Nada justifica los crímenes de los insepultos delincuentes de la historia Managua. Por Rosario Murillo, Vicepresidenta de Nicaragua

Nada justifica los crímenes de los insepultos delincuentes de la historia Managua. Por Rosario Murillo, Vicepresidenta de Nicaragua

Hoy 19 de abril vamos a refrescarnos un poco la memoria, y sobre todo la memoria de los terroristas, si acaso la tienen. La memoria de los fracasados e insepultos delincuentes de la historia. La memoria de la escoria pura, si acaso tienen memoria. Vamos a refrescarles el cerebro, si acaso lo tienen, sobre el daño que impusieron al pueblo nicaragüense, a nuestro pueblo, a nuestra Nicaragua, que venía avanzando en un eficaz modelo de alianzas, enfrentando y confrontando la pobreza, desterrándola, en caminos de unidad, protagonismo, democracia, para seguir priorizando el derecho al bienestar de todo nuestro pueblo.

Vamos a refrescarles su codicia, su maldad, esa maldad que les guio, queriendo servir en bandeja de plata, o de lata, a sus vociferantes patrones, queriendo servirles como trofeo, la dignidad de Nicaragua.

Además:
Golpismo terrorista provocó pérdidas de más de 22 mil millones de dólares
¡Vade retro esperpentos, mercenarios y traficantes del mal!

Y vamos a refrescarnos nosotros en esa frase que hicimos y hacemos nuestra todos los días: “¡Ni perdón, ni olvido y no repetición”! Porque no tienen perdón de Dios quienes interrumpieron el avance de un proyecto de hermandad cristiana, socialista y solidaria. Un proyecto que nos reúne a todos en Nicaragua, para progresar, para prosperar, para la justicia. Y un proyecto que ya la fuerza espiritual de nuestro pueblo ha retomado.

Vamos a ser duros, directos, francos, como siempre. Vamos a pasar facturas históricas al somocismo, de vieja, anciana y decrépita data, que como cultura ignominiosa de servilismo, entreguismo y sumisión, creíamos haber, sino erradicado, por lo menos paralizado en la mentalidad y conciencia de los ricos, y de los sectores más atrasados, de entidades, instituciones y personas de añejas politiquerías.

Con amargura e incredulidad nuestro pueblo vio rasgarse las vestiduras a tantos fantoches, grotescos mamarrachos que sacaron su verdadero rostro de mendrugos, de restos pecaminosos y pestilentes del somocismo.

Vamos a exhibirlos como son. Adefesios de carnaval. Porque sólo el odio satánico, de adefesios, puede buscar la destrucción de hospitales, centros de salud, escuelas, universidades, centros técnicos, tecnológicos, progreso puro; de ambulancias, de hospitales, centros de salud, unidades de transporte, de alcaldías, de delegaciones de gobierno, y la intención aberrada y más que criminal de incendiar el centro nacional de abastos de medicamentos, ubicado en el Distrito 6 de Managua, donde pretendían acabar con toda la medicina almacenada, necesaria para la cobertura de salud a nuestro pueblo.

¡Criminales! ¡no tienen perdón de Dios! ¡ni perdón, ni olvido… Ni repetición!

Nada justifica, ni puede justificar las quemas de Medios de Comunicación… Ah, “los demócratas” quemando las Radios! Ah, qué clase de demócratas! La quema de Unidades del Sistema Nacional para la Prevención, Mitigación, Protección y Atención de Desastres (SINAPRED); las quemas de las Unidades de Seguridad Ciudadana que protegen a nuestro Pueblo en tantos lugares.

Nada justifica el asedio a quienes querían y debían, por distintas razones, ejercer su Derecho a movilizarse, a transitar de un lugar a otro, a trabajar, o a curarse, o a estudiar, o al comercio. Los tranques de la muerte. ¡Qué miseria humana! Nada justifica cada crimen, cada violación, cada tortura, cada maléfico afán de arrasar con los avances en desarrollo económico y sociales del pueblo cristiano y solidario.

Nada puede justificar el odio. Nada justifica la provocación del dolor. Nada justifica el terror, aquí o en cualquier parte del mundo. Nada justifica el incendio que los herederos de William Walker usaron, para pretender destruir otra vez Granada, y dejar el rótulo infame “Aquí fue Granada”. Nada puede justificar la destrucción del patrimonio cultural y natural de los pueblos.

Nada justifica el robo, el saqueo, los destrozos de planteles y equipos que ministerios y alcaldías, utilizaban para atender los graves problemas que estos mismos diablos nos heredaron.

Nada justifica el horror. Nada justifica la vileza, la crueldad, el ensañamiento contra el pueblo, contra las familias nicaragüenses. El ensañamiento que disfrazaban de democracia, bendecido además por falsos sacerdotes, y por los “grandes demócratas” del mundo, esos que defienden derechos humanos que no cumplen, que violan más bien en todas partes. Esos que son los principales genocidas y enemigos del protagonismo de los pueblos, de la democracia, la justicia y la paz en el mundo.

