar paso a que la región siga constituyéndose en lugar de conflictos, de guerras, de inestabilidad, de la presencia de actores extranjeros e intereses de transnacionales donde, finalmente, los intereses de los pueblos de Azerbaiyán y Armenia son postergados y suelen ser las víctimas de estas rivalidades, sostienen las autoridades de la nación persa con un razonamiento que parece ser el único que llama a la paz en medio de intereses globales que avizoran sus objetivos y no el de los pueblos en pugna.

En este plano es que han salido a relucir denuncias, que algunos servicios de inteligencias extranjeros, con el objetivo de desestabilizar la región llevaron a operaciones de traslado de combatientes terroristas vinculados al Frente al Nusra y al PKK. Su objetivo principal sería vigorizar el conflicto en la zona dada la reducción del conflicto en Siria y al mismo tiempo presionar las fronteras de dos enemigos de Washington como son la República islámica de Irán y la Federación Rusia.

En un mundo interconectado donde la información llega al instante, esta guerra tiene una víctima inicial: y esa es la falta de información completa. No digo que la víctima sea la verdad pues ella es muy subjetiva y obedece a múltiples elementos a tener en cuenta donde mi verdad no necesariamente es la de quien me lee en este momento, por tanto, entran a tallar elementos objetivos Y eso me demuestra que lo que se ha tejido es una suerte de conclusiones aparentemente indiscutibles impulsadas, a mi entender y analizando diversos medios de comunicación, principalmente, por las cadenas informativas occidentales que nos quieren dar a conocer ciertas líneas editoriales que me parecen absolutamente discutibles:

Hasta ahora, en este trabajo, sobre la Guerra en el Cáucaso Sur que enfrentó a las repúblicas de Azerbaiyán y de Armenia, entre el 27 de septiembre y el 9 de octubre, expuse las reivindicaciones del gobierno de Bakú para recuperar los territorios ocupados por Armenia a partir de la guerra de principios de la década de los noventa del siglo XX.

Reclamos sustentados en sendas resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y principios emanados de la Carta de esta organización internacional, como es el concepto y práctica de la integridad territorial de las naciones, que da cuenta del derecho de un estado de preservar intacto su territorio ante la intervención de un agente externo. Como también ciertas ideas de solución presentadas en diversos formatos como fue el caso de la Declaración de Madrid al amparo del Grupo de Minsk:

Los principios de Madrid refieren a seis puntos específicos:

  • Devolución a Azerbaiyán de los siete distritos que rodean Nagorno Karabaj.
  • Aprobación de un estatuto provisional que garantice la seguridad y el autogobierno de la región.
  • Mantenimiento de un corredor, que una el territorio de Nagorno Karabaj y Armenia por el Distrito de Lachin.
  • Determinación mediante una consulta, jurídicamente vinculante del estatus definitivo del enclave.
  • Derecho de los desplazados internos y refugiados a regresar a sus hogares.
  • Despliegue de una Misión Internacional de Paz.

En perspectiva de lo que ha pasado en estos 9 años desde los Principios de Madrid se puede concluir que Armenia exige que se implementen las seis medidas contempladas. Azerbaiyán, por su parte pide la retirada total, de todos los distritos ocupados y sin resolver el tema del referéndum que implicaría, con toda seguridad, la pérdida definitiva de la región visto que del total de 140 mil habitantes, el 90% es armenio. El gobierno de Azerbaiyán propone un estatus de amplia autonomía similar a los que Rusia ha dispuesto para Tartaristán o Bashkortostán.

Irán quiere proteger su propia seguridad

Irán, como vecino de ambas naciones en conflicto, ha sido enfática en sostener que la solución radica en la negociación y ha advertido sobre el peligro de un conflicto de carácter regional. “Tenemos que ser muy cuidadosos. No debemos permitir que esta guerra se convierta en una guerra regional”, un conflicto que no beneficiará a nadie. Asegurando, además, que ha trasladado a Armenia y Azerbaiyán la importancia de “proteger la seguridad de Irán”. El cese al fuego es un primer e importante paso, ahora, se debe avanzar hacia una paz de definitiva que aleje las posibilidades de una guerra aún más trágica.

