La nueva ofensiva yanqui contra Cuba Diario Granma, Cuba

La nueva ofensiva yanqui contra Cuba Diario Granma, Cuba

El destacado intelectual cubano Abel Prieto, dos veces ministro de Cultura de la Revolución Cubana y actual Presidente de la Casa de las Américas, ha recordado cómo la contrarrevolución contaminó el tejido cultural en un momento de sumas tensiones, por el recrudecimiento del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba en los últimos meses, antes aun de la pandemia, y las agresiones desmedidas en el último tramo de la administración trumpista.

Si bien cabe entenderse, cómo reclamó el músico Christopher Simpson, que la Patria es un concepto mucho más abarcador que la Revolución, en la hora actual, precisó Abel, si la Revolución fracasa se perdería la Patria: “Una institución estatal puede equivocarse –subrayó–pero la Revolución no puede darse ese lujo”, ante el peligro real que representan los que dentro y fuera del país alientan el anexionismo: “Este es un momento de mucho peligro; lo que nos separa debemos echarlo a un lado para hallar una respuesta humana, inteligente y solidaria frente a las posturas anexionistas”.

Abel Prieto denunció que “el plan de estos es sacar gente a la calle; primero apretar la tuerca hasta que la gente estalle por problemas de desabastecimiento y la crisis asociada al bloqueo y la pandemia; lo que quieren es desesperar al pueblo, que salga a manifestarse, a protestar, que haya represión, que haya un muerto; con un muerto basta para que vengan los norteamericanos a intervenir en Cuba”.

Estados Unidos compra subversivos a destajo

Por Raúl Antonio Capote

“La asignación por el Departamento de Estado de hasta un millón de dólares para la convocatoria y contratación de participantes en la subversión contra Cuba es una flagrante agresión y violación del Derecho Internacional”, denunció este domingo el Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla.

“La condenamos y la enfrentaremos con el peso de la ley. El gobierno de EE.UU. y su Consejo de Seguridad Nacional (CSN) jamás han respaldado al pueblo de Cuba. Particularmente bajo el gobierno de Donald Trump, el CSN ha sido instrumento de agresión contra Cuba y América Latina”, expresó el Canciller cubano, a través de su cuenta en Twitter.

Por otra parte, el director general para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores, Carlos Fernández de Cossío, manifestó que “la descomposición moral de la política exterior de EEUU lo lleva a la práctica delincuencial de comprar subversivos a destajo. Ante la ausencia de una genuina motivación política, ideológica o ética, es con dinero que se sienten obligados a lograr su ansiado cambio de régimen en Cuba”.

El sitio Cuba Money Project, del periodista estadounidense Tracey Eaton, divulgó recientemente que el Departamento de Estado de Estados Unidos está ofreciendo hasta un millón de dólares para programas que impulsarían “los derechos civiles, políticos, religiosos y laborales en Cuba”.

Funcionarios estadounidenses tratan de sostener la nueva agresión contra el pueblo cubano, con la falacia de que “las autoridades cubanas se han aprovechado de la pandemia del coronavirus para aumentar la represión y el acoso de periodistas independientes y activistas de la sociedad civil”.

En su retórica mentirosa, el Departamente de Estado se empeña en hacer creer una “realidad” que no existe, al publicitar, como verdad, que “grupos cívicos independientes, periodistas, artistas, empresarios y otros abogan cada vez más por instituciones económicas y políticas más inclusivas”.

Con qué moral la Oficina de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo del Departamento de Estado declaró que está buscando propuestas que “fortalezcan la capacidad de los grupos independientes de la sociedad civil en Cuba para promover los derechos civiles y políticos en la Isla y aumentar la rendición de cuentas de funcionarios cubanos por violaciones de derechos humanos y corrupción”. Llama la atención que la preocupación venga del país donde la corrupción es sistémica, donde se violan los derechos humanos, donde en medio de una pandemia que ha costado la vida a más de 200 000 personas, se reprime brutalmente la protesta y se asesina por el color de la piel. Cuba garantiza a sus ciudadanos derechos fundamentales que son un sueño para muchos de los estadounidenses.

Las propuestas, según plantean, “deben ofrecer un enfoque que vincule estos objetivos con los problemas socioeconómicos y políticos que más importan a los ciudadanos cubanos”.

También deben “esbozar una visión específica para contribuir al cambio reconociendo los obstáculos que deberían superarse, incluida la actual pandemia de coronavirus”, la misma que el Gobierno de EEUU ha sido incapaz de enfrentar.