Nada justifica el desamor. Nada justifica la cobardía, la falta de integridad, la mentira, la falsedad, la mentira, la falsedad. Nada puede justificar la devastación de un país.

Nada puede justificar la ruindad extrema que desataron con caras maquilladas, como “niños buenos”, cuando eran los más abyectos e históricos enemigos del pueblo, algunos de rancios apellidos, y otros de vergonzosa y humillante servidumbre.

Nada justifica la intención de decadencia de “los cultivados”, de “los cultos”, de “los ilustres”, de los entreguistas al fin, de todo tiempo. Nada justifica a los que desde abajo se suman al Amo que les flagela y hunde en el pozo de la vulgaridad, en el insultante pozo de la descomposición y el desarraigo de sus orígenes populares o, como piensan los endiosados, de sus orígenes “plebeyos”.

Nada los justifica. Nada los puede justificar. No tienen perdón de Dios, lo repetimos, lo decimos. Nos acordamos todos cuando exigieron (y exigen aún) como verdaderos apátridas, agresiones y agresiones que festivamente han llamado sanciones, contra nuestro pueblo. Exigieron y se pusieron al frente de la deshonra, horadando y cerrando caminos de dignidad, cultura, convivencia y desarrollo justo. Exigieron y exigen. Y lo hacían y lo hacen porque les daba y les da la real gana. Porque se les antojaba. Porque creían, creo que todavía creen que les pagarían bien. Porque se creían, se consideraban la reencarnación del “hijo de puta, que es nuestro hijo de puta”, en palabras textuales de los gobernantes norteamericanos sobre su peón, Somoza. Palabras que les calzan como guante.

Porque más allá y más allá de todo eso, más allá del mal, más allá de las indecentes, indecorosa y obscenas propuestas de rendición. Y aquí no se rinde nadie, y lo sabemos… Obscenas propuestas de ruptura de nuestras libertades y derechos, de nuestra soberanía. impúdica pretensión de imposición, de violación flagrante de nuestra Constitución y leyes. Todo eso vimos. Impúdica pretensión de imposición de violación flagrante de nuestra Constitución y leyes, exigiendo cambio, o derrocamiento, de gobierno. Pero les salió el tiro por la culata!

Porque más allá, Siempre Más Allá, siempre activo y combatiente, que ni se vende, ni se rinde, que quiere, como Zeledón, como Sandino, como Carlos, como Tomás, como Daniel, Patria Libre o Morir, estamos en la fuerza, en las fortalezas espirituales de un pueblo combatiente, lúcido, amoroso, generoso, defensor de la paz. Y qué bueno decirlo hoy con alegría: hoy, Día Nacional de la Paz, tenemos paz, porque hay amor y dignidad!

Nuestro legado. Nuestro patrimonio. Nuestras banderas. Nuestros pebeteros. Nuestras llamas sagradas. La dignidad, el decoro, el honor y el orgullo nacional que nos mueven a trascender y a vencer.

Y seguimos venciendo. Y seguimos luchando. Y vamos adelante!

Y aquí vamos a dar lectura a la lista de los infundiosos acontecimientos. La destrucción de un país. Son verdades verdaderas, envueltas, en la narrativa de ellos, en patrañas, guayolas, falsedades, engaños, redes de enredos en los que ellos mismos fueron atrapados.

Y la verdad verdadera queda. quedó. vibra entre las victorias verdaderas. porque somos victorias verdaderas y porque el trabajo es nuestro digno laurel y el honor, nuestra enseña triunfal.

¡Viva Nicaragua libre! ¡Viva Nicaragua libre! ¡Viva Nicaragua libre! Hace 45 años lo dijimos, lo gritamos orgullosos, y los desarrapados agentes del mal no son nadie para tomarse una enseña virtuosa, valerosa, victoriosa, que costó tanta sangre a este pueblo nuestro de gloria, memoria y plenos horizontes.

Nada para el mal, todo para el bien

Aquí vamos a conocer el oprobio que siempre cargarán sobre sus hombros, porque almas dudo que tengan. Aquí la maldición de todos los tiempos, para los traidores, los cobardes, los vendidos, y los desalmados seres de oscuranas. Esta es la macabra narrativa de su fracaso!

¡Ni perdón, ni olvido! Lo reiteramos, ¡no repetición!

El Comandante se queda, dijimos. Y se queda y se quedó la valentía, ¡y nos quedamos todos en Patria y Libertad!

¡Viva la Paz! ¡Viva el Día Nacional de la Paz!

No pudieron, ni podrán, ¡somos victorias verdaderas!

Managua, 19 de Abril, 20024