Tras conversar con el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliev, Rohani resaltó los vínculos históricos, religiosos y culturales que unen a ambos pueblos y que el gobierno de Teherán está listo para ayudar a resolver la disputa entre Bakú y Ereván, en conformidad con el derecho internacional y las fronteras reconocidas de los dos países. El presidente azerbaiyano apreció las posturas constructivas del Gobierno iraní y su énfasis en mantener la integridad territorial y resolver el conflicto de Nagorno Karabaj, y ha considerado comprensible la preocupación de Teherán por la seguridad de sus fronteras y la posible influencia de los grupos terroristas en la zona. “Consideramos la seguridad de Irán como la de Azerbaiyán y no permitiremos que este conflicto cause inseguridad alguna en los países vecinos”, ha asegurado Aliev, mientras ha señalado que el mantenimiento de las relaciones con Irán supone una “posición estratégica” para su país.

Rusia, país vecino de Azerbaiyán y con fuertes lazos con Armenia, calificó este conflicto, a través de las palabras del presidente Vladimir Putin como “Una tragedia que nos afecta mucho. Porque Azerbaiyán y Armenia, Nagorno Karabaj, son todos territorios en los que viven personas que no nos son ajenas. Basta con decir que viven unos 2 millones de azerbaiyanos en Rusia y más de 2 millones de armenios, según nuestros cálculos… Desde luego es una gran tragedia. Muere gente, hay pérdidas grandes en ambos lados. Esperamos que este conflicto termine en un futuro muy cercano. Pero si no se resuelve de manera definitiva, aparentemente esto está lejos, en cualquier caso instamos a un alto al fuego. Y hay que hacerlo cuanto antes” afirmó Putin en una entrevista con el canal de televisión Rossía-1 anticipando con su palabras que los canales diplomáticos estaban abiertos.

Discurso y realidad

Existen, en todo tipo de conflictos líneas de información que nos presentan los medios de comunicación que suelen invisibilizar la realidad de un conflicto, que tiene en su seno, aspectos geopolíticos, riquezas energéticas y la influencia que potencias occidentales desean ejercer sobre una zona del mundo, que sirve de bisagra entre el mundo asiático y europeo, además de vinculo de culturas y civilizaciones milenarias.

Nos dicen esos medios hegemónicos, que el conflicto en stand by se trató de una guerra entre Armenia, un país aparentemente débil contra un país rico en petróleo y gas como Azerbaiyán donde Turquía combate por ella. A la idea del victimismo, adicionado con el tema del genocidio armenio, que nada tiene que ver con el conflicto con Azerbaiyán, pero sirve para condimentar y generar una simpatía con el que se supone es el más débil. No vaya a ser que sufra un segundo exterminio, que es una idea muy difundida por diversos analistas. “debo armarme, cuidarme y estar en extremo alerta pues me puede suceder lo de hace 100 años”

Lo hace el sionismo, por ejemplo, para justificar sus guerras contra el mundo árabe y la ocupación de Palestina “No queremos un segundo holocausto, debemos defendernos” y con ello justifican sus crímenes sin que el pueblo palestino haya tenido arte ni parte en esos crímenes. En modo alguno se trata de minimizar las tragedias sufridas por los pueblos pero se debe dar cuenta de los hechos prácticos y actuales para entender la búsqueda de las mejores vías de solución. En una interesante entrevista al intelectual marroquí de creencia judía, Jacob Cohen, este señala que “Israel se está sirviendo aún de la causa del Holocausto para justificar la ocupación y obtener la simpatía de la opinión pública global… A nivel doméstico, todos los gobiernos israelíes están tratando de hacer que la cuestión del Holocausto arraigue en la conciencia de los ciudadanos israelíes, con el fin de extender el miedo y la violencia y crear un estado de permanente disposición a la guerra”.

Israel atiza el conflicto

La realidad es que se trata de un conflicto entre Azerbaiyán y Armenia donde existe influencia externa, por supuesto y eso es lo que tenemos que evitar, lo que implica avanzar en un proceso, más allá del actual cese del fuego, que siempre es precario. Hay que buscar la paz donde constatamos que un régimen como el sionista ha ayudado a incrementar una rivalidad que puede ser solucionada. El papel de la entidad israelí es generar desestabilización allí donde se encuentre, ofreciendo falsa amistad. Su tarea no es colaborar, es propiciar un ambiente, que en el caso del Cáucaso sur, implica desestabilizar la frontera con Irán.

