La verborrea de la OTAN y las realidades militares Instituto de Estrategia Rusa (RUSSTRAT)

El Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha anunciado un aumento de la fuerza de reacción rápida de la alianza hasta más de 300,000 efectivos, frente a los 40,000 actuales, según informan los medios occidentales. Esta declaración del secretario general de la OTAN se produjo antes de la cumbre que se celebrará de tres días que termina el 30 de junio en Madrid, en la que se espera que se adopte un nuevo concepto de seguridad de la OTAN que reconozca a Rusia como una “amenaza global”.

Un aumento de las tropas de 7.5 veces es sin duda un serio motivo de atención, especialmente cuando se trata del adversario militar directo de Rusia. Algunos expertos establecieron un paralelismo con el grupo de fuerzas armadas rusas de entre 120,000 y 150,000 efectivos, según la información pública, que participan en la Operación Militar Especial (OME) en Ucrania, lo que dio lugar a publicaciones pesimistas sobre la superioridad de la OTAN, que pronto triplicará a la de Rusia, en una región concreta, algo que no le servirá a Rusia pues para un ataque la proporción clásica que se considera es una superioridad de tres veces.

Está claro que esto no tiene nada de positivo para Rusia, incluso si se tiene en cuenta la idea más que probable de que Rusia no se ha comprometido todo lo que podía en la OME. Sin embargo, la inevitabilidad de un ataque de la OTAN no se desprende de las declaraciones de Stoltenberg. Ampliar las “tropas rápidas” a 300.000 no sería lo más fácil, y a estas alturas parece más bien una declaración ritual.

¿Qué significa?

La Fuerza de Respuesta de la OTAN (NRF por sus siglas en inglés) es una unidad militar asignada por los Estados miembros al Mando Operativo de la Alianza. Es “una fuerza de alta disponibilidad compuesta por unidades terrestres, navales, aéreas y fuerzas especiales capaz de desplegarse con rapidez”, con “capacidad de respuesta de defensa colectiva inmediata, antes de la llegada de otras fuerzas”.

Por lo general, su contenido, autoridad y control han sido objeto de largas negociaciones. Hasta 2009, con la coexistencia relativamente pacífica de Occidente y Rusia, la NRF, que entonces contaba con 20,000 efectivos, era más teórica que práctica, especialmente en el momento de las rotaciones de los cuerpos expedicionarios estadounidenses en Europa. Los recursos oficiales de la OTAN en ese momento señalaron “una escasez persistente de capacidades clave de la NRF, especialmente las necesarias para las operaciones y cuya disponibilidad es esencial para el despliegue y la aplicación de la NRF”.

Las principales deficiencias fueron la escasa coordinación y la falta de garantías para cubrir los costes de fuerzas imprevistas –y no podía ser de otra manera– de la NRF. Además, se describió una “separación demasiado rígida de las fuerzas de la Alianza en diferentes categorías, que impide a la OTAN utilizar todas las fuerzas y capacidades disponibles de forma más flexible y complica la aplicación de la NRF”, así como una evaluación muy convencional de las capacidades de combate reales de unidades específicas en una designación de la OTAN “a base de parches” de representantes de diferentes países.

La leyenda de la evaluación de Rumanía por parte del Estado Mayor alemán, que llegó a la conclusión de que daba igual a qué bando se uniera Bucarest, ya que en cualquier caso necesitaría 10 divisiones ya fuera para derrotar a una Rumanía enemiga o para defender a una Rumanía amiga. Hasta cierto punto, la leyenda es cierta. Una unidad de combate estadounidense, alemana o francesa sería notablemente diferente de una búlgara, aunque todas cumplan formalmente las normas de la OTAN.

Respuesta especialmente rápida

En la década de 2000, la NRF sustituyó al Mando de la Fuerza Móvil de la OTAN en Europa (AMF), creado en 1960. Hasta el colapso de la URSS, la base de la “movilidad” era el compromiso de EEUU con un contingente de diez divisiones que podrían estar desplegadas y listas para defender a Alemania Occidental en diez días (el concepto “10 en 10”).

En 2021 el concepto se cambió a “4 por 30”. Los actuales 40,000 efectivos de la NRF se reparten entre 30 grupos tácticos de batallones, 30 escuadrones aéreos y 30 buques. La “respuesta rápida” supone que estos grupos pueden estar en la zona del conflicto en 30 días (45 como máximo).

