Las armas de Occidente exigen carne ucraniana Por Rostislav Ishchenko | ukraina.ru

Debemos admitir que nos equivocamos cuando dijimos que Ucrania lucharía hasta el último ucraniano. No nos equivocamos del todo, pero no fuimos del todo precisos. Aparentemente, Ucrania no sólo luchará, sino que atacará hasta el último ucraniano.

La “contraofensiva” de las Fuerzas Armadas de Ucrania (AFU) en Severodonetsk, fue el acorde final del fracaso de la defensa del Donbass. (La ciudad de Severodonetsk, que hasta 2021 tenía más de 100 mil habitantes, es el centro administrativo de la República Popular de Luhansk, situada en la orilla izquierda del río Seversky Donets. Junto con las ciudades vecinas, forma una aglomeración y un importante centro de la industria química de la república y “Severodonetsk Azot” es la mayor empresa química del país).

Como resultado, las AFU sufrieron importantes pérdidas sin sentido y la posición del ejército ruso en Severodonetsk sólo mejoró. Poco antes, fracasaron las dos ofensivas de flanco: cerca de Kharkiv (a 50 kilómetros de la frontera con Rusia) y cerca de Mykolaiv (puerto pluvial y gran ciudad en el delta del río Bug del Sur, muy cerca del Mar Negro), que pretendían alejar a las fuerzas rusas de la dirección del Donbass y estabilizar el frente de las AFU a lo largo de la frontera nororiental con Rusia, alrededor de los ríos Ingulets y Dnieper. A largo plazo, se planificó una ofensiva de las AFU en Izyum (una ciudad que hasta 2021 tenía 50 mil habitantes, a 125 kilómetros al sureste de Kharkiv) para desalojar por completo a las tropas rusas del óblast (provincia) de Kharkiv y, una vez eliminada la amenaza a la agrupación del Donbass desde el norte, concentrarse en mantener el frente sur y el frente en las repúblicas de Donetsk y Luhansk.

Se movilizaron importantes recursos para estas operaciones. Ucrania sacó todo el equipo restante de sus depósitos y también trató de restaurar la mayor parte del equipo que ya había estado en combate. Las brigadas que habían sufrido pérdidas fueron repuestas, se transfirieron unidades de cuadros frescos desde la línea del río Dnieper, se enviaron al frente unos diez mil mercenarios extranjeros, se lanzaron también las unidades de defensa territorial.

El Presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky, anunció la sexta ola de movilización, declarando su intención de poner a un millón de personas bajo las armas. No atrapó a un millón, pero sí a un par de cientos de miles de desgraciados, utilizados para compensar las pérdidas y formar varias brigadas nuevas, que fueron atrapados por las oficinas de registro y alistamiento del ejército ucraniano. Además, el armamento occidental acababa de empezar a llegar a Ucrania en masa. Los tanques polacos, los vehículos blindados británicos y australianos y los obuses estadounidenses y canadienses permitieron compensar parcialmente las enormes pérdidas de material.

En general, las AFU han sufrido un grave deterioro técnico. Su moral y la calidad de las tropas, especialmente de la infantería, han disminuido en comparación con los primeros meses; el número de piezas de artillería se ha reducido considerablemente, la defensa aérea se ha mantenido sólo en las principales ciudades del centro y el oeste de Ucrania, y las zonas del frente han tenido poca o ninguna cobertura aérea. Pero Kiev ha intentado compensar todas estas carencias con el número de tropas recién reunidas.

Hace ochenta años, tras el desastre del Sexto Ejército en Stalingrado, los generales alemanes convencieron a Hitler de que abandonara sus intentos de tomar la iniciativa y lanzara una ofensiva estratégica en el Frente Oriental. Recomendaron cambiar a una defensa activa y móvil. Justificaron su posición por la disminución de la calidad de las tropas.