Este es un conflicto en que los medios, en general, no han tratado el tema esencial o lo soslayan de tal forma de invisibilizarlo en el conjunto del análisis. Ese tema de fondo, más allá de la cantidad de personas de una nacionalidad que habiten en determinado territorio, refiere a la integridad territorial y a la no adquisición de un territorio por medio de la fuerza, en este caso ocupándolo, lo que nos permite avanzar en el entendimiento del fondo del conflicto. Hablamos de un espacio perteneciente a Azerbaiyán, que en julio de 1988 la región conocida como Nagorno Karabaj (con población mayoritaria de origen armenio) anunció su salida unilateral de la entonces República Soviética de Azerbaiyán.

Más tarde cuando Azerbaiyán anunció su independencia de la URSS, el enclave se proclama independiente y pasó a llamarse República de Nagorno Karabaj (Arsaj para los armenios). Ni siquiera Armenia reconoce esta administración oficialmente por temor a la reacción internacional a pesar de apoyarla económica y militarmente. Después de una guerra entre Armenia y Azerbaiyán entre 1991 y 1994, Bakú perdió el control de la región junto a siete distritos ocupados por fuerzas armenias hasta el día de hoy, que constituyen el 20% del territorio azerbaiyano. Este punto ha estado invisibilizado en los artículos, despachos, análisis que mayoritariamente inclinándose más bien en ciertas aristas interesadas y alejadas del fondo del contencioso. A excepción de las opiniones de Rusia e Irán, conscientes que una guerra en la región no es un hecho positivo, ni para los países involucrados en el actual conflicto ni para aquellos que son vecinos y con intereses lógicos, destinados a concretar una zona de paz que permita desarrollar el Cáucaso y su condición de bisagra entre Asia y Europa.

Esta situación ha generado resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones. Cada una de ellas complementaria y afirmativa de la anterior. La resolución 822, por ejemplo, fue adoptada tras la ocupación de la ciudad azerbaiyana de Karavachar. Según la resolución, la estabilidad y la seguridad de la región estaban amenazadas y se exigió a las fuerzas armenias poner fin a su ocupación. La siguiente resolución, n.º 853 fue adoptada tras la ocupación de la ciudad de Agdam. Se llama a las partes a un alto al fuego y exige la retirada de las fuerzas armenias de todas las regiones ocupadas, incluida Agdam. En la resolución 874 adoptada tras la ocupación de las ciudades de Fuzuli, Cebrail y Qubadli se reitera el llamado al alto al fuego y exige un acuerdo de paz entre las partes. Y, finalmente, la resolución 884 del 12 de noviembre del año 1994, adoptada tras la ocupación de la ciudad de Zengilan, que resume las otras tres resoluciones que dan cuenta del respeto al principio de integridad territorial, a la exigencia de retiro de tropas que ocupan territorio azerbaiyano y otros puntos de interés.

La importancia vital del Cáucaso

Existe otro punto, que nos permite visualizar el porqué del interés extrarregional: el Cáucaso –y sobre todo el Cáucaso Sur y los países adyacentes al Mar Caspio– es una zona rica en hidrocarburos, un territorio estratégico desde el punto de vista económico, político y de relaciones entre continentes. Un aspecto geopolítico que se debe considerar en todo análisis. Zona rica en petróleo, en gas pero además con gasoductos y oleoductos, actuales y otros en Proyecto que vinculan las riquezas energéticas del Cáucaso con Asia occidental y Europa.

Existe aquí, entonces, intereses hegemónicos, vinculaciones y nexos que generan lógicas y esperadas inquietudes. El mismo trazado del oleoducto BTC que nace en Bakú, llega a Tiflis en Georgia y termina en el Puerto turco de Ceyhan (el segundo oleoducto más largo del mundo) genera competencias y lógicas inquietudes con otros proyectos que vinculan a otros países de la región. Sobre todo a las potencias europeas sin gas y sin petróleo pero que poseen transnacionales con intereses globales como Gran Bretaña, Francia, Holanda, Italia, con BP/Total/Shell/ ENI/ y estadounidenses Chevron y CONOCO.