El momento del despliegue se basa en la distribución de las fuerzas en una amplia zona, ni siquiera en un solo país, y en el hecho de que forman parte de las fuerzas armadas nacionales de muchas naciones. En los propios documentos de la OTAN se puede ver cómo es esto y cuántos ejércitos diferentes hay en un batallón-grupo táctico.

El aumento del número de NRF en un factor de casi 1 conducirá a un factor de 1 en la complejidad de la logística y otros procedimientos. Tal y como ha demostrado la práctica de la Operación Especial en Ucrania, al reunirse en el plazo de un mes en la zona de conflicto, la NRF puede simplemente no ser capaz de seguir el ritmo de los acontecimientos. Y eso si ignoramos el hecho de que es poco probable que Rusia permita que se den las condiciones ideales y seguras para el plan de despliegue de la OTAN.

La OTAN comprende la lentitud de su estructura. La VJTF (Very High Readiness Joint Task Force), o literalmente “Fuerza de Tarea Conjunta de Muy Alta Disponibilidad”, está formada por unos 20,000 hombres, de los cuales 5,000 pueden operar directamente “sobre el terreno”. El plazo para el “más rápido” es “en dos o tres días”. Además de la VJTF, la NRF también cuenta con el Grupo de Fuerzas de Seguimiento Inicial (IFFG), todos ellos con sede en sus respectivos países.

Asumiendo que la VJTF será una proporción de 150,000 hombres después de la expansión de la NRF, en teoría se podría esperar que lleguen al Teatro de Operaciones en los 2-3 días habituales. Pero eso es si no se tiene en cuenta que se necesitarían 7,5 veces más aviones, técnicos, combustible, repuestos, etc. para el traslado.

Finanzas y personal

Los 300,000 hombres de la nueva NRF no deben entenderse como la creación de un ejército de 300,000 hombres, sino como la transferencia de 300,000 efectivos de toda la región euroatlántica a la NRF. Si Bruselas y Washington decidieran aumentar la NRF incrementando físicamente las tropas de la OTAN, habría que afrontar varios retos.

Cuánto costaría a los presupuestos de la OTAN y de Europa “aparcar” permanentemente un contingente 7,5 veces mayor de lo habitual –teniendo en cuenta las armas, el mantenimiento, las reparaciones, el alojamiento, la comida, el seguro médico, etc.– es una cuestión abierta. De hecho, Stoltenberg ha anunciado la creación de una agrupación igual o superior a las fuerzas armadas de Ucrania para febrero de 2022. Esto significa que muchos miembros de la OTAN tendrán que mantener una parte importante de sus fuerzas armadas nacionales en estado de alerta en todo momento.

Es muy probable que, como ahora, la carga principal tenga que ser asumida por Estados Unidos. Lo cual, según informa la NBC, sería difícil debido al descenso del número de personas dispuestas a servir. La situación es tan grave que algunos de los expertos entrevistados por la agencia la ven como un prólogo del ejército de conscripción o de reclutas.

Los altos funcionarios del Pentágono están tratando de encontrar nuevos reclutas para llenar las filas de la fuerza totalmente voluntaria. El Secretario de Defensa, Lloyd Austin, y la Subsecretaria de Defensa, Kathleen Hicks, consideran que el déficit es un problema grave.

Según la Heritage Foundation, “las fuerzas armadas no habían tenido tantos problemas para reclutar personal desde 1973, cuando Estados Unidos abandonó Vietnam”. La Fundación Heritage añade que no cree que sea inminente una reactivación del servicio militar obligatorio, pero “2022 es el año en que nos cuestionamos la sostenibilidad de un ejército totalmente voluntario”.

Nadie quiere ser militar en EEUU

El número de personas que pueden alistarse en el ejército sigue disminuyendo, y el número de jóvenes que no pueden hacerlo debido a la obesidad, el consumo de drogas o los antecedentes penales es “más alto que nunca”. El mes pasado, el Jefe del Estado Mayor del Ejército, el general James McConville, declaró ante el Congreso que sólo el 23% de los estadounidenses de entre 17 y 24 años cumplen los requisitos para servir, frente al 29% de los últimos años.