Hitler y Zelensky

El Sexto Ejército no sólo había perdido más de 235 mil soldados experimentados de la Wehrmacht (sin contar a los aliados rumanos) en el caldero de Stalingrado: durante las batallas por Stalingrado las pérdidas totales del Sexto Ejército (teniendo en cuenta los refuerzos permanentes) en muertos, heridos y prisioneros de guerra superaron el millón. Para el Reich fue una pérdida irreparable. Se había logrado, aunque con dificultad, reclutar un nuevo millón de hombres, pero la calidad de las nuevas tropas no era nada en comparación con la perdida en el Frente Oriental. En consecuencia, no tenía sentido asignarles las mismas tareas que el ejército alemán había llevado a cabo en 1941-42.

Hitler, por razones políticas, había abandonado la defensa de las maniobras. Necesitaba atacar para mantener la moral de los aliados (para evitar su retirada de la guerra) y lograr la victoria en el frente oriental antes de que los angloamericanos desembarcaran en Europa.

Como resultado, en Kursk (al sur de Rusia, cerca de la frontera con Ucrania) el ejército alemán sufrió una nueva catástrofe. Las fuerzas de tanques de la Wehrmacht, que habían sobrevivido a las batallas de 1941-42, recuperaron toda su fuerza y demostraron un alto nivel de eficacia en combate.

Sin embargo, la infantería fue incapaz de apoyar los avances de las unidades de tanques y motorizadas, o de proteger sus flancos. Sufrió grandes pérdidas, pero por sí sola no sólo fue incapaz de avanzar, sino incluso de mantener las posiciones previamente capturadas por las divisiones de tanques. Como resultado, la batalla de Kursk, en la que toda la carga alemana recayó sobre las fuerzas de los tanques, se convirtió en su tumba. Hitler nunca había logrado formar un puño blindado de este tipo en ningún otro lugar. Las divisiones que intentaron avanzar en 1945 en las Ardenas (Bélgica) y en el lago Balatón (Hungría) estaban en grave inferioridad no sólo numérica, sino también cualitativa. El resultado es muy conocido: derrota aplastante de los nazis.

Más tarde, después de la batalla de Kursk, Hitler no estuvo de acuerdo con la idea de la defensa de maniobra, exigiendo a sus generales que defendieran con fuerza, al estilo del Ejército Rojo en 1941. Esta exigencia le costó al ejército alemán en 1944-45 numerosas calderas en las que acabaron más de un millón y medio de soldados en total. Pero Hitler, justificó su posición precisamente por la reducida calidad de las tropas y (por ello) su incapacidad de maniobra defensiva.

Los generales de Zelensky llevan dos meses exigiendo que se pase a la defensa de maniobra, es decir, una retirada gradual de las tropas de una posición a otra, con el fin de infligir las máximas pérdidas posibles al ejército ruso mientras se intenta minimizar las propias. Pero se enfrentan a dos “Hitlers” a la vez.

Biden necesita los cadáveres de Ucrania

En primer lugar, Zelensky, que bajo la influencia de su propia propaganda se imagina a sí mismo como Bonaparte, cree en su capacidad para “derrotar a Putin”. Además, considera que ésta es su misión. Y exige a sus generales que lancen ofensivas mientras les prohíbe abandonar posiciones completamente desesperadas, condenando a los restos de las tropas de cuadro a morir en las calderas.

En segundo lugar, puede que Zelenski haya sido puesto en su lugar, pero está respaldado por los americanos. El gobierno de Joe Biden, tras haber perdido la guerra económica contra Rusia y haber perdido la poca credibilidad que le queda en Estados Unidos, necesita al menos algún éxito en vísperas de las elecciones parciales al Senado y a la Cámara de Representantes. De lo contrario, la administración corre el riesgo de perder el control del parlamento y convertirse en un “pato cojo” dos años antes de las elecciones presidenciales.

Dada la intensidad del enfrentamiento entre “trumpistas” y “bidenistas”, así como las acusaciones del equipo del actual presidente de “robo electoral”, el conflicto entre el parlamento y la Casa Blanca corre el riesgo de ir más allá del habitual enfrentamiento académico en EEUU. La crisis podría ir más allá de la que surgió durante las últimas elecciones presidenciales y culminó con el asalto al Capitolio y la entrada de 40,000 guardias nacionales y tropas del ejército regular en Washington.