El Cáucaso alberga el corredor energético que permite el acceso a nuevos recursos de hidrocarburos en el Mar Caspio, que se ha convertido en una de las prioridades de la emergente política energética exterior de la UE. El Corredor Sur actúa como catalizador de la política energética europea, es decir, que la influye y modela en la misma medida en que es uno de sus principales objetivos El Oleoducto de Bakú a Supsa en Georgia. El gasoducto Bakú – Tiflis – Erzurum (el Gasoducto del Cáucaso del Sur de 1000 kilómetros de Longitud) tiene una importancia fundamental a la hora de las disputas para proveer gas a Europa y que enfrentan a potencias como Rusia, Alemania, Estados Unidos y los nuevos mercados, que se han abierto en el Levante mediterráneo.

En el aspecto político, qué duda cabe que el lobby armenio, de mucha fuerza en Francia, ejerce presión para multiplicar las opiniones de apoyo a Armenia y condenatorias contra todo aquel, que como Turquía, apoya a Azerbaiyán. “Francia está preocupada por los mensajes bélicos de Turquía, que está a favor de la reconquista de Nagorno-Karabaj por parte de Azerbaiyán. Y no lo aceptaremos” sostuvo el presidente francés Emmanuel Macron, sin mencionar que la región, que está en el centro de la disputa, es reconocida internacionalmente como parte de Azerbaiyán. Macron dijo que se debe respetar la soberanía y el pueblo de Armenia, al hacer un llamado en contra de cualquier declaración que aumente las tensiones. La solidaridad de Macron con Armenia sin mostrar ninguna preocupación por las tierras azerbaiyanas ocupadas significa apoyar la ocupación y ello debe ser criticado viniendo de un dirigente político con asiento en el seno del consejo de seguridad de la ONU. Su mensaje debería ser el llamado a la paz, a negociar no a incrementar el enfrentamiento. No hubo llamados a la paz y el término del conflicto, sino que apoyo político desde el país europeo, que tiene un número superior al millón de inmigrantes de origen armenio. Eso reafirma la postura iraní que la paz de la región debe ser buscada y llevada a cabo por quienes son parte de la región.

Francia contra Turquía y Armenia

Es curioso que se haya centrado la acción en Turquía en este enfrentamiento y se haya callado o simplemente pasado por alto la participación de Ankara en la agresión a Siria (ocupando la parte noroccidental de su territorio) e incluso en Libia, donde apoya al gobierno de Fayez al Sarraj, opositor a los intereses de Francia, que da soporte al mariscal Jalifa Hafter, tal como lo hace la transnacional energética Total.

Vislumbro que el interés occidental por presionar a Rusia y a Irán y poner como excusa la intervención turca, va destinado a correr en apoyo de Armenia desde Francia y el soporte militar, logístico y político de la OTAN, que parece explicar parte de esta conducta. Esto es pura y simple hipocresía. Si se quiere criticar a Erdogan que se haga por el conjunto y no en partes que muestran este doble rasero tan propio de occidente.

Lo paradójico es que Turquía es miembro también de la OTAN, cuestión que se ha silenciado pues perfectamente se le podría exigir que minimice su participación o simplemente se abstenga pero desde Bruselas no se escucha ni se lee declaración alguna. Esto revela un entrecruzamiento de intereses de las potencias occidentales en materias energéticas, hegemónicas y ver donde ponen sus fichas en función de sus intereses, aunque ello signifique que otros pueblos se maten entre sí.

El camino de solución debe ser, indudablemente, político. Y, para ello la participación de los organismos internacionales como la ONU debe ser decisiva. No puede estar como espectador. Exigir el respeto a los principios y propósitos que animan la carta de las Naciones Unidas es el primer paso, luego alzar su voz con fuerza y en ello convocar al Consejo de Seguridad y a posibles mediadores, junto a aquellos Grupos y países que ya han tenido participación en la búsqueda de caminos de solución a este contencioso. De esta manera, en forma global, establecer las bases para el fin definitivo de las hostilidades y la búsqueda de los caminos de entendimiento y resolución del conflicto que ya se extiende por 100 años. Esto, por el bien, sobre todo de los millones de seres humanos que anhelan vivir sin la sombra de guerras que destruyen lo construido y los sueños por construir.