Una encuesta interna del Pentágono realizada por NBC News descubrió que sólo el 9% de los jóvenes estadounidenses que cumplen los requisitos, tenía deseos de alistarse en el ejército, la cifra más baja desde 2007. Más de la mitad de los jóvenes estadounidenses que participaron en la encuesta –alrededor del 57%– creen que tendrán problemas emocionales o psicológicos tras el servicio militar. Casi la mitad cree que tendría problemas físicos.

Entre los estadounidenses encuestados por el Pentágono que se encontraban en el rango de edad objetivo para el reclutamiento, sólo el 13% tenía padres que habían servido en el ejército, frente a un 40% en 1995. Los militares consideran que los padres son uno de los factores que más influyen en el servicio.

La confianza general en las instituciones gubernamentales estadounidenses también está disminuyendo, y el ejército estadounidense también se ha visto afectado. En 2021, la Encuesta Anual de Defensa Nacional Reagan, realizada por la Fundación Reagan y el Instituto Ronald Reagan, descubrió que solo el 45% de los estadounidenses tiene una alta confianza en las fuerzas armadas, lo que supone un descenso de 25 puntos respecto a 2018.

Los funcionarios afirman que es probable que esta tendencia continúe a medida que el ejército en su conjunto se reduzca y la sociedad y los militares se conecten. En 2021, una encuesta del ejército reveló que el 75% de los estadounidenses de entre 16 y 28 años no sabía prácticamente nada sobre el ejército.

“Esta crisis de reclutamiento es como una ola que se mueve lentamente hacia nosotros”, dijo un alto funcionario del Departamento de Defensa involucrado en asuntos de reclutamiento y personal. En 2022, el Pentágono va camino de cumplir su plan de contratación en un 40% aproximadamente. El año fiscal termina en septiembre, con grandes esperanzas en el abandono escolar, pero la previsión de contratación media es del 60% de la norma.

No hay que olvidar las grandes tensiones internas de la OTAN por el aumento del tamaño de los ejércitos y la “militarización” de la economía. Muchos Estados miembros de la OTAN están dispuestos a expresar su solidaridad verbal para condenar a Rusia y hacer un llamamiento a la seguridad colectiva, pero no buscan provocaciones. Se trata principalmente de Hungría, pero también de los países de Europa Occidental que simplemente no tienen motivos para temer seriamente a Rusia.

El marcador no son las declaraciones de Stoltenberg, sino la dinámica de los cambios en el Plan de Preparación de la OTAN, que fija los marcos de preparación consensuados, las tasas de despliegue, los niveles de tropas y otros parámetros de referencia.

La idea de Stoltenberg es bastante radical, lo que significa que Estados miembros como Turquía podrían exigir a sus socios un pago concreto por su apoyo.

No se puede descartar el sentimiento anti-OTAN en Europa, incluso en Francia, donde las fuerzas anti-OTAN y pro-soberanistas han ganado un importante terreno en las elecciones parlamentarias.

Por el contrario, es probable que países como Polonia apoyen con todos los medios disponibles el reforzamiento y la ampliación de la presencia de la OTAN en su territorio.

Conclusiones

1. La declaración del Secretario General de la OTAN sobre el aumento de la Fuerza de Reacción Rápida de la OTAN de 40.000 a 300.000 personas debe valorarse ciertamente como un paso serio y poco amistoso hacia Rusia y Bielorrusia.

2. De la declaración de Stoltenberg no se desprende una amenaza inmediata de guerra.

3. El establecimiento físico de una fuerza separada de la NRF de 300.000 personas es poco probable, pero parece más realista la ampliación del estatus de “permanentemente preparada” a nuevas unidades de las fuerzas armadas de los Estados miembros de la alianza.

4. Teniendo en cuenta el número y la calidad desiguales de las fuerzas armadas de los Estados miembros, cabe esperar que Estados Unidos, Polonia, los países de Europa del Este y, posiblemente, Alemania y Gran Bretaña soporten la carga principal.

5. Un aumento de las cifras de las NRF implicaría un aumento proporcional de la financiación necesaria.

6. La idea de Jens Stoltenberg parece una iniciativa que sólo puede aplicarse según su razón de ser a medio o largo plazo. Lo que probablemente irá acompañado de negociaciones multilaterales muy intensas y complejas.

7. La voluntad de Occidente de llevar a cabo una escalada, cuyos resultados no serán tangibles en un futuro próximo, exige la elaboración de opciones para amortiguar la intensificación de la amenaza.