Los demócratas tienen pocas esperanzas de mantener la mayoría en cualquiera de las dos cámaras. Su única posibilidad de éxito, al menos parcial, son las victorias de alto nivel como en Ucrania.

El gobierno de Biden también exige que los generales ucranianos no cedan ni un centímetro de terreno y preparen una contraofensiva masiva que pueda venderse al votante estadounidense como una victoria épica sobre los rusos. No importa si las AFU capturan una ciudad importante o no logran avanzar en absoluto. Lo principal es que se declare la ofensiva, las tropas avancen y continúen su ataque ininterrumpido durante al menos una semana, o preferiblemente dos semanas. La prensa estadounidense hará el resto.

Consciente de que una ofensiva de este tipo agotaría los últimos recursos de Ucrania, Estados Unidos planea que se realice a finales del verano, en vísperas de la temporada de lluvias. El cálculo es que para entonces el ejército ruso estará cansado de los combates de verano. Necesitará reagruparse, reabastecerse y descansar. Una ofensiva en este momento consumirá las últimas reservas, tras lo cual habrá una pausa relativamente larga (hasta la primavera), con batallas locales, pero sin ninguna ofensiva importante.

De este modo, los estadounidenses, con una ofensiva ucraniana a finales del verano, tendrán la última palabra en la campaña y podrán afirmar que finalmente han detenido a Rusia. Las elecciones se celebrarán en noviembre y no importa lo que ocurra en abril o mayo próximos. Incluso si la defensa ucraniana se derrumba por completo y de la noche a la mañana la próxima primavera, el equipo de Biden espera tener para entonces un respiro de dos años de la crisis política interna estadounidense.

A juzgar por el hecho de que el comandante en jefe de las fuerzas armadas ucranianas, Valeriy Zaluzhny, ha iniciado una nueva oleada de movilización, los generales ucranianos, al encontrarse en una situación desesperada, han aceptado aplicar los planes estadounidenses. En otras palabras, durante todo el verano se enviarán al frente cientos de miles de ciudadanos ucranianos.

Las armas exigen carne

En el frente de guerra, aproximadamente la mitad de ellos morirá inmediatamente (durante las dos primeras semanas) en ataques sin sentido, se dispersará o se rendirá. El resto será tomado para un breve descanso, posiblemente reabastecido o fusionado con las mismas víctimas del régimen y de su propia estupidez, y enviado de nuevo al frente.

Algunos tendrán la suerte de ir a Francia o a Polonia para aprender a dominar el nuevo equipo y luego serán utilizados para formar brigadas para la ofensiva de agosto-septiembre de las AFU. Recibirán buenos uniformes, estarán bien alimentados e incluso se les pagará (antes de la ofensiva).

El objetivo de todas estas oleadas de movilización es mantener a toda costa el frente de la Margen Izquierda hasta el final del verano y formar entre 5 y 10 nuevas brigadas que puedan ser utilizadas en una “ofensiva estratégica”. Se propone obstaculizar la ofensiva rusa con barricadas de cadáveres de militares ucranianos y ríos de su sangre. Para minimizar las deserciones y las rendiciones, Kiev utiliza batallones nazis como barricadas (Aidar, los recién creados clones de Azov; las unidades del Sector Derecho y los mercenarios extranjeros).

Las actividades de movilización se ven facilitadas por la labor de propaganda ucraniana. Bajo su influencia, la mayoría de los ciudadanos ucranianos de los territorios controlados por el régimen de Kiev están convencidos de que Ucrania está venciendo a Rusia y que pronto será completamente derrotada. Por lo tanto, las víctimas de las oficinas de registro y alistamiento militar suelen ver la movilización como un inconveniente grave (es posible la pérdida de empleo) pero no fatal. “Ven la luz” bajo el fuego de la artillería, pero no todos, porque muchos simplemente no llegan a tiempo.

Trabajando de este modo, la banda de Zelensky y sus cómplices de Estados Unidos bien podrían organizar otra “ofensiva” aventurera hasta que los ucranianos se agoten. Y para que sigan guerreando por más tiempo, la banda ya se ha propuesto reclutar para el ejército a hombres a partir de los 16 años (hasta los 60) y a mujeres solteras. Las armas exigen carne.