La oficina del Departamento de Estado puntualiza sobre la necesidad de “incluir iniciativas concretas que reflejen los desarrollos recientes en la isla y tengan el potencial de generar impactos a corto plazo que conduzcan a cambios sostenibles a largo plazo”.

Hay que resaltar que la solicitud se publicó el 24 de noviembre, a medida que crecía el interés en el grupúsculo autodenominado Movimiento San Isidro.

“El momento del anuncio del Departamento de Estado puede ser una coincidencia, pero me pregunto si los funcionarios estadounidenses están buscando formas de capitalizar el furor por el Movimiento de San Isidro”, escribió Eaton.

“El financiamiento no será el problema. Cada proyecto podrá contar hasta con un millón de dólares”, apuntaron los funcionarios yanquis.

La danza de los millones de la “conspiración de los pícaros” contra la Isla de la Libertad continúa con absoluto desenfreno.

En reiteradas oportunidades las autoridades de la Mayor de las Antillanas han demandado a las administraciones de Estados Unidos poner fin a los programas de cambio de régimen contra Cuba, país que desde hace casi 60 años enfrenta un bloqueo impuesto por Washington.

El portal, creado por el periodista Eaton, citó también, en octubre de este año, datos obtenidos del Explorador de Ayuda Exterior de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), el cual reflejaba gastos por más de 261 millones de dólares en proyectos de subversión contra Cuba, desde 1990 hasta este año, gastos que ni se acercan al total destinado contra nuestro país, pues no incluye los montos asignados, por ejemplo, a Radio y tv Martí, ni el dinero del presupuesto de la CÍA para la subversión en la isla.

Cuba Money Project divulgó, además, que desde que Trump asumió la presidencia, en enero de 2017, la USAID erogó unos 50 millones de dólares en proyectos relacionados con la búsqueda de un cambio de sistema.

Por otra parte, el Departamento de Estado anunció, en junio de este año, que las personas que soliciten una visa estadounidense tendrán que, para ello, entregar sus perfiles en redes sociales, sus direcciones de correo electrónico y los números telefónicos que hayan utilizado en los últimos cinco años.

Los funcionarios del Norte, que fundamentan su estrategia contra Cuba en nombre de los supuestos derechos humanos, evalúan lo que escribes en WhatsApp, Instagram o Twitter, entre otras redes digitales, quiénes son tus amigos, qué compartes, a quién llamas por teléfono, qué conversas con tus familiares y amigos, etc., antes de otorgarte una visa de entrada a ese país. Su acoso no tiene fronteras.

¡Solavaya! y otras consideraciones

Por Rolando Pérez Betancourt

Si bien con la llegada de la Revolución ningún presidente de Estados Unidos exhibió su mejor cara, a este que está a punto de irse habrá que despedirlo con un sonoro ¡solavaya! (expresión típica cubana que significa repulsión para con alguien o algo que se expresa sin que ese alguien la escuche).

Su rabia, distintiva de una casta que se alimenta del culto a la arrogancia, lo ha hecho merecedor del mayor repudio por parte del pueblo cubano. Simplemente, no hay quien se lo trague.

Y sin embargo, tanto afuera, como aquí adentro, no faltarán quienes lloren (ya están llorando) su partida, pues ella pudiera significar, además del comedimiento financiero en favor de una envejecida “causa cubana”, el desinfle de un sueño largamente acariciado.

No hablo solo del belicoso de San Isidro visto en la televisión masticando palabras como si fueran cristales para proclamar en inglés su “Trump 20-20”, sino de otros más escolarizados, y no menos soberbios, que pensaron que con el trumpismo podían cerrarse las brechas de una contrarrevolución aupada eternamente desde el Norte,  cuando todavía los soldados rebeldes estaban en las montañas,  y en las ciudades cualquier  joven “revoltoso” –como lo llamaban lo esbirros– valía menos que una bala.

Son muchos años tratando de darles sentido a actitudes inexplicables, como que una mujer negra, vestida de blanco, a tono con un grupo de damas que ella representa y que –está probado– cobran por la bulla que hacen, llegue a Miami y, en el mismo aeropuerto, se desgañite pidiendo  que no cese el bloqueo, se apriete el bloqueo, ahogue en vida el bloqueo a las mujeres y hombres de su país, incluyendo mi hijo (y muchos hijos) que ahora mismo se recuperan de una operación en un hospital cubano, donde los médicos se las arreglan para que no les falte nada, y si les falta, resolver de alguna manera.

Pero evitemos las emociones.Hace años, en un congreso de periodistas, medio en serio, medio en broma, dije que la culpa de las deficiencias que podía tener nuestra profesión la tenía el imperialismo. Ya la frase, de tanto utilizarse –no pocas veces con razón–, resultaba trillada y hubo risas. Recordé entonces que ha sido precisamente el acoso criminal de ese imperialismo el que obligó inicialmente a ser reservados, cautelosos, no ofrecer datos, contener las críticas a nuestros errores para “no darle armas al enemigo”, teorías y prácticas que, a la larga, se fueron entronizando y terminaron por hacernos daño, aunque de eso, por suerte, se va saliendo.

Un teórico defensor del liberalismo, Isaiah Berlin, amplio conocedor de la obra de Marx y Engels, recomendaba “leer al enemigo para poner a prueba la solidez de nuestra defensa” y poder “averiguar qué tienen de flaco, de débil o de erróneo las ideas en las que creo”.

Leo al enemigo y al que, no siéndolo, piensa diferente.

Llama la atención, sin embargo, que tanto lo que pudiera considerarse el “enemigo inteligente”, como el burdo, o el mero propagandista tarifado, suelen estar unidos por el mismo cordón umbilical de una intencionalidad desestabilizadora en lo que a la Revolución Cubana concierne. Para no hablar ya de las campañas apocalípticas, de las mentiras cotidianas y la manipulación de la verdad como lo más natural del mundo. O de la llevada y traída posverdad, enmascaramiento sensiblero encaminado a modelar la opinión pública y conducirla por un laberinto de tergiversaciones, donde todo lo que huela a socialismo es alma que se lleva el diablo: ¡Vade retro, Revolución!, que frente a ti todos los ataques son válidos.

Rialta Magazine es una revista digital donde leía interesantes trabajos sobre sociedad, arte y cultura. Sin abandonar su perfil ecuménico, la publicación empezó a llenarse de trabajos teóricos que, desde una discursiva artística, apuntaban directamente al corazón de la Revolución Cubana: cine, literatura, artes plásticas, ríos de tinta, como se decía antes, no a partir de la ética razonable que aporta luces y convida al debate,  más bien desde una intencionalidad conspiranoica de tintes políticos que empalaga a cualquiera que busque objetividad en los análisis.

Fue en esa revista donde me enteré que Otero Alcántara era un artista. No en un trabajo, sino en varios y firmados por personas supuestamente avezadas en el terreno de la interpretación. Toda una orfebrería de la hermenéutica empeñada en hacer creer que, si una vez hubo una vanguardia transgresora, en ese mismo cauce contemporáneo clasifica el hombre de la bandera cubana defecando en un inodoro.

Palabras y más palabras, citas, artilugios del lenguaje, conceptos de extremidades torcidas, como si en un colchón de lucha libre tuvieran lugar los alegatos. Y mientras leía me acordaba del gran Caravaggio, tan escandaloso en la vida pública como en su obra, que sin ser un bocón fabricado para ¿cambiar sistemas sociales?, hasta con la policía se las tuvo que ver debido a su carácter irrefrenable. O en Dalí, acaso el más impúdico y extravagante de aquel grupo de genios donde Picasso revolucionaba. Artistas todos, claro.

“El ritmo de la historia de las artes no es sociológico ni político, sino estético”, dijo certeramente Milan Kundera, anticomunista y buen escritor.

¿Estética, arte?, cabe preguntarse, viendo desnudarse ruidosamente al hombre envuelto en la bandera, al que algunos especialistas le aplauden “artísticamente” cada contorsión o escandalito político que elucubra, y del cual se alimentan los cazadores del “infortunio cubano”, encargados de venderlo al mundo como si de un nuevo Caravaggio se tratara, mientras el bloqueo no es lo suficientemente impactante para aparecer en titulares.

Cierto que el arte y la cultura tienen complejidades que parecieran nunca dilucidarse porque los pensamientos aleatorios pueden ser tan múltiples como contradictorios, y está muy bien que exista ese conflicto intelectual que enriquece, pero el gato por liebre ofende y las ingenuidades se pagan.

Lo que no quiere decir que, en el río revuelto de jóvenes y menos jóvenes reunidos frente al Ministerio de Cultura, falten ideas y proposiciones dignas de ser discutidas sin perder la percepción necesaria para captar lo legítimo, apartar la hojarasca, y frenar lo contrarrevolucionario.

Por todo ello, ¡solavaya! para el mandatario del Norte que se está yendo, y para cuantos, en el terreno del pensamiento y las acciones por venir, convierten la dichosa sinceridad de la que tanto hablara Rodin, en un engaño.